domingo, marzo 01, 2009

Perdidos

Había recibido la llamada para incorporarme a la empresa dos días antes, el único inconveniente es que no podría asistir a la fiesta de uno de los mejores amigos de mi esposa, porque ese mismo fin de semana harían un curso de formación para el grupo de nuevos empleados que empezaríamos a trabajar ese mismo lunes. Por otro lado a mi no me importaba ausentarme de esa fiesta, que lleve tres años en Holanda no significa que comprenda y me divierta con los holandeses. Son buena gente, pero me siento ajeno en esas fiestas. Así que le comuniqué a mi mujer las buenas nuevas, brindamos esa noche y nos despedimos el sábado por la mañana mientras ella se montaba en el coche a esa casa de campo. Desayuné interrogándome como sería mi vida a partir de ese instante. De alguna manera ser interprete es hilar el mundo. Somos invisibles, pero somos los hilos que comunican. Sinceramente pienso que el mundo no sería igual sin la función invisible y valiosa del traductor. Animado por este pensamiento, terminé el café, me vestí y fui a ese edificio donde estaba citado.

Al llegar me encontré con un grupo de seis personas, la persona de la empresa que nos daría las directrices y cinco interpretes mas. Un ruso, un húngaro, una portuguesa, una venezolana, un italiano y yo. Subimos a la planta diecinueve de ese edificio vacío. Los sábados esos edificios gubernamentales parecen monstruos dormidos. Tanto silencio donde habitualmente hay tanto bullicio. Subimos, nos presentamos y arrancamos la sesión. Fue extensa pero me pareció muy valida y necesaria. Me motivó mucho para empezar en ese proyecto. Nos levantamos al rato, y empezamos a salir de aquella sala con vistas a esa Amsterdam donde se había ido haciendo de noche. Miré, por que me encantan las alturas y esa vista de la ciudad era un privilegio. Salimos al descansillo y esperamos el ascensor. No subía, pero tardamos en darnos cuenta porque cruzamos las conversaciones unos con otros, contándonos de donde veníamos y porque habíamos terminado allí. Alguien, al cabo de unos minutos, concluyó que algo pasaba con los ascensores. La monitora puso un gesto entre cómico y preocupado y dijo: "creo que han apagado los ascensores sin recordar que aun estábamos nosotros aquí". Nos miramos y decidimos bajar por las escaleras que evidentemente y como habíamos prefigurado estaban a oscuras. Al alcanzar el último piso, o el primero contando desde abajo, comprobamos que era imposible salir de la escalera porque habían cerrado la puerta de acceso de las escaleras al hall. El húngaro comunico, con cierto desasosiego, que el sufría levemente de claustrofóbia y que la situación le empezaba a incomodar. El ruso y el italiano absurdamente trataron de unir sus fuerzas para hacer no se que tipo de palanca y abrir la puerta, la portuguesa no hablaba, casi nunca habló y la venezolana y yo nos reíamos casi secretamente ante la delirada situación. La monitora decidió llamar a oscuras a alguien de su empresa para solicitar ayuda externa, pero nadie atendía sus llamadas. A esto se sumó un problema que a mi me sacó el último trozo de sonrisa. Al estar en las escaleras teníamos serios problemas con la cobertura. A mi me gustó el efecto de la luz del móvil iluminando ese trozo de escaleras donde nos habíamos quedado estancados. Esa luz azulada me devolvió los rostros que casi había olvidado en esa oscuridad. Reconocí un gesto angustiado en el húngaro que comenzaba a darle duro a los pulmones cuando respiraba. El ruso y el italiano seguían casi ridículos forzando una puerta que ni el mismísimo Hulk podría derrumbar. Me hizo gracia ver en esa breve iluminación el gesto forzado del italiano que estaba despeinado tras los esfuerzos y que acentuaba esa sensación de impotencia. Comprendí, en el instante que la luz del móvil hizo fade out, que la cosa iba a ser para largo.... y así fue.

Nadie habló de cena ni de comida hasta cerca de la una de la mañana, pero nada mas ser sacado el tema todos declaramos tener bastante hambre. Evidentemente el tema tuvo que ser diluido, no había posibilidad de alimento. Yo traté de sacar un juego que consideré gracioso, pero que el húngaro desaprobó. La idea, mi idea era ennumerar películas donde haya gente encerrada o en una especie de cautiverio. Yo la primera que recordé fue Cube, pero en seguida me vinieron un montón a la cabeza, pero no continué tras escuchar las quejas del húngaro primero en ingles, finalmente intuyendo que estaba recordando a mi madre en ese hermoso idioma del centro de Europa. La monitora propuso adelantar algunos asuntos del domingo, pero entre protestas, algunas serias, no tuvo apoyo por parte del grupo. La venezolana evitando cualquier tema conflictivo y tratando de llevar buen ambiente al cautiverio, propuso jugar a la botellita. Legendario juego post adolescente y por cansancio y porque todo el mundo pensaba en otra cosa se aceptó la propuesta. Decidimos iluminar con los móviles solo el movimiento de el móvil (sustituto de la botella). de resto seguiríamos a oscuras para no derrochar la batería. Había interpretaciones diferentes con el juego, el italiano decía que allí se jugaba moviendo dos veces la botella y que los dos señalados tenían que darse un piquito o por el contrario confesar una verdad. EL húngaro decía que el no conocía ese juego, el ruso decia que ellos no jugaban que se las bebían, al portuguesa que a ella ese juego le daba mucha nostalgia y yo confesé que a mi las reglas me daban igual, que habitualmente me las saltaba. La cosa quedó que el que le señalaba la parte de abajo del móvil proponía una penitencia al que le señalaba la parte de arriba

primer movimiento:

La punta del móvil señala a la monitora, la parte de atrás al ruso. El ruso, su voz suena retumba grave en el eco de la escalera, dice que confiese cuanto gana en esa empresa y que tipo de informes debe dar de cada uno de nosotros después de esta reunión.

Se produce un silencio que resulta casi terrorífico en la oscuridad de la escalera. De repente la voz firme de la monitora interrumpe y dice: "gano 2500 euros, y si debo informar de algunos aspectos de vuestra personalidad tras este curso". A mi la declaración me sorprende, pero mas me sorprende la habilidad y la intuición del ruso para desvelar el secreto. A mi hasta el momento me había parecido un proceso natural y necesario y jamás hubiera sospechado que en el fondo había un interes por conocernos y hacer informes sobre nuestras características personales.

Segundo movimiento:

Italiano propone penitencia a la portuguesa. Este con intenciones bastante diferentes d las del ruso, se mueve en otro terreno y le pregunta a la portuguesa si en algún momento le había atraído alguno de los hombres o mujeres del curso y que si era así cual era. La luz del móvil, como se había acordado, de nuevo se apaga y nuevo silencio. La portuguesa confiesa que hace años que no siente nada especial por ningún hombre pero que el húngaro era un tipo realmente atractivo. Juro que me hubiera encantado encender mi móvil para ver el gesto del húngaro,

Tercer movimiento:

Monitora a venezolana. Me sorprende porque la monitora en ese instante decide salirse por el lado mas divertido del juego y propone a la venezolana quitarse la camisa. Ésta acepta básicamente porque la luz está apagada y no supone una gran molestia, ni demasiado pudoroso.

Cuarto movimiento:

El ruso a mi. El tipo, comprendo, va duro y, como si la tuviera preparada de antemano, me pregunta que es lo que espero del trabajo. Confieso que realmente no es nada económico, mi mujer gana buen dinero y no es casi necesario que yo trabaje pero que notaba que estaba cayendo en depresión y que necesitaba sentirme útil.

Al terminar notó que es la primera vez que me reconocía a mi mismo eso. Quizá empujado por la oscuridad había logrado sacar algo que estaba enterrado ahí dentro.

Quinto movimiento:

La venezolana al ruso. Esta sale con una jugada plagada de humor, pues le pide que bese a la monitora suavemente y con todos los móviles encendidos. Según se besan nadie puede evitar ese vestigio de la adolescencia y todos al unísono mientras se besan acompañamos el beso con un gritito al que se unen incluso el húngaro y la portuguesa

Sexto movimiento:

A mi me toca ponerle penitencia al húngaro. y continúo con la jugada de humor abierta por la venezolana y propongo otro beso, esta vez entre el húngaro y la portuguesa. Nuevo grito en el que el ruso suena excesivo, pues su grito hace eco hasta en el último piso.

Septimo movimiento

El ruso a la monitora. El aire se puede cortar.: "¿Que dirás de cada uno de nosotros en el informe?". Ella protesta y dice que una penitencia no puede ser tan fuerte, que escoja sólo uno, y el ruso acepta y dice que le cuente que dirá de él:

" Bien. creo que eres un tipo poco fiable, manipulador y negativo. te mueven intereses oscuros y que no creo que seas un valor positivo en la empresa"

Puedo jurar que noté que salían destellos de ambos personajes. No hacía falta luz y la rabia del ruso bien nos hubiera valido para abrir la puerta.

Octavo movimiento

Monitora a mi. Que me quite la camisa. Y ahí me quedó pensando en la manía de desnudarnos que tiene la mujer.

Noveno movimiento:

Hungaro al ruso. "¿Que esperas de este trabajo? El ruso contesta seco: Dinero

Decimo movimiento:

La portuguesa a la venezolana. Le dice que confiese quien le ha caido mal. La venezolana contesta que yo le he resultado algo antipático e individualista al principio pero que desde el encierro el caigo mejor, que el ruso le parece algo brusco y que ella, la portuguesa, le parece que debería animarse un poco con la vida

Undecimo movimiento:

Monitora al ruso. "¿En el fondo te atraigo?" y el ruso en su línea contesta:"Sólo sexualmente"

Duodecimo movimiento:

Escuchamos un ruido. se repite. se vuelve a repetir. Se escucha un sonido en el piso de arriba. EL ruso y yo nos levantamos. Subimos. Vemos una luz dos pisos mas arriba, un resplandor nos llega por el hueco de la escalera. El ruso sube casi corriendo y yo voy algo mas lento y pienso que debería dejar de fumar. El ruso sube hábil, me saca en seguida medio piso de ventana. Oigo mas ruidos. No entontramos a nadie, hay un destello que sale de un hueco de la pared. Miro al ruso, miro el hueco y meto la mano....

Llevamos dieciesiete años desde entonces en la escalera y aun seguimos sin comprender...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por favor........................................................................................sin palabras, esto es lo más divertido que he leido desde que inventé jugar por emails al hall de la vergüenza. Quiero imprimirlo y leerlo de vez en cuando para recordar que las palabras, las conexiones, las interpretaciones, las distancias, los sueños, el jetlag, los absurdos y las proximidades geográficamente lejanas son algunos de los miles de elementos que nos dan la vida.

Cómo decir con rodeos algo tan directo: Señor HS, lo admiro.


CL

Anónimo dijo...

Qué haría yo sin sus comentarios, señor shampu?

Tuve que volver al teatro del absurdo. Verá, es que yo vivo ahí.



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