martes, enero 27, 2009

Anónimo sin tiempo

El tipo conduce durante tres horas. Es de noche y va escuchando una emisora de radio que emite programas de poquísimo interes. Se desvía para entrar en un lugar a comer algo y beber. Pide un Sandwich y un refresco y se queda observando a la tipa joven que cobra previamente en la caja. Por la actitud sabe que va a salir en breve, es tarde y seguro que para el resto de la noche alguien viene a sustituirla. Piensa en hablarla, pero no lo hace y se sienta en una mesa cercana a una familia de la que deduce viene de viaje, de algún lugar de la costa. Se siente cansado, muy cansado y mientras mastica el potente sanwich decide pararse en cualquier hotel y seguir al dia siguiente el resto del viaje que acaba de empezar. Bebe el refresco y se queda escuchando a la familia. Una pareja con tres hijas, la mas pequeña escucha atentamente las explicaciones del padre sobre asuntos del tiempo, el hombre habla pedagógicamente sobre la relatividad de este y sobre un cuento de H.G. Wells, la niña escucha con atención, como evitando perder alguna palabra que la límite al tratar de entender tan espinoso asunto. El hombre transforma el cuento adulto y filosófico en una cuento casi infantil y fenomenal. El hombre describe a un tipo que logra acelerarase tanto que ya la realidad se le queda casi estática. La niña pregunta y confiesa en alto que no entiende y el hombre sonrie y contesta: "Ya entenderás". El vuelve a su Sandwich y a su refresco. Se levanta, vacía la bandeja de desperdicios y se va. Mientras abandona el lugar escucha la música que suena desde los altavoces en todo el restaunrant de carretera, es una música que no le gustaa, que incluso le molesta y mira hacia atrás espoerando ver por última vez a la cajera, comprueba con desaliento que ya no está. Al salir se monta en el coche y conduce hasta un hotel que hay casi enfrente pero al que para llegar tiene que girar unos quinientos metros mas adelante. Ve el neón intermitente anunciando en diferentes colores el nombre del hotel. Se acerca. Sabe que el hotel es una antro, un lugar para sexo rápido, pero le da igual. No quiere seguir conduciendo. Se detiene, baja y entra en la recpeción. Un tipo que no contesta el saludo y que apenas le mira le informa de los precios, pide una habitación barata y se sube. Abre la puerta y comfirma lo decrepito del lugar, pero acepta. Se tumba en la cama y apaga el aire acondicionado que está encendido. Se queda unos cuántos minutos pensando en algo inconcreto y suspira. Mira a un lado y lanza la mano en busca del mando a distancia de la TV. Se mueve anárquicamente por canales incomprensibles. Nota algo parecido al vacio en medio del estomago, pero sabe que no es hambre. Nota la luz del neón horrendo y pretencioso del hotel golpeando visualmente las cortinas de la habitación. Las intermitencias del neón, le recuerdan a un corazón, un corazón tocado, hundido, enterrado en un desierto de melacolía, un corazón que palpita incompresible y doloroso y sospecha que su propio corazón debe ser semejante a esa luz. Cambia de canal, un tipo con acento español habla de alguien absolutamente ajeno para él, pero lo hace con una demencia que a el casi le hipnotiza, se queda mirando los gestos, escucha con atención el sonido de esas letras, la Z profunda, las frases casi incomprensibles. El tipo dice una frase que a el casi le hace eco en su cabeza: "No es nadie, no es nadie y lo sabe. Caerá, caerá como lo hacemos todos, pero cuando caiga, su hueco será eterno, infinito. No habrá nadie, nada". El mira el golpe del neón al otro lado y se descubre diciendo muy lentamente y en voz alta, el nombre de la ciudad donde está en ese instante: "Ma-ra-cay". repite varias veces el nombre que en ese momento le suena raro, extraño, irreal. Se levanta, se mira en un espejo y se pregunta de nuevo en voz alta:"¿Que carajo haces en Maracay, chico?. Se viste de nuevo, apaga la televisión y baja hasta el estacionamiento. Arranca el auto y sale, media hora después recuerda el episodio del hotel como algo casi inventado. Conduce y no enciende la radio. Recuerda la cara de la niña y el padre hablando del tiempo y nota, por algo incompresible, por algo extraño, inabarcable que algo ha cambiado. Y si, al final, el tiempo no existe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Increible...acabo de tener un deja vu.

...o lo soñé? Gracias al título, no trato de conseguirle fecha a este post. Comprobé que el tiempo no existe, pero los grandes amigos son para siempre.


C.L.

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