viernes, enero 30, 2009

Ahí va

Salí de casa y empecé a correr. Inicialmente debía ir hasta el trabajo, así que me fui por el camino de siempre corriendo, sabiendo que el traje llegaría empapado por culpa de la tormenta que caía. Corrí rápido, no paré, pero cuando me vi debajo del edificio de oficinas no pude parar, seguí, seguí corriendo con el traje empapado y lancé el maletín contra el suelo, justo donde había un charco y corrí, corrí avenida arriba. La lluvia era dura, unas gotas del tamaño de piedras formaban pseudo rios que venían avenida abajo, arrastrando hojas y algún papel perdido. Me vi fuerte y lancé la chaqueta del traje. Me gustaba sentir el golpe de la corbata en anárquico movimiento, ese baile que formaba en el aire al ritmo que abajo marcaban mis piernas. Corrí y salí de la ciudad, fui por la carretera mientras el movimiento de nubes en el cielo aclaraba la mañana y asomaba lentamente el sol a la manera de un rito milagroso. Corrí, pasé la primera ciudad que dejé a un lado, ya todo era sol y no quedaban restos de lluvia, decidí deshacerme de la corbata y avanzar. Crucé la frontera, corrí por el país vecino viendo algunas de sus costumbres marcadas en los pueblos que iba pasando, atravesé su hermoso sistema montañoso y seguí. Corrí el continente entero, alcancé otras culturas lejanas, otras formas de vida y seguí corriendo, llegue hasta el mar y noté que mi velocidad me permitía hacerlo, mis pies no se hundían y parecía el océano una pista deslizable donde correr era lo mas natural. Alcancé islas, otros continentes y seguí. Seguí años, una vida entera hasta que un letrero lejano me indicaba la meta. Al llegar no había nadie, pero sentí la satisfacción del que termina, del que llega, y me tumbé en el cesped a mirar y coger un poco de aire.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bárbaro Henry. Yo he corrido todos estos días y, al ver que no avanzaba, me bajé de la rueda y me dí cuenta de que era un juguete para hamsters.

Cómo haces para poder escribir así?


C.L.

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