viernes, febrero 01, 2008

Primer dia de la segunda mitad del viaje

He despertado hace diez minutos, ha entrado la luz en la habitación y he abierto los ojos. He tardado unos segundos en comprender donde estaba. Me he quedado mirando el techo y los movimientos marcados por sombras de alguien que está al otro lado de la ventana. Luego he dado varios pasos alrededor de esta habitación. Me he fijado en sus detalles. El colchón colocado con exaactitud en el mismisimo centro, una cortina que mas bien parece una sábana, las paredes blancas. Poco mas. Huele bien, no se muy bien a que, pero es lo primero que he sentido. Hace calor, muchísimo calor fuera y soy incapaz de descifrar la hora. Ayer perdí el reloj después de los acontecimientos, además de algunos objetos de cierto valor sentimental, pero ahora eso da igual. Creo que saldré, trataré de comunicarme con esta gente y comenzar de cero, con otras sensaciones, el resto del viaje. No se donde estoy, pero eso quizá sea la mejor manera de empezar. Tengo, también, una herida profunda en el muslo. Ahora estoy aquí. Me vienen imágenes, sin yo forzarlo, del camino que he recorrido hasta ahora. El lugar al lado del rio, el pueblo, el color de las cosas, el bullicio de las ciudades enormes. Recuerdo también a la francesa del tramo en tren. ella volvía ya a Francia y me hablaba de no se que espiritualidad que yo no termino de comprender, pero también me habló del dolor, de un dolor como una polilla, que casi ni se ve, pero que está perenne. Luego hicimos el amor en aquel Hostal y nos hicimos varias fotos cerca del desierto. Nos despedimos tomando Té y quedamos en escribirnos. Luego la moto, las rutas por unas carreteras invisibles, horas de vacio, nadie pasaba y el sol, el sol haciendo justicia sobre la tierra. Poblados casi invisibles, con poca gente y se me fue olvidando el resto de las cosas, así hasta que el azar elige, no decido yo cruzar ahí, decide el tiempo. Tampoco decidí ser este, este aquí, en esta habitación, en este tiempo en el que vivo. No decidí ser este, tampoco lo decidió aquel hace seiscientos años. Soy hijo de mi tiempo y de no se cuantas cosas que solo el azar comprende.

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