viernes, junio 29, 2007

Sueños

Acabo de despertar. Aun tengo el sueño cerca, ahí mismo, delante. Invisible pero casi cierto. En mi sueño era tres de agosto de 2007 y llovía, llovía con potencia. Una de esas tormentas veraniegas que todo lo empapan. Estamos en un atasco en la carretera de Burgos, suena Dominique A. por la cosa del frances. He mirado rapidamente mi mochila y comunico en alto que creo que me he dejado las pastillas. JB sonríe incredulo, M mantiene la serenidad y pragmatica comenta que en nuestro primer destino encontraremos una farmacia, mientras eso sucede yo sigo viajando por el interior de mi mochila, en la expedición me encuentro de todo. Un guión arrugado, un libro, un cd sin identificar y al fondo, ajena a todo el bullicio, a la lluvia, al atasco, está la caja de pastillas. Dudo un momento antes de comunicarlo, pero soy honesto y lo hago.

I ha comentado que ayer en su oficina sucedió algo muy extraño, incomprensible. A media mañana aparecieron unos seis tipos trajeados y excesivamente serios y silenciosos. Nadie, jamás, los había visto, sin embargo entraron en su oficina y se fueron sentado en los ordenadores que a esa hora estaban vacios, "Los ocupaban como si fueran sus sitios, como si cada uno siempre hubiera ocupado esa mesa y tecleado en ese ordenador", comentó aun afectada por el extraño acontecimiento. Siguió narrando, mirando al frente, hacía la carretera que justo en ese momento diluía el atasco y la llvuia, como si ambos eventos fueran encadenados y uno fuera consecuencia de otro, apareció el sol y arrancaron los coches, una especie de sinfonia vacacional. Dice I, que los seis hombres trajeados estuvieron unos diez minutos, que nadie de sus compañeros y jefes supo como reaccionar, que los seis tipos tecleaban concentrados, que se levantaron de nuevo, todos a la vez y que salieron tal como habían entrado. Fue cuando P nos habló de los hombres de las vacaciones:" Es gente que aparece siempre así, justo el dia antes de las vacaciones". Nos quedamos callados, nadie supo que decir.

Ahí justo ahí me he levantado. No era de tres de agosto, era veitinueve de junio.

miércoles, junio 27, 2007

El extraño ejercicio

Imaginar el futuro es tan absurdo como tratar de tocar el pasado. Trás las veinticuatro horas de ayer, todo apunta a que mi ejercicio fracasó. Pero nunca desisto, nunca me entrego sy tengo que tropezar treinta y ocho veces con la misma piedra tropezaré.

La prefiguración 2:

Es de tres de agosto , es viernes. He despertado con resaca por el exceso de cervezas en una terraza ayer en el centro de Madrid. Me había encontrado con Klingsor que también se iba de viaje hoy y estuvimos prefigurando lo que serían nuestras respectivas vacaciones. Klingsor salía pronto esta mañana hacía el sur. Yo espero ju8nto a la piscina a que I y JB lleguen. M Aun no ha llegado del trabajo y P llegará en un rato. Veo una nube que esconde al sol, veo a un niño que golpea un balón y siento el vacio que se queda en la ciudad en agosto. Esta tarde nos reuniremos para hacer todo lo de la furgoneta y ultimar unos detalles de la ruta que aun no están concretados. Aun hoy hay ciertas divergencias, hay un sector que pelea duro por llegar hasta la Isla , aunque todos saben que excedería los Kilometros previstos. Hace calor, aunque he oido en TV que la ola de calor durará hasta este fin der semana. En Europa el calor ha sorprendido a los belgas y alemanes, en España hay mas costumbre con estas temperaturas pero ha sido excesivo.

Suena la puerta, entra Marta. Me da un beso y sonrie. Tiene una sorpresa, me dice. Me tapa los ojos y me conduce por el portal. No se muy bien donde me lleva, salimos a la calle, ella me dirige con las manos, subimos el escalon antes de salir a la acera. Eso lo reconstruyo con los otrs sentidos, lo que veo es negro. Suena la puerta del coche, me quedo quieto, de repente desde el coche hacia afuera todo se inunda de una hermosa canción de Low que se titula Sunflowers. Me rió, jamás sospeche que el coche azul me regalase esas notas. Me destapo los ojos y me rió, al fondo de la calle vienen I, JB y P. Nos reimos ante el increible acontecimiento

Es 3 de agosto de 2007.

martes, junio 26, 2007

Viernes 3 de Agosto

Intentar imaginar el futuro tiene casi las mismas complicaciones que recordar el pasado. Prefigurar el 3 de agosto, allí delante, es una tarea dificil. Hay posibilidades de acertar, de acercarse levemente a lo que podría suceder pero en verdad es el ejercicio mas complejo al que se enfrenta la mente humana. La prefiguración de ese dia es tan complejo, tan inalcanzable, como imaginarse el infinito, o lo que es mas dificil aun, imaginarse que el infinito no existe y que en realidad esto, el todo, se acaba.

Entonces tenemos que este post se llama 3 de agosto y que podría ser el intento de "adivinar", intuir, como sería el 3 de agosto de 2007. Una fecha que está a 38 dias de esta, de hoy, del presente. Imaginemos pues 3 de agosto

Hace calor, pero el mes de julio, extrañamente, no ha sido tan calido como otros años (Aquí ya arriesgo, nada me hace intuir esto salvo la suavidad de las temperaturas en lo que llevamos de junio). A lo largo del mes ha sido una conversación muy típica con la gente del trabajo y con los vecinos. Hay cierta sensación extraña con el clima. Los julios en Madrid suelen ser demoledores, este no lo ha sido tanto. Hay quien se ha soprendido cogiendo la chaqueta en alguna noche de terrazas y cañas.

Así tenemos que este 3 de agosto hace calor. Una chica se monta en un coche azul en una calle de MAdrid, dentro del coche hay otra chica y un chico. La chica que se monta comenta la noticia de sol y temperatura alta, se siente alegre. El coche avanza así, por las calles de Madrid dirección Autovía de numero impar. En el coche azul no hay música, pero eso es otra historia, otra prefiguración, otra realidad, otra...

El viaje es tranquilo, el coche azul es lento y viejo, pero seguro. Avanza con tranquilidad por la autovia. En el trayecto las conversciones van de un lado a otro. Otros nombres, otros tiempos, historias de barcas que dan vueltas ó variaciones sobre temas recurrentes. En cualquier caso conversaciones que van y vienen mientras al otro lado del cristal se sucede la sequedad de la tierra y el lento movimiento del sol en las tardes de agosto.

Suena el telefono, se calcula la distancia restante y se hace una aproximación de tiempo. "Estaremos allí en tres cuartos de hora" es la conclusión. La luz se ha ido suavizando y el cielo es hermoso (Hermoso es una palabra extraña, su sonido es exactamente opuesto a su significado. Hermoso suena feo y sin embargo...). Los tres del coche azul, llegan a su destino, se bajan del coche en una esquina la lado de una carniceria. Se sorprenden con los fuegos artificiales en el cielo, el estallido de una noche de verano. Suben en ascensor, arriba la puerta está abierta, hay sonrisas, frases amables, cruce de bromas.

Luego todo sucede entre risas. Cervezas, cena y terraza. Alguien, al rato, comenta que hay que dormir pronto. Mañana el viaje es largo. La retirada es lenta.

Todo termina en un "Hasta Mañana"

Es la una y media de la mañana

lunes, junio 25, 2007

La rama en el rio

Tarde de Julio. Llevó un rato caminando en paralelo al rio. Entre la vegetación abundante siento una sensación agradable, la temperatura perfecta bajo la sombra. Llevo una rama en la mano y pienso en algo, nada concreto, un paseo de frases e imagenes. Lanzo la rama al rio sin haberlo decidido de antemano. La lanzo, no hay mas.
La rama que tras un vuelo realmente precioso, choca contra el agua, cerca de una roca, pero todo esto yo ya no lo veo. El choque de la rama contra el agua, hace salpicar agua, ese agua que salpica, salta hasta un pajarillo, que ajeno, recibe el impacto de un montón de gotas de agua, asustado, movido por un instinto potente salta y sobrevuela el rio asustado, sin una dirección precisa, simplemente vuela por la huida. En su vuelo enloquecido, choca con unra rama de un arbol alto que cubre, solemne, el rio. La agitación leve de las ramas, asusta a su vez a otros pajaros, que a su vez estaban apoyados en esas ramas. Desde arriba, y esto sin embargo nadie lo ve, se puede ver el vuelo repentino de un montón de pajaros que salen disparados hacia la nada y en direcciones, en muchos casos, diferentes. Nos quedamos con uno de los pajaros que viaja dirección norte, alto, un vuelo delicioso. Planea unos cuantos metros, desciende y se apoya en la valla de mediana altura que cubre una finca de la zona. Un perro está acostado en el arbol mas cercano a la valla que cuando esta genetra ruido leve por el movimiento que genera el pajaro al apoyarse en ella, lanza un ladrido mas de rabía que de susto, rabia por ser despertado de manera brusca en esa memorable siesta veraniega bajo el árbol. El ladrido viaja, siempre es fascinante el viaje del sonido, hasta el borde de la ventana de la casa de la finca. EL sonido traspasa el cristal donde dentro un hombre duerme y el ladrido le trae a este lado de lo real, despierta sudado y algo desubicado, el efecto extraño que las siestas del verano tiene en los humanos. Algo atontado el hombre camina hacia la cocina donde busca agua fresca, coge la jarra y la descubre vacia. La indignación del hombre crece que grita un nombre, el nombre es el de su hijo, que aterrado contesta. Hay discusión, leve discusión, pero la hay, los reclamos por no rellenar la jarra termianan en gritos y frases desafortunadas. El chico sale corriendo enfadado, como quizá en su momento lo hizo el pájaro en el rio. Cruza la finca y se dispone, a curzar, sin mirar, la carretera comarcal por donde casi nunca pasa nadie, salvo hoy, salvo ese momento preciso. Un coche frena con violencia y el muchacho, sin reacción posible, se queda paralizado en medio del asfalto , el coche frena justo a tiempo y no sucede nada, pero el hombre que va dentro sale en seguida para preocuparse por el muchacho. La conversación es larga hasta tranquilzarlo y el hombre del coche que acudia a una cita importante con su biografia, se retrasa y al final, tanto se retrasa que no llega al pueblo donde una mujer lo espera. Esa mujer , sin entender, coge su coche y regresa a la ciudad sospechandose abandonada. Conduce con lagrimas en los ojos y sin hacer demasiado caso de la música que suena todo el viaje en su radio. Llega a la ciudad ya de noche. Nada sucede salvo cuando llega a casa sube en el ascensor, se cruza con un vecino se saludan y se preguntan, por cortesia, por sus vidas, ella sin poder evitarlo por mas que lo intenta, comienza allorar, el vecino la abraza sin saber muy bein como actuar, la invita a casa. cenan algo, se toman una copa, charlan, al vecino le llaman por telefono, es su novia, el le cuenta lo que sucede y la novia se enfada, no admite los argumentos para que esa vecina este ahí. Asi trascurre la noche. La novia sale a un bar, se acuesta con un desconocido por una extraña sensación de venganza, el desconocido duerme en su casa y a primera hora de la mañana sale para no tener que hablar con ella. Al salir del portal se tropieza con un escalón que no ha visto, las caidas tienen, siempre, algo de absurdo y esta en concreto aun mas, al hombre se le rompe la clavicula por tres partes y acude a urgencias en un taxi que coge en la calle con un profundo dolor. Llega a urgencias con un dolor profundo.

Justo a esa hora de la mañana, en otra esquina del mundo me levanto. Y recuerdo con imprecisión el sueño. He soñado con un rio, que avanza, las corrientes. Algo que tenía que ver con el extraño orden del universo.

Si lo sé, no lanzo la rama

sábado, junio 23, 2007

Reuniones

Lo miró concienzudamente, atentó, pendiente de cada detalle, de cada esquina. Lo úbicó dentro del contexto, saco las referencias espaciales, las temporales y durante mucho rato se quedó callado mientras los demás esperaban muy pendientes la respuesta definitiva, la sentencia.

.- Está al revés

No dijo mas. Lo dijo sin mirar a nadie, sin apartar la vista de aquello que tanto preocupaba a unos y a otros.

.- Está al revés. No hay duda. Y lo que es mas sorprendente aun, siempre estuvo al revés. Con lo cual todo aquello que creimos hasta ahora, todo aquello en lo que nos basamos hay que darle la vuelta, toda nuestras teorias y conclusiones son como habíamos pensado pero exactamente opuestas, lo mismo pero desde el otro lado


Nadie habló, nadie dijo nada. Todos escucahabn y gesticulaban con cierta preocupación.

.- De algún modo todo ha servido hasta ahora por que nuestras aplicaciones funcionaban curiosamente por que en la oposicion exacta, en esa vuelta perfecta todo coincidia. Es decir, todo ha funcionado por que ibamos a la contra.

Los expertos universales concluyeron así que el cosmos viajaba a la contra. Nada, pues, estaba del derecho, ni a la derecha

viernes, junio 22, 2007

Sonora

Me quedé un rato oyendo sus tripas, había apoyado el oido izquierdo en su abdomen y me entretenía tratando de descifrar ese sonido, imaginandome ese universo que se sucede dentro de cada cuerpo. Al sonido de las tripas se le sumaba, lejano, el latido, la constante del corazón gobernando el flujo de ese cuerpo que por otro lado me parecía una delicia. Sumaba sonidos de ahi dentro en mi escucha, a todo aquel concierto agregaba, además, el vaiven al que se sumaba mi cabeza con la inspiración-expiración, un arriba abajo agradable, lento y constante que acompañaba cuidadosamente a aquel tono grave del corazón gobernando ese universo desde el pecho. Un especie de parque de atracciones de la laxitud. Cerré los ojos, me imaginé o traté de imaginar mensajes en el sonido de las tripas, pero no llegue a estructrurar un mensaje coherente, parecía, mas bien, una improvisación en la que el ritmo cardiaco marcaba un ritmo constante pero en la que lo demás eran variaciones alejadas de un tempo, algo, eso si, curiosamente melódico. Agregué a eso el movimiento de su cerebro en el viaje por el sueño, ese otro lado al que su cuerpo no tenía acceso. Imaginé ese lado al que yo nunca llegaría, del que luego me hablaría con cierta fascinación, como a menudo se cuentan los sueños, esa fascinación que nadie termina de compartir, nada es mas personal e intrasferible que un sueño. ASí que imaginé ese latido aquí haciendo eco allí, donde fuera que ella estaviera en aquel momento. Pensé en esos sonidos desde dentro, imaginé hacer unos samplers, crear atmosferas sonoras, melodias, bases ritmica, pero nunca nada sería tan redondo, tan redondo como aquello que yo estaba escuchando. La respiración se sumaba como unos vientos en medio de la orquesta. La sinfonía avanzaba entre inspiración y latido, entre esa melodía indescifrable de sus tripas.

jueves, junio 21, 2007

La foto

La foto es en blanco y negro. A él se le ve de perfil con un gesto en la boca que denota que está hablando, serio, concentrado quizá contestando a una pregunta, en ese gesto preciso parece estar arrastrando la letra con la que completa una palabra muy precisa y que da sentido especial a lo que esta contando, a lo que está contestando. La barba es profunda pero no cubre el bigote, camisa de manga larga que vemos solo hasta la mitad del brazo pero que deja ver que continúa hacia la muñeca. De fondo, bastante desenfocado y en una perspectiva que no deja demasiado claras las cosas, se ve una mujer de pie o mas bien el brazo de una mujer, tan esplendido como sulen ser los brazos de mujer. La mujer esta de perfil pero mira al lado opuesto que nuestro protagonista y además esta tapada, toda la parte frontal por la parte frontal de nuestro hombre, con lo cual de la mujer de fondo, que esta de pie y tambien charla, vemos su brazo y parte de un vestido que nos traslada quizá a fionales de los sesenta principios de los setenta. La mujer habla con alguien a quien nuetsro protagonista cubre del todo, ¿Un hombre, una mujer o la posibilidad desoladora de nadie?. Alguien en cualquier caso, que está tapado por la prominente cabeza de nuestro hombre. Debajo de la mujer, y esto es lo que la perspectiva de la foto no deja del todo claro, mucho mas abajo que nuestro hombre, y a la altura casi de la rodilla de la mujer de fondo, hay un hombre del que solo vemos la cara. Me sorprende por que de algún modo se parece a mi ese hombre que esta en las inferioridades de la foto o se parece a como me veo a mi cuando me veo en fotos o en el espejo, que es la única manera, curiosamente, que tengo de verme. El hombre está hablando, pero por el gesto parece estar concluyendo una pregunta, escuchando a alguien que se pierde, que desaparece para siempre en el límite izquierdo del encuadre. Poco mas del hombre entre nuestro protagonista y la mujer de fondo y que se úbica, extraño, a la altura de la muñeca de nuestra mujer y algo mas abajo del corazón de nuestro protagonista. Hay mas gente, todos ubicados en un plano secundario, mas allá de la mujer de fondo. Incluso se puede decir que hay mucha gente, en realidad, y si se mira con atención, podría ser una fiesta, parece de noche, parece un café o un bar, quizá en París, casi seguro que es París. Si me fijo con atención, casi al lado de la mujer de fondo hay una chica, que mira al suelo, quizá esta avanzando entre la gente, ese camino tortuoso de ir al baño cuando la masa es abundante y las ganas de mear potentes. Detrás de la nuca del protagonista se ve una corbata que desciende atravesando una camisa blanca cubioerta con una chaqueta negra, seguramente negra. Es curioso por que el encuadre nos deja ver, muy desnefocado la barbilla y esa corbata que desciende, poco mas, todo muere o limita arriba con el final de la foto y abajo con la espalda de nuestro protagonista.

La foto es de Julio Cortázar , es de un archivo, tiene fecha, escgrito en máquina de escribir se lee;
Julio Cortázar. L 1/2+3+&1/2/Pag
15-2-84 Pag C-1

Lo que nos hace pensar que la foto fue publicada para ilustrar un articulo en la edición de tres despues de la noticia de su muerte.

miércoles, junio 20, 2007

La continuidad de las mesas

Una nota encima de la mesa que tiene una frase, la frase contiene una dirección de otra ciudad, de otro país. En la dirección la calle tiene nombre de pintor que tiene un cuadro en el que los elementos se desplazan sin sentido. Entre los elementos de ese cuadro hay otra mesa, la mesa flota y justo sobre ella flota una nota, otra nota que a su vez podría contener otra dirección, podría incluso ser la dirección que contenga esa nota la misma donde esta otra nota contiene la dirección de ese pintor que tiene un cuadro donde una nota contiene una dirección, que podría ser... Imposible

martes, junio 19, 2007

Taxis ( Post 555)

Me monté en el taxi en una calle del centro. Los martes de madrugada no hay problemas en coger un taxi, salvo que hay muchos menos y te encuentras con alguno muy de vez en cuando, pero no es muy complicado cruzarse en una esquina con uno, levantar el brazo, abrir la puerta y el protocolo. Buenas noches, la dirección y el silencio. Sin embargo, me fijé a traves del espejo retrovisor. Es curioso por que las conversaciones con los taxistas son atraves del espejo diminuto y le dan a todo un aire de revés, de vuelta, de impersonalidad. De ojos contra ojos. Entonces miré sus ojos, ese encuadre cercano que da el retrovisor, que se centra solo en los ojos del que conduce. Unos ojos grandes, expresivos y melancólicos. Arrancó, cruzó por la avenida hacía arriba. El silencio roto por la emisora, de repente miré al retrovisor y me choqué con tus ojos que miraban a mis ojos, desvié la mirada hacía la calle, un semaforo en rojo, parados, al lado un coche con una pareja callada. Verde y de nuevo en marcha. Miré, sin darme cuenta, sin ser consciente de ello, tus ojos de nuevo. Ese aire tan marcadamente triste, ese casi dolor entregado al asfalto de la avenida y de las farolas que se moverían imperceptibles en tu retina. Sus ojos de nuevo en mis ojos, esa tristeza en mis ojos, el recuadro del retrovisor. En la emisora las llamadas de esos que no duermen y se entregan a historias de radio y locutores con voces pausadas y que relajan. Los ojos tristes que miran y yo que sé que llegaré a casa y que no podré dormir, que estaré así, tan sola. El taxímetro que sube, los ojos tristes de nuevo en mis ojos, el retrovisor. El nervio en el estómago, las ganas de hablar y romper el silencio superponer nuestras voces a las voces de la radio, a esas llamadas nocturnas y tristes. Siguen subiendo los numeros en el taxímetro, el retrovisor que de repente me parece un cuadro, un retrato, un reflejo del dolor. Hay silencio, giramos en la calle cercana, dos manzanas y estaré en mi portal. Abro el bolso, voy sacando las llaves y la cartera para pagar. Miro el precio que aun no es definitivo, los ojos tristes en el retrovisor que coinciden con mis ojos. Nos miramos y esta vez aguatamos algo mas, ninguno de los dos aparta tan rapido la mirada. La locutora recibe una nueva llamada, el taxímetro cambia de cifra y te invito a subir.

lunes, junio 18, 2007

La playa

Entraste al agua. Media tarde de nubes y cielo gris, pero de calor. Cerraste los ojos y entraste con todo el cuerpo, la sensación fria del agua, la sensación de cambiar de elemento, la amable lentitud del agua. Abriste los ojos dentro del agua, el desenfoque de las cosas, los tamaños alterados, el color retocado de las cosas, las ganas de seguir aguantando la respiración y seguir abajo. Lanzas la mano al fondo, agarras la arena que se escapa, un pez que pasa, las algas que flotan, te giras y miras hacia afuera y un rayo que traspasa el espectaculo, la iluminación natural de las cosas, agua que entra por la nariz. Sales fuera. Flotas un poco y miras desde ahí hacía la playa donde pasa una mujer mayor paseando con una camiseta puesta mirando al suelo, animada en su paso. Giras, vuelves a sumergirte. De nuevo el cambio de ritmo, de nuevo todo desenfocado. Te miras las manos mas grandes ahí abajo, los pies gigantes que se apoyan en el fondo levantando un poco de arena, caminas como astronauta en la luna, despacio y flotando. Un pez que pasa cerca, otro pez, sacas la cabeza y mirás al cielo, una gaviota que pasa. Miras a la playa, esta vacía. Entonces sales, te secas y miras a lo lejos. Recuerdas una canción y la tarareas. Te pones la camiseta y caminas de vuelta. Va anocheciendo.

Gritos en la distancia

Oigo el griterio. La voz de ochenta mil almas que me llegan como una sola masa. Abro la ventana y escucho. Es de noche en la ciudad. Esta calle está vacia inundada por ese grito colectivo de euforia que viene desde allí lejos. Miro otras ventanas, la imagen de un partido, distingo el verde del campo en la imagen de la televisión que no descifro completa desde mi ventana. Sigo oyendo el bullicio que curiosamente acentúa la sensación de vacio de esta calle. Pienso en el sonido... Si ochenta mil almas gritan a la vez, llega lejos esa masa sonora, llega hasta aquí. Es sobrecogedor oir ese griterio aquí, desde esta distancia. Algo tiene el deporte que desata instintos. Hay algo de juego de azar, sobre todo en el futbol, de impredecible, por eso desata a las masas. Un balón rebota en el defensa y se saca de banda, del saque de banda viene un rechace y un contragolpe. Esa imprecisión es lo que enloquece. Esas trayectorias, a veces, aleatorias. Si a algo se asemeja el futbol es que sus imprecisiones son imprecisiones humanas, ese problema del hombre queriendo dirgir un destino que en el fondo depende mas del azar que de su propio control. Por eso cuando azar y control se juntan el griterio y el enloquecimiento están aceptados, un grito de gol es casi una sublevación contra ese destino que tantas veces juega en contra y que por una vez se conjuga para estar a nuestro favor, es gol, es el simbolo de un destino afortunado. El balón traspasó la linea.

Oigo el bullicio desde la ventana, se suma el nerviosismo que se respira desde las casas cercanas, los primeros coches, las primeras bocinas. A algunos les jugó el azar a favor a otros en contra. Unos enloquecen, otros aceptan la crueldad de la derrota. Es curioso, pero pocas cosas cuesta entender mas que la derrota. No participaste, no entraste en ese juego, simplemente miraste y esperaste y noventa minutos después todo acabo y sin embargo la derrota te pertenece, te duele como tuya, como si hubieras corrido por ese rectangulo verde. Noventa minutos después el jeroglifico se ha descifrado. Sin embargo a nadie, en verdad, le pertenece nada. Extraño deporte el futbol.

sábado, junio 16, 2007

La esquina

Estamos en latinoamérica. Estamos en el centro de una ciudad de latinoamérica. Lo que viene a ser como estar en el centro del centro o en medio de un punto irrepetible del universo. Estamos en una ciudad, caminamos con cierta calma, vamos callados y oyendo el bullicio que hay en una esquina repleta de puestos callejeros, suenan varias músicas a la vez, huele a comida, pasan coches, un taxi, varios autobuses, cruzan varias personas aleatoriamente una calle de dos carriles. De repente, como si esto todos lo esperaran, aparece un tipo gordo, inmenso y grita, lleva una pistola en la mano y dispara al aire. La masa corre, se resguarda allí donde puede. Ella no está a mi lado, la veo correr entre la histeria y trato de correr relativamente cerca, oigo otro disparo y los gritos del hombre, está borracho. La calle esta en silencio, nadie grita, todo el mundo se ha escondido en escondites imposibles. Todos, cientos de personas, agazapados, silenciosos, aterrados. El hombre gordo se sienta, sabe que en ese momento el instante es suyo y lo usa a su favor. Desde mi escondite la veo a ella, esta con los ojos cerrados y agachada en una caseta de comida callejera. Veo a mas gente escondida y asustada y el hombre gordo sentado y hablando en medio de la calle, sabiendo que hay cientos de personas esperando cualquier reacción. No sucede nada. El hombre gordo siente que debe parar, manosea esa sensación y la quiere deshacer de golpe, no quiere ser ese. Se va. Media hora después la calle ha ido retomando su ritmo. Suenan varias músicas a la vez, huele a comida.

viernes, junio 15, 2007

Nubes

Se quedó muchisimo rato mirando al cielo. Trató de comprender el movimiento de las nubes, la poetica de ese viaje vaporoso. La eterna reflexión sobre los ciclos. Pasó algo de tiempo y concluyó que es extraño estar eternamente en el presente. Siempre aquí y ahora. "No hay mas" se dijo, con tono casi épico . Luego recordó. siempre terminamos recordando, como si de alguna manera nos rebelasemos contra estar siempre en ese presente continuo, inagotable. Recordó otras nubes, otros cielos, otros presentes que ya no existen. La imagen de un cielo lleno de huesos y raquetas, de caras de famosos y vecinos. Un cielo electrico que amarilleaba y oscurecía. Un cielo amargo y feliz a la vez. Un cielo por el que pasaba un dinosuario y un pitufo y sin emabrgo aquellas nubes y aquel color ya no están, tampoco muchas de las cosas que había entonces abajo, en el suelo. Recordó aquella tarde que imaginó que el cielo era una piscina puesta al reves y que la tierra era un absoluto trampolín hacía la nada o un trampolín despegado del bordillo, pero en cualquier caso un trampolín balón, como si trampolín y balón de plastico fueran uno solo y flotaran, relentizados sobre o por debajo de la piscina eterna. Eso pensó mientras pasaban aquellas nubes:

Estas nubes, asu vez, so otras nubes, muchas nubes. Todas las nubes. Estas nubes son ahora, aquí y sin embargo se mueven y van variando de forma. Aquel pitufo, aquel vecino forman ahora, extrañamente, el logo de no se que marca de comida. Jamás, eso si, encontró la cara de ella. Eso lo supo entonces y lo sospecha aun ahora. Aquí

jueves, junio 14, 2007

Inalcanzable presente

Está a punto de llover. Suena una moto. Hay unas cuantas hojas moviendose lvemente, agitadas por un airecillo apenas perceptible. Huele a carne a la plancha y se escucha el sonido de la carne cocinandose, ese extraño crujir con las que suenan las cosas cuando se van cocinando en el fuego. Hay una escoba apoyada en una pared. Suena un pajaro en algún lado de mi cabeza, el eco de un pajaro que estará apoyado en alguna ventana. Pasan unos niños, hablan y no distingo sus frases. Me viene un recuerdo de otra época, de otro tiempo. Pienso en parar de escribir, en teclear la ultima frase y parar. Lo hago

miércoles, junio 13, 2007

La otra clase

La cabeza la tenía inflada, como si las venas estuvieran a punto de reventar. El dolor era agudo y la voz del profesor llegaba como un hilo indescifrable. Me levanté y salí, nadie me miró entre los alumnos y el profesor observó mi salida sin demasiada atención, quizá pensando que no me interesaba su clase. ME molestó que aquello sucediera precisamente con ese profesor, que era, sin duda, el mas ameno y el mas didactico de todos lo que me habían tocado a lo largo de la licenciatura.

Llegué al baño, me senté en un retrete, cerré los ojos y apoyé la cabeza contra las manos. Dormí.


Fue así como desperté una medianoche en el baño de la universidad. Perdido y algo preocupado salí, ví, claro, que el edifcio ya estaba cerrado, que los pasillos y las clases permanecian en una profunda oscuridad y que las puertas estaban con sus candados y sus seguros. Supe entonces que no podría salir de allí. Comencé, muy despejeado despues de la larga siesta a recorrer el edificio. La sensación de vacio me sobrecogía, las clases inhabitadas el largo silencio de los pasillos solo roto por mis pisadas que casi retumbaban en la noche. Ví una luz en la bibloteca, un despiste quizá del conserje, del vigilante que cerró el edificio. Fuí hasta la luz y entonces descubrí...

Allí había gente de varias edades, todos callados, absorvidos por los libros que cada uno leía concienzudamente, casi todos o todos con aspecto de vagabundos. Nadie me miró, como si de algún modo supieran que yo ya estaba por allí. Leían, cada uno en su rincón, cada uno su libro, su asignatura. Ví libros especializados, libros que quizá yo había utilizado en los años previos en la carrera o libros que aun tendría que usar. Todos callados y encerrados en sus lecturas como si ahí estuviera el secreto del universo. Algunos subrayaban o anotaban indicaciones en folios aparte, pero nadie hablaba.

Pasé mucho rato mirandolos paseando entre las mesas sintiendome invisible a sus ojos. Ví que algunos se iban levantando, dejaban el libro donde correspondía y salían de allí. Entonces comprendí que cada noche sucedía eso, como un reclamo o una exigencia, un derecho ejercido aquellos vagabundos ocupaban cada noche la biblioteca y preparaban su particular asalto a una licenciatura, nunca reconocida, nunca firmada y regulada en nuestro mundo de reglas y firmas, pero si aprendida con fé y conciencia. Una licenciatura dirigida bajo otro orden, bajo otras normas, con otro programa y otros créditos. La otra universidad

lunes, junio 11, 2007

Una noche en Acarigua

Aquella noche dormimos en un hostal de Acarigua. Ahora, curiosamente, no recuerdo bien como habíamos llegado hasta ahí, como si la memoria hubiera seleccionado unicamente aquella noche desechando el previo y el post del suceso, y anclando todo en aquel olor, aquel pasillo, aquel ruido indescifrable. Era una madrugada sobrecargada de grados centigrados y Wilmer Palacios y yo habiamos cogido una habitación a medias para abaratar costes del viaje. Entramos en la habitación y Wilmer encendió el ruidoso aire acondicionado y se lanzó sobre el colchón, encendió la televisión y se quedó callado y concentrado viendo una pelicula terrible sobre un monje que viaja en el tiempo en busca de dos almas corruptas, dos espíritus oscuros que utilizan la sensualidad y la seducción para arrastrar almas a su oscuro universo. Lentamente se fue quedando dormido y yo apagué la luz y y la televisión y me quedé mirando a la ventana donde se reflejaba la luz de una fabrica de abrasivos que había justo enfrente del Hostal. Giraba en la cama sin saber muy bien en que pensaba, esa cosa extraña de la cabeza que piensa diferente en las horas que en realidad corresponde dormir, ese preambulo mental en el que todo pasa a ritmo extraño justo antes de soñar. De repente me vino un olor fuerte, irreconocible, profundo, fuerte, casi desagradable. Un olor nuevo. Aumentaba la presencia del olor en la habitación y traté de averiguar de donde venía, es increible descubrir que el olfato tiene sentido de la orientación, extraño y ambiguo, pero lo tiene. Me levanté a oscuros, iluminado por la luz que entraba por la ventana, una luz anaranjada y fea. Pasé al lado de Wilmer, salí al pasillo que estaba terriblemente oscuro. No encendí la luz para no parecer un tipo extraño descalzo por el pasillo, olfateando cual perro por un hostal barato. Me dirigí hacía el fondo, donde continuaban las habitaciones, lanzaba la mano al frente para no chocar, el olor se hizo cada vez mas intenso pero fue variando según notaba que me acercaba, un olor parecido al queso de mano pero como impregnado en la piel de una mujer, no se por que pensé eso, pero ese me pareció, una mezcla de olor a queso y a piel. Seguí hacía el fondo, según aumentaba el olor, aparecía desde el silencio un ruido constante y grave, una vibración parecida a un bajo pero con algo mas de vibración metalica. El olor era ya casi una masa, y el ruido era ya intenso, elevado, muy presente. Se acababa el pasillo y seguía sin entender. LLegué hasta una pared, la planta y las habitaciones se acaban ahí. No descubrí nada. Volví. Agitado y tenso, nervioso. Cerré la puerta de la habitación, Ví a Wilmer dormido, con la boca abierta, masticando su propia saliva. Le quise despertar, tratr de contarle y que percibiera el olor, que saliera y escuchara el ruido, pero no lo hice. Me quedé dormido.

A la mañana siguiente, nos levantamos pronto. Bajamos, pagamos y Wilmer dijo que desayunaramos ahí mismo, entramos en el restaurancito que había en el fondo, Wilmer pidió Arepas y las trajeron con queso de mano, yo no comí. Tomé café y miré con cierto desagrado la arepa de Wilmer repleta de queso.

sábado, junio 09, 2007

James Lubitch Martinez

Ayer me crucé en una calle con James Lubitch Martinez y fue terrible.

Para quienes no sepan quien es James Lubitch Martinez, es el demonio, no el demonio como tal, sino un tipo bastante temible al que le queda que ni bordado el adjetivo de demonio. Es decir no es el demonio o la encarnación humana del demonio, lo cual es bastante improbable que suceda en ninguna persona, pero James Lubitch Martinez es un tipo que hace del mundo un lugar algo mas inseguro e inestable, mas perverso y con aires de peligro infernal. Es decir, James Lubitch Martinez convierte, de algún modo, el planeta en una metafora del infierno.Lo conocí hace algunos años en un bar oscuro y de luces rojas en un barrio peligrosisimo del DF, una zona donde los indices de violencia no son fáciles de llevar a estadisticas, ni siquiera el censo de los habitantes o cualquier otro tipo de numeros. Las calles de ese barrio no tienen nombre, pero curiosamente el bar, aquel bar infecto y sordido si, si tenía nombre. Poco creativo o demasiado evidente para lo que es, pero tampoco podría llevar otro nombre el bar, aquel bar llamado Infierno. En un patio de atrás se apostaba alto y con dinero siempre sucio en peleas de gallo que sucedian en la mas absoluta ilegalidad, pero la ilegalidad es otra cosa en un barrio peligroso de latinoamerica, la ilegalidad es una palabra ajena a esas paredes de chapa. James Lubitch Martinez apostaba duro por un gallo que llevaba siete victorias seguidas en menos de cuatro dias, los siete gallos contrincantes habían pasado a mejor vida, esparciendo su sangre en la arena de aquel patio, aquel gallo ya era llamado como "La bestia", entre los habituales de las apuestas del Bar infierno. Entré, mas preocupado por mi mismo que por cualquier otra cosa, el gallo o las estadisticas en peleas de "La bestia", pero alguien me dijo:" este es James Lubitch Martinez " y saludé con una cortesía y educación que creo tampoco valoraba mucho James Lubitch Martinez. Me miró con ojos que aun duelen, que aun me producen hiperventilación al recordarlos y me dijo: "Apueste. Apueste por "La bestia", ese animal no es de este mundo. Creame". Como un robot teledirigido, saqué el dinero que llevaba encima, lo pusé en la mesa de apuestas y pronuncie el nombre de "La bestia". La pelea comenzó.

Lo que sucedió despues, fue mi primer y único viaje al fondo del horror. Los tres dis siguientes de mi vida fueron un viaje al corazón de las tinieblas, pero sali ileso. Ayer, en medio de una calle me crucé con James Lubitch Martinez y recordé que era mejor que no me viera. Me escondí, le ví pasar, pero hoy no he dormido pensando que James Lubitch Martinez está en Madrid. El demonio mismo camina por estas calles. PAra los que quieran indetificarle y salir corriendo, para los que quieran tener referencias y poder cuidarse de este hombre terrible, es un tipo de mediana edad con un parecido casi preocupante con Jose María Aznar, pero James Lubitch Martinez no lleva bigote, tampoco la melena.

Suerte.

viernes, junio 08, 2007

El último concierto de la gira

Nada hacía presagiar al bajista lo que le sucedería a partir del cuarto tema del concierto. La intro funcionó como esperaban, el público reaccionó con fuerza a la entrada de la primera canción, la segunda y la tercera sonaron medianamente bien, con cierta ventaja para la tercera debido a su estribillo potente que el público coreó con cierta euforia. Fue en la entrada al primer estribillo de la cuarta canción que comenzaron a suceder los extraños acontecimientos. El bajista marcaba su linea con energía, se deslizo desde el Do al Mi para reventar en el estribillo y de repente notó que el batería había parado, no sonaba, trató de no mirar por no acentuar la sensación de error pero realmente la batería no marcaba el ritmo, despues de un par de compases cuando ya era evidente que el estribillo se había quedado vacio de ritmo, el bajista giró la cabeza y descubrió que la bateria estaba vacia, sin nadie que la tocara. Miró a los otros, pero naide se había alarmado, ni el resto de la banda ni el público desmelenado. Decidió, pues, seguir en aquella farsa.

Desde ahí hasta el septimo tema todo se sucedió en una constante desaparición de músicos. El guitarra, el otro guitarra, el del acordeón, la chica de harpa, el de los teclados, uno tras otro, sin notarse. Todo despues de notar que ya no sonaba ese instrumento. Así hasta que se vió solo, ante un publico, que sin embargo, era ajeno a aquellas desapareciones, a ese lento camino hacía el silencio. Tocaba el bajista, siguiendo el orden de temas que estaba planeado de antemano, siguió disimulando como si para el tambien todos siguieran. El publico, auqneu solo se oyera el bajo, sin nada mas, coreaba con euforia las canciones mas populares, encendía mecheros y móviles en las temas mas recogidos. Todo como si nada, nunca, hubiera dejado de sonar. La sorpresa mayuscula fue cuando el público por capas gruesas tambien desaparecía, de repente, como por arte de magía, ¡¡zas!! y un montón de gente desaparecía. Así hasta que el bajista y un espectador se quedaron solos, el espectador mirando, el bajista sin saber que hacer. No sabía si seguir o parar, si comentar entre ambos lo que había sucedido o disimular hasta el final, hasta que inevitablemente todo, absolutamente todo desaprezzca en la inmensidad de la nada

miércoles, junio 06, 2007

Alguien dijo

Se desviaron antes de llegar a Guanare, se fueron por un camino de tierra hacía el rio, dejaron el coche a la orilla con las puertas abiertas. Dentro del coche nada destacable, unos cuantos CD´s de música electrónica, el ultimo disco de white stripes y uno de una tal Rosie Thomas que hacía una versión sublime del "The one I love" de REM a dos voces con el maravilloso Sufjan Stevens. Se perdieron por un estrechisimo camino que corría al lado del rio y que en algún momento y sin previo aviso se diluía entre la vegetación abundante.

Durante tres dias no se supo nada. El coche abierto, los CD´s esparcidos por el asiento del coche, el camino que desaparecía, las huellas del coche que había dejado en el terraplen. Del monte no venía nada, ni un eco lejano ni la posibilidad de un humo por alguna hoguerilla en la que estuvieran fumando porros o bebiendo algo de cerveza que les quedara. Nada, ni rastro.

A los tres dias fueron apareciendo cada uno en su casa, a trescientos kilometros de allí. Uno de ellos llevaba la camiseta rota a la altura del hombro

martes, junio 05, 2007

Recuerdos del 96

A ultima hora de la tarde te recogí en ese sitio donde estuviste trabajando unas cuantas semanas. Yo había pasado todo el dia leyendo en un parque y algo angustiado por un futuro que no veia demasiado claro, que de alguna manera me ahogaba. El libro que me acababa de leer de alguna manera cambió mi vida, y aun hoy, tanto tiempo después lo recuerdo como una experiencia vital, mas que como una lectura habitual. Sentí no se que identificación con aquel oscuro personaje, con aquellas obsesiones y con aquella inseguridad permanente, además de aquel drama existencial en el que vivía. Recuerdo que llegué, te esperé en una esquina mas abajo, tratando de no ser visto, por aquella cosa de que no nos vieran y tu madre supiera que andabas por ahí conmigo, y esperaba con la agitación que me había producido aquella lectura. Agitado por dentro, convulso. No hay nada mas incomprensible que un ser humano que se siente solo e incomprendido. Llegaste a tu ritmo, aislada de todo ese torbellino, de ese maremoto interior, ajena a mi existencialismo atroz. Caminamos a un parque, bajamos, te conté casi de carrerilla, expulsando ese fuego que quemaba, ese dolor y tu oias. Nos sentamos en un banco donde se veían unos cuantos arboles casi quietos, los coches que pasaban por la calle de atrás. Yo hablaba del universo, de ese dolor, del miedo, del tiempo y tu oias y no decias nada. En algún momento nos levantamos, nos fuimos a casa y yo no me quería despedir, te pregunté que cuando llegaría mañana, que si a que hora, que si despues de salir, que si a mediodía, trazando un plan para verte a cada hora que fuera posible y no dijiste nada. AL dia siguiente hablariamos por telefono.

Recuerdo que luego me fuí solo a andar por las calles, fumé, volví a fumar. Sentí que era ajeno en aquella ciudad. Pasaban coches no muchos, esa ciudad tenía la manía de parecer siempre domingo por la noche.

Pasaron un par de meses cuando volviste de aquel viaje de fin de semana y ni siquiera me llamaste o llamaste algo mas tarde, ya pasado mucho rato y creo que ahí terminó todo. Algún epilogo, algun coletazo, algun comentario del autor en reeediciones posteriores, pero la historia en si había acabado ahí.

lunes, junio 04, 2007

El hombre solitario

Era un tipo tremendamente solo pero anclado en esa soledad no asumida, en esa soledad no aceptada. Jugó, entonces a crearse un mundo algo mas concurrido, se inventó un personaje en el que entraban algunos de sus rasgos, distorsionaba otros y agregaba algunos mas que no tenía. Así salió un buen dia al mundo, convencido de una vida social agitada, convencido de una vida entretenida y sofisticada, llena de compromisos atractivos que comentaba a los vecinos con aires de desenfado, como si de siempre hubiera vivido en esa realidad, tratando no solo de imponerse esa vida y ese personaje a si mismo, sino que intentando cegar a los otros con ese nuevo personaje que se había creado.

La historia es vieja y conocido, por mas que forzó y sobreactuó no consigió los resultados esperados y la soledad no aceptada aumentó. Cada vez mas solo, cada vez menos convencido de ello, forzó entonces la tactica y se convirtió en un comic, sin conciencia de ser un particular personaje de comic. Vivía entonces en viñetas, encerrado en un universo que iba creando como autor y actor, como autor y personaje. Cada mañana se dibujaba su vida, se trazaba para mostrar los nuevos capitulos de su vida que se podian leer por capitulos. Los demás aceptaban por morbo, por saber hasta donde llegaría, una especie de show en vivo del que todos eran conscientes menos el. De alguna manera era un artista sin conciencia de estar creando la gran obra del absurdo que era su propia vida. Así fue

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