viernes, febrero 29, 2008

El pulso de la tierra

Llegamos casi a las nueve de la noche. Era mediados de julio y todavía había luz. Ese instante de quietud indescifrable en los atardeceres de verano, largos y misteriosos. Se expandía, como laguna infinita o como el tiempo, la meseta ancha e inmensa frente a nosotros y no hablamos, nos bajamos del coche y descubrimos que era ese punto el punto exacto que buscamos. Una casa minima que parecia casi una irrealidad en medio de tanto vacio. Tocamos la puerta, tocamos varias veces la puerta y no hablamos. La luz a esa hora tiene algo que lo tiñe todo de fantasía, como si las cosas en realidad no estuvieran sucediendo. No abrió nadie y sin decirnos nada pensamos que nos habíamos equivocado. No hablamos, sospechando un fracaso, cada uno se fue a un lado, atraidos o casi hipnotizados por la luz que se iba yendo, que de nuevo se iba yendo como cada dia, pero de forma radicalmente diferente. La luz y la arena. Yo jugueteé con unas piedras que había en el suelo y cuando iba a hablar por primera vez en tantas horas se abrió la puerta. Sonreimos casi a la vez. Ahí estaba, era él, no cabía duda. Nos miró desde unos ojos casi enterrados en arrugas, cubierto por una sábana blancá y con los pies descalzos. Bien visto todo parecía un viaje a un pasaje biblíco o un viaje espacial, en cualquier caso era un viaje y no quise etiquetarlo. Hicimos un getso con la mano, saludamos y no hizo falta hablar, el viejo dejó la puerta abierta desapareció unos segundos y volvió a salir. Cerró la casa con llave, miró el coche como el que ve una nave que ha aterrizado en la tierra y se puso a caminar justo después de hacernos una seña para seguirle. La luz estaba baja, muy baja y la sábana blanca del viejo parecía casi rosada. Empezamos andar por la meseta, como si nuestro destino fuera el horizonte. Kilómetros y kilómetros de llanura que daban la sensación de ser el fin de algo, de la tierra, del cosmos o de un cuerpo inmenso, pero sobre todo de algo que se sabe que caduca y concluye y ese fueran los últimos kilómetros, el último tramo a recorrer. Seguiamos al viejo que caminaba con una velocidad sorprendente entre la tierra seca y los arbustos que iban apareciendo. Se frenó en seco cuando la última punta del sol se metió en esa linea que no existe. Se sentó en el suelo y nos hizo un gesto ceremonioso. Sacó unas cerillas y encendió una especie de papel con unas plantas, jugueteo con varias ramas y unas hojas, todo lo iba metiendo en una especie de agua que iba calentando con una llama cada vez mas poderosa, comenzó a salir el vapor, y aspiró, cerró los ojos y aspiró con intensidad. COn la cara aún en alto nos miró y nos invitó a repetir el gesto. Me agaché, aspiré el vapor. Era el olor mas intenso que había sentido en mi vida, un potente golpe de olores que me hacían recordar otras épocas, incluso épocas que yo no había vivido. Me quedé con los ojos arriba, mirando algo que no sabía definir, el viejo me agarró la mano y me sentó. Me hizo un gesto como para que respirase hondo y así lo hice, séntí un vapor local, sentí la arena, sentí la despedida del sol, sentí el levisimo movimiento del viento, un lenguaje indescifrable, sentí que el viejo crecía que se perdía, sentí que algo se entremezclaba, sentí un cuerpo, mi cuerpo pero todos los cuerpos del mundo. Ví que había algo mas allá, ví el mundo completo, y me vi reflejado en aquella inmensidad que se iba apagando, sentí el lento movimiento de la noche, sentí una levedad, una levedad irrepetible. Sentí el eco de la sangre moviendose por mi cuerpo y de repente me vi venir, me vi a lo lejos, caminando, era yo mismo que venía desde allí, venía con alguien de la mano, mi abuela, mi abuela que me llevaba a cuestas por la inmensidad, vi que estaba solo de repente y que todo cambiaba, ví mi voz, no la escuche la ví, grite y veía su forma, una especie de ondulación que iba variando de color a medida que recorría los kilómetros. Vi agua y miles de cosas que no tenian palabras, fuera o en otro lado donde las palabras no cabían, era el pulso de la tierra...


Desperté muchas horas despues, era mediodia y el sol era intenso...

jueves, febrero 28, 2008

Escaleras mecánicas

En que momento empiezan a suceder las cosas. Quizá algunas horas antes aquella vieja escalera mecánica ya habría dado alguna seña invisible, su motor habría dado alguna muestra entre el bullicio de gente que sube, que se apiña a toda velocidad y asciende hacía sus obligaciones o una cita esperada. Quizá con los pasajeros de las ocho de la mañana ya había dado alguna impercetible muestra de su avería, pero la vida sigue, comos sigue el flujo de metros y de gente en esa estación del centro. A esa hora, sin saberlo yo estaba saliendo desde un lugar de la perfiferia, tranquilo después de haber entregado un trabajo a tiempo. Puntos inconexos de lo real. treinta y cinco minutos o quiza treinta seis o treinta y ocho, una cantidad de minutos exacta, después estoy caminando, y esto si fuera un video se vería a cámara lenta, se vería mis pies avanzando, haciendo la cola pertienente para entrar en la ascensión de esa escalera, unos detrás de otro, mi turno, escojo la fila de la izquierda, la de los ciudadanos mas apurados, la de los que suben los escalones a prisa, voy oyendo algo de música, incluso me vendrá a la cabeza alguna metafora sobre esa extraña situación de ser un ciudadano que sube las escaleras mecánicas del metro. VOy rápido, la escalera esta repleta de gente, una mano en un bolsillo la otra colgando. De repente, y esto es donde se desmuestra que la realidad tiene mucho de absurdo y que el destino no existen, que nada se decide de antemano, la escalera se frena, renuncia a seguir, frena en seco, bruscamente y claro, el efecto domino, que curiosamente genero yo por ser el único que no va agarrado,es demoledor. Caigo para atrás, caigo violentamente hacía atras pero además caigo ladeado, con lo cual la persona que viene detrás de mi en mi cola y la que esté tiene al lado en ese momento sufren la violencia de mi cuerpo sobre los suyos y sus cuerpo, quizá como un acto de protesta deciden no aguantar y alnzarse a su vez para atrás. Esto, a partir de aquí ya lo intuyo, o lo imagino por el montón de gritos que se van oyendo, pero teniendo en cuenta que yo estaba a un par de metros de la parte de arriba de la escalera y que ese tramo de escaleras es muy largo y que a esa hora la estación para un concierto de estadio, la caida afecta a un nuemro bastante amplio de ciudadanos. Resultado, tres heridos graves, seis brazos rotos, dos lesiones de rodilla, varias muñecas fracturadas, una mujer en coma, un desmayo, una perdida de conciencia. HAy gritos, susto, agitación al final del efecto dominó. Me levanto como puedo, trato de ayudas, cada uno se cerciora de su estado, y el montón de gente estirada por las escaleras se va recomponiendo salvo los afectados por lesiones. Nadie me ve culpable, nadie sabe que desencadené el caos, ni siquiera yo lo sé del todo. Al descubrir a la mujer en coma hay un histerismo incontrolable, aparece el orden úblico, desalojan la zona y me siento desvastado, culpable. Ordenan salir de ahí a los que no hayamos sufrido ninguna lesión, un hombre me obliga casi a empujones a salir de ahí. Mientras voy abandonando y casi afuera se oyen sirenas de ambulancias, gente que pregunta que ha pasado. Estoy sudando y comienzo a gritar que he sido yo, que me detengan que he sido el que ha provocado todo eso, la gente me mira como se mira a un loco inofensivo pasan unos camilleros a toda velocidad, vuelven a parecer cuando ya estoy fuera, con la mujer en coma. Pregunto que donde la llevan, que la conozco, me quedo fuera. Mirando el cielo claro de ese dia primaveral y pienso en el efecto domino que sigue a todo. ¿Donde iría la mujer en coma?, ya está todo afectado, ya ha girado brevemente el orden de las cosas y afectará inevitablemente a cada una de las cosas del mundo. Y así, sin decidirlo, he alterado el orden de un destino que no existe.

miércoles, febrero 27, 2008

Presentes cortazarianos

8:45 de la mañana: Acabo de bajar del tren, hace unos segundos he cerrado el libro que estoy leyendo. Lo he cerrado en un pasaje bastante erótico. Según he pisado el anden, atestado de gente, me he cruzado con una chica que ma ha hecho recordar algunso instantes de ese pasaje recien leido. Con el tiempo, al contrario de lo que se piensa, se va pensando mas en el sexo. Sospecho que el paso del tiempo nos hace cada vez mas conscientes de nuestra mortalidad y el sexo es, primariamente y sin filtros, la forma de perpetuidad mas efectiva, pero esto son pajas mentales producidas por las pocas horas de sueño, y reflexiones que deberían quedar olvidadas en menos de diez minutos, como así sucederá. Me suena un mensaje y mientras lanzo mi mano voy tratando de adivinar quien me estará mandando un mensaje, me resulta extraño. Leo. Es I, la adorable I. Su mensaje no lo comprendo: "Hola. Estoy empezando a leer Rayuela. Estoy en la introducción. Te falta texto?". Contesto que no se que me quiere decir con lo de que me falta texto, pero que ese libro es genial y que lo disfrute. Entiendo que hablo tanto de Rayuela que los intimos avisan cuando se ponen con el. La situación cortazariana comienza a suceder. Llega la segunda parte del mensaje, que extrañamente venía dividido, pero no por mi amiga, sino por algun capricho de las telecomunicaciones, pues el mensaje no es tan largo:"¿De que manera lo leo?". Rayuela, nos propone el autor, se puede leer de muchas maneras, pero sobre todo de dos. Me hace gracia la situación, pues no solo Rayuela sino el mensaje de I, también se puede leer de muchas maneras pero sobre todo de dos y eso sucede en el instante preciso en que ella comienza a leerlo, cuando sospecho que va en un tren y yo bajo de un tren. Y ese instante, eso que sucede en un presente bastante indescifrable, me resulta curioso o gracioso y sobre todo Cortazariano. Ella allí y el mensaje dividido y las dos formas de leer Rayuela y los trenes que se paran en andenes lejanos, invisibles los unos a los otros y el tiempo que sucede extraño, y el presente, que de repente me parece extraño. Y Cortázar, que de algún modo, está dirigiendo o manejando este presente indescifrable....

Cuando madrugue debería acostarme mucho mas pronto

martes, febrero 26, 2008

El cuaderno de Sorel

Sorel anotaba en un cuadernillo ideas, frases y resumenes de conversaciones. Afirmaba orgulloso, que ese cuadernillo escondia la explicación a los grandes secretos de la vida. Sorel llevaba ese cuaderno a cuestas siempre y sólo alguna vez, cuando habíamos bebido mucho o habíamos fumado monte, hablaba de´lo que contenía. Así una vez contó que, y esto lo decía mientras leía fragmentos, que tenía anotada una conversación con el Cabo Prado, que fue un tipo que le detuvo años atrás, o que mas que detenerlo le retuvo unas cuantas horas pero dentro de una amabilidad anormal dentro de las formas que habitualmente se sufrian. El Cabo Prado habló de música y decía que la música era el motivo de la existencia, cosa que Sorel apoyaba, pero el Cabo Prado viajó a varios lugares en aquella larga conversación y se fue a un terreno que a Sorel le pareció oscuro o terrible y escuchaba al Cabo Prado y el Cabo Prado filosofaba sobre los hombres, o lo que es mas terrible aún, sobre el nacimiento de los hombres. El Cabo Prado afirmaba que el nacimiento de los hombres ya nos habla de lo terrible y de lo en contra que esta la naturaleza del nacimiento. "Venimos llenos de sangre y tras un proceso traumático. Somos sangre, somos sangre soldificada. Somos el extremo sangriento de un triangulo que se desangra por uno de sus angulos. No deberiamos nacer. Deberiamos permanecer quietos, no procrearnos y detener esta marcha hacía el dolor. Somos sangre por que somos heridas que duran lo que duramos vivos. SOmos las heridas de la eternidad. Nacemos envueltos en sangre como nacen las heridas, nos vamos cicatrizando, por que la vida no es mas que un lento proceso de cicatrización y luego el mismo cuerpo que es el tiempo, nos expulsa, nos regenera y para el tiempo regenerarse es convertirse en nada y en eso nos convertimos. En nada y ahí, en ese lugar, en ese estadio es donde debemos estar". Eso contaba Sorel, casi asustado por que agregaba que el Cabo Prado era un tipo con voz pausada y grave, y con mirada dura pero triste y que mientras le retuvo hablaba de miles de cosas y que esta teoria o esta filosofía la expuso casi al final y que despues de soltarla se quedó unos minutos callado, mirando a la pared blanca de enfrente y que luego le miró y le dijo que se fuera, que se habñia terminado la detención. Y Sorel salió de allí asustado y sintiendose agitado por las teorias del CAbo Prado y sacó su cadernillo y anotó todo lo que recordaba. Y eso me contaba aquella vez mientras veiamos la hora en que el dia termina y el sol comienza su diaria despedida.

lunes, febrero 25, 2008

Escenas retomadas

No existe el destino. Evidentemente no existe el destino. Esto se
conduce a su antojo y de manera tan delirante que el delirio mismo
resulta algo estructurado al lado de esta secuencia que es la
historia, la vida, el universo. Me encontré con K en la acera
izquierda de una calle del centro. Nos vimos a cincuenta metros, en
medio del bullicio, peor la vi y supe que era ella y juro por quien
haya que jurar que casi me da un vuelco el corazón. Era ella doce años
después, la reconocí entre toda esa gente, entre las tiendas y los
coches y las voces sumadas unas a las otras. Era esa mirada, la mirada
triste, la misma mirada triste. Aquí, a ocho mil kilómetros de
distancia y a doce años de la última vez. Con dieciocho era atractiva,
no era exactamente guapa, pero era atractiva, mucho. A los treinta y
uno lo era aún mas, como siempre sospeché. Nos saludamos con dolor,
por que si algo me unió a ella fue el dolor y nostalgia, ella decía
con diecisiete y con dieciséis que mi mirada era una mirada
terriblemente triste, yo nunca le dije que precisamente era eso lo que
me parecía a mi la suya. Así que de algún modo fuimos dos tristes
adolescentes que hacían el amor casi con obsesión cada vez que se
veían en aquel entonces. Y ahora éramos dos adultos que se encontraban
en medio de una calle, muy lejos de donde nos conocimos pero con
bastante mas serenidad que en aquella época.

.- Si- Me contó bebiendo una caña- Eso hacía A. Acuérdate que ni
siquiera era fea, era gordita, nada mas. Pero no era fea. Era una
adolescente con algunos Kilos de mas, pero era bonita de cara.
Acuérdate que ella siempre nos invitaba su casa, y que yo casi dormía
mas veces allí que en la mía. Mi madre ya estaba loca entonces y
aquella casa grande, siempre animada, me resultaba casi un paraíso. Y
por las tardes te llamábamos y era la manera de verte siempre, todos
los días y tu ibas. Y acuérdate, te tienes que acordar, que al rato
ella siempre desaparecía muchísimo rato. Y tu y yo nos quedábamos
acostados en la hamaca que tenían colgando en aquel patio. Y entonces
invariablemente, yo comenzaba a tocarte, era casi un rito. Tantas
tardes fue igual. Y eso, hasta ahí era normal. Dos adolescentes en
celo metiéndose mano, pero no te acordarás que yo, justo ahí me
giraba, me levantaba la camiseta y me giraba. Y era para ella, por
que ella me lo pedía. Ella dictaba cada noche que era lo que te tenía
que hacer. Y yo sabía que estaba allí mirándonos y a veces, incluso,
se asomó pero tu no te dabas cuenta, jamás te dabas cuenta. Y aquello
me parecía una manera extraña de dar felicidad, pero extraña me
pareció después, en el momento simplemente obedecía a la felicidad por
que yo sabía que ella era feliz viéndonos, por que el sexo, o muchas
de sus formas es felicidad y ella era feliz entonces. Organizando la
tarde siguiente cuando apagábamos la luz en su habitación, y ella,
acuérdate, era mandona, dictaba el plan. Estaba todo en su cabeza.
Ahora lo pienso y me asusta pero en aquel momento todo parecía normal.
Ahora pienso en ella, en la última vez que nos vimos, hablamos de
Chávez, sobre todo hablamos de Chávez y que ella quería irse al norte,
que su empresa la podía mandar a Los Ángeles y que su marido era un
cagao, que tenía miedo de salir de allí pero que ella se iba, que ese
pais era mierda y que ese cabrón de presidente era un coño e´madre
pervertido y yo, después de años pensándolo dije que a mi ella me
parecía una pervertida también y se lo recriminé, le hable de aquella
época y se hizo la loca, la coño e´ madre se hizo la loca. Que si eso
eran inventos míos y yo le dije que no. Y ella siguió hablando de
Chávez. ¿No has vuelto?. ¿Qué piensas tu de Chávez?. Bueno, eso da
igual ahora. Pero siempre pensé que si te volvía a ver te lo tenía que
contar, por que ella lo hacía por ti, lo entendería ahora si fuera por
mi, por verme pero por ti. Con quince años y ya maquinando así,
moviendo el mundo a su antojo, dirigiendo nuestras tardes. Pasé
muchas horas en aquella casa. Muchas. Y luego aquella vez que invitó a
todas sus primas y entonces, me acuerdo, organizaba todo para que tu
coincidieras con la prima mediana, la de tu edad y lo iba dirigiendo
todo y fue fácil y convenció al padre y nos llevó a la playa a todos.
¿Te acuerdas? Y tu enloquecido con la prima y yo que me moría, por las
noches no dormía, me ahogaba. Y ella, muy morbosa, me preguntaba que
si sentía dolor, que si sentía celos y compró alcohol y…. Siempre era
la que llevaba la iniciativa. Y los juegos y todo era su mano, siempre
su mano. Y claro te vi cuando te besabas con la prima por la noche y
lloré y me fui a su cama a llorar y ella me preguntaba que era lo que
sentía. Un infierno. Lo más parecido a un infierno. Siempre la
recuerdo y la veo como una mano gigante sobre un joystick y todos como
marcianitos de un juego caduco. Y cuando la vi, la última vez que
estuve, casi sentí placer cuando la veía hablar de Chávez con rabia.
Pensé:"Jodete", por que ella quería gobernarlo todo tanto que creía
que hasta el país era de ella y yo creo que ella proyectaba en Chávez
esa rabía de saberse derrocada. Acostumbrada como estaba a dirigirlo
todo a su antojo. Luego fui al psicologo, pero ya mayor, ya cuando me
fui a vivir a Bilbao. Y cada vez que hacía el amor con mi marido, un
vasco que conocí en Caracas, me imagina que iba a aparecer, me la
imaginaba detrás de la puerta, detrás del armario. Ahí, en Bilbao o en
Cancún que fue donde nos fuimos de luna de miel. Y ahora te encuentro
y este es el paso definitivo, aquí, para mi, se acaba la historia.

.- Y de ella.

.- Creo de fue del país. Que vive en Los Angeles con su marido

domingo, febrero 24, 2008

Cabudare

He soñado que me despertaba y que me ponía a escribir este post. Evidentemente el post, que es este, no era así, no empezaba como está empezando y no recorría los caminos impredecibles de todo texto. En el sueño sé que hablaba de Cabudare, o de la sensación que produce en mi esa palabra y lo que es mas curioso, lo que fue Cabudare, por que aunque Cabudare signifique lo que significa en nada se parecerá ya a lo que yo recuerdo que es, por que toda ciudad o toda población crece, crece hacía la nada, crece hacía lo inabarcable o lo incomprensible, el fin de las ciudades no existe, las ciudades crecen y crecen y varian y nunca son la misma, cada dia mueren y nacen y son otras. Y yo iba a hablar de Cabudare o de lo que recuerdo de Cabudare o las sensaciones de determinadas situaciones en Cabudare. Unas calles que podrían ser cualquier ciudad aunque solo sean calles de Cabudare. Iba a hablar de una noche con Andrea y un montón de lluvia. O Cabudare y sus calles vacias cualquier noche y una extensión de casas imposible e indescriptible. Hacía donde van las calles de Cabudare o hacía donde iban entonces. Cabudare es un laberinto o es un recuerdo laberintico, por que en mi caso lo que viene es una madeja, el laberinto jodidamente enredado de una madeja. Recuerdo una mañana de sábado y esas calles que podrían ser las calles de Cabudare o de Morelia, como comprendería años depués, pero en ese momento era Cabudare y a mi me parecía que Cabudare no era feo, pero tampoco algo que pudieramos llamar bonito. Bonito es San Sebastian o la mayoría de Francia. Bonito es Lisboa, las playas de Almería, las playas de Venezuela, las carreteras de Venezuela, incluso el valle del Turbio que podría ser uno de los límites de Cabudare, pero Cabudare no. Incluso podría decir que para mi, en aquel momento, en aquel instante, Cabudare era horroroso, aunque como siempre pasa todo sucede dentro, hay quien podría discutirme que Cabudare no es tan horrible, incluso ofenderse y decirme que Cabudare es bonito y yo sería incapaz de negarlo. Pero a mi aquella extensión de casas bajas, muy parecidas entre si, de calles desalmadas gobernadas por el calor, que por la noche las recorría la soledad, la autentica imagen de la soledad. Recuerdo Cabudare, alguna tarde en Cabudare, recuerdo alguna noche en Cabudare, recuerdo borracheras en esas calles de noche y creo que Cabudare no existe. Eso es lo que creo, que Cabudare es un invento del sueño que he tenido y en el que me despertaba y escribía este post. Cabudare es un sueño, pues. No lo califiquemos, los sueños, no se pueden calificar. Cabudare no es un buen o un mal sueño, pero todo lo que sucedió en Cabudare fue raro y curiosamente ya no existe, por que en realidad las ciudades, las poblaciones, no existen. Aún así: ¿Que será de la vida de Andrea?.

sábado, febrero 23, 2008

Funciones

Esperé fuera un rato. Era de noche y se había vaciado con rapidez la sala. LA calle estaba vacia pero hacía una noche de temperatura agradable, pensé que las noches son siempre distintas, aunque todo es siempre distinto, pero que con las noches sucedía algo que las tintaba muy diferentes unas de las otras. Fumé, por que siempre fumo y por que como decía un amigo, es lo único que se puede hacer cuando no sucede nada. Ví que salió, el pelo recogido, el paso firme y un abrigo que la hacía levemente mas mayor. Lancé el cigarrillo al suelo y salí tras ella. La paré y le dije que me había encantado su trabajo y que simplemente había estado ahí esperando para felicitarla. SOnrió, miró al suelo y recordé que durante la representación era precisamente esa sonrisa imprecisa la que me había estado hipnotizando. Me miró a los ojos y sin brusquedad me dijo que agradecía mis comentarios pero que sabía de sobra que si esperaba ahí, en la calle y de noche a que ella saliera no era para felicitarla, era para follar, que en el fondo, ni siquiera en el fondo, adelante, dentro y fuera, lo único que quería y mi único plan era follar con ella. Afirmé y me justifiqué diciendo que si, que evidentemente esa era la idea de esperar pero que no pensaba que fuera criticable o mal intencionado. Que mi idea era esperarla, felicitarla de verdad y sinceramente por su trabajo e invitarla a tomar algo, ir a algún bar de esa ciudad que seguro tampoco conocía bien y que si nos llevabamos bien, que era mi intención, terminar en mi casa, quizá en el sofá, quizá en la alfombra o en el lavabo haciendo el amor, a ser posible mas de una vez. Que incluso mi intención era o mi plan, despertar a la mañana siguiente y si todo iba bien desayunar juntos, pasear por la ciudad que los domingos por la mañana es tan agradable y hablar de libros, música o de nuestras propias vidas. Ella me miró y sonrió. Aceptó tomar una cerveza con la condición de ir a algun bar interesante en esa ciudad en la que llevaba tres dias y de la que en cuatro se largaría, que no hariamos el amor y que la acompañaría, luego, hasta la puerta del hotel donde nos despediriamos, posiblemente, para no volvernos a ver jamás.

El bar le pareció agradable, la música la conocía y fue por ahí, por el camino de la música, por donde mas estuvimos hablando. Hablamos de la adaptación teatral que yo acababa de ver y de ese personaje que ella representaba, del que confesé que ya en el libro, en aquella lectura, había sentido atracción. Ella dijo que esa atracción era la que mas le interesaba, la atracción por un personaje de un libro. Alguien del que no tenemos ni un solo rasgo y que cada quien imagina como le da la gana y que sin embargo es capaz de hacernos despertar deseo. Ella confesó su atracción por Julián Sorel, yo por Talita, ella por Dean Moriarty, yo por una que no recuerda el nombre, tampoco el título del libro, una francesa que viaja a la india. Al rato confesé el nombre de su personaje, del que ella representaba estos dias, ella sonrió y dijo que era muy atractivo si, que no le parecía extraño desearla por que era deseable, terrible sin embargo su piel, y esto lo dijo con cierta amargura, como si ser ella durante la obra la abriera heridas o no le resultara del todo amable, sencillo. Ella bostezó y yo pagué, caminamos hasta el hotel, me quedé parado en la puerta, ella se despidió y desapareció. Pensé, mientras caminaba con dirección a casa que de algún modo ese había sido un paseo no con la actriz sino con el personaje, fantasía en cualquier caso divertida o juguetona,casi natural. Encendí otro cigarro y el humo se perdió por la noche, por la ciudad, por los edificios, se colaría entre ventanas y farolas, subiría y se perdería, se iría lejos, lejos, tan lejos que ya no existiría.

viernes, febrero 22, 2008

Viaje a Brasil

Habían estado cerca de cinco meses viajando anarquicamente por Brasil y llegaban bronceados y con la cara de despreocupación que dan los viajes largos. Sin embargo poco contaban o casi nada. Cosas siempre poco concretas sobre los meses del viaje. Al cabo del tiempo dejaron de hablarse y J me llamó para salir a beber. Esa noche me contó algunos detalles del viaje que de algún modo me explicaron ese silencio.

J y L eran amantes, ambos estaban casados y se divorciaron a la vez, se escaparon a Brasil para ocultar a suu entorno una homsexualidad que no sería comprendida ni aceptada y alejarse les pareció lo mas apropiado. En Brasil las cosas cambiaron, L comprendió que su vida había sido un viaje innecesario de apariencias y se angustió ante la idea de no haber vivido su propia vida sino la vida para los demás, cosa que J comprendió, pero canalizó. Debatieron mucho sobre el tema y J trató de hacerle ver que la vida en el fondo es un viaje cuyo fin es la independencia y en el que resulta dificil vivir ajeno a los demás desde el principio. "Todos sacrificamos algo por ser aceptados", pero L sentía que el sacrificio había sido su propia felicidad. Entonces L comenzó a escribir un texto donde narraría el viaje como metáfora de otros viajes, cualquier viaje. A J le gustaba cada vez mas Brasil y a L le gustaba cada vez mas estar solo. Descubrieron que su relación estaba basada en su ciudad pero que fuera de allí nada parecía tener sentido ni la emoción previa. Aceptaron romper pero seguir juntos en el viaje y cada uno se marcó su propio ritmo. J salia cada noche en cada una de las ciudades que estuvieron, L se quedaba en la habitación de los hostales escribiendo una historia que no dejaba leer a J. Fue pasando el tiempo y el distanciamiento era cada vez mas profundo, sin embargo se respetaban y respetaban las normas del viaje. En Rio J probó la ketamina y otras formas de sexo, J comprendía que aquella vida era mas parecida a la vida que quería vivir, L seguía enfrascado en la narración misteriosa. Una mañana J le comparó con Jack Nicholson en el resplandor y L se lo tomó fatal. J argumentó que era una broma pero que aquello de escribir y no dejas leer tenía ciertas semejanzas con el personaje del Nicholson. Discutieron fuerte y L comenzó a llorar, no decía nada, solo lloraba. J se fue, desapareció dos dias. Conoció a un chico que vivía con una mujer veinte años mayor que el. Durmió en esa casa dos dias. Se acostaban y la mujer, que era de su edad, les sacaba fotos. J se dejó llevar e incluso disfrutó posando pero terminó aburriendose de tanta pose y se fue sin avisar. En el hostal todo parecía congelado, L seguía llorando casi con el mismo tono que el dia de la discusión, J trató de abrazarle pero L no aceptó. Pasaron dos dias mas, los dos sin salir de la habitación, cada uno en su cama mirando en ventilador dando vueltas en el techo. J se desesperó y volvió a salir, llamó al chico a y la mujer que vivian juntos. Quedaron de nuevo en su casa, la mujer tenía un portatil, las fotos de la otra noche estaban colgadas en un portal porno. J casi se desmaya, J monta en cólera, J conoce su lado mas violento y sacude un golpe al chico, la mujer grita, lanza el portatil por la ventana. El chico saca una pistola y le apunta asustado, con lágrimas en los ojos. En ese momento J siente que el viaje y que su vida se le han ido de las manos y recuerda a su ex mujer. El chico le pide que se largue de ahí y la mujer está asustada en una esquina delñ salón mirando la escena. J siente ganas de pedir perdón pero no lo hace. Sale a la calle, camina durante horas, cena una carne que deja casi entera y bebe tres cervezas. A media noche llega al hostal. L está dormido o al menos mantiene la habitacióna oscuras y metido en su cama. J se acuesta sin desvestirse y mira el reflejo de las luces de la calle golpeando el techo de la habitación, cuenta los coches que pasan abajo y se queda dormido. A la mañana siguiente L le despierta y le dice que es el primer dia del resto del viaje, y le da el manuscrito. J se queda todo el dia leyendolo y L por primera vez en semanas pasa todo el dia fuera. Por la noche se reunen, cenan juntos y toman una copa. Casi borrachos L le pregunta que le parece el texto, J tarda en contestar, duda un poco, bebe un trago mira a un chico que bebe algo y habla con una chica en el otro lado del bar, entonces J contesta que el texto le parece una mierda, malo, aburrido e insipido. L le mira y dice que eso, en el fondo le da igual. Tres dias después vuelven de Brasil.

jueves, febrero 21, 2008

El lago del Retiro

A eso de las diez me apoyé en la valla del lago del Retiro. Había mucho silencio alrededor y salvo algún corredor que pasaba esporádicamente no había nadie. Me quedé viendo el reflejo de las luces en la oscuridad del agua y el resplandor de la ciudad detrás de la masa de arboles alrededor del parque. Las luces tiritaban en un agua casi quieta pero que se movía levemente y que le daba al reflejo una curiosa sensación de inquietud. Desde las calles cercanas venía un monótono ruido de coches, una especie de marea continua y pensé que todo aquello era una situación extraña, estar en medio de la ciudad pero en la soledad del parque de noche, rodeado de árboles y el movimiento casi eterno del agua del lago. Noté que hacía rato que ya no pasaba ningún corredor y me golpeó una extraña sensación de vacio. Seguí apoyado en la valla, ví el jugueteo de la luna llena en el agua y recordé que habían anunciado eclipse para esa noche. De repente apareció un hombre de trás de mi, sentí un golpe de tensión, un amago de susto que se quedó en una especie de trueno pasajero en el estómago. Me saludó y se apoyó en la valla justo a mi lado.

.- ¿Es todo eso el reflejo o es el agua el que nos refleja?. La voz era pausada y tranquila y en la oscuridad apenas pude distinguir sus rasgos.

.- Bueno, la realidad siempre ofrece ese juego. Las dos caras o las multiples caras, pero como yo estoy en esta tiendo a pensar, en este caso por ejemplo, que el reflejo es lo que vemos ahora tiritando en el agua.

.- Pero en el fondo nunca sabemos si es cierto, no hay una confirmación objetiva de que realmente no somos mas que reflejos y que el lado reflejado es el otro, el opuesto. ¿Somos el del espejo o el que se mira?. Es siempre la misma duda. La realidad tiende a multiplicarse y a confundir a cada uno de los protagonistas. Supongo que el del espejo o el reflejado también piensan que son ellos, que es un su lado donde realmente sucede todo. Lo real.

.- Nada nos lo afirma, por eso esas reflexiones sobre la multilplicidad de lo real son siempre tan atractivas e incluso casi validas, digo validas como figura poética incluso como reflexión filosófica. Toda duda es valida, aunque aquí cientificamente no haya mucho que demostrar.

.- O podría ser esto que sucede ahora, que yo soy real y tu reflejo.

Sonreí ante la situación extraña y casi absurda. De repente un corredor pasó detrás de nosotros, un ritmo potente, la vista en el suelo. Noté que inmediatamente desapareció, como un reflejo que pierde su lado real. Miré a mi acompañante extraño y vi que se diluía, algunas partes de el se hacían trasparentes, como si de algún modo fuera acuatico. Miré mi reflejo en la casi oscuridad del agua, me vi y dudé:¿Quien de los dos era yo?. De repente me lance o se lanzo o nos lanzamos a enfrentarnos en el agua, atravesé al otro lado y comprendí, anoche comprendí que llevaba una vida siendo reflejo, no sin esfuerzo fui yo quien dejó de ser reflejo y a él, que soy yo, le dejé en aquel lado en el que siempre había estado. Salí corriendo del Parque del Retiro que ya no era reflejo sino el Parque del Retiro real, volví a casa y nada, pero todo, había cambiado. Dormí y acabo de despertar. Estaba contento, relajado sabiendome en el lado real, hasta que todo se ha desvanecido al verme reflejado en el espejo. ¿ Quien de los dos era yo?, ¿Quien de los dos era el real?

miércoles, febrero 20, 2008

H

H, que además de ser mudo, era terriblemente tímido, abandonó su ciudad en Febrero de aquel año. El destino había sido escogido trás un minucioso proceso de azar y aquel dia lluvioso cogió sus maletas, sus discos, una selección de los libros imprescindibles ya leidos y los que tenía como urgentes por leer. H se montó en el avión, cerró los ojos y decidió emprender la aventura. De la ciudad nueva H apenas conocía nada, algunos pasajes de literatura de sus autores favoritos y algunas historias y anecdotas recopiladas entre la gente que había viajado a lo largo de los años, poco mas. El aterrizaje le plantó en una ciudad gigante, inabarcable. El taxi, en un hostal pequeño pero acogedor del centro. Se comunicó con rápidas notas con el dueño del hostal que jamás había tratado con un mudo y que miraba a H con cara perpleja. H había comprobado millones de veces esa reacción casi absurda de la gente que cambia su forma de hablar cuando descubren su eterno silencio. Dejó las maletas, se cambió los zapatos y salió, a pesar del cansancio, a pasear por la ciudad. Con un plano en la mano fue recorriendo el extraño laberinto de esas calles desconocidas y terminó entrando en un restaurante pequeñisimo a comer algo. Le sentaron en una mesa y le dieron una cerveza mientras revisaba la carta. En ese momento un hombre abrió la puerta. Era un momento curioso, pensó H, ese instante en el que el camarero se peirde en la cocina y queda el rastaurante vacio. El hombre miró a H y se acercó hasta su mesa. Se sentó y dijo algo que H no entendió del todo. Abrió una maleta y sacó miles y miles de hojas sueltas ordenadas con precisión que entregó a H casi ceremonioso. La sopresa de H fue descubrir que cada hoja contenía sus frases anotadas a lo largo de años y años para comunicarse con el resto de los hombres. Desde las mas recientes "Tendrá planos de la ciudad", entregado un par de horas antes al hombre que atendía un quiosco, hasta alguna conversación muy antigua y que H fue recordando según reconocía su letra. El hombre permanecía callado observando a H recuperando su comunicación con el mundo. H comenzó a llorar al reencontrase con las frases y preguntas a un médico hace siete años, H sonrió al ver las frases que escribió para hablar con el bibliotecario, H sorprendido al releer las frases que escribió cuando conoció a su ex-novia, H meditabundo al reencontrarse con el papel donde escribió que JM debía morir, H comprendiendo cuando se encuentra con las frases que escribio a aquel hombre en aquel bar de aquella calle. EL hombre mira a H y dice: " Entiende ahora por que le he seguido todos estos años" y en ese instante H le mira y afirma. Sabe que ese rostro que tiene enfrente es el rostro del hombre que va a acabar con su vida y cierra los ojos.


lunes, febrero 18, 2008

Dias de playa

No estaba. Miré varias veces a los lados, miré hacía el rincón donde solía ponerse pero no estaba. Lancé la toalla a la arena y saqué el libro que estaba por terminar pero no me concentré, me puse a pensar que quizá ya no volvería y que debí acercarme el dia anterior y hablar, pero que eso eran cosas que ya no podían suceder y me pareció absurdo seguir pensando en opciones imposibles. Cerré el libro, lo guardé y saqué la música. Me puse a escuchar un disco que por aquellos dias me tenía obsesionado. Me emocioné con esas canciones y volví a pensar en la desconocida, miré a la gente pasear por la orilla de la playa y fue cuando de repente comenzó a moverse el agua con extraña violencia. Alguna gente se asustó e incluso hubo gritos, pero yo me quedé inmóvil sospechando que aquello no era lo que parecía. Hubo unos segundos, cuando el agua se detuvo de su extraño movimiento en el que todo quedó como en pausa, como si alguien hubiera congelado el tiempo y segundos después ya todo volvió a la normalidad. Nos miramos alguynos, hubo gestos de susto con el de al lado y cada uno paulatinamente volvió a lo que estaba. Fue justo cuando apareció la desconocida. El mismo rito que había observado todos esos dias. Colocó la toalla cuidadosamente, se extendió la crema y se tumbó con los ojos cerrados. Asó, como en los dias anteriores, pasaron las horas. Ella tumbada, ofreciendo su piel al sol y yo mirando, entretenido en verla. Había algo en esa mujer que me hipnotizaba pero nunca supe que fue. De repente apareció un hombre, la saludó con gesto serio y se fue con ella. La ví recoger con cierta urgencia, con prisa y con cara de preocupación. Comprendí que le acababan de dar una mala noticia y salí detrás de ella. Subí la cuesta hasta los cabañas a unos veinte metros de ella. Entró en recpeción pidió la llave y desapareció en el pasillo de la izquierda, yo me quedé esperando en la recepción. Minutos después apareció, mas preocupada aún, con el telefono en la mano y con la maleta arrastrada con rapidez. LA tuve al lado, ella pidió un taxi y yo, me ofrecí a llevarla: "Veo que vas con prisa y te puedo llevar, el taxi tardará mucho en aparecer". Me miró extrañada pero aceptó. Guardé la maleta atrás y nos montamos en el coche, iba hasta el aeropuerto, un viaje de unos cuarenta y cinco minutos, su padre acababa de sufrir un paro cardiaco. Me agradeció de antemano la atención, le pregunté que si quería oir música, le dí el iPod y le dije que escogiera lo que quería oir. Lo agradeció "La música suavizará los nervios". Me soprendió que pusiera a Bonnie Prince Billy, de repente invadió el coche esas cuerdas de arranque del Love comes to me y sentí que había algo extraño en toda esa situación. A cinco kilómetros del aeropuerto me confesé. Y ella sonrió y con sentido del humor contestó :"no es el mejor momento para buscar algo" pero fue muy amable al decirlo. Sonreí pero me sentí idiota. En el aeropuerto pidió billete para el primer vuelo a Francia y esperé con ella un rato, tomamos un café y dije que me volvía, le dí mi correo y nos despedimos.

Hoy he recibido un correo de ella. Va a estar unos dias por la ciudad y dice que le gustaría quedar a cenar. Fue hace mas de un año. No recuerdo del todo su cara, pero me he emocionado con la cita.

sábado, febrero 16, 2008

Guadalupe

Guadalupe tiene la extraña manía de llamarme los domingos por la noche e invitarme al sotano de la tienda de su padre. Una tienda exclusiva y elitista de antigüedades del medio oriente, rarezas que el padre de Guadalupe consigue en unos viajes eternos de los que vuelve siempre mucho mas viejo y mucho mas amargado y sensiblemente mas paranoico con no se que historias de conspiraciones que nadie termina de entender. Guadalupe me invita los domingos por la tarde y bebemos absenta que le roba al padre de un armario Sirio que cree nadie puede abrir y que Guadalupe abre con facilidad sublime. A Guadalupe le gusta hacer el amor mientras bebemos encima de un armario con formas algo alucinadas de no se donde. Ella es exagerada y dice cosas que no entiendo y luego las justifica diciendo que a ella la absenta le genera unos efectos extraños en el lenguaje. Luego me obliga a leer a Rimbaud mientras se sube dentro de un armario chino y escupe mientras dice el nombre de su madre y a mi todo ese me parece no estupido, pero si casi absurdo o excesivamente forzado. Luego se desnuda y a veces me pide que corramos por el sotano pero yo nunca corro, me quedo sentado mirandola y pensando que nunca volveré, que cuando me llame para ir al sótano no volveré pero siempre termino volviendo y siempre el mismo rito, la absenta, el sexo teatral y las escenas malditas de la Guadalupe. Y en realidad me gusta hacer el amor con Guadalupe y en el fondo me gusta la absenta aunque beba poca por respeto, por que en el fondo le tengo miedo a mi cabeza y sé que si me dejo llevar el viaje puede ser de no retorno y Guadalupe me dice que yo tengo talento y sensibilidad pero que me mata la cobardía y yo me quedo callado y pienso que en el fondo a ella le gusta eso, mi sentido del ridiculo y no dejarme llevar por esas pretensiones de poeta maldito que tanto le gustan a ella. Guadalupe es frágil y apasionada. Y dice que los hombres, ninguno, en el fondo, sabe hacer el amor y que ese es el gran problema del mundo, que los hombres son todos ineficientes y las mujeres insatisfechas y Guadalupe emiepza a arrastrar la lengua como borracho viejo y dice que alucina, que la absenta la hace alucinar y yo se que eso quisera ella pero que eso no ocurre... Y un dia, decidido, le leí uno de mis poemas y comenzó a reirse, pero luego lloró y lloraba mucho y le preguntaba y no contestaba y me miró y me dijo que no me volvería a verme, que dentro de mi solo había dolor y que era mejor estar lejos de mí y yo no comprendí, me fui de allí desorientado, pero efectivamente jamás me volvió a llamar. y ese poema lo lancé en el rio mientras volvía a casa y ese año no llovió y se seco el rio y yo, por extraño que parezca, me sentí culpable...

viernes, febrero 15, 2008

Juanito Tormentas

Juanito tormentas vivía al sur del lago. Obsesionado y poseido por el fenomeno de los rayos, se traslado allí para vivir observandolos y tratar de descubrir sus misterios. Juanito tormentas también era poeta, un poeta evidentemente eléctrico,sus poemas eran una descarga y al leerlos algo te recorría el cuerpo. Pero Juanito basicamente vivía para los rayos. Decía que los rayos en el fondo explicaban a los hombres, sus pasiones, sus impulsos y que todo dependía de esa energía repentina y fugaz pero invencible. Juanito Tormentas soñaba por las noches con efectos alucinados de luz sobre la tierra y por la mañana al despertar, con la mirada puesta sobre el rio, apuntaba algunas frases de un poema que el siempre consideraba inacabado o un boceto de algo que un dia sería escrito con dedicación. En el sotano de una casa que por otro lado se caía a cachos, Juanito armaba un aparato detector de potencias, un modelo único y casi fantasioso pero que Juanito mostraba como su gran obra o su gran invento, una máquina que decía ayudaría a la vida de los hombres del siglo 34 "Cuando tu y yo seamos moléculas golpeandonos a 16 kilómetros del suelo". La máquina, un cacharro gigante e indescriptible, producía un ruido casi hipnótico y relajante, un zumbido agradable y constante que evocaba la banda sonora de los sueños mas placenteros. Juanito Tormenta murió una noche de abril atravesado por un rayo, y aquello pareció el mas romántico de sus poemas.

jueves, febrero 14, 2008

Expertos

Entonces salió al escenario el grupo de expertos. La intensidad de la luz descendió a la casi oscuridad dejando solo un pequeño haz sobre la cabeza del portavoz. Levantó la vista sereno, satisfecho, contento. Miró a todos los filosofos reunidos y sentenció:

"Es para mi un honor notificar que nuestra tarea ha llegado a su fin. Nuestra tarea como filósofos, como buscadores, como investigadores de la verdad, como indagadores de lo real. Desde hoy y para siempre, ya están todas las preguntas respondidas. LA realidad ha perdido su máscara, su velo y ya no hay misterios. Tengo en mis manos el manual definitivo de respuestas a las preguntas de los hombres. Doy así por concluida la historia universal de la filosofía. Sean felices pues"
´

Y no volvió a amanecer

miércoles, febrero 13, 2008

Un poco mas allá

Cuando terminó la operación me dí cuenta de que estaba muerto. Los médicos aún no se habían percatado de mi estado, mi camilla atravesaba esa zona que va desde los quirófanos hasta la sala de reanimación y fue justo ahí cuando fallecí. Un par de celadores empujaban mi cama, el murmullo hospitalario alrededor, la puerta que se abre y la primera frase de alarma. "Este paciente muestra signos de ...." ahí las voces se convierten en ecos que se suman unas a las otras, como una especie de rezo colectivo. Lo mas curioso es que no peso nada, eso es lo que me produce mas satisfacción. De algún modo la muerte es un estado de permanente cosquilleo, había oido de todo sobre la muerte, pero esto, algo así, jamás. Era tan intenso el cosquilleo, que incluso me provocaba ciertas risas, risas, por otro lado, que solo yo escuchaba. La muerte no es como la pintan. En la muerte se ve a los vivos, lo cual te hace compañia, por que del resto de muertos no hay noticias y realmente pasas demasiadas horas solo, así que la gracia consiste en ir paseando alrededor de los vivos. Es decir la muerte te convierte en lo que siemopre quisiste ser, el hombre invisible. Al principio creí en la posibilidad de encontrarme con otros muertos, pero claro... ¿Donde carajo los buscas?... Desistí un par de meses después, dejé de buscar a los muertos conocidos y me dediqué a vivir (O a morir) entre los vivos. Caminaba por la Gran Via, orgulloso de mi condición y pensaba irónicamente: "Soy un muerto en la Gran Via".

Desventajas de la muerte: Solo puedes charlar contigo, no hay un mas allá lleno de nubes y almas en permanente felicidad, no puedes tocar a los demás, sobre todo a las demás.

Ventajas: Os sorprenderá saber que hay muchísimas ventajas. Esta semana he ido todos los dias al cine. ¿dinero gastado? ¡¡Cero euros!!. Nunca hay prisas, sigues sabiendo de tu gente, no se necesita casa(Es curioso pero cuando duermo no sé donde lo hago, me quedó colgado en una especie de no-lugar). Se le pierde absolutamente el miedo a la muerte con lo cual la existencia se vacía de un montón de dudas. Vas donde quieres. He estado, por ejemplo, sentado en una mesa con Leonor Watling, ella no me veía pero os puedo asegurar que yo a ella si. He viajado por el mundo gratis, te montas en aviones, vas a a la cabina de piloto, te sientas en primera, te mueves por los aeropuertos como pez en el agua. Así en pocos meses desde que morí he estado en: Argentina, Perú, Australia, Nueva York. He parado un poco por que estoy cansado (Lo de cansado es un decir, otra ventaja es que no me canso nunca). He estado viendo conciertos, todos los conciertos, he leido. Es decir. La muerte es un disfrute permanente. La muerte está de muerte.

martes, febrero 12, 2008

Universitaria y novio existencial

Ahí estaba yo. De pie, apoyado contra una pared, esperando a que ella apareciera en cualquier momento. CInco de la tarde y la gente parecía estar, toda, en una actividad, en cualquiera, pero en una, cosa que en mi caso no sucedía. Eran las cinco de la tarde y todo mi dia se había resumido a esperarla en esa esquina, a verla venir contenta de clase, motivada con ese primer año de carrera, conociendo gente nueva y yo nada, yo había estado leyendo como un poseso, casi como si me estuviera sucediendo a mi, el amargo "El Tunel" de Sábato. Y se lo contaría mientras bajabamos lentos por la avenida hacía abajo, mientras ella me hablaba de no se que chica que había conocido hoy y que era simpatiquísima y que las asignaturas aún no profundizaban en nada interesante y yo le hablaría del dolor y del absurdo pero ocultaría la sensaciónde vacio, ese vacio donde estaba instalada mi vida. Y nos sentaríamos a tomar un zumo y nos quedaríamos callados y por un lado solo podía estar con ella, y todo se reducía a estar con ella pero estando con ella, sin embargo, me sentía solo y ella se iba distanciando y alejando, y yo no podía hacer nada, solo pensar en que la ciudad era fea y que me iría de ahí, y se lo decía vamonos de aquí, vamonos muy lejos de aquí, y ella que no, que que ibamos a hacer fuera, que acababa de empezar la carrera, que era una locura, que a ella le gustaba la ciudad, su ciudad y yo me quedaba callado y pensaba que al dia siguiente tampoco tendría nada que hacer, que todos se levantarían y yo pasaría la mañana paseando o leyendo otro libro amargo y pensando que no sabía que hacer con mi vida. Y vería a todo el mundo ocupado, en una actividad, los fruteros, los conductores, los abogados, el conserje, los niños, los padres, el administrador, el pintor, el autobusero, el profesor. Todos ocupados, el mundo entero activo y yo sentado, mirando la ribereña desde el parque, fumando casi sin ganas, haciendo tiempo en el tiempo y pensando que a las cinco volvería a a esa esquina a buscarla y hablaríamos de sus clases y yo del absurdo y del dolor y proponiendola escaparnos a no se donde, a Argentina o a Madrid, a Bostón o a al DF, pero lejos, muy lejos de ahí. Y el tiempo, que el tiempo no paraba y que nada tenía sentido y ella que por que no saliamos el viernes con los de su clase y yo dije que sí, mejor eso que quedarse solo, mirando otra vez la ribereña pensando que lejos de ahí sucedían muchas cosas y yo me las estaba perdiendo todas. Y así fue, lenta y dolorasamente. Hasta que un dia , a las cinco de la tarde, nadie se apoyo en aquella pared de aquella esquina de aquella ciudad, y con los años la pintaron, la cambiaron de color, arreglaron unas cuantas imperfecciones, unos grafiteros la llenaron de garabatos, la volvieron a pintar y el tiempo, que es extrañamente irregular, fue pasando.

domingo, febrero 10, 2008

Manuscrito y dos fotos

Me reuní con el negro Phil en el café de la esquina de Geranium con Poplar. Phil estaba dentro cuando yo llegué, bebía un trago y apagaba en ese instante un cigarro. Me senté saludé pero el negro Phil no contestó, nunca contesta los saludos, siempre parece estar yendose, da su recado, aporta su trabajo, le entregas sus honorarios y desaparece. Conozco a Phil desde hace mas de quince años y la relación nunca ha pasado de ahí. Me dió el sobre, de unt rago se bebió lo que quedaba de su ron y se largó. Evidentemente no se despidió. Yo pedí un café largo y abrí el sobre. Había dos fotos y el manuscrito. En las fotos no había, a primera vista, nada destacable. El autor del manuscrito estaba en un anden de una carretera en el desierto junto a un hombre. Sonreían a camara mientras con la mano señalaban, ambos, el horizonte que se abría tras ellos. Por lo que me dijo Phil por telefono sabe de buena tinta que el desierto de la foto es el de Sonora, en México y que el tipo que está junto al autor, murió en ese viaje después de una mal experiencia con el Peyote. El tercer hombre, el que no sale, el que hace la foto, seguía siendo el motivo de mis obsesiones. Phil había ojeado el manuscrito y aparentemente no hay referencias a el, mientras que del viaje por México si hay constantes referencias. La otra foto desconcierta mucho mas. El autor está sentado en una acera, mirando a la izquierda, la calle evidentemente es mexicana, el norte de méxico. El gesto es muy serio y abstraido, como el que está pensando en la imposibilidad de comprender algo matemático. Por la luz que da la foto, este anocheciendo. Aún hay luz, pero se ven algunas luces artificiales encendidas ya. El autor mira a la izquierda preocupado y serio. Detrás de él, una mujer está apoyada en la pared y observa la escena con mucha atención. Esta detrás, algo desnefocada peor mantiene la mirada casi punzante sobre el autor. Como esperando que algo suceda, como lso que obsevan un penalti, que saben que inevitablemente algo sucederá. Entrará a gol o se irá fuera, dará en el larguero o la mano del portero desviará los centimetros exactos para evitarlo, pero algo, desde el instante en el que el delantero golpeé el balón, afectará el resto del partido. Así mira la mujer de la pared al autor. Abro entonces el manuscrito. Está fechado en Mayo del 79. Una frase: "Solo en el principio se comprende el fin. Deberíamos nacer constantemente para comprendernos". Leo hojas al azar. Habla de Europa, de una mujer francesa. Habla de la luna, de The Kinks, del asfalto, del dolor, del tiempo, del sexo, de méxico, de la tragedia, de lo momentaneo, de lo eterno, de la literatura, de las drogas. Habla de la amistad y al final del manuscrito dice: " En una calle de méxico a la que llegas por azar, después de una noche brutal, después de escapar del dolor y de la ética, de romper tu propia moral, puedes encontrar el horror en su forma mas pura, sin estética de por medio, sin retoques. El horror sin paliativos. Eso ví y comprendí que este viaje es incomprensible. Deberiamos nacer constantemente".

Pago el café y salgo a la calle. Camino sin dirección. Es cuando veo al negro Phil a lo lejos, caminando con una mujer de la mano. Contento y sonriente. Tranquilo. Como caminamos cuando estams exentsode obligaciones, las tardes sin trabajo, los domingos de sol. La mujer besa a Phil, mientras este comenta y señala algo a lo lejos. Es un pájaro que sobrevuela sobre la bahía. Me desvio para que no me vea. Me gusta pensar que Phil es feliz.

sábado, febrero 09, 2008

Vacio

Ayer estaba en casa, algo aburrido, sin saber muy bien que hacer, cuando de repente entraron unos tipos trajeados, silenciosos y mecánicos. Con precisión de relojero lo recogieron todo y se lo llevaron. No dijeron nada, no hablaron, no dieron ningún motivo ni explicación. Simplemente actuaban, como si obedecieran una orden imposible de no acatar. La casa, absolutamente, se quedó vacia. Ni un solo mueble, ni un solo cojín, ninguna alfombra, ningún disco, ningun recuerdo, ninguna foto, ni la ropa, ni toallas. Dejaron únicamente dos cosas: El cepillo de dientes y unos calzoncillos limpios. Cerraron la puerta y desaparecieron. Llevo inmóvil, estático, desconcertado, desde ayer. Sospecho que también me robaron el alma.

Para Klingsor

viernes, febrero 08, 2008

Vecinos

Anoche me volví a cruzar con la vecina del octavo. Eran cerca de las doce y nos encontramos abajo, en el ascensor. Nos saludamos correctamente y entramos ella marcó el ocho y el nueve y despegamos. A la altura del segundo piso le pregunté que tal le iba y ella contestó que bien, que con bastante trabajo, mientras hablaba noté que debía de venir de tomar unas cervezas. A la altura del cuarto ella me preguntó a mi que tal yo y ciertamente me pareció inoportuno contarle toda mi vida, así que dije que estaba tranquilo y que poco más, que tenía ganas de que llegara ya el verano y largarme de viaje. A la altura del sexto pensé cuando la veo a traves de la ventana del patio, de noche, a aveces viendo la televisión, a veces cenando, otras leyendo. También recordé aquella vez que estaba mirandola desde mi ventana, se arreglaba y a mi me parecía hipnótico verla pintarse, elegir la ropa, ir componiendose poco a poco y sin saltarse ningún paso, recordé esa vez que bebía café y que ella giró y me descubrió mirandola y yo no supe que hacer, si levantar la mano para saludar, si esconderme o lanzarme patio abajo. Simplemente giré la vista y traté de aguantar un rato mas en la ventana mirando a nada concreto. Pensé eso cuando llegamos al septimo, recordé a aquel chico con el que estuvo un tiempo, que se quedaba a dormir los fines de semana y con el que desayunaban en bata y se besaban. Pensé que llevo años viendo su vida, que conozco detalles sueltos pero una intimidad que la mayoría desconoce y sin embargo apenas hablamos. Pensé, casi llegando al octavo, en ese cristal traslucido que deja ver como una sombra muy difusa e irreconocible, su cuerpo cuando se ducha, un cuerpo que a menudo trato de componer mientras fumo desde mi ventana, pienso en eso cuando se frena el ascensor, abre la puerta y se despide. Sube al nueve, abro la puerta del ascensor, abro la puerta y entro en casa.

jueves, febrero 07, 2008

Leve despertar

Desperté temprano. Muy despacio abrí los ojos y noté el fogonazo de luz del dia en la retina. Un fogonazo, por otro lado, hermoso y tranquilo, la bienvenida diaria a la vida. Amanecía en el mundo, o en este lado del mundo. Desperté despacio, me vinieron, sin elegirlo, algunas imágenes de alguno de los sueños de esa noche y me fui habituando a mi cuerpo, estiré los musculos olvidados en la noche y agité a mi cabeza levemente. Me levanté y noté que las cosas no eran como otras veces, como si ese fuera el primer de algo nuevo, eso lo noté en ese instante. Miré al suelo y fui comprendiendo. Mis pies no se apoyaban en el suelo, no se apoyaban en nada. No había nada. Todo era nebuloso o etereo o inmaterial. Caminé. Avancé unos metros mirando siempre al suelo por miedo a tropezarme. Ví que seguía sin pisar nada. Avancé metros y metros por esa zona inexistente, no había calles, no había casas, no había ruido. Caminé muchos metros, un montón de metros y me encontré con otro que tampoco pisaba suelo, nos miramos sin hablar, como si con la misma mirada ya nos lo dijéramos todo y seguimos descubriendo, cada uno hacía su lado, eso que nos estaba sucediendo. Evidentemente pensé que me había muerto y que ese era el otro barrio, pero comprendí, mucho rato después que no era así, que estaba vivo. Pensé que era un sueño, pero tampoco, aquello, sucedia en un plano real (Siempre que tomemos los sueños por planos irreales) No sonaba música, pero sucedía algo parecido a cuando suena música suave. Me miré los pies descalzos sobre el no suelo y seguí avanzando, dejé de dar zancadas, por que comprendí que sin darlas también avanzaría, y así fue. Avancé empujado por una brisa leve que recordaba a la playa. Así estuve mucho rato, mucho. Avance, avance y sin previo aviso aquel espacio terminó, así, de repente. una linea seca y casi invisible separaba ese lugar etereo de la masa gorda que es la realidad, así concluí el viaje, pero como el cambio era brusco y sin aviso tropecé violentamente y caí en el suelo, un suelo duro.

miércoles, febrero 06, 2008

Palabras perdidas

Estaba esperando a esa hora que la luz varía por segundos. Hay un juego curioso entre los tonos del cielo y las luces que bajan por la avenida, la gente volvía del trabajo y el sol comenzaba su diaria despedida y yo estaba contento, nervioso, pero contento. Aparecería por la esquina, girando desde la parada del autobus, nos saludaríamos y paseariamos y tomaríamos algo. ASí fue. Giró, llevaba un vestido lleno de flores y una especie de mochila, iba escuchando música, se acercó hasta mi, me dió dos besos en las mejillas y comenzamos a caminar. Se hacía de noche y caminamos por el paseo hasta el final, donde había una especie de café y no la peor de las músicas. Y hablamos y yo no veía el momento de llevar las palabras a otro terreno mientras hablabamos de la ciudad y de nosotros mismos. Yo tenía una sensación volcánica en el pecho, una especie de maremoto, maremoto por que en el fondo somos pequeños mares, casi todo agua. Y el maremoto crecía cuando te reías o me hablabas con confidencialidad de las cosas, y el maremoto era incontrolable cuando me confesabas cosas que nunca antes habías confesado y yo pensé que yo debería de hablar y no permanecer tan callado y así lo hice, y ahí justo ahí, comenzaron las extrañezas. Hablé con soltura de un viaje a la playa que hice con estos, de mi casa, de mi extraña relación con la ciudad y fue ahí cuando empezaron a salir palabras de mi boca, pero no solo como aire, como empujones de viento audibles, tambien escritas, palabras en tres dimensiones que sobrevolaban sobre nosotros. Y yo me asusté por que cada vez que decía algo salían todas las palabras sobre nosotros y no comprendía nada, palabras como globos de aire, pero a ti te gustaba, te gustaba ver mis palabras sobrevolando por el café y me decías que siguiera hablando, y las tocabas, las cogías con las dos manos y las soltabas y jugueteabas con ellas e incluso alguna te las comiste y decías que te sabían dulces o saladas y que eran como un beso, y entonces me besaste y me quedé callado y tu dijiste entre besos que dijera algo y yo dije que siempre me habías gustado y salieron de mi boca esas palabras.... Siempre....me ...has ....gustado... y te las guardaste en el bolso. Y yo no quería hablar mas por que no entendía nada y tu querías que no parara de hablar y así pasamos la tarde y algunas tardes mas, muchas tardes mas. Y un buen dia, o un mal dia, lo dejamos y yo, muy digno, te pedí mis palaras, todas aquella que habías guardado, pero no me las devolviste y me pareció bien.

Nunca mas me ha vuelto a pasar.

PD: Feliz cumpleaños.



martes, febrero 05, 2008

Imprecisos

No guardo fotografías de entonces, nada que testifique que sucedió, que aquella época no fue lo que ahora parece, una inmensa nebulosa con límites poco definidos y de tamaño irregular. No hay nada a lo que agarrarse para sospechar que todo lo que recuerdo de entonces no es un invento. Lo sencillo sería un album de aquellos años que se entremezclan ahora y lo difuminan todo, levantar una foto y quedarse atontando pensando cuan rápido pasa el tiempo y dejandome arrastrar por sensaciones de entonces. La piel de esa época. Yo creo en eso, en que cada época tiene una piel distinta y todo se percibe durante ese tiempo bajo las intensidades de esa piel. Y yo recuerdo aquello y trato de ponerme aquella piel y dejarme arrastrar. Y todo, de repente es caótico, es lo incomprensible del tiempo, no tanto su velocidad sino que viene a trozos y sin orden preciso, un trozo del 96, un trozo de diciembre del 95, así. Y luego todas esas cosas borradas, que están o ni siquiera están´, que si alguien me las recordara ni siquiera así vendrían: "No me acuerdo, no me acuerdo de eso". Frases que dije y que a ti te construirían tu propia memoria y que a lo mejor tu, en las tardes de nostalgia, en esas tardes extrañas que te da por mirar atrás, a esa zona impecisa, recordarás poniendote la piel de entonces. Y también te parecerá una nebulosa irregular, y también dudarás de su certeza. Tampoco tendrás fotos, nada que certifique que allí estuvimos, que aquello sucedió. Nada. Nada por que en el fondo, y a pesar de todo, el pasado no existe. Ya no existen aquellas tardes extrañas. Ahora, justo ahora, recuerdo tu casa. Y parece irreal, coño. Una luz apagada y afuera la tarde y un calor del demonio. Y tu cama que sonaba mucho y unas cortinas de un color triste o un color que yo ahora recuerdo triste. Media tarde y la gente va volviendo y miro por la ventana y se me acaba la tarde y saldré de tu casa y no se donde ir. Nunca he sabido donde ir, bajo por las escaleras por que tu madre subirá por el ascensor y se nos ha acabado la puta tarde, era siempre como robar minutos a tu madre, era un robo, todo era ilegal, siempre. y bajaba a la calle y caminaba por la ciudad y no tenía nada que hacer y hacía planes mentales contigo, ninguno, evidentemente, se cumplió. Había algo de desgarrado y hay algo de desgarro según lo recuerdo. Y caminaba otra vez solo mucho rato y te llamaba desde una cabina pasado un rato y casi ya no sabiamos que decirnos, en el fondo nunca tuvimos mucho que decirnos, que decir salvo esa especie de nebulosa en la que vivimos ese tiempo. Desgastandonos lentamente, sólo había una ligera tristeza siempre que lo fue devastando todo, muy despacio. Así hasta que me quedé solo caminando sin saber muy bien donde ir por aquella ciudad que tampoco sé si existe y no es sino parte de la nebulosa. De esta nebulosa irregular e imprecisa que se veía siempre desde la ventana, tras aquellas cortinas tristes mientras la tarde pasaba.

lunes, febrero 04, 2008

Una tarde de junio

¿Que carajo pinto aquí?. Media tarde y un calor del demonio. Es viernes y todo se ha ido deteniendo tan lento que no me he dado cuenta. ¿Que hago aquí?. Tengo la vista levantada al frente y ella está allí, en medio de toda esa gente y yo estoy aquí, ajeno. Estas celebraciones son extrañas, como extraño es que yo esté aquí, en la parte de atrás de este auditorio y toda esa gente bien vestida ahí. Y el padre la mira y la coge la mano y todo eso sucede a treinta metros y yo no se todavía que he venido a hacer, si esta relación esta dirigida hacía el desastre y yo no tengo nada que ver aquí, y he venido por que ella me lo pidió y sin embargo no sabe que estoy aquí, y nada parece tener sentido. Debería darme la vuelta y largarme y no ver esos diplomas que no dicen nada y todas las chicas bien arregaladas por que hoy es un dia importante para ellas, y entre ellas está ella, que no sabe que estoy aquí mirandola, y que el padre la mira y ahora la madre y un tipo habla y da por concluida la celebración y el año que viene, dice, todos empezarán la universidad y una nueva vida, y todo cambia, y el tiempo pasa, dice el hombre y yo me debería dar la vuelta y mañana la veo y se lo cuento, y le digo que estuve en la parte de atrás y le contaré detalles, y le hablaré de como me gustó su cara cuando se quedó sola arriba y tuvo que hablar por el micrófono. Y ahora termina el cato y se van levantando todos y yo salgo y recorro de vuelta el camino del colegio, paso por la puerta donde tantas veces la esperé y me voy solo caminando por la avenida y se ha ido haciendo de noche y es viernes y veo los coches que pasan y camino solo, y no soy consciente de cuantas veces recordaré aquella tarde. Simplemente camino y fumo por la avenida y me siento solo. Y fumo varios cigarros seguidos. No tengo ganas de llegar a casa, ni de ver a nadie. Simplemente pienso en ella, ahora se irán de cena y mañana me lo contará todo con ilusión y yo le contaré que estuve ahí, escondido en el auditorio donde nadie me veía. Me meto por las calles pequeñas y es ya de noche y me siento en el parque desde donde veo la autopista y no se que pienso, realmente no pienso en nada concreto. La autopista que atraviesa el valle está vacia y a lo lejos se ven luces y la noche y ya no me quedan cigarros . Y pasa el tiempo y sin saberlo pensaré muchas veces en aquella tarde de junio.

domingo, febrero 03, 2008

Una tarde triste

La tarde que se fue a vivir a Suecia yo me quedé en casa bebiendo una copa, es una cosa que habitualmente no hago, pero tengo cierta tendencia a creer que estoy protagonizando una pelicula de bajo presupuesto y además estaba realmente triste. La tarde que la ví irse me quedé con cara de tonto y volvía casa y me puse a escuchar música y no cogí el teléfono y no saqué las fotos de aquel viaje de milagro, por que puestos a zambullirse en el fango a mi me gusta hacerlo con talento. Me emborraché con intensidad, y cometí algunos errores que nunca debí cometer. Cogí el teléfono y llamé a un par de ex-novias, resultado negativo y la imagen muy deteriorada. Puse la música a un volumen exageradamente alto y tuve un encontronazo con el vecino. Comencé a escribir las primeras hojas de "Memorias desde la tristeza" que terminé lanzando por la ventana y que al día siguiente tuve que ir recogiendo por la acera de abajo, reencontrandome con frases como:"Suecia debería desaparecer" o "Aquí ha vuelto el dolor, con su eterna cara de: Ya estoy aquí... de Nuevo". Terminé bajando al Pub cercano a casa, entré. Evidentemente no conocía a nadie, me pedí una copa, me quité el abrigo y me puse a bailar con unas chicas, guapisimas, eso si, que estaban al fondo, cerca de la diana de los dardos. Me miraron como se mira a los que se acercan a bailar con desconocidas, pero fui mas allá, me puse simpático. LA sorpresa, o la ironía, o el chiste, o la gracia fue que las dos eran suecas y yo sentí que ahí había algo casi perverso. Volví a casa, me puse una película y me quedé dormido.

sábado, febrero 02, 2008

Silenciosos

Y a pesar de todo se quedaron mirando un rato mas. Unos al lado de los otros. Callados, quietos y meditabundos. Durante horas no habló ninguno y solo cuando se escondió el Sol, lejos, mucho mas allá de la linea del horizonte, uno de ellos dijo: " Hermoso, preciso y real. No hay mas que esto. Aquí y ahora"

viernes, febrero 01, 2008

Primer dia de la segunda mitad del viaje

He despertado hace diez minutos, ha entrado la luz en la habitación y he abierto los ojos. He tardado unos segundos en comprender donde estaba. Me he quedado mirando el techo y los movimientos marcados por sombras de alguien que está al otro lado de la ventana. Luego he dado varios pasos alrededor de esta habitación. Me he fijado en sus detalles. El colchón colocado con exaactitud en el mismisimo centro, una cortina que mas bien parece una sábana, las paredes blancas. Poco mas. Huele bien, no se muy bien a que, pero es lo primero que he sentido. Hace calor, muchísimo calor fuera y soy incapaz de descifrar la hora. Ayer perdí el reloj después de los acontecimientos, además de algunos objetos de cierto valor sentimental, pero ahora eso da igual. Creo que saldré, trataré de comunicarme con esta gente y comenzar de cero, con otras sensaciones, el resto del viaje. No se donde estoy, pero eso quizá sea la mejor manera de empezar. Tengo, también, una herida profunda en el muslo. Ahora estoy aquí. Me vienen imágenes, sin yo forzarlo, del camino que he recorrido hasta ahora. El lugar al lado del rio, el pueblo, el color de las cosas, el bullicio de las ciudades enormes. Recuerdo también a la francesa del tramo en tren. ella volvía ya a Francia y me hablaba de no se que espiritualidad que yo no termino de comprender, pero también me habló del dolor, de un dolor como una polilla, que casi ni se ve, pero que está perenne. Luego hicimos el amor en aquel Hostal y nos hicimos varias fotos cerca del desierto. Nos despedimos tomando Té y quedamos en escribirnos. Luego la moto, las rutas por unas carreteras invisibles, horas de vacio, nadie pasaba y el sol, el sol haciendo justicia sobre la tierra. Poblados casi invisibles, con poca gente y se me fue olvidando el resto de las cosas, así hasta que el azar elige, no decido yo cruzar ahí, decide el tiempo. Tampoco decidí ser este, este aquí, en esta habitación, en este tiempo en el que vivo. No decidí ser este, tampoco lo decidió aquel hace seiscientos años. Soy hijo de mi tiempo y de no se cuantas cosas que solo el azar comprende.

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