sábado, febrero 09, 2008

Vacio

Ayer estaba en casa, algo aburrido, sin saber muy bien que hacer, cuando de repente entraron unos tipos trajeados, silenciosos y mecánicos. Con precisión de relojero lo recogieron todo y se lo llevaron. No dijeron nada, no hablaron, no dieron ningún motivo ni explicación. Simplemente actuaban, como si obedecieran una orden imposible de no acatar. La casa, absolutamente, se quedó vacia. Ni un solo mueble, ni un solo cojín, ninguna alfombra, ningún disco, ningun recuerdo, ninguna foto, ni la ropa, ni toallas. Dejaron únicamente dos cosas: El cepillo de dientes y unos calzoncillos limpios. Cerraron la puerta y desaparecieron. Llevo inmóvil, estático, desconcertado, desde ayer. Sospecho que también me robaron el alma.

Para Klingsor

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja, genial.

Amigo: da gusto compartir contigo que la ironía es la mejor amiga de la literatura (además de los personajes que fuman y beben...).


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