miércoles, julio 20, 2022

Max

 ¿Cuándo empieza el cariño? ¿En qué momento aparece esa abstracción gigante, que domina tu forma de ver al otro o lo otro? Porque el cariño, al contrario que la amistad o el amor, no necesita viaje de vuelta. Hay quien le coge cariño a su guitarra, a su camiseta o un camino para ir a algún sitio. Aunque esas son formas casi cómicas del cariño, lo cierto es que no necesita reciprocidad. No sé en qué momento le cogí cariño al gato. Jamás pensé que me fuera a pasar. De pequeño nunca tuve mascotas y casi toda mi vida he tenido una relación distante con los animales. Distante por respeto y por cierto temor. Me genera una extraña alerta cuando pasan cerca, cuando te olisquean o cuando corren hacia a ti. "sólo quiere jugar" te dice el dueño desde atrás. El caso es que había una forma de temor que me producía rabia. Me producía cierta admiración la relación de muchas personas con los animales. Esa gente que llega a un sitio y acaricia con ternura a un animal. ¿Por qué yo no podía hacer eso? Era incapaz. Soy incapaz casi aun hoy. Pero apareció Max en casa y Max me hizo empezar a comprender algunas cosas. Los primeros días podía pasar horas observándole. Se habla de la elegancia en los movimientos de los gatos y no sólo es que sean movimientos elegantes, tienen algo que produce fascinación. Max era muy pequeño aún, y deambulaba por la casa con precisión, calculador, como si su manera de comprender el espacio, la atmósfera, fuera absolutamente distinta de la nuestra. Los gatos parece que hubieran visto una dimensión nueva, un agujero distinto en la realidad. La velocidad y el ajuste en su forma de moverse es espectral. Luego fue surgiendo una forma de relación. Max es un gato hermoso y a veces parece consciente de ello. Territorial, de carácter fuerte, pero frágil. Max es un aristócrata, que ha nacido para ser servido. Tiene el desdén de las clases altas, pero a ratos tiene la fragilidad de un gato que no sobreviviría más de dos días en la calle. No sé de gatos, pero estoy convencido de que Max es de algun tipo de raza dominante. Pero Max tiene profunda dependencia de nosotros. Duerme en nuestros pies, está pendientes veces con temor, de nuestras entradas y salidas. Su ideal de vida es que estemos todos en casa, pasando cerca de él. Tener su universo bajo control. Observándonos mientras cabecea en algún lugar extraño: encima de unos altavoces, metido en una cesta o en una estantería. Todos ahí, como si fuéramos parte de un show que ha sido montado para él. Su placer es observar nuestras vidas absurdas. En cierta manera, lo que sucede con Max, sospecho que con casi todos los gatos que viven con personas, es que dejamos de ser una biografía, para pasar a ser algo que sucede para que ellos observen. Somos un guión para que el gato pase sus ratos de ocio. 

Ahora Max está solo, nos hemos ido de vacaciones y no dejo de pensar en él. ¿De dónde nace este cariño que sospecho no del todo correspondido? Estamos pendientes de él. Una chica le visita todos los días y aun así sentimos que está solo, sufrimos su soledad, nos arrepentimos de no haberle traído con nosotros. Nunca una decisión fue tan debatida en casa: ¿Qué hacemos con Max en vacaciones? Era inviable traerlo con nosotros, lo pensamos una y mil veces: Max no soporta el coche,  las dos casas donde íbamos no estaban acondicionadas para un gato. Días y días dandole vueltas, preguntando a personas con experiencia, con gatos en casa. Pero Max, consentido y dominante, no iba a aceptar cualquier solución. Se negó a quedarse en otra casa. Se salió con la suya y Claudia lo llevó de nuevo a la nuestra. Ahora está allí, en su reino, pero sin nadie que actúe y haga el show para que el dormite observando el sin sentido de nuestras vidas. Echo de menos cuando me levanto por la mañana y me persigue, se me pega a los pies y le mimo unos cuantos segundos. Hace poco circulaba un Meme donde se veía una foto de un perro y de un gato, en ambas ponía: Este ser humano me da de comer, me da de beber, me mima... el perro decía: "debe ser un dios", y en el gato decía: "debo ser un Dios" y creo que es verdad, Max domina y manda, y nosotros, honestamente, obedecemos encantados. Queremos tanto a Max. 

viernes, julio 15, 2022

En la piscina municipal

  El socorrista lleva más de una hora con las gafas de sol, de cristales muy oscuros, sentado en su silla de plástico, bajo la sombrilla de Pepsi, sin apenas haberse movido. El calor es indescriptible, no hay metáfora posible para hablar de este calor y estoy convencido de que el muchacho lleva esta hora, aprovechando el carácter de incógnito que le dan sus rayban, para dormir una siesta. No le culpo, ¿quién se atreve a culpar a un socorrista de piscina de no mantener la atención permanente la larga jornada laboral? Hay trabajos cuya mayor y épica dificultad es no caer en la locura por culpa del tedio. Ese trabajo nunca estará suficientemente bien pagado. Todos esos inventores de las normas del mercado, los que anotan precios y deciden sueldos, jamás se han enfrentado a semejante tarea: de ser así, el mundo sería bien distinto. 

Hace un rato he comido el sandwich que me traje, estaba espectacular. El pan, muy crujiente, sonaba poderoso a cada mordisco. La salsa que me había sobrado de una receta que me había dado Paloma, acompañado de un embutido italiano delicioso y una finísima loncha de parmensano. Lo he comido con lentitud, porque me aterrorizaba la nostalgia que iba a padecer cuando diera el último mordisco. Me he abierto una cerveza que tenía fría en mi bolsa isotérmica y luego, de postre, una paraguaya extremeña. Ahí, mientras saboreaba esa extraña fruta, es cuando he percibido que el socorrista probablemente estaba durmiendo esa siesta secreta. La pareja de al lado, absolutamente insoportable, se acariciaban con risas enlatadas. Él, a ratos, tenía problemas para mantener el freno y ella tenía que detener su mano que iba como motorista loco por carreteras secundarias. Veinte minutos después él se ha ido a bañar y ella ha sacado el teléfono, ha escrito unos mensajes y ha sonreído. A su izquierda, la mujer de la silla de plástico, miraba con desprecio a la chica y ha sacado una revista, un bolígrafo y se ha puesto a hacer sudokus concentradísima. He pensado en los sudokus y en las distintas variedades de pasatiempos e incluso he pensado un buen rato en la palabra compuesta: pasatiempos.  Y ¿no es eso la vida? ¿No es eso la piscina en ese mediodía de verano? La mujer embarazada un poco más a la derecha se da crema en la barriga con esmero, no es tanto un acto para proteger la piel sino para relajar la presión muscular abdominal. Mira hacia el frente donde está su hijo jugando con un amigo invisible con el que mantiene una relación tirando a tensa. El muchacho mueve los brazos y con frecuencia regaña al amigo invisible, como si cada cosa que hiciera estuviera mal: hasta los amigos invisibles pueden resultar decepcionantes. Todo sucede en esa formidable cadena de sucesos sin importancia, en ese tiempo detenido, casi congelado de un mediodía de un verano aterradoramente cálido. Los dos señores de al lado han estado hablando de su ruta ciclista por las montañas de la zona y ahora hablan de la OTAN, de geopolítica y de cómo los medios alteran la democracia. Pero lejos de ser una conversación intensa o llena de tópicos, es una conversación relajada, llena de dudas también, hay un tono, en los dos, de incertidumbre, sin certezas, que por un momento concluye cuando el más calvo dice: ¿Y si todo está a punto de irse a tomar por culo? También, a veces, el apocalipsis, tiene forma de pasatiempo. Y es justo ahí, cuando se oye un rumor extraño entre los bañistas, el socorrista sale de su letargo, los demás miramos sin entender, durante unos segundos nos miramos entre los vecinos de toalla, no hay respuestas. El murmullo no es tanto de emergencia como de incredulidad. ¡Qué esta sucediendo en el agua que todos miran sorprendidos? Pasado el susto inicial, sabemos que no hay un ahogado o alguien sufriendo, es algo que de otro tipo. Nos levantamos y nos vamos acercando desde el césped hacia la piscina: el agua, a una velocidad desquiciada, se esta yendo, la piscina se esta vaciando por segundos. El socorrista hace gestos y abre la puerta de la depuradora, pero ahí no hay explicaciones, la depuradora nos devuelve una imagen sin respuestas. Cuando volvemos a mirar a la piscina ya casi no queda agua. ¿Cómo es posible que se haya vaciado a esa velocidad? Comienzan las especulaciones: una fuga, una apertura, hay quien se pone fantasioso y habla de ataques de otro tipo, la nueva guerra será por el agua, hay quien dice que este calor no es normal, hay quien culpa a un niño, hay quien dice que no hay explicación, hay quien ve un mensaje, hay quien culpa a  un concejal de la oposición, que en este pueblo la política está más crispada que a nivel nacional, sabotajes, protestas de los vecinos del pueblo de abajo que no tienen piscina municipal, hay quien culpa al alcalde que lleva años en corruptelas descuidando los servicios, hay quien culpa a los vecinos de las casas de cerca, hay quien habla de la guerra, hay quien habla de comunismo, hay quien dice que esto nos hará valorar mucho más la piscina cuando vuelva a estar llena, que a veces necesitamos perder las cosas para saber la fortuna que tenemos, atiendo a cada una de las posibilidades y por segundos todas me parecen certeras y segundos después todas una patraña, pero me gusta ver, al chico de la pareja que tenía al lado que se ha quedado metido en la piscina vacía, con el bañador mojado y sin querer salir. Somos el pasatiempos del destino. 

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