sábado, enero 31, 2009

Aparecidos

Apareció de repente. Yo estaba sentado en un banco del parque y de repente, como un mal truco de magia apareció delante. Yo estaba mirando al frente, era el principio de aquella primavera y sentía esa misma laxitud que debían sentir algunos de los pájaros que andaban por las ramas pensando en sus cosas o esperando sus propias apariciones. Yo honestamente nunca había creído en lo de las apariciones, fantasmas o el mas allá. Creo en las pajas mentales, que ya es bastante. Así que andaba en eso, en medio de un día de primavera cuando, joder, sin aviso, de repente, apareció. Claro, seré sincero. Mi primera reación fue casi un grito, un inevitable gesto de susto, pero medio segundo o segundo y medio después vi que era ella. Y como soy temeroso de ser descubierto en determinadas emociones quise darle normalidad a un asunto que nada tenía de normal. Saludé como el que se encuentra con un vecino en el ascensor. Un hola, eso si, con cierto cariño. Ella no contestó. se quedó estática, mirando hacia donde estaban los pájaros. Volví a saludar y sospeché que aquello no fuera una proyección, una broma de algún programa de cámara oculta, pero de repente ella me saludó me dió un beso en las mejillas y me preguntó que como me iba. Yo conté un poco de mi actualidad, el estado de las cosas de mi vida diaria, el último viaje, el concierto que había visto la noche anterior y que tanto me había gustado. Luego le pregunté a ella que tal le iba. Me dijo que era raro porque desde hacia algún tiempo sucedía que se había convertido en eso, en una persona que aparece de repente para los demás y que siempre genera dudas en los otros:

.-¿ Sabes? he llegado a dudar de mi propia existencia. No estoy. Sólo estoy de repente. Aparezco aquí, en medio del parque donde estas tu. En un rato me iré de la misma manera, sin avisar, sin despedirme y tu te quedarás pensando que donde fue que me he ido. Estoy cansada de ser esta "aparición"

Sentí una especie de tristeza ante eso. La miré y quise, honestamente, abrazarla. Unirme a ese a viaje. En ese instante comenzó una lenta transición en ella, lentamente iba desapareciendo y entonces salté, salté en ese hueco que iba dejando y logré entrar. Ahora yo también soy así. No estoy, estoy y me voy, pero voy siempre con ella...

Confesiones

Agradezco a la biología darme el valor de la honestidad emocional. No soporto estos tipejos que hablan desde la ausencia, desde ese triste automatismo. Me resultan aburridos y a menudo estúpidos. A menudo lo ocultan con un falso conocimiento. Son tristes, muy tristes. No tienen vida propia.

No es fácil ser tan emocional, no lo es. Que alguna gente sepa que lloro con determinados asuntos me da mucho corte, la gente parece tan entera. ¿ De verdad la gente no llora?, ¿De verdad no se vuelven locos cuando entra ese ritmos que ahora oigo?

Me ha encantado esa chica con la que he hablado hoy, pero me ha encantado hoy. Supongo que pasados unos dias no sería igual. Me encanta esa explosión, ese sentirse fuera del lado terrenal del asunto, pero mas me encanta llegar a casa y verme con ella y volver del desierto y reencontranos después del destierro.

No dejo de pensar en el viaje en el tiempo. ¿Qué coño fue lo que pasó ahí?.¿ella lo comprendería? Yo no. Veo su cara, ahora mismo puedo ver su cara, la reconstruyo con enorme facilidad y en el fondo parece irreal. Me la estoy inventando. Había una plenitud que la realidad no soporta. Agradezco su existencia, porque marca la mia, marca mucho la mia. Se parece a esa voz que ahora oigo. Un eco. Eso es, un eco que cae aquí y descoloca el presente

Sólo le pedía honestidad. Nada mas. Si algo te di fue una cantidad desmesurada de oportunidades. Llegaste justo detrás de la última.

Me gustaría haber bailado esta canción alguna vez, estoy convencido que alguna vez la bailaré y ese dia entraré de nuevo en el éxtasis.

Me ha gustado físicamente la novia de un tipo que conozco muy poco. Me ha resultado curioso que la gente sea tan dual. La tipa era totalmente pija y sin embargo el tipo vende una imagen tan postmoderna, que había algo desmesurado y desconcertante

El efecto musical en las personas.¿Como hubiera sido Conrad con iPod?Borges escuchando Animal Collective, Cortázar bailando Holy Fuck.

Creo que este tipo con el que he pasado la noche es uno de mis mejores amigos aquí. Que dificil es ese concepto, pero ambos entramos sin filtros. No soporto a los filtrados.

Creo que P es una persona sublime. Me encanta su capacidad objetiva que ha heredado M.

Que jodido. siempre he tenido miedo de ser leido y ahora cada vez me da mas igual, que me lea quien le de la gana. Este soy yo, al que no le guste que cierre la ventana. Hubo épocas que me daba mucho pudor.

Me largo

viernes, enero 30, 2009

Ahí va

Salí de casa y empecé a correr. Inicialmente debía ir hasta el trabajo, así que me fui por el camino de siempre corriendo, sabiendo que el traje llegaría empapado por culpa de la tormenta que caía. Corrí rápido, no paré, pero cuando me vi debajo del edificio de oficinas no pude parar, seguí, seguí corriendo con el traje empapado y lancé el maletín contra el suelo, justo donde había un charco y corrí, corrí avenida arriba. La lluvia era dura, unas gotas del tamaño de piedras formaban pseudo rios que venían avenida abajo, arrastrando hojas y algún papel perdido. Me vi fuerte y lancé la chaqueta del traje. Me gustaba sentir el golpe de la corbata en anárquico movimiento, ese baile que formaba en el aire al ritmo que abajo marcaban mis piernas. Corrí y salí de la ciudad, fui por la carretera mientras el movimiento de nubes en el cielo aclaraba la mañana y asomaba lentamente el sol a la manera de un rito milagroso. Corrí, pasé la primera ciudad que dejé a un lado, ya todo era sol y no quedaban restos de lluvia, decidí deshacerme de la corbata y avanzar. Crucé la frontera, corrí por el país vecino viendo algunas de sus costumbres marcadas en los pueblos que iba pasando, atravesé su hermoso sistema montañoso y seguí. Corrí el continente entero, alcancé otras culturas lejanas, otras formas de vida y seguí corriendo, llegue hasta el mar y noté que mi velocidad me permitía hacerlo, mis pies no se hundían y parecía el océano una pista deslizable donde correr era lo mas natural. Alcancé islas, otros continentes y seguí. Seguí años, una vida entera hasta que un letrero lejano me indicaba la meta. Al llegar no había nadie, pero sentí la satisfacción del que termina, del que llega, y me tumbé en el cesped a mirar y coger un poco de aire.

jueves, enero 29, 2009

Caer

Me he caído de un sueño, me he caído al despertar y he entrado en este sitio que no se que carajo es. A mi, ¿Por qué a mi me tiene que pasar esto hoy?, Hoy, que tenía tantas cosas que hacer en la oficina, que tenía dos reuniones, que luego tenía una comida importante, una tarde agitada. Estaba soñando y he girado el cuerpo porque casi me despertaba ya, estaba en esa zona media, fronteriza y he girado el cuerpo por esa necesidad casi física de prolongar el sueño y he caído, he caído aquí ya despierto, que era la continuidad del sueño en una zona real. Así que ahora camino con mi pijama, con este aspecto deplorable, con el pelo despeinado, en este lugar donde se aparece gente que no es y hay una luz que parece todo el rato que se va ir, como si el tipo que crea los sueños no pagara la luz y hay una flora desconocida y casi deformada, uno colorido, eso si, mas que llamativo. He caminado buscando la salida, porque tengo prisa, mucha prisa y detesto cuando caigo aquí, cuando me quedo en este terreno. Y oigo voces melódicas a lo lejos, ecos que vienen. Y busco, busco pero aquí no hay puerta porque es especialmente amplio, se camina y se camina y todo va cambiando y ves a lo lejos a otros que van despistados, medio levitando los tipos, como si no hubiera gravedad y veo pasar a la vecina con la que nunca hablas y en el fondo tanto te gustaría hablar y pasa tan cerca, tan como en sincronía, tan como girando ambos para no chocar deseando un choque frontal y sigo buscando la puerta para salir aunque se que puerta no hay, pero es tarde, afuera es tarde y está la gente en la oficina y la reunión y tantos temas importantes que tratar y sin embargo esto, ese ritmo a lo lejos que viene como desde fuera, transformado en un eco que marca, pum,pum,pum y las sábanas que parecen pájaros y hacen unas formas en el techo alto y blanco que parecen olas o peces o incluso hojas que caen pero que nunca terminan cayendo, una especie de otoño acuático detenido y pasa el tipo del videoclub con una biblia en la mano y pasa de nuevo la vecina que rie y gira en armónica sincronía con las sabanas en el techo alto y blanco, como si todos pertenecieran al ritmo que viene de lejos. Y si, a mi todo eso me gusta y según pasa el rato mas me va gustando, pero hoy íbamos a firmar un contrato con los japoneses y tengo que ir, tengo que ir ya, debería estar en el ataco de la autopista, escuchando ese programa de radio donde hablan de noticias y opinan expertos que en el fondo no tienen ni idea. Debería estar allí, desviandome ya en la salida correspondiente y no aquí, caminando con mi pijama de rayas y despeinado, con el pelo alborotado y sin orden, viendo de nuevo a la vecina que se suelta el pelo y desaparece. Y todo es sueño, todo es sueño y creo que no voy a poder salir de aquí, no saldré, no me voy, yo ya no me voy, yo me quedo aquí girando, con ella, con todo, con las sabanas irreales de mi cama en este otoño acuático detenido...

En éxtasis

Aquí viene, aquí sube otra vez. Ya está. Se detiene y sigue y se mueve, se mueve por dentro, se desliza con vida propia. Aquí la tengo, ahí va. Si cierro los ojos ya no hay límite. Afuera el viento es duro y toca, adentro el silencio y la luz apagada. Hay carreteras, hay algo inmenso que no se definir, aquí no siempre caben las palabras. Se mueve del estomago hasta el codo y de ahí a la mano. Aquí no hay nada, ya está. El chorro de imágenes y la piel que lleva su propia historia. Todo cambia, cuando se percibe ya se está en otra cosa, aquí todo existe y desaparece en breve. Soy mil cosas en medio segundo. Afuera no hay luz, afuera hay viento que está tocando, ya nadie me espera, hoy lo quiero todo, todo bajo la piel. Es un ritmo que se repite, pas, pas. Esto se parece al deseo, los ojos cerrados y sube, todo el rato sube. No hay luz, el viento toca y se mete dentro, como si el viento entrara de afuera hacia dentro y también subiera piel arriba. Salto, salto otra vez y caigo, mientras por dentro sube.... Hoy no vuelvo, hoy me quedo subiendo....

miércoles, enero 28, 2009

El primer dia del viaje

Se paró casi al azar en una licorería de nombre incierto, "New ofertón", en medio de Morón. Hacía un calor del demonio y compró un pack de seis cervezas, pagó y vio en el otro lado como en una gasolinera un hombre hablaba enfurecido por teléfono. La imagen potenció esa sensación de que las cosas podrían estar sucediendo en algún lugar realmente lejano de su cabeza. Arrancó, puso un disco que había recuperado sin funda detrás de un libro de Conrad y que jamás había leído en el fondo de la librería de esa casa a la que ya jamás volvería. El disco apenas lo recordaba, pero según comenzó a sonar su cabeza fue recuperando el orden exacto de las notas y podia tarear al unísono la canción mientras avanzaba. Abrió la primera lata de cerveza y la bebió compulsívamente, avanzó en medio del tráfico incomprensible y eterno de ese pueblo lejano. Se desvió y vio, brevemente, algo de mar al fondo y sintió una liberación agradable. Mientras avanzaba abrió la segunda cerveza y evitó ser visto bebiendo por los hombres que miraban a la nada en una alcabala improvisada y los que con gesto aburrido le dijeron que siguiera avanzando. Así hizo, como lo hacía la música que iba recuperando de la memoria mientras estaba sonaba. Llegó al edificio donde estaba el apartamento dónde le habían dejado la llave. Tardó en descifrar cual era el edificio exacto, todos pegados al borde de la carretera y mirando al mar. Vio el nombre del edificio que buscaba, giró y un vigilante desganado salió al paso. Saludó y dio su nombre. El hombre después de varios trámites innecesarios le abrió la puerta del parking y le dejó entrar, mientras pasaba la puerta el vigilante le dijo:"Entre semana no hay nadie aquí. Dormirá usted sólo en el edificio" nada mas ver el parking enfrente comprobó que efectivamente ni un solo coche estaba estacionado. Buscó su numero, sin necesidad, porque absolutamente todas las plazas estaban libres, y aparcó. Bajó las cervezas que le quedaban y una mochila con algo de ropa. No subió, se desvió hacia al fondo con la intención de ver el mar. Notó la humedad y la soledad como una capa única del edificio. Avanzo por un camino que daba a la playa y saltó una pared baja que permitía llegar a la playa. Oscurecía y la playa abierta, muy abierta, le pareció un lugar extraño, hermoso, pero repleto de basura y restos extraños de televisores y elementos del hogar. Caminó por la playa vacía, bebiendo otra cerveza. Notó que estaba algo mareado y lo agradeció, realmente le hubiera gustado estar un poco mas borracho. En la arena se encontró un televisor semi enterrado, un televisor antiguo, de mediados de los ochenta por el aspecto y recordó la imagen de una película de la que no recordó el nombre. Anochecía y miró al frente, no sintió miedo pero si un golpe extraño de verse ahí tan sólo, tan vacío. Pensó que de algún modo en esa playa empezaba y terminaba la tierra. Mas adelante se veían intermitencias de unas luces de barcos, edificios lejanos y la oscuridad del mar que empezaba a tomar parte del asunto. Se hacia de noche. Abrió la última cerveza y decidió volver hasta el edificio. Al entrar ya era mas de noche que de dia, subió por la escalera porque no funcionaba el ascensor. Subió hasta el último piso. Ni un sólo ruido o solamente el ruido del viento. Abrió la puerta del apartamento y siguió las instrucciones de quien se lo había prestado para un descanso extraño que mas tenía de huida. Dejó la mochila, abrió la nevera y buscó otra cerveza que encontró en grandes cantidades en la nevera. Se hizo un porro y abrió la ventana, mientras fumaba el viento le pareció un sampler, un sonido mecánico y repetitivo, lejano y muy reverberado que recordaba a otros lugares o la lejanía sin mas, ningún lugar, la lejanía pura y dura. El humo del porro se perdía enloquecido frente a la ventana y se largaba con el viento. No era fumador habitual, fumar ese porro era otra parte del plan de fuga, así que notó una relantización exagerada de las cosas y se quedó un rato que pareció mucho pero que realmente no lo fue, mirando las intermitencias lumínicas de un barco muy metido en el mar. Y le pareció que de algún modo aquellas luces también, sin quererlo, emitían un mensaje para el que jamás podría comprender. Cerró la ventana, limpio los restos de monte y bajó de nuevo. Saludo al vigilante que veía un partido de Beisbol adomercido y este le abrió de nuevo el portón que daba a la carretera. En la carretera oscura notó que estaba borracho y aceleró. Llegó a Tucacas y se detuvo en la calle principal. Vio pasar a unas chicas que le parecieron exageradamente atractivas y absurdamente las siguió a unos metros de distancia. Estas cruzaron la carretera y se metieron por la parte de atrás del pueblo, por unas calles vacías y llenas de charcos. Las chicas avanzaron mas, mucho mas, como nunca fueran a llegar a ningún sitio. Alcanzaron la autopista y suicídamente la cruzaron, el tardó mucho mas en hacerlo y casi las pierde. Entraron a un camino de arena en medio de la vegetación y al fondo se adivinaba la luz de una casa exagerádamente humilde. Quiso deternse, pero el monte y la cerveza pensaban a otro ritmo y con bastante mas decisión que su propia conciencia. Estaba en medio de la nada y vió a las chicas entrar en la única chabola en medio de la nada. Se quedó fuera cuando un tipo le tocó por detrás, pensó entonces en que iba a morir, que ese momento era el último, el decisivo y sintió nostalgia. El hombre era un tipo muy mayor con una mirada profunda que le preguntó algo que por nervios no logró entender. Acorrolado por unas emociones que no comprendía, golpeó al tipo, le golpeó durísamemente en la cara y salió corriendo. Deshizo el camino en un tiempo exagerádamente rápido. Cruzó la autopista casi sin mirar y se perdió en las calles vacías mientras pisaba los charcos. Llegó hasta su coche, lo encendió y se puso a conducir sin ninguna dirección...

Sunset coming on



Resulta que el tipo andaba escondido por ahí. Resulta que había escogido el lugar idóneo para un excelente retiro. Que mejor que una playa tranquila, donde el atardecer va lento y cálido, esas sensaciones agradables cuando la vida transcurre lento sin importar demasiado lo que viene, lo que llegará. El tipo se largo allí a disfrutar de la diaria despedida del sol, a pensar en el no tiempo y a dejar la sonrisa o a recuperar la sonrisa perdida. El tipo se mete en el agua cuando ya no queda nadie y se sumerge y recuerda sin nostalgia, como el que ya no espera y el sol se va por allí, dibujando vaya uno a saber que tras un amasijo indescifrable de palmeras, y se van formando las sombras en la arena irrealmente blanca, unas sombras que nunca trato de redibujar mentalmente, las deja ahí, agrandándose mientras el sol se va, como cada dia, el sol se va y ya no vuelve, vuelve otro, mañana, el mismo Sol, pero ya otro. Desde el agua observa la luz apagándose y mete la cabeza en el agua y escucha esa cosa parecida al silencio, ese blum, ese algo que lo deja todo como a otra velocidad y un rayo atraviesa el agua, superando algo que parece una barrera o un cambio de dimensión y el espectáculo resulta realmente alucinante, una explosión de luz que recuerda a algo que nunca se ha vivido. Aguanta un poco mas la respiración, aguanta, aguanta y sale, saca la cabeza y comprueba como en esos breves segundos bajo el agua el sol ha aprovechado su invisible velocidad para oscurecer un poco mas la tarde que ya se acaba. Saca la cabeza y recuerda y sonrie, sonrie a cámara lenta, sonríe como en esas películas donde se ve el recuerdo de un tipo y todo se relentiza, y si realmente fuera una película comenzaría a sonar "Sunset coming on" de Damon Albarn y aguantaría, esas imágenes aguantarían mucho......

Así, coño, así fue que me lo encontré. Así fue que le vi y no pude evitar el llanto mas profundo de toda mi existencia.

martes, enero 27, 2009

Anónimo sin tiempo

El tipo conduce durante tres horas. Es de noche y va escuchando una emisora de radio que emite programas de poquísimo interes. Se desvía para entrar en un lugar a comer algo y beber. Pide un Sandwich y un refresco y se queda observando a la tipa joven que cobra previamente en la caja. Por la actitud sabe que va a salir en breve, es tarde y seguro que para el resto de la noche alguien viene a sustituirla. Piensa en hablarla, pero no lo hace y se sienta en una mesa cercana a una familia de la que deduce viene de viaje, de algún lugar de la costa. Se siente cansado, muy cansado y mientras mastica el potente sanwich decide pararse en cualquier hotel y seguir al dia siguiente el resto del viaje que acaba de empezar. Bebe el refresco y se queda escuchando a la familia. Una pareja con tres hijas, la mas pequeña escucha atentamente las explicaciones del padre sobre asuntos del tiempo, el hombre habla pedagógicamente sobre la relatividad de este y sobre un cuento de H.G. Wells, la niña escucha con atención, como evitando perder alguna palabra que la límite al tratar de entender tan espinoso asunto. El hombre transforma el cuento adulto y filosófico en una cuento casi infantil y fenomenal. El hombre describe a un tipo que logra acelerarase tanto que ya la realidad se le queda casi estática. La niña pregunta y confiesa en alto que no entiende y el hombre sonrie y contesta: "Ya entenderás". El vuelve a su Sandwich y a su refresco. Se levanta, vacía la bandeja de desperdicios y se va. Mientras abandona el lugar escucha la música que suena desde los altavoces en todo el restaunrant de carretera, es una música que no le gustaa, que incluso le molesta y mira hacia atrás espoerando ver por última vez a la cajera, comprueba con desaliento que ya no está. Al salir se monta en el coche y conduce hasta un hotel que hay casi enfrente pero al que para llegar tiene que girar unos quinientos metros mas adelante. Ve el neón intermitente anunciando en diferentes colores el nombre del hotel. Se acerca. Sabe que el hotel es una antro, un lugar para sexo rápido, pero le da igual. No quiere seguir conduciendo. Se detiene, baja y entra en la recpeción. Un tipo que no contesta el saludo y que apenas le mira le informa de los precios, pide una habitación barata y se sube. Abre la puerta y comfirma lo decrepito del lugar, pero acepta. Se tumba en la cama y apaga el aire acondicionado que está encendido. Se queda unos cuántos minutos pensando en algo inconcreto y suspira. Mira a un lado y lanza la mano en busca del mando a distancia de la TV. Se mueve anárquicamente por canales incomprensibles. Nota algo parecido al vacio en medio del estomago, pero sabe que no es hambre. Nota la luz del neón horrendo y pretencioso del hotel golpeando visualmente las cortinas de la habitación. Las intermitencias del neón, le recuerdan a un corazón, un corazón tocado, hundido, enterrado en un desierto de melacolía, un corazón que palpita incompresible y doloroso y sospecha que su propio corazón debe ser semejante a esa luz. Cambia de canal, un tipo con acento español habla de alguien absolutamente ajeno para él, pero lo hace con una demencia que a el casi le hipnotiza, se queda mirando los gestos, escucha con atención el sonido de esas letras, la Z profunda, las frases casi incomprensibles. El tipo dice una frase que a el casi le hace eco en su cabeza: "No es nadie, no es nadie y lo sabe. Caerá, caerá como lo hacemos todos, pero cuando caiga, su hueco será eterno, infinito. No habrá nadie, nada". El mira el golpe del neón al otro lado y se descubre diciendo muy lentamente y en voz alta, el nombre de la ciudad donde está en ese instante: "Ma-ra-cay". repite varias veces el nombre que en ese momento le suena raro, extraño, irreal. Se levanta, se mira en un espejo y se pregunta de nuevo en voz alta:"¿Que carajo haces en Maracay, chico?. Se viste de nuevo, apaga la televisión y baja hasta el estacionamiento. Arranca el auto y sale, media hora después recuerda el episodio del hotel como algo casi inventado. Conduce y no enciende la radio. Recuerda la cara de la niña y el padre hablando del tiempo y nota, por algo incompresible, por algo extraño, inabarcable que algo ha cambiado. Y si, al final, el tiempo no existe.

viernes, enero 16, 2009

En la máquina del tiempo

Condesador de flujo funcionando. El Delorean marca agosto del 93. Meto las llaves, arranco y alla voy....

miércoles, enero 14, 2009

Víctimas climatológicas

No le gustaba el invierno, no le gustaba la lluvia, el frio, la nieve, las heladas por la mañana, no le gustaba la niebla y quizá por eso le pasó. Al principio pudo parecer una huida, su caracter melancólico llevaba a esa conclusión, pero sólo yo se la verdad. La niebla, una niebla profunda y densa caía sobre el mundo aquella noche. Una niebla que vuelve invisible el metro siguiente, los pueblos, las carreteras las montañas, que lo envuelve todo en una especie de inexistencia. Así aquella noche salió a pasear al perro como tantas noches, fuera verano o invierno, ese paseo rutinario en el que el perro dejaba escapar algunos de los pocos instintos que le quedaban con exitencia dentro de esa vida pseudohumana. EL perro correteo enloquecido ajeno a la niebla, se lanzo calle arriba, dirección el parque, siguiendo la ruta de cada noche, el pis en el árbol, los ritos de la vida de un perro, él que iba por detrás, pensando en el frio y en el trabajo, que en tantas cosas se parecen. El perro se diluyó entre la niebla y él empezó a llamarle, primero suave, luego cada vez mas fuerte, hasta que sintió un golpe de nervios en el estómago,¿Se habría perdido el perro en la niebla?. entró en el parque donde como tantas noches no había nadie y vió como la niebla gigante como un animal milenario se lo iba comiendo, como cada parte de su cuerpo se iba diluyendo en la niebla. Escuchaba los ladridos del perro a lo lejos, desde el mundo de los hombres, él iba entrando si quererlo, en la niebla, se hacía niebla y dejaba de existir. No murió, Pedro Luces, no murió, se volvió niebla, que es como dejar de existir sin perder del todo la existencia

martes, enero 13, 2009

Episodios en la nieve

Jorge, lo sabía, tenía una tendencia exagerada a la épica. Le gustaba sentirse parte de una batalla que se gana en el último momento, cuando ya todos te dan por perdido. Cuando no se cuenta con tu aparición y de repente suenan bombos y platillos. eso le gustaba. Por eso aquella mañana salió de su casa, tras superar la profunda tristeza en la estaba sumido desde que la semana anterior su novia, ahora ex, le había dejado por uno de sus mejores amigos. Esas situaciones que van directo al hígado. Nevaba y pensó que si algo había en ir a la última batalla con nieve era , sobre todo épica. Y salió con fuerza, como si unos violines suaves anunciaran de fondo la que venía. Su intención era recuperar lo que, según él y según sus emociones, había perdido. Caminó mientras los copos de nieve, anormálmente gordos y multitudinarios caían sobre su abrigo, su pantalón, su pelo y su cara. Recorrió el pueblo entero hasta llegar a la zona de chalets donde vivía ella, su ex novia a la que pensaba ganarse en esa batalla a la que caminaba como soldado valiente. El discurso bien aprendido, las emociones a flor de piel y un optimismo que le empujaba sólido hacia el frente. Con lo que no había contado era con eso, con la nevada, que aunque le parecía un elemento hermoso para adornar su espiritú, le sorprendió cuando comprobó que cada copo de nieve que se posaba en alguna parte de su ropa o su cuerpo le iban deshaciendose, le iban transformando en nieve que caía, como cada copo, al suelo. Así fue perdiendo parte de sus pies que iban quedandose junto a otros copos, en una inmensidad blanca. Así fue perdiendo las piernas que ya no estaban asi fue haciendose nieve mientras los copos le rozaban. Un efecto incomprensible y extraño que terminó dejandole esparcido por el suelo del pueblo, en esa capa sin divisiones que era toda la nieve sobre el pueblo. Jorge era épico, pero ahora nieve en el suelo. Quedó así, instalando y esperando el deshielo para volver a ser el, Jorge, una persona. Eso sucedería algún tiempo después. Mientras tanto varias veces tuvo que soportar los pies de se exnovia y su antiguo amigo en paseos románticos en aquel duro invierno.

lunes, enero 12, 2009

Escrito en el horóscopo

Llevaba veinte años escribiendo el horóscopo para un canal de televisión público. Realmente podría haber escrito todos los días de su vida el mismo texto que nadie la hubiera corregido, nadie se hubiera percatado que ese día en el teletexto, el horóscopo había sido exactamente igual que el día anterior y anterior, y anterior; Escorpio: Mal día para decisiones laborales, sorpresa inesperada; Géminis: Recibirás noticias de alguien. Conocerás a una persona nueva,; Libra: Atención a un compañero de trabajo, puede estar perturbando tu camino. No parece que quepa la posibilidad de una llamada para reclamar, una carta de un telespectador indignado con lo que predicción de su vida en el teletexto. Ella cada día llegaba durante esos veinte años y escribía los doce textos, siempre inventados, siempre no corregidos, siempre un valor ínfimo dentro del canal. Un puesto, ella lo sabía, absolutamente prescindible. Vivió la evolución de los ordenadores, al principio pasaba una hoja escrita a máquina, luego correos con una plantilla Excel. Cumplía su horario pacientemente, se relacionaba lo justo con sus compañeros y apenas llamaba la atención. Aquella mañana pareció igual que todas las mañanas, aunque quizá, no se si ahora lo recuerdo o casi lo invento para tratar de comprender, se la notaba algo mas ausente de lo normal. Se fue. Tres días después, seguía sin aparecer, su labor en seguida la hizo alguien, se mando a uno de los becarios a cumplir con la función del horóscopo, pero por el lado humano, varios nos preguntamos el porque de su ausencia, su silencio. Cinco días después apareció la policía. La buscaban. Había asesinado a su marido. Nos interrogaron a todos, nadie pudo aportar nada. El caso, sospecho se fue diluyendo entre otros asuntos, ella desapareció, nadie supo jamás nunca nada. Al cabo de un mes, un inspector apareció, nos pidió el archivo de los horóscopos. Estuvo dos días sentado en la mesa que ella solía ocupar, leyendo documentos excel primero, hojas escritas a máquina después. En su signo, Aries, se podía leer su vida. De alguna manera a través de Aries había ido narrando sus días en el mundo. Confesando y transcribiendo su angustia. Evidentemente la secuencia de Aries de los tres últimos años daban todas las claves del asesinato. Si alguien leyó Aries en el teletexto aquella mañana hubiera leído: "Hoy es el día, alguien que has dejado de querer va a desaparecer". Desde entonces en el teletexto del canal ya no hay horóscopo.

domingo, enero 11, 2009

L en Shanghai

L despertó aquella mañana creyendo que estaba en Shanghai. Creyó eso porque había soñado que estaba paseando por un lugar que ella identificó como Shanghai o que ella creía que debía ser como debe ser Shanghai, porque realmente jamás en su vida había estado allí. Le gustó la idea de haber estado paseando por esa ciudad, le gustó despertar en medio del invierno, en esa mañana de sol y fria y pensar en la posibilidad de que su habitación, incluso su cama, pudieran ser Shanghai. Luego se levantó de la cama y se fue hasta la cocina. En la cocina recordó una calle, luego recordó la cara de su hermana que vivía desde hacía algún tiempo en Barcelona, luego recordó las manos de su ex-marido que vivía en su misma ciudad con una tipa que era de Buenos Aires y pensó que lo mas sensato sería tomarse un café y largarse a Shanghai, aunque sabía que jamás lo haría, pensó que esa decisión, en el fondo hubiera sido la mas acertada. Trató de recordar Shanghai, pero el Shanghai soñado, que había sido un sitio ciertamente agradable para estar, aunque tanta gente dice que Shanghai es una ciudad complicada y dificil, realmente sólo podía ver Shanghai como en el sueño, poco mas. Luego se sentó en una silla, bebió el café y se quedó mirando una forma curiosa que había en el techo, una humedad casi invisible que había ido formando un dibujo poco definido. Terminó el café y se fue hasta la habitación, nunca lo hacía pero en ese momento decidió volver a entrar en la cama, con la idea única de volver a Shanghai. Cerró los ojos y esperó pacientemente a que Shanghai apareciera. Entonces comenzó sintiendo la humedad, aparecieron las primeras calles, el bullicio en una esquina, el olor que recordaba de la vez anterior, esa misma noche, que había estado en Shanghai. La gente con la que se había cruzado esa otra vez. Las caras de la gente caminando, la luz de un dia que termina en la ciudad, el tráfico, los edificios, el asfalto, los bancos, las tiendas, un parque imposible, una fuente, una esquina donde unos chicos fuman. Shanghai en todo su esplendor.

Jamás volvió. Sólo de vez en cuando su hermana dice recibir cartas sin remitente con su letra. Que en las cartas unicamente habla de las calles de Shanghai.

http://www.youtube.com/watch?v=aZocJznZeaE

sábado, enero 10, 2009

Aquí y ahora....Allí y antes o después

Esta es la cuarta vez que arranco este texto. La primera vez iba a hablar de una frase que escuché anoche y que me encantó. La segunda iba a hacer una mala ficción sobre un tipo que se plantea como hubiera sido su vida sino hubiera sido la que es. La tercera era un intento de recrear un recuerdo pero de alguna manera jugar con él. Es decir, he recordado algo y quería escribirlo pero modificandolo, como un intento de modificar tu vida, creo que tenía que ver, inconscientemente con el segundo intento, que a su vez, sin darme cuenta, tenía que ver con el primero. Es decir, el asunto anda por ahí detras y quiere salir sea como sea, de la forma que sea, diafrazado de una cosa u otra, pero quiere salir.

El asunto viene de la vieja duda que creo cada ser humano se plantea de vez en cuando. ¿Como hubiera sido si...?. Es jodido y frágil. El hecho de cruzar o no un semaforo en rojo ya cambia toda tu puta vida. El hecho de haber continuado con uno de los anteriores intentos de este texto hubieran hecho no existir este. Evidentemente el cosmos no se va a resentir demasiado con este mínimo problema, pero algo modifica ya. Aunque sea minimamente mi vida ya no va a ser igual de haber continuado con cualquiera de los intentos anteriores. No se en que va a afectar, eso se iba a plantear el tipo del segundo intento, pero ya ando por un presente realmente distinto a aquel en el que estuve a punto de entrar hace unos minutos. Es sábado, de haber seguido con los otros textos, seguiría siendo sábado, pero seguramente ya hubiera terminado de teclear y me hubiera levantado de esta silla. De algún modo hay un Henry S. paseandose por el salón. Iba a escribir duchandose, pero hace un rato he comprobado que no hay agua. Y eso, eso si que modifica las cosas.

viernes, enero 09, 2009

In the flowers

La situación era dificil, pero en el mismo instante en el que entró la parte mas fuerte y rítmica de la canción, descubrió que era ahí, en esa canción, a lo largo de todas sus partes, donde quería vivir el resto de sus dias. El capricho, el deseo era absolutamente complejo. Uno puede querer vivir en Berlín y aunque se lance a esa nueva vida sin trabajo, sin casa, sin nada, se puede alcanzar con cierta facilidad vivir en Berlín. A algunos les pasa en vacaciones, se enamoran de esa isla griega en la que pasaron tres dias que parecieron irreales y sospechan equivocadamente que la vida ahí podría ser eternamente así, una constante irrealidad. La vida es una constante irrealidad donde se viva. Incluso en Barquisimeto. Pero el asunto que nuestro protagonista, que sospecho mucho tiene que ver con el que escribe, se complicaba a la hora de escoger como lugar ideal para vivir una canción. Había algo en ese arranque que ya le llevaba a un terreno ciertamente especial. Una especie de antesala bastante enigmática y de tan enigmática resultaba potentemente mágica. Luego al cabo de un minuto o minuto y medio la canción rompe y se entra, la antesala queda atrás y ya se está en una especie de ensueño en el que se gira agradablemente por un espacio bastante poroso, desenfocado y diluido. Así que aquella mañana en la que nevaba como si jamás hubiera nevado y las carreteras de acceso a la ciudad se quedaban bloqueadas y el tipo se quedaba en un edificio gigante y robótico encerrado sin poder volver a casa, decidió irse a vivir a ese inalcanzable lugar. Abrió los auriculares, redujo el tamaño de su cuerpo y se coló en In the flowers de Animal Collective

jueves, enero 08, 2009

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21:45. Madrid. España

Un tipo corre Castellana abajo. Lleva buen ritmo mientras sus zancadas, por un juego que sólo el se propone, van a ritmo de la canción que suena en su oidos. En el instante que cruza por debajo del puente de Ruben Dario, mira una escultura y piensa en el destino. Por razones complejas, el corredor no cree en el destino, o un camino vital, a menudo piensa que esto, la vida en la tierra, se hila a cada segundo sin ninguna continuidad, que la continuidad es cosa que le da luego nuestra memoria, pero que esto son instantes despedigados unos detrás de otros. Sin embargo, durante dos segundos mientras la canción sube el ritmo y el se ve obligado a correr con mayor intensidad, piensa que podria haber algo parecido al destino. Dos segundos en los que duda. La canción se acaba, empieza otra.

15:44 Barqusimeto. Venezuela

La mujer ha bajado del coche y ha mirado hacia la puerta del colegio. La niña no viene todavía y se queda mirando ese camino que lleva hasta la puerta y que tantas veces ella recorrió en tardes que se han ido enquistando en la memoria y que ahora dificilmente vienen. Ha recordado aquella sensación de salir de clase. La vez que apareció un chico en la puerta. ¿Que carajo será de ese chico?. Ella si cree en el destino

18:47 Charlotte. EE.UU.

Ha bajado del coche y ha mirado el cielo. Hoy hace un frio del carajo y da la sensación de que hiciera frio en todo el planeta. Ha pensando en ese ejercicio casi inconsciente de mirar el cielo. Se mira casi sin mirar, pero esperando siempre alguna gracia celestial. Una luna llena, una avión que pasa, una forma llamativa en alguna nube, lo que no esperaba era ver un satelite pasando como el que no quiere la cosa, ha sonreido y ha pensado en el destino y en el paso del tiempo.

19:55 New York. EE.UU.

Ha abierto la puerta de su apartamento y ha sentido un golpe de nostalgia. ha encendido varias luces y se ha puesto a mear. Mientras mea piensa que hace mucho que no lee y siente un leve golpe de culpa a la altura de la sien. Tira de la cadena, apaga la luz y se quita la ropa en su habitación. Selecciona un libro con la buena intención de recuperar las lecturas. Se lanza en esa butaca comoda que compró cuando recien alquiló el apartamento, arranca la lectura, pero la concentración se va al carajo. No se culpe a nadie, piensa, este destino finalmente lo escogí yo.

16:46 Buenos Aires. Argentina

Esta tecleando en el ordenador. Hay tres ventanas abiertas. En una escribe: "Comprese una avioneta", en otra pone "Llegamos a mediodia" y en la tercera escribe
" Está muy bien".

17:45 Boadilla del monte. España

Escribe otro texto. Si hay algo liberador en todo esto es que en el fondo nadie juzga. Escribe y sonrie, publica. En el fondo esto es lo mas serio que hago, se dice. Hoy ha sido en dia extraño, se está tan bien de vacaciones y la vuelta siempre tiene algo de cruel, como si el destino jugase a las cartas. Se va pronto de la oficina. Al pisar la calle siente que por primera vez el invierno se le esta haciendo duro.

18:37 Rio de Janeiro. Brasil

Creo que no voy a volver. Finalmente mi destino estaba aquí


miércoles, enero 07, 2009

El principio del universo

Ella miraba con cierta continuidad la forma del mundo desde esa azotea. Bien visto Caracas podría ser el principio del universo. El nunca había visto el mundo desde ahí arriba y ciertamente se sintió cómodo y le gustó que el universo comenzara desde esa azotea y se fuera perdiendo a lo lejos. Ella bien podría haber salido volando, no lo haría, pero casi parecía que lo pudiera hacer, subirse al muro y lanzarse hacía arriba, no hacía abajo, ni hacía el centro, sino hacia arriba y seguir desde ese principio del universo hacia lo lejos. De haber sido asi a el le hubiera encantado seguir tras ella, saltar también y comprender que Caracas desde ahí parece un animal gigante. LO que si hiceron fue bajar de la azotea y darse un beso y despedirse. Ella entonces siguió calle arriba y comenzó una vida que ahora resulta inabarcable, porque toda vida en el fondo es inabarcable cuando se la mira con cierta distancia, pero ella se fue por la primera avenida y siguió. Iría pasando esquinas y resulta complejo descifrar todo el cámino. El se fue hacia la izquierda. La imagen es clara, dos puntos que se van distanciando considerablemente en la esfera. Hay está el resto, que es todo. Cada punto lleva su rumbo. El luego sin recordarlo del todo pensó muchas veces en como la gente con la que te vas cruzando va desapareciendo, vas perdiendo el rastro y como esa gente lleva su vida. Siempre hay una imagen de pasado, pero esa gente vive. Ahora mismo están vivos. Siempre pensó en esa imagen: En el presente, en ese instante preciso aquellos de los que dejamos de saber están viviendo. Mientras el trabaja y recorre un pasillo de un edificio cualquiera, los que se han diluido en el pasado están en algún lugar del globo haciendo su vida. Conduciendo un coche, recogiendo la casa, escribiendo un mail, duchandose, en la compra, trabajando, fumando, haciendo el amor, cambiandose de casa, de viaje, hablando por teléfono, bailando. La gente de la que dejamos de saber esta ahora mismo haciendo cosas, es obvio, pero no tanto. El caso es que años después, en la misma azotea coincidieron por un azar que es conveniente no tratar de comprender. Ella miraba, como entonces, la forma del universo dese ahí, con la certeza, ahora si, de que realmente el principio del universo es justo ese punto. El llegó por detrás, la miró y aceptó esa verdad. Y así se quedaron toda la tarde viendo como el sol se esconde por detrás de algunos edificios de Caracas, que es, sin duda alguna, el principio realmente hermoso de todo esto.

lunes, enero 05, 2009

Extraños en invierno

Escribió mas de doscientas setenta cartas aquella noche. Cuando llegó el amanecer las quemó. Se fue a la cama y soñó con Roma o algo que le pareció un imperio y en el que el pintaba algo. Al despertar llovía torrencialmente y hacia un frio humedo y jodido que se le metió en los huesos. Se asomó a la ventana y comprobó que el mundo seguía en su sitio, si es que hay sitio para algo o alguien. Cerró la ventana y se duchó, mientras se duchaba tarareó una canción que se estaba inventando. Pensó en las cartas quemadas y en esos destinatarios que en el fondo no eran mas que siempre el mismo y siguó cantando. Se secó y volvió a pensar en ese destinatario que eran todas las personas que había en el mundo con la cabeza de uno sólo. Ese destinatario eran miles de personas con una sóla cara y esa cara que le ponía a esa suma de personas era una cara inolvidable pero inventada. Salió a la calle, caminó durante horas. A media tarde vió a la que consideró la mujer mas hermosa del mundo y no supo que hacer. En esa cara se acababa su silencio o ese sentimiento extraño en el que habitaba desde hacia algunos años, seguirla hubiera sido un delirio, así que la dejó ir. Pensó que esa mujer debería ser la destinataria de las doscientas setenta cartas quemadas al amanecer de ese dia. Miró el cielo era de noche. Caminó, siguió caminando. Pensó que las aceras son el lugar mas extraño del mundo. Pensó que caminar entre la gente es un acto complejo, pensó que los paraguas son el peor remedio, pensó que el futbol tiene algo de picassiano, pensó que el tráfico es la metáfora mas exacta de todas las metáforas. Pensó que una ciudad son calles y que cada calle podría estar en cualquier ciudad, pero que solo una calle junto a otra y a otra hacen una ciudad única. En realidad lo que hace el espiritú de las ciudades son las esquinas. En las esquinas está el secreto. Pensó en la identidad y como esta se transforma, como se es y no se es siempre el mismo.

Volvió a casa, escribió ciento veinte cartas y estas no las quemó. Al dia siguiente se las dió a una mujer en el metro.

domingo, enero 04, 2009

Nuevas situaciones no vitales

He saltado por la ventana y he dejado todo atrás. He estado volando algo mas de tres segundos y al llegar al suelo no he sentido nada especial. No ha habido pasillo con luz al final, no ha habido voces, ni un recorrido brutal con las imagenes de toda mi vida. Simplemente ha sido como quedarse dormido. Luego si, podría decirse que hay vida después de la muerte o una nueva situación, porque caminas, respiras e incluso sientes las cosas en la piel, pero de momento no me he cruzado con nadie. La ciudad es la misma pero como si estuviera vacia. Realmente da la sensación de no haber nadie, aunque es dificil saber porque realmente me he muerto hace muy pocos segundos y tampoco debería sacar todavía conclusiones. Al abrir los ojos, honestamente, me he arrepentido. Joder, no debería ser siempre tan impulsivo. No todo se tiene que solucionar pr la via radical, podría haber sido paciente, esperado a ver el curso de las cosas, pero me he lanzado sin pensar en las consecuencias y ahora estoy muerto, y bueno, preferiría no estarlo, pero esto no tiene vuelta atrás. Cuandos se está muerto se está, aquí no hay arrepentimientos ni oportunidades de volver atrás. Me he sentado en un banco de esta ciudad vacia y me he pesto a pensar, primero he pensado en cosas de la vida que acababa de dejar atrás, he tratado de ponerme solemne, pensar en todos esos años que habían sucedido en el lado de la existencia, pero realmente estaba tan enfadado conmigo mismo que no me he podido concentrarme y lo he dejado. He caminado por las calles de esta nueva ciudad que es la ciudad de siempre y al cabo de unos cuántos minutos he visto gente al final de una calle, casi he corrido para hablar con ellos, para contrastar opiniones sobre el espinoso asunto de estar muertos, pero cuando estaba a punto de darles alcance han desaparecido, en una especie de efecto visual bastante sorprendente y bien hecho. Ahí, realmente ahí me he dado cuenta que lo de estar muerto tiene otras virtudes, la realidad no es como la de la vida. He seguido caminando y en eso estoy. Me gustaría llevar un diario de mi muerte, de mi vida de muerto para dentro de setecientos años sacar alguna conclusión. Sólo espero que aquí finalmente haya gente, porque si no estar muerto es un verdadero aburrimiento.

sábado, enero 03, 2009

Una llamada atemporal

Una voz a las cinco de la mañana que viene desde 10 años atrás. El tiempo es no ya plastilina, el tiempo es una cosa bastante amorfa con enorme facilidad para expandirse y sustraerse en direcciones imposibles. Son las cinco de la mañana y sueño. Sueño que juego a las cartas y que, sin saber a que juego estoy jugando, tengo una mano increible. Juego y estoy seguro de mi juego, esas cartas me van a hacer ganar. Suena el teléfono desde diez años atrás, suena en la mesilla, pero la llamada es una llamada de diez años antes y oigo a Flix y a Raydan hablandome desde diez años antes, mas aún, quince o doce. Hablan desde un wolswagen rojo viejo y desde el que puedo oir sonando una vieja cinta donde suena Beck, el disco Mellow Gold. Raydan me habla de entonces y dice el nombre de mi colegio y ahí despierto del todo,con el juego de cartas interrumpido a medias y una lluvia poderosa que revienta en la calle, recuerdo mi colegio y me imagino mi colegio lloviendo, la lluvia que cae por unas escaleras que había por la parte de atrás, donde una vez me estuve retozondo como un animal con una amiga. Raydan me habla desde doce años atrás y le oigo ahora, aquí, en el arranque del 2009, y su voz viene desde 1995 o 1996, y a su lado oigo a Flix que me dice que estoy que oigo lo tengo que escribir y, ahora que ya ha amanecido, que han pasado unas cuántas horas desde esa llamada de hace doce o trece años, lo escribo sin saber si Flix o Raydan de 2009 lo irán a leer. El tiempo, en cualquier caso, siempre es una cosa atemporal

viernes, enero 02, 2009

El pasado siempre vuelve

En el último momento decidií comprarme el billete e irme de viaje. Podría pintarlo de mil maneras, pero basicamente estaba cansado de ciertas rutinas o de la rutina en si misma. La rutina basicamente es una, una masa o una especie de marea o un muro, sobre todo un muro, un muro donde podría sonar una canción delicada y hermosa, pero siempre la misma. LA rutina, no existe, porque la rutina en realidad lleva algo de repetición y todos sabemos que las repeticiones no existen. EN realidad la rutina es un invento para creernos que las cosas no están, constantemente, cambiando y ese invento es el que de vez en cuando te puede coger desprevenido y cansarte, o no tanto cansarte sino dejarte desubicado en un espacio aereo. Así que cansado de la rutina cogí billete y me largué. Cambié, por decirlo de algún modo, de espacios aereos.

Aterricé en Caracas, cogí un autobus hasta Maracay, allí me asocié con dos alemanes, que como yo, iban a Choroní en taxi. El taxista iba borracho y juro que el viaje por la montaña rusa esa que separa MAracay de Choroní fue un delirio. El tipo llevaba una velocidad de locos y hablaba de un poeta de Maracay que nadie conocía pero que era un poeta sublime o eso nos decía mientras los alemanes y yo mirabamos la aguja enloquecida de la velocidad mientras esa carretera se iba retorciendo estrecha en curvas no ya de vertigo sino de histeria, sino grité fue por que el aleman mas bajito estaba mas asustado que yo. El taxista hablaba del poeta que no existia o de un poeta extraño que decía conocer sólo el y que vivía en su barrio a las afueras de Maracay. LLegamos a Choroní y el aleman mas bajito y yo besamos el suelo, pagamos al taxista y rezamos interiormente para no volver a oir hablar, jamás, de ese poeta desconocido. EL taxista, amable como todo taxista de MAracay, nos abrazó y se largó. Yo miré el malecón y el cielo cubierto de nubes, olía a hamburguesa y a marihuana y me apetecieron ambas cosas. Sólo conseguí hamburguesa.

Por la tarde me senté en el malecón, miré hacia el mar durante casi una hora, pensé en Ana, de la que tantos años hacía que no sabía nada. Me vino su imagen y traté de imaginar sus cambios físicos, evidentemente no los supe adivinar. Me volví a la habitación que había alquilado y me tumbé en la cama. Me quedé dormido. Soñé con medusas o algo que creo pensar que son medusas, soñé con un poeta y soñé con una calle cercana al terminal de autobuses de Maracay. Desperté. Volví al MAlecón, era casi de noche y volví asentir el olor de marihuana. Miré a los lados y descubrí un grupo de chicos fumando monte, con descaro me acerqué y rogué un poco. FUmé como si aquello fuera algo necesario para los ciclos vitales. En seguida noté que aquel monte era bastante mas fuerte de lo que yo estaba costumbrado en todos estos años. Me dió un golpe mental, recordé el bajo de "One of these days" de pink floyd y me pareció estar en una secuencia parecida a la repetición obsesiva de las notas de ese bajo. Es decir, el cosmos me pareció una repetición de notas que se diluyen unas con las otras. LAs olas, asi me lo demostaron. Noté un dolor en una muela y estuve unos cuántos minutos interpretando esa forma de dolor. Pensé, idiotizado: "Mi cuerpo me habla". Luego me sonreí, la marihuana confunde muchas cosas, pero sobre todo la obnulación con la brillantez. Luego pensé en Ana y creo que me volví a la habitación y me ejercité. Me quedé dormido y soñe con el aleman mas bajito.

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