miércoles, enero 07, 2009

El principio del universo

Ella miraba con cierta continuidad la forma del mundo desde esa azotea. Bien visto Caracas podría ser el principio del universo. El nunca había visto el mundo desde ahí arriba y ciertamente se sintió cómodo y le gustó que el universo comenzara desde esa azotea y se fuera perdiendo a lo lejos. Ella bien podría haber salido volando, no lo haría, pero casi parecía que lo pudiera hacer, subirse al muro y lanzarse hacía arriba, no hacía abajo, ni hacía el centro, sino hacia arriba y seguir desde ese principio del universo hacia lo lejos. De haber sido asi a el le hubiera encantado seguir tras ella, saltar también y comprender que Caracas desde ahí parece un animal gigante. LO que si hiceron fue bajar de la azotea y darse un beso y despedirse. Ella entonces siguió calle arriba y comenzó una vida que ahora resulta inabarcable, porque toda vida en el fondo es inabarcable cuando se la mira con cierta distancia, pero ella se fue por la primera avenida y siguió. Iría pasando esquinas y resulta complejo descifrar todo el cámino. El se fue hacia la izquierda. La imagen es clara, dos puntos que se van distanciando considerablemente en la esfera. Hay está el resto, que es todo. Cada punto lleva su rumbo. El luego sin recordarlo del todo pensó muchas veces en como la gente con la que te vas cruzando va desapareciendo, vas perdiendo el rastro y como esa gente lleva su vida. Siempre hay una imagen de pasado, pero esa gente vive. Ahora mismo están vivos. Siempre pensó en esa imagen: En el presente, en ese instante preciso aquellos de los que dejamos de saber están viviendo. Mientras el trabaja y recorre un pasillo de un edificio cualquiera, los que se han diluido en el pasado están en algún lugar del globo haciendo su vida. Conduciendo un coche, recogiendo la casa, escribiendo un mail, duchandose, en la compra, trabajando, fumando, haciendo el amor, cambiandose de casa, de viaje, hablando por teléfono, bailando. La gente de la que dejamos de saber esta ahora mismo haciendo cosas, es obvio, pero no tanto. El caso es que años después, en la misma azotea coincidieron por un azar que es conveniente no tratar de comprender. Ella miraba, como entonces, la forma del universo dese ahí, con la certeza, ahora si, de que realmente el principio del universo es justo ese punto. El llegó por detrás, la miró y aceptó esa verdad. Y así se quedaron toda la tarde viendo como el sol se esconde por detrás de algunos edificios de Caracas, que es, sin duda alguna, el principio realmente hermoso de todo esto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo digo que más de uno lee...si no lo hacen se estan privando de algo grandioso, como enterarse que Caracas tiene los comienzos más cálidos del universo y que hay azoteas en las que es lo mismo un escape que un refugio.

Todos estos posts narrados en el estilo único y entrañable en que sólo Henry S. puede hacerlo.

Gracias. Me ha conmovido tremendamente.

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