viernes, enero 02, 2009

El pasado siempre vuelve

En el último momento decidií comprarme el billete e irme de viaje. Podría pintarlo de mil maneras, pero basicamente estaba cansado de ciertas rutinas o de la rutina en si misma. La rutina basicamente es una, una masa o una especie de marea o un muro, sobre todo un muro, un muro donde podría sonar una canción delicada y hermosa, pero siempre la misma. LA rutina, no existe, porque la rutina en realidad lleva algo de repetición y todos sabemos que las repeticiones no existen. EN realidad la rutina es un invento para creernos que las cosas no están, constantemente, cambiando y ese invento es el que de vez en cuando te puede coger desprevenido y cansarte, o no tanto cansarte sino dejarte desubicado en un espacio aereo. Así que cansado de la rutina cogí billete y me largué. Cambié, por decirlo de algún modo, de espacios aereos.

Aterricé en Caracas, cogí un autobus hasta Maracay, allí me asocié con dos alemanes, que como yo, iban a Choroní en taxi. El taxista iba borracho y juro que el viaje por la montaña rusa esa que separa MAracay de Choroní fue un delirio. El tipo llevaba una velocidad de locos y hablaba de un poeta de Maracay que nadie conocía pero que era un poeta sublime o eso nos decía mientras los alemanes y yo mirabamos la aguja enloquecida de la velocidad mientras esa carretera se iba retorciendo estrecha en curvas no ya de vertigo sino de histeria, sino grité fue por que el aleman mas bajito estaba mas asustado que yo. El taxista hablaba del poeta que no existia o de un poeta extraño que decía conocer sólo el y que vivía en su barrio a las afueras de Maracay. LLegamos a Choroní y el aleman mas bajito y yo besamos el suelo, pagamos al taxista y rezamos interiormente para no volver a oir hablar, jamás, de ese poeta desconocido. EL taxista, amable como todo taxista de MAracay, nos abrazó y se largó. Yo miré el malecón y el cielo cubierto de nubes, olía a hamburguesa y a marihuana y me apetecieron ambas cosas. Sólo conseguí hamburguesa.

Por la tarde me senté en el malecón, miré hacia el mar durante casi una hora, pensé en Ana, de la que tantos años hacía que no sabía nada. Me vino su imagen y traté de imaginar sus cambios físicos, evidentemente no los supe adivinar. Me volví a la habitación que había alquilado y me tumbé en la cama. Me quedé dormido. Soñé con medusas o algo que creo pensar que son medusas, soñé con un poeta y soñé con una calle cercana al terminal de autobuses de Maracay. Desperté. Volví al MAlecón, era casi de noche y volví asentir el olor de marihuana. Miré a los lados y descubrí un grupo de chicos fumando monte, con descaro me acerqué y rogué un poco. FUmé como si aquello fuera algo necesario para los ciclos vitales. En seguida noté que aquel monte era bastante mas fuerte de lo que yo estaba costumbrado en todos estos años. Me dió un golpe mental, recordé el bajo de "One of these days" de pink floyd y me pareció estar en una secuencia parecida a la repetición obsesiva de las notas de ese bajo. Es decir, el cosmos me pareció una repetición de notas que se diluyen unas con las otras. LAs olas, asi me lo demostaron. Noté un dolor en una muela y estuve unos cuántos minutos interpretando esa forma de dolor. Pensé, idiotizado: "Mi cuerpo me habla". Luego me sonreí, la marihuana confunde muchas cosas, pero sobre todo la obnulación con la brillantez. Luego pensé en Ana y creo que me volví a la habitación y me ejercité. Me quedé dormido y soñe con el aleman mas bajito.

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