miércoles, mayo 27, 2009

Fotogramas

Las películas nunca empiezan, en las salas, a la hora que anuncian. Compras una entrada para la sesión de las 21:15, pero realmente la película empieza a las 21:19 o 21:22. Primero un anuncio, luego un trailer que te destripa una película, luego los logos de las diferentes compañías que colaboran en la producción, las cabeceras introductorias que van abriendo la película. Y así, varios minutos después arranca la historia en la que involucrarás o no durante hora y media o dos. Así son los ritos de las salas de cines, la ceremonia de apertura es siempre la misma. En la primera escena todavía pasa alguien por la fila de adelante, mientras una frase imprecisa que quizá luego sea importante sale de boca de una actriz dirigida casi en silencio a un tipo que mira hacia la nada. Luego ya se sucede el viaje, agradable o no, pero ya va sucediendo en esa sala que hoy está medio vacía. Muchos asientos libres, espectadores esparcidos por la sala como un resto escaso de agua en una acera sometida al duro calor de una tarde de verano. Así avanza la película cuando de repente se ve una especie de quemadura instantánea que se abre en el blanco inmaculado de la pantalla y de repente todo se detiene, queda coleando el audio unos segundos pero de repente todo queda en silencio y sólo iluminado por un blanco, eso si, hermoso. Los escasos espectadores aguantamos unos segundos alguna respuesta, esa tendencia humana de esperar las respuestas de una luz blanca y que jamás viene. Al rato, quizá medio minuto, alguien se pone en pie, seguido, como siempre , de la mayoría. Primeras voces en alto proponiendo algo, exigiendo a una sombra invisible, a un posible técnico en la oscuridad, que solucione la situación, pero no hay respuesta, primer conato de indignación colectiva. Entonces la masa reducida de espectadores casi al unísono decide ponerse toda en pie y salir de la sala a arreglar la situación en la taquilla, con alguien que se responsabilice de la situación, pero cuando la masa escasa de espectadores va a salir de la sala, la puerta de la sala está cerrada con llave y entonces, entonces las cosas se complican. Hay agitación, espectador C7 golpea la puerta acompañado por Espectador H9, espectador D6 me mira preocupado y me dice:"esto va para largo". Yo miro a espectadora F8 que mira a espectador A5 golpear, también, impotentemente la puerta. No hay respuestas. Ante lo absurdo de la situación me siento en una de las butacas, varios espectadores me acompañan colocándose cada uno en un lugar al azar. Trato de descifrar que figura extraña formamos colocados tal como nos estamos colocando en las butacas, anárquicamente, cada uno separado de los otros. Espectador A5 vuelve a gritar, es casi un grito de auxilio. Silenciosamente todos vamos comprendiendo que la situación es absurda pero se extiende y que hasta que no aparezca nadie de ahí no salimos. Estamos todos sentados de repente de la pantalla blanca viene un aviso, un primer fogonazo, parece el arranque, de nuevo, de la película. Todo el mundo se coloca esperando continuar pero no, lo que aparece en la pantalla somos nosotros mismos. Como si una cámara colocada en la misma pantalla nos estuviera encuadrando. Es inevitable mantenerse un buen rato mirando la escena que se repite, exacta en un lado y otro. EN la pantalla nosotros, en este lado no proyectado, nosotros. Me reconozco allí sentado, no tan lejos de espectadora F8. Espectador A5 se pone en pie sin dejar de mirar la pantalla y se gira allí y aquí, en la pantalla se le ve de espaldas aquí le vemos de cara a nosotros:

.- Pero ¿Esto que es?

Nadie contesta. Todos miramos allí y aquí. Esperando que en la pantalla suceda algo que aquí no sucede, pero no es así, allí y aquí es lo mismo. Algunos espectadores, eso lo se por la pantalla, miran a su lado y vuelven a mirar al frente. En general miras y recorres la pantalla, te ubicas a ti mismo allí pero visualizas el plano completo y reconoces a los diferentes espectadores que segundos antes habían reaccionado de diferentes maneras en la puerta que no se podía abrir. Mi trama, por que el asunto mucho tiene de crearte tu propia trama allí, que es aquí, pero es allí, consiste en seguir con cierta atención a Espectadora F8. Espectadora F8 mira la pantalla entre asustada y sonriente. Por un lado parece sentir cierto temor ante la situación inexplicable pero por otro parece disfrutar de ese incomprensible instante. Me pongo de pie solo por verme de píe allí. Me vuelvo a sentar. Espectador A5 que por alguna razón se siente lider del movimiento de espectadores habla sobre no se que actividades a realizar. Yo le veo hablar allí que parece menos real. Observo a A5 hablando en la pantalla como parte de una trama. Giro mi ojo hacia F8 que de repente, me mira desde allí aquí. Es decir, ella aquí me mira allí, pero yo veo a ella allí mirándome aquí. y de repente veo que, allí. Me levanto y avanzo entre las butacas con la torpeza habitual del que avanza entre butacas. Alcanzo a F8 y me siento a su lado, me quedo viendo el inicio de su diálogo. Sin conocerse, sin conocernos, F8, que en esa butaca, justo a su lado paso a ser F7, hablan estando de acuerdo en sus impresiones sobre A5 que sigue proponiendo y activando un plan de ataque ante el encierro colectivo. Veo que F8 y F7 sonríen y hablan de lo curioso de la situación. A5 se apuesto en pie, ha avanzado hasta la pantalla y se ha enfrentado a su imagen proyectada. F8 y F7 van bien, su dialogo, aunque algo irreal se sucede en un tono interesante. F8 reconoce que lo bueno de la situación ha sido conocerse, F7 sonríe allí, que soy yo aquí, y le dice que si, que es genial. F7 entonces coge la mano de F8 y la besa, besa primero su mano y luego sus labios. Y A5 desde la lejanía, indignado, enfurecido dice que no puede estar sucediendo esto como una comedia romántica, que esto es drama social y F8 y F7 se besan, lo veo allí cuando lentamente funde a negro mientras suena la música y suben los créditos. Y todo acaba y sigue allí, aquí y suben los créditos y se abre la puerta y se enciende la luz de la sala y me pongo en pie. Salgo, reconozco a algunos personajes y pasa a mi lado F8 y pienso:"en realidad nos conocemos", pero sigue de largo y yo me vuelvo a casa, como tantas noches, como cada noche. Y apago la luz y duermo solo. Y mañana, como tantas mañanas mandaré la crítica al periódico y no se, quizá le ponga tres estrellas.

domingo, mayo 24, 2009

Cúlpese a Andrew Bird

Nadie podría haber prefigurado el final, nadie podría haberlo supuesto, ni imaginado, ni sospechado. Yo estaba entregado a aquella relación, convencido de su fuerza extraterrenal, de su poder emocional. Sentía que con ella era todo compatible, armónico, acompasado. Ella era el silbido, yo el violín, ella la voz profunda y suave, yo el arpegio de guitarra. LA metáfora no es casual. Si en algo convivíamos era en la música. Si en algo nos fusionábamos mas allá del sexo, si en algo intercambiábamos nuestras formas era en determinadas canciones, en discos concretos y así apareció Noble Beast en nuestras vidas y así apareció nuestra pasión por Andrew Bird y ese disco bestialmente noble. Ella adoraba aquellos silbidos, decía que mas que pájaros a ella la llevaban a formas imprecisas de las nubes de algunas tardes de verano y que en esas nubes, como cuando era pequeña, veía personas y personajes y que ahí se construían historias que luego jamás recordaba. "Las nubes son como los sueños. Las miras, ves algo que no se ve, pasan, cuentan algo imposible y luego se olvida porque ese argumento es imposible de recordar" decía mientras sonaba el bueno de Andrew por toda la casa y silbábamos juntos, no siempre con precisión, las mismas melodías que proponían aquellas canciones fantásticas. Así era y así fue aquella mañana de domingo que cogí el iPod, ese invento mastodóntico. Ella estaba escuchando un disco a través del equipo del salón que ahora no recuerdo, yo me puse las zapatillas para correr, me puse el iPod en el brazo y estiré. Buscaba un disco para escuchar en el trayecto deportivo y un complejo entramado mental me llevó a seleccionar aquel disco Noble Beast de Andrew Bird. Ella me preguntó que solía escuchar mientras corría y le contesté que disco acababa de seleccionar. Ella sonrió y me dijo:

.- Está bien. Espera. Arranquemos el disco a la vez. Así mientras tu avanzas y avanza el disco yo estoy aquí en casa oyendo la misma canción, a la vez, en paralelo. .

Sonreí. Esperé. Nos miramos, contamos hasta tres a la vez y le dimos al play. Comprobé: la diferencia entre el disco y mi iPod no alcanzaba una corchea. Abrí la puerta y salí disparado a la ciudad. recorrí calles casi al azar, sonriendo pensando que mientras a mi me sonaba Masterswarm, en casa sonaba Masterswarm, en el mismo acorde, casi en el mismo instante. Mienras aumentaba la fatiga, la presión muscular, mientras giraba en una esquina y las pulsaciones iban aumentando y la sudoración crecía y sonaba Nomenclature, ella tarareaba o silbaba Nomenclature. Inspiración, trote, una sensación suave de dolor en la rodilla, Not a robot, but a ghost también sonaba en el salón. Sonó Anonanimal, giré a seis manzanas de casa. Esa canción que tanto le gustaba a ella. pasaban los minutos cuando comenzó Souverian y ya casi llegaba a casa. Sonaba el violín prodigioso ese primer estribillo que tanto emociona. El portal, las escaleras y esa entrada al segundo estribillo que nunca entra. Sube el timbal, la intensidad del DO en la guitarra, sube el violín y en el momento que parece que va a entrar todo se detiene unos segundos y jamás entra el estribillo, justo ahí abrí la puerta, justo ahí cuando ya entra ese cambio suave, muy suave y la canción cambia de tono, casi de dimensión entonces me quite los auriculares y no comprendí, ella aún estaba dos canciones por detrás, en Natural Disater. Sonreí y aguantando una sensación extraá de engaño, pregunté que canción había repetido para ir tan detrás, a dos canciones de mí.

.- No, no he repetido ninguna. He ido en orden.

Miré mi iPod, me puse de nuevo el auricular. No comprendí o si comprendí. Lo comprendí todo. Aquella tarde hice mis maletas, recogí mis discos y algunos detalles. Hablamos tres o cuatro veces mas para afinar algunos gastos, un dinero que la debía. Las cosas, trágicamente, tenían que ser así.

No la volví a ver. Rehice mi vida. Conocía la que hoy es mi mujer. Tuve dos hijos, el primero se llama Andrés, curiosamente, desde bien pequeño, en el colegio le llaman el Pájaro. Tiene un don: Silba como nadie

sábado, mayo 23, 2009

Pero, ¿Dónde?

Media mañana en Madrid. Esta luz me recuerda a otra luz. Esa luz que recuerdo viendo esta me trae otra época absolutamente desaparecida e irrecuperable. En este luz viene la otra luz y a este momento viene un antiguo momento. Estoy aquí y ha venido, sin llamarlo, sino llamado por esa luz, unos recuerdos no muy precisos, una abstracción, todo lo tremendamente inconcreto que es un época de tu vida. Una masa de tiempo en la que habitaste y que ahora viene amontonada con sensaciones nada precisas, mañanas de otro tiempo en otro ciudad que nada se parece a este instante, eso si, salvo por la luz. Caras borradas, olores y una forma de vida que mucho ha cambiado con respecto a esta. Es el tiempo, el asunto del tiempo otra vez. Viene en esta luz que anuncia lluvia en medio de días de sol, en este repentino gris. Vienen mañanas difusas, aquella época de la que en el fondo huimos, de la que poco a poco salimos corriendo y viene ahora aquello por la sensación que da esta luz y seguramente la humedad de la tormenta de anoche. En nada se parece esto y aquello y sin embargo se superponen, se entremezclan en el laberinto de las percepciones. Estoy aquí y allí, en el año 2009 y en 1997 a la vez. Soy de repente el mismo en instantes absolutamente inalcanzables el un para el otro. Soy aquel y vienen las sensaciones de aquel, pero también soy este, aquí en Madrid una mañana de Mayo. Viene en esta luz. Voces perdidas. La memoria es extraña, juega a parte, proyecta ajena, movida por el tono de una luz, el olor de un champú, una canción que ni siquiera te gusta. Va sola, manejada por la percepción. ¿Como podría yo sospechar que esta luz me iba a llevar al año 97? ¿ A historias que casi no recordaba del año 97?. A la guardias de fin de semana en aquel trabajo, a la cara de aquella chica que me encontraba en el ascensor de aquel edificio, a una ciudad que ahora mismo no parece real o que mucho tiene de irreal. ¿Como puede venir con esta luz previa a la lluvia en medio de la primavera imágenes de una época en aquel lugar donde el clima y la luz en nada se parecen a esto?. Media mañana en Madrid. Estoy aquí en medio de mayo bajo esta luz, que sucede ahora pero que está sucediendo antes, en aquella época. Esta luz no está aquí, está allí, ahora o antes, pero ni yo ni la luz estamos del todo aquí.

jueves, mayo 21, 2009

No Déjà vu

Odia profundamente los Déjà vu. Los odia por muchas cosas, pero entre otras, dice siempre, porque a los Déjà vu aparte de la falta de originalidad implícita, les acompaña una forzada originalidad por parte de quien emite estar sintiendo el falso sentimiento. Seamos honestos, seguía, los Déjà vu no existen, si hay algo parecido es un atolondramiento que dicho en francés parece serlo menos. Lo sencillo, lo cómodo es decir que se está viviendo un Déjà vu. Es como escuchar un grupo nuevo y compararlo inevitablemente a algo que ya conocemos, como ver una película y buscar sus influencias, como vivir cada instante sin tener una puta referencia de lo anterior. Nos engañamos. Cada segundo, por mas que insistamos, es nuevo y nos aferramos a lo conocido para no sentir el vértigo. Odia los Déjà vu y de tanto que los odia le pasó, le paso no un Déjà vu, le pasó un anti Déjà vu y fue profundamente angustioso.

Subió por la calle, por su calle, por una calle. Caminó por la acera, su acera, la acera, todas las aceras. Caminó a su paso, el paso, cada paso y sintió, su pierna era una nueva pierna, su mano era nueva, la acera era una acera, una isla desconocida, un lugar que cuelga sin previo ni post. Caminaba y en cada paso todo era nuevo, tremendamente desconocido. No pensó: "Esto ya lo conozco". No. Cada momento era un momento nuevo que en nada se parecía a lo siguiente ni a lo anterior. Podríamos decir un momento de amnesía. Algo parecido, pero sin ser amnesia. Lo que sucedía es que cada instante no tenía un eco, no reverberaba de otro momento, no había un repetición de otros momentos con breves variaciones. Venía, venía sólo. Este segundo, se acabó, otro segundo, se acabó. La vida como archipiélago de momentos que van navegando. islas que se mueven y se van y caminó y caminó y lo que sucedió fue que se quedó en el mismo instante buscando una repitición, entrar en un bucle, porquie la vida tiene, a veces, tanto de bucle. Nosotros que en el fondo somos un bucle de ideas, de obsesiones, de sensaciones, de percepciones. Buscó quedarse en el mismo sitio, repitiendo gestos para repetirse, para encontrase y deseó, como jamás había deseado no ser original, repetirse, encontrar un hueco, un Déjà vu por donde entrar de nuevo en si mismo.

miércoles, mayo 20, 2009

La cueva

Quedé con Juana, llegó cuarenta minutos tarde. En ese rato, que a mi se me hizo gigante, pensé en muchas cosas, pero entre otras pensé en el sonido que hacen las tuberías cuando un vecino abre el grifo bien para ducharse o bien para lavar el plato que acaba de usar para cenar. Pensé en muchas cosas mas, en mi manía, porque es una manía, de llegar siempre puntual a los sitios, en unos acordes, en un trazo imposible y en unos cuantos personajes de mi vida. Juana llegó por la esquina de arriba, por donde no creí que fuera a aparecer. Venía fumando un canuto de Marihuana y a un paso extraño, porque Juana no camina lento. Si se la observa detenidamente es posible que concluyas que su ritmo es lento pero la impresión, la sensación que deja su paso es que no va lento, quizá mueve mucho las manos al andar y sus zancadas parecen rápidas, pero son muy cortas y eso otorga una sensación irreal de velocidad a su paso. Llegó hasta dónde yo la esperaba. Juana jamás saluda. Dice siempre una frase sobre algo que le acaba de ocurrir y esa frase sustituye el saludo habitual. Esta vez contó que acababa de ver a una mujer desmayada en un semáforo. Por supuesto nunca pide disculpas por su retraso, seguramente no tiene conciencia de ese asunto. Me ofreció un poco de su porro, pero no acepté, nunca acepto. Juana fuma compulsívamente marihuana, en cantidades incalculables. Ella fuma marihuana como un fumador empedernido fuma tabaco. Empezamos a caminar dirección La cueva, que era un bar o algo parecido a un bar donde Juana trabajaba de DJ. La cueva no era exactamente un bar, tampoco una cueva, era un lugar insólito. La Cueva era el sótano de un edificio muy elegante del centro. Ese edificio pertenecía a un tipo podrido en billete que entre otras cosas era melómano desquiciado y de tan exagerado, su criterio era inabarcable, casi infinito. Su melomanía era tal que en el sótano del edificio había creado un bar, una especie de discoteca en el que una vez a la semana invitaba a gente diversa a tomarse algo y escuchar novedades musicales. Juana vivía de eso. Durante la semana indagaba y buscaba novedades musicales, discos nuevos, grupos nuevos, tendencias nueva para ir una vez a la semana, ponerse en una cabina de DJ impresionante que había construida en La cueva y estaba durante cinco o seis horas poniendo música para el excéntrico personaje y un variado grupo de gente no necesariamente amiga de este. Llegamos al edificio, nos abrió alguien del servicio. Bajamos al sótano. Juana tenía llaves. Encendió las luces, encendió la cabina y comenzó a preparar la sesión de esa noche. Miró el reloj y dijo que en breve comenzaría a llegar gente. Se encendió otro porro y nos sentamos en unos sofás que había debajo de la cabina. Juana había soltado un disco de un grupo que le gustaba mucho y del que no retuve el nombre. Me quedé callado oliendo el agradable olor de la marihuana. Aparecieron dos camareros, encendieron unas neveras y nos preguntaron si queríamos algo. Yo pedí una cerveza. En seguida apareció el dueño. Saludó a Juana con mucha simpatía y a mi me reconoció de la vez anterior. Apareció un primer grupo de gente y Juana y yo nos metimos en la cabina. La idea era que los primeros discos que iba poniendo Juana hasta que hubiese mucha gente, fueran cosas antiguas, para que nadie se perdiera las novedades. Fue apareciendo mas gente. Niñas pijas, niños modernos, un amasijo amplio de especímenes urbanos. Algún actor de moda y un afamado director de cine. Juana comenzó con la sección novedades. En general, la idea es que los invitados prestaran atención a la música y al final preguntaran y comentaran que cosa les habían gustado mas. Era extraño, pero cuando Juana pinchaba lograba estar mas concentrada que nunca, había un atención que luego jamás había en ninguna otra faceta de su vida. AL cabo del rato pensé que me gustaría acostarme con Juana, pero jamás sucedería. Miré mucho rato fuera. Me quedé mirando primero al director de cine, luego a una actriz que reconocí de una película que no me gustó, luego miré a una tipa que se desplazaba entre dos grupos de gente y finalmente miré mucho rato al dueño de todo eso. Finalmente miré las manos de Juana que iban seleccionando discos, intercambiando unos sobre otros, subiendo faders, ajustando equalizaciones. A cada canción Juana me decía un adjetivo introductorio: "Esta canción es cristalina", "esta es porosa" ," Muy azulada". Bebí otra cerveza, escuché mas música. Pensé que el destino de un disco es impredecible, que una canción es un extracto de un sentimiento inconcluso, que aquel lugar tenía algo de delirio y que las manos de Juana eran el gobierno de un lugar improbable. LA miré y le dije:

.- Juana, es imposible, pero me encantaría acostarme contigo. Vivir contigo. Se que no te aguantaría, pero eso es lo que siento. Ajeno a cualquier razón. Creo que es un tus manos, incluso en tus tiempos, pero..

Juana no dijo nada, cambió de disco y dijo: "Esta es prosa elaborada" y yo comprendí que jamás volvería a la Cueva.

martes, mayo 19, 2009

Fin de semana

Detenemos el coche en la esquina de Pelayo con San Mateo. Estamos en la puerta de un videoclub que evidentemente a esa hora está cerrado. Sacamos el último gramo que nos queda. Nos metemos y yo bajo la ventanilla, afuera hace una temperatura poderosamente agradable. Siento que en mi mano hay un tic nervioso desde hace varios dias, de repente un pequeño músculo vibra un poco mas arriba del dedo meñique de la mano izquierda. Hasta ese momento la había atribuido a los esfuerzos de usar tanto el ordenador, en ese instante mi mente imagina otras posibilidades desconocidas pero que vienen acompañadas de unas sensaciones imprecisas. Manu arranca de nuevo el motor del coche y cambía de disco en el iPod que lleva enganchado con un cable al que indudablemente le sobran centimetros. Empieza a sonar algo que desconozco, alcanzo el iPod de Manu y miro el nombre de lo que suena. Manu arranca el coche, el Sol casi está encendido, definitivamente ha amanecido. Manu mira y con cierta agitación dice:

.- Siempre me pasa lo mismo con este puto disco. Que si, que me gusta, pero es jodidamente triste. Cámbialo, cámbialo, por favor.

Me muevo por el menú del iPod. Veo grupos pasar en orden alfabético, algunos me suenan, otros son mi música favorita, muchos los desconozco. Llego a la P, Plants And Animals, New Kinds of Love. Arranca con suavidad pero a mi las notas me resultan agradables. Manu gira por calles y no estoy muy seguro que haya un destino.

.- Joder, quita eso. Quítalo. Esa música es como una botella de agua vacía en un comedor sin gente.

Busco otra cosa. Me pongo nervioso, son tantos grupos, tantos nombres. Pongo Holy Fuck. Manu reacciona positivamente. Aprieta el volante y tararea una canción que no tiene letra. La melodía que tararea Manu y la canción no tienen nada que ver, al principio me quedó callado, pero cuando la canción avanza y Manu insiste en tararear otra cosa me empiezo a poner nervioso.

.- Manu, esta es otra canción. Estás tarareando otra cosa que no tiene nada que ver.

Manu frena y se me queda mirando. A mi me preocupa que ha detenido el coche en medio de la calle, no hay semáforos cerca. Se ha detenido en medio de Almagro un coche que pasa por el otro carril nos mira con mucha curiosidad. Manu me mira y dice:

.- Deja de salpicar. ¿Sabes? tienes esa tendencia de rio pequeño, de río que va y salpica poco, pero que salpica y que cuando te das cuenta te ha mojado los calcetines y la parte de abajo del pantalón. Eres un riachuelo.

.- Arranca Manu. Arranca

Manu suspira y vuelve a arrancar. Suena Holy Fuck a un volumen que a mi me parece excesivo pero que a Manu no se lo debe parecer porque aumenta un poco la intensidad. Suena un mensaje. A Manu le ha llegado un mensaje de Carmelo con una dirección donde hay una fiesta, una terraza. Vamos hasta allí. Cuando tocamos para que nos abran, nadie contesta. Volvemos a tocar. nada. Manu llama a Carmelo, este no responde. Enfrente veo un grafitti que dice una frase muy pretenciosa pero en el fondo muy vacía. Al lado hay un cartel que anuncia un concierto homenaje a un músico profundamente mediocre. Manu marca cinco veces seguidas el teléfono de Carmelo, este nunca contesta. Nos quedamos sentados en la acera. No se cuanto tiempo pasa, Manu me dice que nos vayamos. Caminamos hasta el coche. Un hombre pasa a nuestro lado trotando a un ritmo ridículo. Nos montamos en el coche. Vuelvo a sentir el músculo vibrando en la mano izquierda y se lo cuento a Manu:

.- No se que coño tengo en esta mano.

.- ¿Que te pasa?

.- ¿Ves este músculo? Me vibra de repente. Se pone a temblar.

.-¿ En serio?

.- Si. Tiembla solo. Me pasa desde hace bastantes días.

.- Joder, vete al médico.

Manu me empieza a tactar.

.- No parece que haya nada hinchado

.- Si, pero me tiembla y es raro. Sabes, como si llevara otro ritmo y me da por pensar en la mano de otro y tanto lo pienso que me imagino que de repente te ponen la mano de otro y la mano no responde sino que responde a los impulsos de la mente del otro. Algo así siento con ese músculo que tiembla.

Manu se ríe, se ríe a carcajadas.

.- ¿De que te ries?

.- Te he imaginado con la mano de Vicente. ¿Sabes las uñas que lleva?

.- Son horrorosas. Que hijo puta, que uñas lleva. Sucias, muy sucias y largas.

.- Imagínate que tu mano es la de Vicente

.- No me jodas, Manu. No me jodas.

Manu arranca de nuevo y conduce por unas calles y otras. A media mañana las calles están llenas ya de gente que va y viene. Es domingo. Manu se para en un Quiosco y compra el periodico. Me lo pasa y sigue conduciendo.

.- Nos vamos a dormir.

.- Bueno

No tenemos hambre pero comemos algo en un bar cerca de mi casa. Me deja en el portal y nos despedimos dándonos la mano. Subo hasta casa. Abro. me doy cuenta que llevo el periódico de Manu en la mano. Me siento en el sofá y miro por la ventana. Se que no me voy a dormir. Trato de leer el periódico pero pienso en otra cosa. ME miro la mano y trato de hacerla temblar, trato de aprender a gobernar el movimiento. No lo logro.

sábado, mayo 16, 2009

21 de Junio

Me encontré con el Padre Jesús en medio de la ascensión al monte. Yo lo subía al principio de cada verano, la misma noche del solsticio. Casi como un rito, yo que he vivido tan alejado de ritos, de tradiciones. Creo en los ciclos y si repetía mi ascensión anual al monte era porque el verano, el principio del verano, marca, cada año, el principio del ciclo, al menos de mis ciclos. El Padre Jesús iba por delante, a un ritmo mucho mas lento que el mío, me puse a su lado, llevaba un libro en la mano del que traté de leer el título sin tener que preguntarle. Le saludé, si había una famosa mala relación en el pueblo era la mía con el Padre Jesús. Yo le considero, como a todos, un impostor, el me considera a mi un error. Le saludé, me puse a su lado y le saludé con simpatía, pero el hombre iba sofocado, y caminaba, incluso, con cierta angustia. Me miró, apenas contestó el saludo, pero no por antipatía, sino porque su cabeza, eso reflejaba, estaba sumida en un terremoto. Si había un rostro de preocupación evidente, ese era el del Padre Jesús. Caminaba casi sin aire, ascendía como al que se le acaba de confesar una verdad abominable y trata de solucionarla sabiéndose de antemano derrotado.

.- ¿Todo bien, Padre?

.- Todo bien

.- No refleja su rostro lo mismo

.- Es posible

.- ¿Puedo ayudarle en algo?

.- Me temo que no

.- Está bien. Pues sigo, conozco bien este monte. Nadie del pueblo sube nunca. Ne se si sabrá que cada año, lo subo y paso la noche arriba. No soy, usted mejor que nadie lo sabe, creyente en nada. Solo creo, si cabe, en el nihilismo, pero me gusta esta noche, para mi el ciclo, cada ciclo empieza hoy. Si algo somos, Padre, son ciclos. Somos ciclos. Todo se repite y va variando. Ensayo y error. Alguna vez usted y yo ascenderemos esto con la misma fe, quizá la suya, quizá la mía, pero alguna vez nos encontraremos en este mismo punto con algo, aunque sea mínimo, mejorado. No somos el último eslabón de la cadena. No somos lo último de este eterno ciclo.

Le pasé de largo y seguí. Llegué al atardecer a la cima. Como cada año, me senté en la misma piedra y observé, sin grandes pensamientos, el hermoso atardecer del día mas largo del año. Comenzaba la noche mas corta. Miré la luna, encendí una pequeña fogata. Bebí el vino, el mismo vino. Repetí mis pequeños ritos. Miré el fuego, noté, al cabo del rato los efectos del alcohol en mi pensamiento, el letargo, la relentización de la percepción. Bebí mas vino. Escribí frases inconexas en mi cuaderno y me quedé pensando en el libro que llevaba el Padre Jesús que no alcancé a descubrir. Me sentí ebrio y miré el fuego. Jugué durante un buen rato o lo que me pareció a mi un buen rato a ver figuras en el fuego. Fumé, finalmente, opio. A partir de ahí vi formas increibles en el fuego, también en los relieves que formaban las montañas cercanas iluminadas tenuemente por la luna de la noche mas corta del año. Vi formas en mis manos que jamás había visto, creí comprender las lineas de las palmas. Creí ver mi vida escrita, episodios grabados a base de tiempo y transformación. Vi una cara en el fuego, la de una mujer que había conocido diez años antes en un lugar lejano. Me enamoré, como entonces de esa cara y sentí un deseo incontrolable de besar esa cara que veía en el fuego. No lo hice. Escuché entonces ruido detrás de mi. Giré. El Padre Jesús, también, había alcanzado la cima. Se acercó, aún llevaba el libro en la mano. Traté de leer el título pero en ese instante lo lanzó al fuego. Me habló:

.- No necesitas saber como se titula, en el fondo lo sabes.

.- Buenas noches, Padre Jesús. ¿Mas tranquilo?

.- No. No estoy tranquilo. Tengo el destino de los hombres en mis manos

.- Ese es el problema de su religión. Un asunto de megalomanía. Hay tanta carencia de humildad, esa palabra que tanto usan.

.- Te tengo que dar la razón

.- Caray, Padre. Tenga cuidado con su Dios, que todo lo oye.

.- No le doy la razón por la megalomanía, sino por lo que dijo a mediodía cuando nos encontramos y dijo exactamente esto: "Alguna vez usted y yo ascenderemos esto con la misma fe, quizá la suya, quizá la mía, pero alguna vez nos encontraremos en este mismo punto con algo, aunque sea mínimo, mejorado"

.- Buena memoria

.- No. Lo he oido demasiadas veces.

.- Me está quitando la virtud de la originalidad.

.- No, la frase es suya, pero tantas veces me la ha dicho.

.- Uhmm.

.- Se acabó. Se equivocó, eso si. En lo de que nos somos el último eslabón de la cadena. Esta vez si. Esta vez se acabó. Se acaba el ciclo. Seguimos. Hoy cambia el destino de los hombres.

.- No padre. Se equivoca. No es ese el final. El final es otro. Con lo que usted no cuenta es que usted siempre viene aquí y lanza ese libro al fuego y se cree que me mata. Lo que siempre olvida, siempre, cada vez que repetimos esto, es que es justo ahora que el destino se repite.

.- Esto también lo recuerdo. Con esto cuento también esta vez.

.- No, siempre llega tarde, siempre. Es justo ahora, cuando termino esta frase que termina el mundo. Hasta la próxima vez padre. Empieza el ciclo de nuevo

viernes, mayo 15, 2009

Paso al frente

Diez pasos mas hasta el fondo. Debo llegar a la pared girarme, apoyar mi espalda contra el muro y preferiblemente cerrar los ojos. Avanzo al ritmo que me imponen, casi a ciegas, por que este lugar tiene muy poca luz. Siete pasos mas, siete y girar y preferiblemente cerrar los ojos. Aunque supongo que no aguantaré, siempre quieres ver la cara del instante, de cada instante, el rostro de las cosas, el gesto definitivo. Avanzar cinco pasos y ya estaré junto a ese muro donde desde aquí parece que todo se acaba. Los muros, las paredes, las fronteras. Todo se acaba. Tres pasos y giro, dos pasos y giro. No veo nada ya salvo la textura indescifrable y enigmática de la pared, de esa pared. Sus rugosidades, sus grietas abiertas a base de tiempo, sus curvaturas. La textura que ha escrito el tiempo, el paso inevitable del tiempo, el paso invisible del tiempo. Un paso, levanto el pie de atrás, casi siento el cemento en la nariz. Medio paso, paso cero, debo girar y sobre todo aguantar, es preferible no mirar, convéncete, es preferible no mirar. Cierro los ojos que sin embargo fuerzan hacia arriba, las intenciones van aparte, cierro los ojos, pero estos se abren por mas que aprieto estos se abren, ya casi siento el muro en la espalda, giro completo ojos cerrados que fuerzan abrirse. La oscuridad de todo el mundo, del planeta completo frente a mi. No abras los ojos, no. Aguanta. No los abras, soy esto, sólo esto, convencete. Sobre todo no debes abrirlos. Espalda completa en la pared, ojos cerrados. SIlencio, el profundo silencio de la noche. Esto era la soledad. No abras los ojos, al menos así te tienes a ti, a mi, todo lo que sucede dentro de mis ojos.

martes, mayo 12, 2009

El contable

Tras la conversación intensa, dura y áspera que mantuvimos el otro día he estado contabilizando nuestra relación:


Ciento sesenta y ocho cenas y comidas que suman un total de 6.720 Euros ( Si lo necesitas las puedo detallar)

Siete viajes internacionales que incluyen billetes y estadías, también gastos extras de regalos y algún imprevisto. Incluyo además el gasto de revelado de fotos. Suma total: 8250 Euros. ( No cuento el viaje a Brasil que básicamente no gastamos nada porque mi empresa cubrió casi todos los gastos. Considero innecesario sumar lo poco que gasté en extras)

Viajes cortos, fines de semana fuera de la ciudad y pequeñas excursiones que suman finalmente algo mas de Cuatro mil euros.

Cuarenta y cinco cines: 540 Euros.

Regalos y detalles que hemos comprado para llevar a cenas en casas de amigos. No conservo todos los Tickets, pero entre los que tengo suma un total de Trescientos Cuarenta Euros.

Taxis de vuelta a tu casa o a la mía. Doscientos Diez

Noches de copas, bares, discotecas. 6500 euros

Regalos que he hecho a tu madre, hermanas y a tu sobrino Manuel. Trescientos cuarenta y tres euros.

Cinco conciertos: 100 euros

La crema para el Sol que compré cuando te quemaste en Santorini: 16 Euros

Revistas del corazon que te compré para matar el rato en aeropuertos y demás: 28 euros

Las aspirinas por aquel dolor de cabeza que te sumió en un caracter insoportable aquella noche de abril: 3 euros

Un paquete de pañuelos por tu alergia primaveral en aquel semáforo cerca de tu trabajo: 50 céntimos

La gasolina que nunca te cobré cuando usamos tu coche para ir a casa de tu Amiga Laura: 30 euros.

El paquete de Chicles que compré el otro dia, mientras me dejabas: 30 céntimos

Suman, sin incluir algunas cosas que prefiero no contabilizar, Veintiséis mil ochocientos setenta y cinco Euros

Veintiséis mil ochocientos setenta y cinco euros de fracaso, de desesperanza, Ana. ¿Quién me devuelve esos Veintiséis mil ochocientos setenta y cinco Euros que tiré por la borda contigo?, ¿Quién?, ¿Como recupero Veintiséis mil ochocientos setenta y cinco Euros de dolor, de este dolor que mata, Ana, que mata? ¿Como lo recupero? Cierro el libro sin saber si hubo algún beneficio. Si no fueron todo perdidas. Periodo cerrado, balnace negativo.

lunes, mayo 11, 2009

Memoria del otro lado

Apagué los temporizadores, anoté en el cuaderno las últimas curvas de variabilidad, cubrí con las telas el glaciar mecánico y reduje la presión de la Erwin. Cogí mi mochila y salí por última vez de physĭca. Bajé por el bosque que da al parking, encendí mi moto, me puse el casco mientras se calentaba el motor, me monté y salí a la carretera. Estaba a dos minutos de morir y evidentemente nada sospechaba. No recuerdo en todo lo que pensé en esos últimos minutos. Mientras avanzaba por la carretera D-8, que es estrecha y muy oscura, creo que pensé en la posibilidad de que la Erwin estuviera fallando en algunas secuencias, mas adelante pensé en mi hija María con la que en esos días tenía ciertos enfrentamientos y la dificultad de comprender a un adolescente. Pensé, claro, en mi propia adolescencia. Recordé e incluso tarareé una canción de Devendra Banhart. Volví a pensar en la Erwin. Pensé en Flavia. Pensé en un cuento que había leído con diecinueve años. giré de la D-8 a la B-2, apenas había coches en esa última madrugada. Avancé por la autovía. Sentí el frío en las manos, pensé en el siguiente verano, en un viaje del verano anterior, en la factura de la calefacción, pensé en una noticia que había leido esa mañana, en un correo que no había enviado y que ya debería haberlo hecho. Pensé en Lu, mi hijo pequeño, y su exagerada tendencia a la fantasía. Intenté crear un plan para viajar los tres, con María y Lu. Recordé que hacía mucho tiempo que no llamaba a Ze, ni a mi hermano. FUi encadenando pensamientos cuando patiné a la altura del kilómetro 24 de la B-2 y me arrastré violentamente por el asfalto. Morí al instante. Un golpe brutal. Aparentemente hay vida después de la muerte, sino no estaría escribiendo esto. Tengo la facultad de escribir, de narrar ese instante final de vida, pero me veo aquí, llevo días aquí y todo se asemeja enormemente a la vida o la vida antes de esta vida. Aparentemente esto sigue, de otro modo o en otro plano, pero sigue, porque sino no podría haber recordado, hilado la secuencia de pensamientos que tuve antes del golpe. Compruebo que esto sigue, esto va, porque, insisto, sino yo no podría estar escribiendo esto y ni tu, que también estás en este lado, podrías estar leyendolo.

sábado, mayo 09, 2009

Night Paraiso Club

Nurita trabajaba en club de prostitutas dirigido por una gorda con acento extraño pero no extranjero. LA gorda no podía ser mas hija de puta y su club era feo, caótico y olía, siempre, a desinfectante con aroma de fresa. Nurita echaba pestes de su trabajo, de la gorda y del club, pero luego la veías allí, por las noches, trabajando y parecía la puta mas feliz del planeta. Nurita se hubiera llevado, todos los meses, el honor de empleada del mes si la gorda hubiera decidido inventarse estrategias balurdas de motivación de personal, asunto impensable en semejante club, en tal agujero. Yo me acostaba con Nurita a media mañana, que era cuando se despertaba y era el rato que no era puta, sino algo así como mi novia. Hablábamos mientras tomaba café en la cocina de su apartamentucho, me contaba la noche sin contarla. Nurita siempre tenía el recato de contarme su noche sin hablar de sexo, de no describirme clientes y me hablaba de las triquiñuelas de la gorda y de las presiones a las que sometía a Nurita y sus compañeras. Luego hacíamos el amor de una manera extraña porque yo me esforzaba en no imaginármela trabajando y ella exageraba los gestos para hacerme creer que yo era especial. A mi me gustaba Nurita no por el sexo, o a pesar del sexo que fue el terreno menos afortunado mientrase fuimos novios o lo que el diablo quisiera que fuéramos en aquella época. Yo me largaba después del mediodía y no nos volviámos a ver hasta la media mañana siguiente.

Fui dos veces al club. Una por curiosidad y otra por que el grupo de amigos me arrastro, desconociendo mi relación con Nurita. Ninguna de las dos veces Nurita me saludó. La primera vi que se iba con un tipo de unos ciento setenta kilos y yo pagué por acostarme con una tipa que resultó ser su mejor compañera. Eso lo supe al dia siguiente, en medio de una discusión basada en un sin sentido, porque todos esos sentimientos de posesión y celos no tenían sentido con Nurita. La segunda vez pagué por acostarme con Nurita. No la saludé, la traté todo el rato como un cliente. Al terminar el sexo, me puse en pie, me vestí y le di el dinero, me preguntó que porque hacía eso. No contesté. Nunca hablamos de eso. A la mañana siguiente, al contarme la noche, como siempre, evitó describirme a sus clientes.

viernes, mayo 08, 2009

Cita

.- Pasa, pasa. Por favor. Bienvenida. Que gusto conocerte. Tanto tiempo imaginándote, prefigurándote, creándote y ahora estás aquí. Seré sincero, me había quedado corto al imaginarte atractiva. pero pasa, pasa por favor. Toma asiento. Este es mi salón, esta la ventana dónde alguna otra vez ya me asomé, otras noches, esperando a que quizá aparecieras por esa esquina de la calle que se puede ver desde aquí. ¿Quieres una copa de vino? Mientras te esperaba he abierto esta botella excelente, es un vino perfecto para esta noche, para este encuentro. Es... No se definirlo, como no sabría definirte a ti, ahora que te veo de frente, con esa mirada. Perdóname, pero es díficil imaginar tu mirada. Seguramente te lo han dicho mil veces, pero es en tu mirada... en esa profundidad se abre un tunel. Déjame ahora que me recree un poco en este encuentro. Aún no quiero cama y gemidos. Quiero sentir que para ti soy especial, diferente, importante, que no soy igual que los otros. Quiero sentir que disfrutas de este vino, de estar sentada aquí en mi salón, oyendo esta música. ¿Te gusta esta música?. Es tan hermosa esta canción, tan suave, sucede despacio y, si me lo permites, me gustaría que todo fuera esta noche como esta canción. Es una cuestión de ego, pero ¿Quién no lo tiene?. Tu, que has visto a tantos, dime ¿Quién no lo tiene?. Este es mi salón, esta es mi casa, este es mi hogar. No lo niego, he vivido bien. ¿Te gusta?. ¿Quieres mas vino? Por favor, una copa mas. La última. Tenía tantas ganas de este encuentro y ahora fíjate, estás aquí. Es díficil mantener el pulso ante ti. Jamás sospeché esa sublime elegancia, esa quietud. Te puse mil rostros. Mil caras y jamás esta. La de esta canción. Imaginé, pero no esto; Esta quietud, esta calma. Déjame saborear este sorbo. Es tan bueno este vino. Déjame mirarte desde aquí, sentada en ese sofa que jamás antes te había tenido. Ahora estás tan cerca que no parece real. Aguantemos un poco. Ya vamos. Déjame creer que si soy especial, que no soy otro, uno mas. Déjame creer que te importa, que esta noche si te importa el otro. Déjame creerlo, que no soy un alma mas, mi querida muerte, que no soy un alma mas de los millones de almas que te has llevado ya. Déjame esta copa contigo, sólo esta y nos vamos, nos vamos a la cama y ya si. Haz lo que quieras, pero hazme creer que para ti, esta noche también es especial.

martes, mayo 05, 2009

El hombre del túnel

Suena el tren que, en ese momento, pasa por encima formando un eco que hace daño en el oido. Reverbera en todo el túnel, como el aviso de algo que jamás ocurrirá. Antes los trenes tardaban mas en pasar y el eco era distinto, mas lento y mucho mas intenso aún, ahora pasan rápido y suenan un poco menos o es un sonido distinto, mas preciso, mas eléctrico, menos mecánico. Antes contaba los segundos, ahora no merece la pena, porque siempre es la misma duración, antes variaba, había algunos segundos de diferencia entre un tren y otro, ahora tardan exactamente lo mismo: Pasan y siguen de largo. Al terminar de pasar el tren un autobús se asoma en el lado izquierdo del túnel, cruza y pasa justo a su lado, mira al conductor uniformado que conduce concentrado, el autobús pasa por encima de unos charcos y salpica las paredes, el autobús sale por el otro orificio. Siente satisfacción, porque ya se ha terminado la jornada, el autobús cierra el día saliendo hacia afuera por el mismo lado por el que él tiene que salir. Recoge las bolsas, guarda los botes con los líquidos y cierra los cuadernos de anotaciones, en el instante que está haciendo esto, piensa que aún hay algo que escribir, vuelve a abrir el cuaderno azul y escribe durante tres o cuatro minutos. Relee lo escrito, afirma y vuelve a cerrar el cuaderno. Se distribuye todo entre ambas manos y camina hacia el orificio Este. Sale, ya casi es de noche. Camina por la curva de los perdidos, atraviesa la depuradora abandonada y sube la cuesta del silencio. Abajo está el parque vacío y la ciudad que empieza un poco mas allá, en el otro lado de la carretera vieja. Cuando llega arriba toma aire por pura costumbre, no porque se sienta fatigado, la cuesta tan poco es tan dura, pero tantos años cogiendo aire en el mismo punto que ya lo hace sin pensar, un acto inconsciente. Atraviesa el poblado que está semi vacío, hay luz donde Cristina, que nunca sale porque le cogió miedo a las ratas, luego está la de Penacho que nunca está, ya nunca vuelve de la ciudad porque dice que el poblado esta cada vez mas lejos y que prefiere dormir en el centro. Sigue, llega a su chabola, enciende una vela, guarda las bolsas, los botes con líquidos y los cuadernos en el armario que encontró en un despacho de la depuradora, que tiene una llave para cerrar con máxima seguridad, que es algo así como el baúl secreto y es donde esconde todos los artilugios necesarios de supervivencia. Luego sale a la puerta. El poblado siempre está oscuro y ya nadie habla con nadie. Cristina no sale, además esta muy vieja, Penacho nunca vuelve y cuando vuelve solo habla de las cosas de la ciudad, como si en el centro se estuviera en el paraíso y solo habla a veces con La Lupe, que tiene su edad, con quien jugaba de pequeños y que ahora nunca habla o nunca le habla a el, porque ella sabe que en el fondo el espera otra cosa. Poco mas queda en el poblado. Enciende un fuego y se queda mirándolo en la puerta. El poblado está muy callado, muy quieto, pero en el fondo le gusta así, disfruta mucho de ese silencio por las noches. Se escuchan los sonidos de la hoguera y el murmullo lejano de la autopista cuando ve pasar a la Lupe. Esta le mira y después de mucho tiempo sin hablarle se acerca y se sienta a su lado. No hablan, los dos miran el fuego. La Lupe le coge la mano y suspira:

.- Nos vamos a tener que ir, Dominique. Vamos a tener que abandonar el poblado

El la mira mas por la voz que hacía tanto tiempo que no escuchaba que por lo que contiene la frase. Luego mira su mano en su mano:

.- ¿Por qué quieres que nos vayamos?

.- Yo no quiero, Dominique. Hay que irse. No podemos aguantar aquí los tres. Ya Penacho nunca viene y los demás ni siquiera viven cerca. Se fueron a la costa. Dominique, hazme caso. Vámonos. No puedo seguir esperándote.

El mira la llama que varía a cada instante de forma para deshacerse en otra y así constantemente crear una nueva que muere en la siguiente. Mira la cara de La Lupe, la mano de La Lupe, su mano en la mano de La Lupe.

.- Pero yo no me puedo ir. Tengo que terminar el estudio.

.- ¿Que estudio?. Eso que haces no vale para nada. Vas a seguir bajando toda la vida al túnel. Olvidalo ya, a nadie le interesa.

.- No importa, Lupe. No importa, pero tengo que terminarlo. Creo que he descubierto la dilatación formal de la secuencia. Creo que estoy cerca de definir la regla, la ley. Tengo cada vez mas datos estadisticos y estoy a punto de cerrar la atracción que existe entre los eventos de 1987 y los de este año.

.- Olvidalo ya. Hay que irse. Dominique, el túnel, por mas que insistas, no es el centro de acción del universo. Jamás vas a demostrarlo


sábado, mayo 02, 2009

Los perseguidores

Anota en su diario de trabajo a las 17:46 de un 3 de Abril: "Huele a algo que no se definir, evidentemente tampoco puedo nombrarlo. Es un olor nuevo, por lo tanto las sensaciones en las que habito en este instante son nuevas, mi cuerpo atraviesa un terreno original, original en el sentido mismo de origen, de partida, de nacimiento". Ese mismo día esta fechado su cuadro mas buscado, un cuadro del culto entre coleccionistas exigentes, adoradores del lado mas difícil y oculto del artista. El cuadro durante años, muchos años esta desaparecido, sin rastro y sólo se sabe de él por la descripción que hace Phill McCurray en "Catálogo de obras imprescindibles del Siglo XX". En el texto McCurray habla de la cumbre del artista, de la sutileza, de la elevación y de la brillantez técnica del cuadro, "La cumbre del abstracto". En el catálogo es el único cuadro que aparece sin ilustración y McCurray deja caer la posibilidad de haber sido destruido. El capitulo que este le dedica al cuadro termina con la narración de su encuentro con la obra y deja la primera prueba a seguir para los coleccionistas y perseguidores enloquecidos de esta obra. McCurray dice: "Ví aquel lienzo allí, en ese lugar donde tan raro se hacía ver una obra tan abstracta, en un entorno tan ajeno, sin embargo el cuadro habitaba y parecía que todos giraban alrededor de el. Aquellos campesinos que de inicio se hubiera sospechado ajenos a ese estilo artístico, profesaban tal veneración a la obra que resultaba casi primitivo el poder que esta ejercía en la lejana población, en aquellos habitantes. En los pocos días que pasé en aquel pueblo del llano pude comprobar que el arte y la fe a veces son influencias parecidas, porque aquella gente casi oraba frente a una obra que resultaba sorprendentemente moderna, ajena a la vida del campo, tan urbana, tan frenética y sin embargo tan poderosa y magistral. Vi aquel cuadro, no me dejaron fotografiarlo, no me dejaron acercarme a menos de diez metros y sólo se podrá sacar de allí, sospecho de manea violenta, pero de una violencia extrema, sin piedad. Todo el pueblo vive, existe, por la defensa de ese totem sagrado. A veces creo que lo destruirán, creo que lo harán, que llegarán a ese acuerdo entre todos por salvarlo de la mano del hombre urbano, para esa gente que ese cuadro habite en un museo de una capital sería el fin de su eternidad, la posibilidad última, la esperanza infinita de permanecer inmortales en la tierra".

A partir de el texto de McCurray se crea en grupo reducido de buscadores de la obra. En el texto sólo una referencia espacial "...aquel pueblo del llano...". Lo que parece suficiente para generar una mínima esperanza en los buscadores. Durante años se buscan pueblos, se buscan llanos. El estudio profundo de la geografía mundial y de la biografía de McCurray dejan caer la posibilidad de que ese pueblo y ese llano existan en Venezuela, pero el llano es amplio y los pueblos múltiples. En esos años de busqueda incesante y casi desesperada uno de los perseguidores encuentran un diario de McCurray en el que se descubre el nombre del autor de la obra. Se sabe, años después, que el autor del cuadro no es mas que A. Miñambres. La búsqueda a partir de ahí se bifurca, los hay que siguen buscando el pueblo del llano y los hay que abren el campo hacia la vida y obra de A. Miñambres. Lo que da lugar al encuentro del diario de trabajo de este. Años después se encuentra el pueblo en el llano y se encuentra la obra sagrada en ese pueblo del llano. La obra es robada por dos de los perseguidores, al día siguiente el pueblo sufre un ataque de histeria. Hay dos suicidios y protestas violentas frente a la casa donde estaba la obra. Hay violencia y los dos perseguidores son a su vez perseguidos por los hombres mas fuertes dle pueblo. Hay una persecución, hay un accidente. Los perseguidores logran llegar a la capital tra muchas horas de conducción suicida desde el llano a Caracas. Cogen un avión, en el aeropuerto son interrogados por el origen del cuadro que con tanto celo llevan en las manos. Levantan sospechas, pero logran subir al avión. Llegan a Londres y ponen a salvo o lo que ellos creen a salvo, la obra. Se organiza de urgencia una reunión de perseguidores. Al dia siguiente todos están en Londres. Se debate sobre la mejor opción para la vida del cuadro. Se toman decisiones erroneas y otras acertadas. Esa noche muere uno de los mas importantes perseguidores y surge un grupo creyente del poder energético de la obra. La paranoia aumenta y los hay que creen que lo mejor es devolver el cuadro al pueblo de llano. Dos días después los dos que robaron la obra, reconocen en una calle de Londres, a dos hombres del pueblo. Se saben perseguidos. Estos contactan con una banda violenta de un suburbio de Londres, les pagan por trabajo sucio, Temen por su vida. Los campesinos aparecen muertos en un contenedor de una calle de Londres, la noticia, por extraña, aparece en páginas del medio de un tabloide sensacionalista, pero no pasa a mayores. No alcanza popularidad ni la noticia ni el periodista que la cubre. Sólo los perseguidores, por temor, han leído la noticia y alguna dama de muchos años en la hora del desayuno en una esquina de un barrio de Londres. La obra se subasta, la compra Charles Walls. Seis meses después Charles Walls aparece muerto. Muerte natural. La vertiente paranoica de los perseguidores se agudiza. La obra pasa a manos de la hija de Walls. De los dos perseguidores que robaron la obra uno de ellos sufre los primeros achaques de salud. nadie culpabiliza a la edad, todos culpabilizan a una maldición que lleva consigo el lienzo. Uno de los perseguidores analiza el cuadro, descubre, en una esquina, casi invisible, la fecha de la obra, se busca el cuaderno de A. Miñambres y se lee la frase que anota ese día. El cuadro es un olor, concluye y escribe un ensayo sobre esa reflexión. El perseguidor que robo la obra y que permanece enfermo convoca una reunión al conocer ese dato. El hombre, nervioso, agitado, enfermo, dice que la obra tiene que volver, que sabe porque la obra estaba en aquel pueblo: "si algo hay de peculiar en ese lugar, si algo se recuerda, es ese olor, nuevo, original, primario. El cuadro estaba allí porque Miñambres, tiempo después de pintar la obra, encontró ese lugar en el que halló de nuevo ese olor que dio nacimiento al cuadro". Los perseguidores aprueban, por unanimidad, devolver el cuadro al pueblo del llano. Son seleccionados al azar otros dos perseguidores para devolver el cuadro, una tarea difícil, seguramente violenta. Viajan a Caracas, alquilan un 4 por 4 en el aeropuerto, viajan, sin descansar hasta el llano. Cuando llegan, siguiendo las anotaciones, las indicaciones y los planos, al lugar indicado, pero el pueblo, por extraño que parezca, no está, no hay rastro, ha desaparecido. Se bajan en una esplanada en la que en ese momento hace un calor muy intenso y suspiran. Uno mira al otro y dice: " Pues a mi me huele a pájaro" el otro se le queda mirando y dice: " A mi a tierra seca". No se sabe si por jet lag o por hartazgo bajan el cuadro y lo destrozan a patadas, enloquecidos, gritando contra el, el cuadro se queda esparcido en miles de trozos en esa esplanada, se montan en el 4 por 4 y viajan a la costa. Ninguno de los dos se había bañado jamás en el Caribe. Durante una semana viajan por la costa y vuelven a Londres. Inventan una historia, un rito de celebración en el pueblo, la firma de un documento de paz con los habitantes, una ceremonia exagerada donde comieron platos alucinantes, unos bailes, unos cantos hipnóticos. EL grupo de perseguidores se deshace. Luego, uno a uno, van muriendo. Todos creen por muerte natural, yo sospecho, y eso investigo, por la maldición del cuadro.

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