miércoles, abril 30, 2008

Perseguidores

Se encontraron al lado del río. Era un día húmedo y gris, apenas se saludaron hicieron con toda la brevedad posible del mundo el intercambio y se volvieron a separar. Uno cruzó hacia el centro, el otro no se sabe donde fue. El que fue hacia el centro se metió en un restaurante asiático de precios bajos, el comedor estaba en el sótano y a esa hora estaba atestado de gente de las oficinas cercanas que comía con cierta rapidez y que mientras hablaban de conversaciones de las que nadie, jamás, se acordaría. Pidió un California Maki una cerveza y comió con rapidez. En una de las mesas vio a un hombre comer y leer un libro en castellano o un idioma que a el le pareció castellano. Terminó de comer, pagó y salió a la calle, había empezado a llover y caminó hacía una estación de metro cercana. Compró un billete y se fue hacia Clapham. Salió, seguía lloviendo, recorrió unas cuantas calles que en ese instante le parecieron tristes, o algo diferente pero cercano a la tristeza. Sintió que en realidad todo era un error, esas calles, esa lluvia, ese ruido, que su propia vida era un fallo, un desvío, una alteración innecesaria, un desorden del destino. Miró de nuevo el papel, verificó el nombre de la calle y siguió caminando. Britannia Close. De repente comenzó a llover aún mas fuerte, se tapó la cabeza con la capucha de su abrigo y suspiró. Esperó en la esquina, al principio de la calle, o al final, donde muere, donde deja de existir, donde la calle cambia de nombre y ya es otra. Vio entonces la figura que debía reconocer, la misma y única manera de caminar. Los pasos golpeando el suelo, las suelas chocando contra las gotas de lluvia que resisten en el suelo algunos minutos, como mucho algunas horas, antes de desaparecer. Se olió las manos, sintió el olor que aún arrastraba de la comida del restaurante. Recordó, sin saber porque, el título de ese libro que había visto en el hombre que comía en el restaurante y que el sospechaba que era castellano. Recordó a ese hombre y supo, en ese instante, lo comprendió como se comprenden las cosas, de repente, casi sin transición, una puerta que se abre y se ve una sala nueva, una habitación que desconocíamos, un lugar que era invisible y que solo la puerta nos desvela con facilidad e instantáneamente. Así, con esa misma velocidad, con esa misma claridad comprendió que ese hombre era el que en ese instante estaba colocando el cañón de una pistola en su nuca, no se dio la vuelta, no hizo falta, lo comprendió. Suspiró y vio que la figura, la otra figura, la de la que el estaba pendiente, la que el ahora debía perseguir se perdía por la otra acera bajo la lluvia de Londres. Suspiró mientras sentía el peso del metal, ese frío que bajaba por la columna y que le producía una sensación parecida al vacío. Cerró los ojos, aunque supo también que esa pistola jamás sonaría, jamás retumbaría en esa esquina. Volvió a recordar el título impronunciable, complejo, lejano, indescifrable pero que recordaba letra a letra: "La invención de Morel”

martes, abril 29, 2008

Pinceladas de un microcosmos

Está por un lado la perseguidora de artistas. Están, por supuesto, los artistas. Fotógrafos, pintores y algún escultor. Están los arquitectos. Están los críticos. Está el camello. Está el que tiene una sala de exposiciones. Está el que vive de la obra de los artistas. Está el trepador, que lleva toda la noche de un lado al otro. Está el del dinero, el que en el fondo hace circular toda esa maraña. Esta el romántico que quiere ser artista y que se mete ahí dentro porque hasta ahí hay algo que aprender. Estan los comisarios de exposiciones. y están todos cruzandose entre ellos. El pintor con el de la pasta, el arquitecto con el comisario, el escultor con la perseguidora de artistas, el romántico con el crítico. Están todos curzandose de un lado para otro y hay un bullicio constante. La clave es poner a parir al otro. El pintor al otro pintor o al comisario. El comisaro al de la pasta, el crítico a todos (De eso vive), el trepador malmete y suelta primicias pero no habla mal de nadie. todos a la perseguidora. La perseguidora está en el baño, es lunes, es tarde y mañana trabaja, por que ella si tendrá que levantarse a las siete y coger el metro y meterse en un oficina, pero aguanta y se droga. Así lleva quince años, mas, veinte. Está en el baño y se ve mayor. Ya es mayor, pero sale y diluye cualquier tormento. No hay espacio para el dolor, no al menos en esa fiesta. El fotógrafo dice que es músico y que aquí no hay músicos, porque esos van en otro bloque, parecido, pero algo diferente. Y el crítico cuenta que uno de los escultores se acostó con la exnovia del comisario y que esté, por eso, no le incluyó en aquella exposición en la que el de la pasta no le pagó todo lo que había pedido y que desde entonces el comisario y el de la pasta casi no se hablan y que la única relación que tienen es comercial, y todo eso se lo cuenta al camello, que nose pierde una, y que nadie lo sabe pero que cuando está en casa, a solas, cuando nadie le ve, también pinta. Y eso si, jamás se droga...

lunes, abril 28, 2008

Imperfectos

Julio Machado Valderrama se quedó entonces doscientos diecinueve minutos mirando el último brochazo que había lanzado sobre aquel lienzo en el que llevaba trabajando mas de seis dias seguidos, con breves espacios de descanso. El intento inicial de Julio era crear un cuadro simple, o simple en apariencia, simple al mirarse, pero de un excesiva complejidad. Sobre un fondo excesivamente blanco, y eso lo pensaba ahora Julio, y no mientras cubrió ese fondo con aquel blanco impoluto, quería imprimir un brochazo negro, simple, un trazo único que atravesara el lienzo en 48º grados aproximadamente desde la esquina inferior izquierda hacía la esquina superior derecha. El fondo blanco, que ahora le parecía tan imposible, tan excesivo, le pareció inicialmente un canto al optimismo. Un blanco casi puro en el que algunos minutos pensó que era el lugar ideal para zambullirse. Sin embargo ese blanco ahora le parecía polémico, de dificil convivencia. El blanco casi puro y esa linea irregular, ancha y creciente negra eran un dialogo complejo y que a Julio le parecía casi violento, demasiado separados, demasiado ajenos, como si no vivieran en el mismo lienzo. El brochazo negro no le satisfacía, tampoco el blanco de fondo. Y en ese dilema llevaba los ultimos doscientos diecinueve minutos, ya casi doscientos veinte. Cubrió de blanco de nuevo el Lienzo, borró ese brochazo negro irreal y poco concreto y miró el lienzo durante sesenta y siete minutos mas. El blanco era hermoso, eso era cierto. El blanco entero, como un universo puro, como un viaje etereo. El blanco así visto era la esencia de las cosas, pero era incapaz de vivir con nada mas. El blanco era entonces casi una dictadura en ese lienzo cruel y obsesivo. Probó con rojos. El resultado era un blanco malviviendo con el dolor. Probó con naranjas, el reusltado era un blanco malviviendo con el nervio. El marrón parecía un amancha desagradable, el verde un universo sin mucha profundidad. El blanco así gobernaba todo y hacía inutil la existencia de lo demñas sobre si mismo. Les borraba su esencia, aniquilaba las buenas intenciones. Era agradable aquel blanco solo, pero nda podía entrar en ese universo. A todo le estaba negada la entrada. Julio miró el lienzo, tan contrario a los autoritarismos, y sintió rabía, un ataque de violencia contra aquel blanco desalmado, por mas que pareciese el reflejo del alma, de un alma limpia y hermosa, pero inhumana. Lo humano es imperfecto, ese blanco no, ese blanco no aceptaba los matizes, las diferencias, los conlfictos, las debilidades. Ese color era un el princpio de todos los problemas de los hombres. Entonces Julio se acercó, cogió el lienzo y con violencia extrema comenzó a golpear el lienzo, lo lanzo de un lado para otro del estudio, el lienzo iba de una esquina a otra, golpeando con el suelo, con las estanterias, con las paredes. Julio abrió la ventana y lño lanzó, se quedó viendo el vuelo inextaco del lienzo destrozado hacía el suelo. Sintió satisfacción al ver aquel lienzo chocar contra el asflato negro, un negro imperfecto y variable, repleto de miles de manchas. El lienzo se quedó asi, boca abajo, besando el suelo. Un choche pasó por encima y destrozó aún mas ese lienzo maldito. Julio cerró la ventana y sintió que acababa de concluir su mejor obra. Esa noche se emborrachó para celebrarlo.

domingo, abril 27, 2008

Ayer es hoy

Ayer fue hoy. Todo lo que hoy está suecediendo ya sucedió ayer por el motivo simple, o extremadamente complejo, que ayer fue hoy. Hoy es hoy, eso es evidente, pero ayer, también fue hoy, una repetición exacta de cada una de las cosas que están sucediendo. Ayer ya tecleé estas teclas, estas mismas letras que avanzan en el texto. Ayer ya me detuve aquí varios segundos, casi un minuto pensando como avanzar este texto que realmente debería salir del tirón porque ya lo escribí ayer. Sin embargo no por repetido es modificable. Avanzo igual. Ahora dentro de treinta segundos oiré el vuelo de una mosca y pensaré en el verano. Me detendré y pensaré como puedo unir este texto con el extraño vuelo de una mosca, hay algo que es matafórico, algo que se asemeja entre lo que quiero contar y ese vuelo incierto, alocado e incomprensible de esa mosca por esta habitación, pero como ayer, tampoco encontraré el punto de unión que sin embargo a mi me parece interesante. Como ayer las palabras no sabrán unir eso que por dentro ya estña unido. Mosca y texto, vuelo y zumbido con el tiempo repetido, este retorno inmediato. Ayer fue hoy, por la tarde salimos, y saldré a pasear, cruzaré un paso de cebra, miraré la exaltación de la primavera, me gratificará, como ayer, ese esplendor en la gente, ese golpe de alegria y cuando me detenga en ese parque para leer las mismas páginas en un banco y sentir el lento movimiento del sol en las tardes de finales de abril pensaré en ese niño que juega moviendo la arena que eso si es el tiempo, un juego de arena en manos de un niño, arena sauve y blanda que se mueve de un lado al otro del suelo sin mas mótivo que el furor y la emoción de un niño que juega sin un sentido aparente. Eso es el tiempo, y hoy, que es ayer también, será esa arena pasando exacta por el mismo sitio, con el mismo movimiento de manos. Arena y tiempo. Mosca... Eso es. El tiempo es el vuelo de una mosca.

viernes, abril 25, 2008

Encuentro lejano

Rubén Ramirez se encuentra con su padre. Hace siete años que no hablan, pero eso, al contrario de lo que se podría esperar, hace mucho mas fáciles las cosas. Ruben Ramirez y su padre hablan sin muros, sin rencores. Entienden, y eso es un proceso que ha sucedido a lo largo de estos siete años, que mantener una conversación desde la honestidad es no sólo una necesidad sino algo que facilita las cosas a nivel diario. Ruben Ramirez y su padre han quedado en un hotel a miles de kilómetros de casa. El hotel, eso le parece a Ruben Ramirez es extraño, la decoración es basicamente fea. Muebles que tratan de ser clasicos pero de materiales pésimos, una chimenea en el salón de Tv que no parece funcionar y que incluso contiene algo que Ruben no se acerca a averiguar, pero parecen libors o revistas, una moqueta terrible cubre el suelo de todo el hotel, una moqueta que bien podría ser el mismo suelo del infierno, pero la zona del infierno donde han encerrado a los peores decoradores de la humanidad, que son muchos. Ruben Ramirez ha llegado un dia antes que su padre y la noche que pasa sólo se enamora de una chica que trabaja en el hotel. Hacen el amor y por primera vez en su vida ha sido infiel, pero le parece que la chica es hermosa, cuando han terminado de hacer el amor por tercera vez el la mira desnuda, casi dormida y piensa que jamás había sido tan feliz y que sin duda pasaría el resto de la vida con ella pero que eso, evidentemente, no va a suceder. La chica duerme con él, se ducha y se rie porque nunca había dormido tan cerca del trabajo. Ella sale y Rubén no puede dejar de pensar en ella, mira la hora y baja, su padre debe estar a punto de llegar. Se encuentran, se sientan en una terraza que mira a una montaña. El padre de Ruben está mucho mas accesible que en el pasado y comienzan una conversación muy directa y sin rodeos. El padre dice que no entiende por que casi nunca tuvo confianza con él y que porque siempre fue un tipo tan distante, Rubén dice que el asume eso, pero que eso no era mas que producto de la depresión de su padre. Le dice que había sido un tipo que permaneció deprimido seis años y que se fue alejando del mundo, que se volvió un tipo antipático y que era imposible acceder a él ,que quizá no lo recuerde pero que el llegaba a casa y le veía mirando a la nada, callado, que muchas veces no contestaba el saludo. Que el entiende la depresión que le mantuvo apartado del resto de los humanos, pero que eso evidentemente trastoco las relaciones, sobre todo con él. Durante un buen rato desmenuzan ese pasado algo lejano ya y concluyen satusfechos y relajados. La conversación termina y se despiden con amabilidad. El padre de Rubén murió hace siete años, pero Ruben vuelve a casa sonriendo y relajado, reconciliado con ese pasado algo feroz y recordando que su padre era un gran tipo, a pesar de la distancia. De la chica no se despide.

jueves, abril 24, 2008

Hombre y sol

Mediodía. Entra un trozo de sol por una rendija mínima. Ese trozo le produce una sensación agradable, una sensación ascendete parecida a la alegria, y se apoya contra la pared. Sin ser consciente del todo comienza a recordar y descubre que un recuerdo se puede multiplicar hasta el hastio, se le puede dar mil formas, remover, lanzar y jamás la perspectiva de lo recordado es exacta a otra. Un recuerdo es infinito y sospecha que ahí se esconde el gran enigma de los hombres. El mismo instante del pasado al que se acude una y otra vez, rodeandolo siempre,, poniendo la cámara en un punto siempre nuevo. Así es como algo que se vive se está siempre viviendo. Nunca entendemos del todo precisamente porque lo que sucedió puede tener una forma variable a cada segundo. Se queda apoyado mucho rato en esa pared que es lo mas parecido al mundo. Hay algo parecido entre un hombre preso y un hombre inmortal, para los dos el tiempo es algo secundario. De hecho el tiempo no existe como demuestran los recuerdos porque el pasado se esta viviendo siempre, el pasado es un instante que se queda para siempre haciendo bucle en el mismo sitio y uno acude a él y ese pasado, como siempre está sucediendo, constantemente varía. El rayo de sol que en un instante preciso se había colado por entre rendijas que el no ve desde ahí, ya no está, ese sol preciso y necesario se ha ido hasta el dia siguiente, que volverá de la misma forma, pero siendo ya, otro rayo, el mismo y otro.

miércoles, abril 23, 2008

Después del manuscrito

Gabriel Cisneros lo terminó de leer el 18 de abril a las seis y media de la tarde. Estaba sentado en el cesped de un parque de Burdeos, llevaba viviendo ahí tres meses. A pesar de sentirse cómodo en la ciudad tenía ganas de volver a casa y volver a la vida rutinaria. Al leer la última frase dejó caer el libro en el suelo y supo entonces que ya nada sería igual a partir de ese momento. Durante cinco minutos se quedó practicamente quieto. Luego reaccionó

Manuela Barrios terminó la lectura del manuscrito en su cama, era tarde, las dos de la madrugada de un 13 de mayo y las doscientas últimas páginas las había leido sin parar. Cerró el libro, cerró los ojos y se puso a llorar. Se levantó de la cama, pago las luces y se quedó durante horas, hasta que amaneció, mirando por la ventana el movimiento casi inexistente de su calle, una calle olvidada y pequeña de Madrid. Al ver el primer coche salir, miró la hora, bajó la persiana y durmió durante doce horas.

Cristina Oleguer terminó de leer el libro en una playa del pacífico mexicano. Ese viaje lo había programado para descansar, para olvidar los dias previos de ese agitado mes de Marzo. Alquiló una cama en una cabaña y pasó cuatro dias leyendo. La lectura, evidentemente, fue obsesiva y condicionó su viaje a ese lugar apartado. Era mediodia. Subió a la cabaña, guardó el libro en una bolsa, caminó hasta Punta Cometa y se quedó horas tratando de tranquilizarse. A última hora de la tarde, mientras el sol se escondía se lanzó hacía el agua desde la parte mas alta del acantilado y murió.


Jaime Verganti concluyó la lectura la noche del 14 de Mayo en una habitación de Paris. Calmado pero decidido, cogió todos su textos y durante horas los fue quemando uno a uno. Al concluir la quema decidió que jamás volvería a escribir.

Marcos Mediodia terminó la lectura el 14 de abril en Buenos Aires. Nada mas terminar, nada mas pasar sus ojos por la última palabra lo lanzó fuerte y desgarrado contra la pared. Se puso a gritar. Abrió la ventena y repitio el mismo grito durante dos horas. Fue detenido por la policia que no logró tranquilizarlo. Al dia siguiente fue puesto en libertad. El grito que repitió durante dos horas Marcos Mediodia fue : "Somos unos pelotudos"

Ellen Callahan lo terminó de leer en Dublin el 17 de Marzo. eran las cuatro de la tarde, no había comido, no había ido a trabajar. Llovía profundamente . Se incorporó, miró la hora y estuvo casi cuatro minutos riendo sin parar. Al terminar de reir se puso en pie, se vistió y salió a la calle. Al rato llamó a un antiguo amigo, quedó en su casa. Hicieron el amor varias veces y cuando el se quedó dormido ella se fue. Sin saberlo aún, se había quedado embarazada.

Frank Koppenhgen lo terminó de leer el 4 de Mayo en Berlín. Durante muchas horas se quedó mirando el mismo punto exacto en algún lugar de la pared. Su novia se desesperó preguntandole hasta el hastío si se sentía bien. Al rato, mientras el no variaba su actitud, ella comenzó a leerlo, dos dias después aparecieron los dos muertos en el salón de su casa. Un vinilo rayado daba saltos en el mismo punto. En el informe alguien, quiza sensible a esas cosas, escribió que el disco que sonaba insistente y repetitivo cuando se encontraron los dos cadaveres era un recopilatorio de música popular de Mali.

David Sensini está en este instante 10:17 del 26 de mayo a punto de terminarlo en una azotea de una avenida de Barquisimeto, Venezuela. Sólamente el futuro conoce su reacción

martes, abril 22, 2008

Tres minutos en la mañana

Ya no usa el despertador, hace tantos años que se despierta a esa hora, que lo extraño es despertar mas tarde. Un problema que siempre ha arrastrado los fines de semana cuando le gustaría abrir los ojos mucho mas tarde y que sin embargo, constante, obedece a un ritmo impuesto tantos años atrás, a tantas mañanas de su vida, que sábado y domingo sus ojos, como si fueran parte del mecanismo del reloj, se abren a la misma hora que de lunes a viernes. Las cinco de la mañana. El gesto siempre es el mismo. Abre los ojos, como si un muelle de mecanismo preciso lo impulsara, gira la cabeza y mira la hora en el reloj de la mesilla. Los numeros rojos siempre jugueteando entre las 4:59 y 5:02. Una variación que tampoco él sabe a que se debe. Tres minutos, que puestos a contar sentado, tampoco pasan tan rápido. No siempre es el mismo minuto cuando el mecanismo preciso de su mente le invita despertar y para él hay algo de secreto en esos tres minutos. Ha fantaseado con teorias, pero nada que el considere una respuesta definitiva.

a) El reloj, algo antiguo, regalado por su madre cuando se fue a vivir a Caracas para estudiar en la central, es impreciso y su minutos no son constantes. Se atrasa y se adelanta

B) Sueña y los sueños son capitulos, historias. Como historias, como capitulos extraidos cada uno tiene una duración. Variable. Su cabeza no despierta hasta que ese capitulo termina. Si el útlimo sueño no termina hasta las 5:02, su cabeza espera para despertar

c) El cansancio se divide en grados, cada grado se recupera con tres minutos. Los dias que se levanta a las 4:59 esta menos cansado que los dias que lo hace a las 5:02. Esta teoria se fue rápido al garete. Muchas veces despierta a 5:00 o 5:01

D) El tiempo inventado por los hombres es impreciso o lleva un tempo diferente al tiempo físico, al tiempo de la sangre y de los músculos. Le gusta creer en esta teoria, porque le gusta creer que los hombres viven basados en mentiras.

e) A veces piensa que todo tiene que ver con la colocación de los astros, del movimiento de las galaxias, de la expansión del universo. El universo, gigante, dicta o coloca las cosas para que el abra, en un minuto preciso, los ojos. Esa colocación, por vasta y compleja, no siempre se da en el mismo instante. Es díficil gobernar a los astros, tanto como a los hombres.

f) Por las fases de la luna, pero esta le parece hasta cursi. Siempre la rechaza

g) La cabeza es imprecisa, falla, se altera. la cabeza como toda máquina tiene margen de error. Esos tres minutos lo comprueban. Esta es en la que mas cree, pero la que le parece menos romántica

Cada mañana, mientras se hace el café, cuando todavía no amanece, piensa en este complejo enigma. Mira el reloj cuando coloca la cafetera en el fuego, espera sentado en la silla de la cocina, junto a la ventana desde donde se ve el principio de la extensión de la sabana. No se escucha nada o ruidos mínimos, el crujir de las maderas, una tubería, un pájaro fuera, el hermoso viaje del café a traves de vapores y física. ´Mira siempre el reloj, espera siempre tres minutos inmóvil, sintiendo cada mañana que en realidad tres minutos son mucho. Son largos, muy largos. Que en tres minutos sucede todo. Que en tres minutos cambia el universo y que el tiempo, por mas que digan, no va tan rápido.

lunes, abril 21, 2008

Sotano

Al final de la escalera que descendía al sotano había siempre una escoba apoyada. Creo que nunca nadie la usó. Las pocas veces que bajé al sotano me preguntaba quien se había molestado, en su momento, en poner, con buena intención, una escoba ahí para ser usada en el momento en que el suelo del sotano se viera necesitado. La última vez que estuve en el sotano, pensé, seguramente como muchos otros, que si hubiera tenido tiempo, hubiera pasado la escoba, pero el tiempo apremiaba y debía subir la escalera y salir corriendo hacía donde Boris. Nunca mas volví a aquella casa y nunca supe como se desarrollaron los siguientes años en la vida del sotano. Yo dejé de colaborar con Boris. Me escapé del pais y después de mucho tormento, decidí olvidar toda aquella época, durante años, trate de diluir en el fondo de mi memoria las imagenes del sotano y sólo me quedó la entrada, el final de la ecalera con aquella escoba apoyada, inmóvil, siempre en el mismo lugar. Una escoba inutil, que nadie usó, que nadie pasó por el suelo de ese sotano que ya no recuerdo.

sábado, abril 19, 2008

Cazador

Viene detrás de mi. A cien metros como mucho. Es díficil no dejar rastro y el cazador husmea y pareciera que me huele, que sabe a cada instante por donde voy, si me desvio aquí, si dejo huellas para despistar. Está cerca, está constantemente cerca y esto parece un juego eterno. Uno de los dos fracasará: Yo en mi huida o el en su caza. ¿Quien comanda el juego?. ¿Dicto yo los pasos en mi huida y le obligo a seguirme o huyo yo por donde sospecho que nodebría de ir?. ¿Quien gobierna esto?. Juego mental sin vernos, basado en la intuición pura, en empatizar con el enemigo, con el que te sigue. El instinto moviendose en el terreno mental para sobrevivir al otro. El cazador está ahí, siempre cerca y me va atrapar aunque el podría pensar que ya casi me tiene perdido. La fatiga es común a los dos, la tensión se mantiene intacta pero ninguno sabe cuando encontraremos el fin, quien se entregará primero. El cazador es insaciable y yo que huyo siento el desgaste, estoy a punto de dejarme, no puedo estar así eternamente. Lanzo el dado y sale un seis. Entro en la casa. Estoy a salvo

viernes, abril 18, 2008

La transformación de los músculos

Aquella tarde salió a correr como tantas otras tardes. Se puso las zapatillas, estiro los músculos, el cronometro en marcha y se lanzó al asfalto. Recorrió el camino preciso. Subió por las calles de siempre, giró las mismas esquinas, los mismos pasos y llegó hasta la parte de la ciudad que mas le gustaba para correr. Sentía que aquella tarde las piernas iban ligeras, sintió que iba a buen ritmo, y se dejó llevar por las sensaciones. De repente notó un tirón en el pie, nada preocupante, un pinchazo, un reflejo de algo que se desconoce, el lenguaje del cuerpo que no siempre se traduce. Un pinchazo que pasaría, como siempre, segundos después. Unos metros después notó la misma sensación pero en la rodilla, en la otra rodilla, en el tobillo, en el abductor. Siguió avanzando, pero haciendo una pequeña revisión con la mano. No era dolor exactamente, eran unas sensaciones extrañas. No parecía una lesión, parecía como si su pierna ya no fuera la misma. Siguió corriendo, en cualquier caso, si sentía que iba ligero, que esa tarde la carrera se estaba dando bien, y a pesar de las extrañas sensaciones, de los pinchazos se sentía comodo, relajado, se dejaba llevar. VOlvió a suceder y ya se preoocupo. Sin detenerse lanzó una mirada hacía abajo, hacia sus piernas y ahí fue el primer susto. Sus piernas no eran sus piernas, eran otras. Mas finas, depiladas, mas redondeadas. No se detuvo, pero el susto fue tremendo. Miró atrás, como si en el camino recorrido pudiera haber una explicación, pero no vio, evidentemente, ningún signo, ninguna señal. Volvió a mirar sus piernas, sus nuevas piernas. Comprendió que ya no era el mismo, que aquello eran otras piernas. Siguió corriendo, pensando que la fatiga y ese ritmo intenso que se había impuesto estaban haciendole tener la imaginación disparada, como si el delirio y la fatiga fueran la conjunción perfecta para convertir la ficción en una visión real. Un corredor que venía de frente le miró, pero esa mirada no era como tantas veces que se cruzaba con otro corredor casi de desafio, de desconfianza, competitiva. Había en esa mirada algo de sensualidad, algo de simpatía, de cortesia. Entonces notó que las ropas lke quedaban mas anchas, le sobraba tela en el cuerpo, las zapatillas le quedaban de repente grandes, tanto que se le escaban, fue desde entonces, desde aquel instante, que Fernando Oliveira se convirtió en Ana Fernandez

Aquí y ahora

¡Joder!, Marian ahora. ¿Como aparece ahora?. Así tan de repente. Cuánto tiempo sin recordarla, sin encontrarla jamás por los recovecos de la memoria y aparece como un fogonazo. El nombre, Marian. Y de repente, detrás de ese nombre, una secuencia velocísima de recuerdos lejanos. Un flashback que se sucede en tu propia cabeza a una velocidad de vertigo. MArian era preciosa o así la recuerdo, aunque claro, estos son los terribles dilemas de la vida, la Marian que yo recuerdo tiene trece años, como yo entonces. Y recordar a Marian es recordar los primeros meses en Venezuela y la sensación de vivir al principio en Caracas, mas perdido que Madeleine (La metáfora es cruel). Y recuerdo que Marian vivía en la Urbina y a mi la Urbina me sonaba a algo lejano, aunque en aquel momento todo me parecía lejano, la Urbina y el mundo mismo. Y creo que ví muy pocas veces a Marian, pero me enamoré, como siempre me pasa y ella me llamaba mucho, muchísimo. Y , por esa cosa de la edad, yo era pequeño y ella era grande y hermosa, pero lo que recuerdo de Marian es que vivía tocada porque había vivido en Estados Unidos y un amigo se había matado delante de ella en monopatín. Y me llamaba mucho y hablabamos horas por teléfono y hacíamos planes de salir pero al final nunca quedabamos y yo recuerdo que me daba vertigo Marian porque ella era muy adulta, a mi me parecía muy serio todo aquello, muy serio y la Urbina un lugar remoto y Caracas una ciudad mas rara que el carajo y de algún modo Caracas y Marian me resultaban cosas parecidas: Atractivas pero de un vértigo tremendo. No recuerdo mucho mas. Recuerdo una boca que era un prodigio, creo que tampoco nos besamos muchas veces, pero las sufiecientes para recordar su boca. No recuerdo como termino todo aquello, a mi me costó unos meses entrar en calor con aquella ciudad, era, claro, eso lo pienso ahora, pequeño y aquella ciudad era frenética y yo venía de Vigo y realmente Caracas y Vigo no se parecen en nada. Me cuesta descifrar aquella época, por eso Marian esta mañana. Por que es una abstracción indescifrable de aquella época que empieza a ser remota. Y uno, como siempre sucede, se pregunta y que coño será de la vida de Marian. Y ahí la cabeza se me dispara. Imagino vidas que seguramente no se parezcan a la suya, a la de verdad. Jamás en mi vida volveré a verla, es imposible o me resulta tan complejo un azar que nos comunique que prefiero pensar que no sucederá. Como dice Poe:"Aceptamos el infinito, que es incomprensible, porque pensar que es finito nos resulta mas incomprensible aún" pues algo así sucede. Pensar que el azar traza su red para cruzarme con Marian en una calle del planeta me resulta mas inabarcable e insolito que pensar que jamás la volveré a ver. Nunca. Mientras tanto fantaseo con una vida que seguramente no ha sido vivida. Recuerdo que hablaba de Estados Unidos, volvería allí, en algún momento. Años después. Viviría con un tipo con el que finalmente no fue feliz y se largó. No se donde. Empezó otra vida. O se quedó en Caracas, podría ser que se quedara en Caracas y estudió no se que carrera a la que luego no se dedicó profesionalmente, se casó y tuvo hijos o vivió sola mucho tiempo o vivió con su madre y aún lo hace o se dedicó a pintar cuadros o se fue a vivir al interior y trabaja en una petrolera o terminó viviendo en Londres, haciendo un master de gestión de empresas.... Joder, Marian: Es imposible conjeturar tu vida, las vidas, a la gente.

jueves, abril 17, 2008

Noche en Berlín

Madrugada en Berlín. Es la primera noche de su vida que está en esa ciudad. Ha venido a acompañar a un amigo que tiene que entregar un trabajo, el ha aprovechado los dias libres que tenía para coger un vuelo barato y conocer esa ciudad que tanto le apetecía conocer. Están durmiendo en casa de un conocido de su amigo, y por primera vez en su vida no puede dormir. Cada vez que cierra los ojos le golpean unas imagenes desconocidas, extrañas y confusas. Se siente extraño en la noche, en esa casa medio vacia y amueblada con cosas de la calle y colocadas de manera aleatoria por ese espacio amplio. Trata de concentrarse en otra cosa, pero descubre el insomnio, recuerda las cosas que había oido sobre esas sensaciones, tanta gente hablando del no dormir y ahora el lo vive. Entra, a traves de la ventana del espacio amplio donde duermen, la luz de una farola que forma reflejos de formas difusas. Se pone en pie y se asoma a la ventana, la calle está vacia y él sin saber porque, sin motivo aparente está cada vez mas nervioso. Silenciosamente se pone las zapatillas, se pone la chaqueta, abre la puerta y se lanza a la calle. Baja por las escaleras casi asustado hasta que de repente ve sus pies en la acera, una amplia calle de Berlín abriendose, como un eco lejano delante de sus ojos, una calle vacia que ha viajado en el tiempo, asfalto y cemento, hierro y cables que se han ido moviendo entre años, entre trozos de historia, una calle silenciosa y olvidada, pero amplia y solemne. Camina, camina rápido, no mira a los lados. En uno de los edificios ve una luz de una habitación que se apaga y es como si ya la calle entera durmiera, el siente o imagina que ese parece el último detalle, la despedida de la calle antes de desaparecer, pero sabe que no sucederá. Sabe que lo que sucede, única y exclusivamente, es que es un insomne en Berlín. Avanza, ve a un hombre pasar, el hombre se detiene en un cabina de teléfono, el se acerca, inevitablemente, hasta esa cabina. El hombre está de espaldas, marcando obsesivamente un numero de teléfono. Cuelga y vuelve a llamar, así insistentemente, una y otra vez, de una manera extrañamente veloz. Está casi pegado a él, está apunto de pasar de largo la cabina cuando el hombre se gira y le mira a los ojos. El hombre le observa con atención, gesticula, sereno, como si le reconociera. Cuelga el teléfono y vuelve a marcar, el hombre le hace un gesto de que se mantenga quieto a su lado, incluso, levemente, le detiene con una mano, mientras con la otra marca y el auricular lo mantiene entre la oreja y el hombro. Él se queda quieto, sin mover un dedo, mirando la mano que marca los numeros. Según va marcando, va reconociendo, es el numero de su hermana en Madrid. Un manada de tensión se eleva, como un ascensor post moderno, desde el centro del estomago hasta la punta de la lengua, una tensión insostenible que termina dandole un golpe bruco en la sien, se marea. Mientras, el hombre termina de marcar y sonríe. Le mira de nuevo se lleva la mano a la garganta y se la atraviesa de un lado a otro. Cuelga el teléfono y ve al hombre irse, sereno por la calle a lo lejos. Se queda quieto. Mira el cielo, el cielo sobre Berlín, ve al hombre a lo lejos, la calle vacia, la noche espesa, sus pies en la acera y nota un golpe de sueño, como si el insomonio se hubiera dado por vencido después de tanta tensión. Coge el teléfono, marca el numero de su hermana. Oye su voz al otro lado del teléfono y cuelga.

miércoles, abril 16, 2008

Hotel

Como en las películas de miedo. Así, como uno cree que es imposible que suceda. Yo estaba en el baño de ese hotel mediocre, me estaba duchando porque llevaba todo el dia conduciendo y estaba cansado, ella se quedó acostada viendo un programa donde se veía a una gente concursar alrededor de una especie de ruleta. No entendiamos nada, el presentador parecía hacer preguntas sencillas, las cifras repartidas, haciendo el cambio que ibamos aplicando todos esos dias, eran muy altas, y la adrenalina que parecian expulsar los concursantes era excesiva. Muchas luces, mucho cambio de plano, mucha rafagas musicales. Yo escuchaba el bullicio de la televisión, todas esas palabras que no entendía y dejaba caer el agua sobre mi cabeza. AL salir de la ducha, no noté nada particular, nada diferente. Al salir ella ya no estaba. La televisión seguía encendida pero la cama estaba vacia. Me vestí lento, pensando que habría bajado al bar y con el ruido de la televisión no la había escuchado anunciandomelo. Me vestí y bajé. El bar del hotel era, como todo el hotel, muy mediocre, medio vacio y con música mala. Me asomé, observé y no ví nada. Me acerqué a la recepción y pregunté en ingles si la habían visto salir. Un no rotundo contestó un tipo que tenía muy poco de simpatico. Me llamó la atención, al mirar hacía fuera, ver la carretera tan vacia, tan oscura. Subí de nuevo a la habitación. No estaba. Sentí cierta angustia y traté de pensar, pero no encontraba una respuesta valida a la desaparición. Miré por la ventana, por la carretera seguían sin pasar coches. Volví a bajar, hablé con seriedad con el recepcionista. Le conté lo que estaba sucediendo. El tipo, quizá sintiendo la amenaza de unos secuestradores, sintiendo quizá cierta empatía conmigo se sintió muy asustado de repente, se pegó a mi y comenzamos a inspeccionar el hotel. Entramos en la cocina, donde ya no había nadie, encendimos la luz sentí vertigo al ver la cocina tan vacia, tan extraña. Recorrimos un almacen, el cuarto de lavado. Todo estaba apagado y vacio. Regresamos al bar, el hombre habló con el chico que casi aburrido y mirando el mismo concurso en telvisión esperaba a algún cliente que nunca llegaría. El chico le hizo un gesto de negación y se unió a nuestra busqueda. Al cabo del rato salimos al aparcamiento. Me acerqué al coche que habíamos alquilado en la capital. Ví una nota pegada en el cristal, la cogí. Era la letra de ella: "Me largo, yo no aguanto mas". Me quedé mirando la carretera vacia sin entender. No he vuelto a saber nunca nada mas de ella

martes, abril 15, 2008

Dentro

Está dentro de su cabeza. No sabe de que forma. No sabe si como un haz de luz csi inexistente, como una sustancia química suma de un montón de componentes indescifrables, como masa, como liquido. Inalcanzable pero real. Está ahí, ahora lo percibe. Pulula por ahí como un mosquito, zumbando, moviendose en zonas no definidas, ecos. Ahora está por el lado derecho, algunos centimetros por encima de su oreja, detrás, detrás de la piel. Entre poros, quizá viajando entre globulos. Si le hiceran un analisis de sangre, saldría, saldría algo con un nivel mas alto de lo normal y eso sería ella. Sería ella moviendose, haciendo ruido como hacen los mosquitos. Ella está ahí dentro pero ¿De que forma?. tampoco es su imagen, ni su olor. pero está ahí dentro. Como una textura, como un trozo de piel, un músculo que desconocemos y que solo descubrimos cuando nos duele. Por ahí anda. Y entonces se mira en el espejo, se mira, se aparta parte del pelo, se despeina buscando ese trozo donde pueda estar, se mira como el que se busca piojos pero no hay nada. No está, está pero no está. ¿Como se deshacen las cosas que viajan por dentro?. ¿Que forma tienen?.

Entonces sale a la calle y sigue por ahí, por dentro. Trata de centrarse en los ruidos, en el sonido de la calle, en los pasos de los que caminan, en los semaforos que cambian, pero hay una zona donde todo permanece así, una zona que además se desplaza dentro de su cabeza, un roca que viaje por el cosmos, por ese universo que sostiene encima de los hombros. Esa roca, ese planeta viajando anárquico, es ella. Y ¿Como se detiene un planeta que viaja solo por el cosmos?, ¿Como se le expulsa del universo? Y no sabe, y los ruidos no la alejan de las zonas invisibles... Y de repente... percibe el calor de la primavera, es media tarde y camina entre las flores de un parque. Y de repente la alegria, y el primer estornudo contenido, y viene el segundo, potente t violento, agita el cuerpo entero, suena un eco de ese sonido peculiar... Observa, percibe y ella no está. Se toca, se busca y no, que no está, que se fue con la primavera...

lunes, abril 14, 2008

Telefonillo

El telefonillo. Su única función, aunque amplia e importante es la de avisarte a traves de un sonido, no siempre agradable, que hay alguien en el portal de tu edificio que tiene la intención de verte, dejarte una carta, hablar contigo, decirte que te espera o que le abras la puerta, esta última otra de las funciones que cumple. Evita que tu tengas que bajar a abrir, hay un botón que aprietas y en un viaje velocísimo y fascinante, por que a pesar de ser cotidiano, resulta mágico que los botones abran puertas, el otro puede acceder al portal, que de algún modo es otro mundo. Las puertas, siempre, abren nuevas realidades. En Venezuela el telefonillo tiene un nombre mas dinámico, mas sofisticado. Intercomunicador.

Bien. Mi telefonillo me desconcierta. No hay ficción, no hay mentiras en esto que cuento. Teoricamente no suena. Si el visitante llega mi portal, la clave es hacerme una llamada perdida y yo pulsar el mágico boton y abrir. Porque mi telefonillo abre, pero noa visa. No hace el viaje de ida, solo el de vuelta. De algún modo mi telefonillo huye, siempre. Hasta aquí, averias habituales. Quien no tiene algo así, una anomalía de estas en su hogar. Lo que me sorprende de este cacharro es que en contadisimas ocaciones suena.

Viene Luis: no suena
Viene Nico: No suena
Viene Carmen: No suena
Suena: Si?... Gas natural. Lectura de contador.
Viene David: No suena
Suena: Tres de la mañana. Si?... Nadie contesta
Viene Paloma: No suena
Viene Israel: No suena
Viene Luis otra vez: No suena
Viene Carmen: No suena
Suena: Publicidad


El 85% de las veces no suena. Pero a veces suena. Caprichosamente, aleatorio. No hay explicación. Sorprende eso si, que suena con gas natural, carteros y los de iberdrola. Este telefonillo no quiere visitas, este telefonillo decide quien viene y quien no. De algún modo no invito yo, invita el telefonillo. Por eso no te tomes a mal si aún no te he invitado a tomar un café en casa. Hablá con él... Si es que te deja

En el regreso a casa

El tren avanza, ella tiene sueño, o mas que sueño cansancio, un golpe de fatiga. Al otro lado del cristal pasa el paisaje como si dos tipos lo estuvieran moviendo en los extemos de la ventana. Una proyección con tintes de irrealidad, por que ese paisaje realmente, bien mirado, no parece cierto. Saca una foto de algo impreciso y ve el resultado en el visor. Le gusta la sensación de velocidad, el desenfoque de las cosas y como han quedado retratados los cables que van por encima de la via. Ojeando las fotos rapidamente ve todas las fotos del fin de semana y hace un repaso rápido de esos dos dias veloces. LAs fotos marcan puntos en el pasado, las fotos son indicaciones de ese pasado y la memoria lo que hace es reconstruir el camino entre ellas. El paso del tiempo desde una foto a la salida del retiro hasta una en la Cibeles, la memoria reconstruye ese tiempo no retratado, pero impreso de una manera abstracta en algún lugar de ese cosmos que es la cabeza. Fotos de un paseo por la tarde, las fotos algo oscuras del concierto por la noche. El tren sigue rompiendo el tiempo, mira la hora y calcula que en una hora llegará. De repente se hace de noche, mira el reloj y no comprende, es temprano aún, ahora, en abril, anochece mucho mas tarde. La gente en el tren parece darse cuenta del extraño acontecimiento. Hay murmullos. Todo el mundo hace el gesto de mirar el reloj y mirar hacia fuera, hacia esa noche repentina, hacia esa noche no anunciada. Hay quienes se levantan. Ella mira la noche en la tierra, la mira profundamente, tratando de encontrar un significado. Observa, con un sobresalto agradable, el resplandor de una luna inmensa, una luna llena gigante que gobierna con amabilidad el cielo en esa noche repentina. La luna pasa cerca del tren, casi que se la puede tocar y ella siente que es un instante dulce, un acontecimiento irrepetible. La luna se aleja y de repente, con la misma intensidad, con la misma velocidad que se hizo de noche, vuelve la tarde. Todo el mundo observa incredulo, asustado, alarmado. Es la tarde tal como era, como si esos instantes fugaces de noche, esa luna irreal no hubiera sucedido. Sigue el tren, mientras en el vagón el murmullo y las llamadas para narrar a otros el suceso, sigue viendo sus fotos, recordando la fugacidad de ese fin de semana en Madrid. El tiempo, el tiempo y la noche, la luna y las fotos. Hay algo de regreso en todo eso.

domingo, abril 13, 2008

Extra perdidos

Fui extra en una exitosa serie del momento. Fui extra permanente, si os fijais bien aparezco siempre detrás de las fogatas, desenfocado, a lo lejos. Salvo mi madre y los mas allegados, es dificil identificarme, nadie lo hace. Nadie se fija en que estoy allí, en segundo termino en los planos de Kate. Una sombra poco iluminada.¿Quien se va a fijar en eso cuando hay un primer plano de Kate?. Fui el pasajero que completa la cifra para que parezca que en la playa estamos todos, aunque mi personaje no tenga ningún valor dentro del laberintico guión. Yo, como vosotros, sigo la trama con desconocimiento, no me pasaban los guiones, es decir, fui un personaje perdido en perdidos. Los rodajes eran largos y agotadores y apenas había ratos libres, porque a pesar de ser extra aparezco siempre de fondo y debo estar siempre por ahí cuando se grita acción. Un día, cuando grababamos los últimos capitulos de la segunda temporada, me fuí a dar una vuelta. Evidentemente donde grabamos no es un sitio tan enigmatico como lo es en la serie. Pero tiene algo que no tiene la serie, y es que es real. Existe. Disfruté de ese potente color de ese paisaje. Caminé entre la frondosa selva y evidentemente no escuche voces, sonidos metálicos, ni ví osos polares, pero me crucé con la actriz que interpreta a Kate. Ella me miró sin saber quien era o que hacía yo por ahí. Claro, los extras pasamos bastante desapercibidos en el conglomerado del equipo tecnico. Me presenté y ella sonrió, sospecho que durante unos segundos sintió cosas parecidas a las que siente su personaje cuando se adentra en la isla y pensó que yo era un loco o una aparición, pero al presentarme comprendió y comenzamos a hablar. Se confesó cansada del rodaje, largo y extenuante, agotada de vivir para trabajar, siempre rodando en este lugar alejado de su vida normal. Seguimos charlando mucho rato mientras caminabamos por ahí, yo me asusté de repente, escuché unos sonidos, me lancé para protegerla, alguien nos atacó. En el suelo ella me miro absolutamente desubicada, asustada. Traté de besarla, le dije que estabamos en peligro, que estaban comenzando a suceder cosas extrañas en el rodaje. Al dia siguiente me quedé sin trabajo, despido procedente, según la productora. Me pagarón un dinero y me fui. Yo también conozco secretos, pero si los quieren saber, que paguen. Yo conozco cosas que nadie sabe, yo también juego mi baza. O ¿Acaso creías que los extras no pintabamos nada en medio de esa trama?.

sábado, abril 12, 2008

Infierno

.- Esto es el infierno. EL infierno de los cojones. El infierno con el que te amenazaban. Es esto, no era aquello, aquellas llamas, aquel señor horrible gobernandolo todo. El infiernoe s este, así, tal como lo ves. De aquí abajo ya no hay nada mas, esto es lo mas abajo, aquí se cuece el dolor, la tragedia, el desgarro. Aquí se germina el horror. Aquí se entra y no se sale. No es el calor diabólico o el frio lo que gobierna en este infierno real. Es otra cosa. Es el hombre contra el hombre. No te fies de tí, hasta tu te estás engañando, hasta tu te estás creando tus trampas. Mirate en el espejo, tu eres el primero, por que sino no te hubieras traido hasta aquí. Todos contra todos, nadie a favor de nadie. No te fies de estas palabras. No te fies de mi, ni de las luces ni las sombras. Nada es cierto y todo lo que ves podría no estars sucediendo, podría se rle plan de otro para engañarte. lo mas terrible de este infierno es que no hay realidad. Aquí cada uni la manipula para confundirte, para engañarte. No pestañees, no te fatigues, no te descuides. Cada segundo sin atención es un peligro añadido. Cuidado. Cuidado porque estás en el puto infierno de los cojones. Asusta ¿No?

viernes, abril 11, 2008

El chico de la moto

Cogió su motocicleta, como tantas otras veces, como tantas mañanas de su vida. La puso en marcha, ese proceso del que se sentía dueño, empujar el pedal, mover el embrague y lanzarse calle abajo. Era una mañana de viento y sintió ese choque de fuerzas, esa lucha de velocidades, ese encuentro de la física. Llegó hasta el cruce donde su vida elige opciones, de frente hacía el trabajo, a la derecha a casa de Laura y los dias de cenas y copas, a la izquierda la salida de la ciudad, el camino menos usual y sin embargo el mas lejano, el que cambia el dia a dia. Se detuvo en el semaforo y pensó que solo un giro, esa decision en ese giro marca tanto las cosas, decide tanto que casi sintió vertigo cuando veía que el verde del semaforo estaba apunto de llegar, como una apertura a una decisión diaria y única, irrepetible. Notó la vibración del motor y sintió esa extraña soledad que siempre se siente en ese cruce, esa sensación de absurdo de estar en un semaforo sin que pase nadie, de estar obedeciendo las normas cuando no hay necesidad de cumplirlas, por que esas normas son necesarias si estan los otros, si hay posibilidad de peligro, pero en ese semaforo por donde nunca pasa nadie, la norma, la ley parece carente de sentido. El semaforo se puso en verde y sin saber porque, giró a la izquierda. Lo normal, lo que correspondía era ir de frente, era dia de semana, había sobres esperando, había trabajo, seguramente mucho ajetreo, mucha responsabilidad, pero giró y se lanzó carretera abajo, sin pensar o pensando que mejor romper así, sin anestesia. LA carretera se abría entera para él, sintió el viento en la manos, sintió el sol que iba ascendiendo melódico, sintió una inexplicable sensación de ligereza. La carretera a esa hora estaba casi vacia y solamente se cruzaba con camiones que venian de las fabricas dirección a la capital. Supo que no había destino en su huida, lo sabía, no había una dirección. El final era lo de menos. Aceleró, sintió el encuentro, de nuevo, de las fuerzas. Viento y velocidad, el extraño y alucinante movimiento de traslación. De repente, y casi no lo creía, vió las ruedas despegandose del suelo, pero no violentamente sino con continuidad, con la misma delicadeza con la que se van despegando del suelo las ruedas de un avión. Con esa esa sutileza que requiere despegarse del suelo, las ruedas se fueron levantando mientras giraban y de repente su moto, esa moto que tanto tiempo le ha conducido por el pueblo, esa moto fenomenal, fiel y dura. Uan moto, que si, que le faltaba un punto de velocidad, un poco mas de empuje, pero que en general era resistente, ni una avería en siete años, y aún conseravaba una linea no pasada de moda. Esa moto de repente sobrevolaba la meseta, cada vez mas alto, cada vez mas alejada del suelo, cada vez mas libre, si es que las motos pueden saborear la libertad. Al princpio sintió vertigo, demasiados metros hasta el suelo, pero se fue acomodando a la nueva situación. El paisaje se abría, la meseta se extendía como una mancha inabarcable, a lo lejos la sierra que desde el suelo a penas se ve, la linea del rio, los meandros que ahora se comprendían, el agua abriendose paso en la tierra. Mas allá los pueblos cercanos, montones de casa apelotonadas sobre algo que es invisible, esos pueblos donde los fines de semana van a tomarse algo o a jugar el campeonato provincial de futbol. La moto cada vez mas alto, el suelo, evidentemente, cada vez mas lejos. De repente una ciudad que desconoce, la sierra. Mas allá de la sierra la variación del paisaje, mas verde, mas frondoso, mas accidentado, menos plano. La moto que sube y el que siente las ganas enormes de lanzarse a hacer piruetas, se sujeta de una mano a la moto y suelta el resto del cuerpo. Se mueve como ha visto que se mueven algunos paracaidistas malabaristas, giros, movimientos, todo manteniendo una mano agarrada a la moto. Sigue desplazandose, entre nubes, la moto sube y sube, y el sabe ya, para siempre, que ese viaje será irrepetible, único, inigualable, posiblemente interminable.

jueves, abril 10, 2008

La busqueda

-Pero trata de recordar. Trata de saber donde lo dejaste. Es imposible que lo hayas olvidado. Lo necesitamos ya, ahora mismo. Necesitamos como el agua que lo encuentres, sino estamos jodidos. ¡¡Se complican las cosas!!

.- Te juro que lo puse aquí. Recuerdo todos los movimientos. Recuerdo que pensé: "tres pasos norte desde este árbol, al lado justo de este arbusto". Pensé eso.Lo recuerdo con precisión, recuerdo mis pasos sobre la arena.

.- No puede ser. ¿Quien va a desenterrarlo?, ¿Quien podría saberlo?. Nadie sabía que tu ya estabas por aquí. Recuerdo ese dia, estabamos todos juntos frente a la puerta. Era la primera vez que estabamos en la puerta e incluso recuerdo que la fuimos cruzando uno a uno, y recuerdo que en aquel instante estaban todos, no faltó nadie. Nadie te pudo ver porque no sospechabamos que alguien mas vendría.

.- Y ¿donde está?. ¡¡Dios mio!!. ¿Donde está?

.- Pensemos con calma.

.- No puedo pensar con calma. Ahí estaba todo, todo el sentido de mi vida y lo que es mas grave aún, el sentido de la vida de todos vosotros. Seguí las instrucciones con precisión. Guardé el manuscrito, tres vinilos, en busca del tiempo perdido y un poema en japones sin traducción, pero hermoso. Los trazos sobre una tela blanca lo hacían poema de por sí, sin conocerse el sentido de esos signos. El manuscrito no podía leerse sino estaba acompañado de los 15 y una vez reunidos y después de quince dias de convivencia había que leerlo colectivamente.

.- ¿Los tres vinilos de quien eran?

.- Third de Portishead, The Piper At The Gates Of Dawn de Pink Floyd, El requiem de Mozart.

.- Una obra inconclusa.

.- ¿Cual?

.- El requiem de Mozart.

.- Pero es que todo, siempre, es una obra inclonclusa. Nada, nunca, se da por terminado.

.- Por eso En busca del tiempo perdido.

.- Por eso no lo encontramos

miércoles, abril 09, 2008

Vacaciones

Salió con la maleta por el portal y sintió el golpe del verano, la calle medio vacia a esa hora de la mañana de domingo, el suspiro leve de libertad al que de vez en cuando tienen derecho los humanos. Caminó unas cuantas manzanas. La maleta era vieja, sin ruedas ni facilidades para ser transportada, había que cogerla del asa y llevarla al aire, como las maletas de siempre. "Como llevan las maletas los protagonistas de las grandes historias", pensó con ese optimismo que regala la primera mañana de vacaciones. Siguió caminando. Repasó mentalmente:

.- Pasaporte... Si
.- Una chaqueta por si hace frio.... Si
.- Dos libros...Si
.- Han quedado cerradas el agua y la luz....Si
.- Cerrada la puerta con llave...Si
.- Billetes.... No....¿No?....No

Se da la vuelta corriendo, mira la hora, si se da prisa llegará de sobra. Corre a toda prisa. Comienza a deshacer el camino. Por esa cosa de que todo, cuando se empeña, se complica, la maleta se abre y se desparrama la ropa. Los calzoncillos quedan extendidos por la acera, como si fueran víctimas de un accidente mortal. Su camiseta favorita esta amontonada encima de mas ropa que en la caida se ha desdoblado de manera inexplicable. Recoge rápido, guarda todo sin orden ni concierto, aprieta la maleta y la cierra. Mira el reloj. Aún hay tiempo, sigue corriendo hacía su casa. los billetes estarán encima de la mesa del salón donde, desde el dia que los compró, estaban esperando por esta fecha tan precisa y que ellos marcaban con tanta precisión. Entra en su calle, corre rápido. Mete la llave en el portal. La llave, como tantas veces, no gira bien. Esa copia nunca quiso abrir a la primera, pero hoy, que el tiempo apremia, le parece escesivamente molesto. Los otros dias que vuelve del trabajo sin prisa, con ganas de cenar y ver TV no le parece excesivo el tiempo que tarda en girar la caprichosa llave. Hoy no, hoy es eterno. Tras varios intentos, despues de sacar y meter varias veces, de hacer los trucos mas absurdos para "engañar" al cerrojo, logra, sin explicación aparente, girar y abrirse. Sube por las escaleras, la espera del ascensor le parece una osadía en ese instante. Sube rápido los cuatro pisos, en el tercero se encuentra con Adolfo:

.- Contigo quería hablar.
.- Adolsfo... Luego.
.- Pero mira una cosa.... Mira como tengo esto, mira esta humedad que tengo en el baño. Esto no se puede quedar así.

Adolfo está indignado, casi gritando, le coge del brazo y le obliga a ver el techo del baño, que es el reverso del suelo del suyo. Una humedad que se asemeja a un Tapies, gobierna el techo. En ese instante una gota cae lenta deslizandose por entre las humedades y termina cayendo en un cubo que Adolfo previamente aclocado ahí, donde se suman gotas y gotas en un proceso heroico y, visto de otra forma, hermoso. Noa guanta mas, mira el reloj, mira a Adolfo que mira el techo y habla de compañias de seguros, de facturas, mira de nuevo el reloj y sale corriendo. Adolfo, segundos después reacciona insultandole desde lejos, pero el, ya casi llegando al rellano oye los gritos de Adolfo como ecos de una vida pasada, una vida que por monotona se quedó atrás, una vida antigua, una vida, casi, no vivida, Adolfo habla, piensa, desde el lado de los sueños. Sube el último tramo de escaleras. Abre su puerta. Su casa, un cuarto interior con poquísima luz. En la oscuridad trata de tocar, como buscan los ciegos, los billetes enciuma de la mesa. No palpa nada, no hay tacto, un taco que en ese momento se antoja como un deseo, el mayor de los deseos. Toquetea la mesa, reconoce el mando de la TV, la revista que leyó ayer sobre el destino de sus vaciones, un periódico viejo. Sabe que en la oscuridad las cosas se complican y decide poner la luz general. Sube los plomos rápido, enciende varias luces. Lo recuerda. Los billetes están en la mesilla de noche, pegados a la lampara, allí los puso ayer precisamente para no olvidarlos. Los coge. COge la maleta y sale disparado. Baja por la escalera, salta los escalones de dos en dos, Adolfo sale al paso, pero en un quiebro fascinante le esquiva a la manera de un Messi de portal, un Messi de escaleras. Adolfo en el quiebro se queda en el suelo, pensando, seguramente, en que el fondo en la vida las cosas son tan extrañas e indescifrables como la forma de la humedad en el techo de su baño. Llega abajo, abre la puerta y en la veloz carrera no puede evitar hacer un nuevo recuento. ¡¡¡ La luz!!!. ¡¡¡No he cortado la luz!!!. En la urgencia, la vida, las decisiones diarias, las que no son trascendentales cobran un sentido ligero. Esos detalles que parecen imprescidibles se vuelven innecesarios, casi absurdos. Decide, en medio de la respiración acelerada, que la luz se queda así. Corre velos, sale a la avenida, ya no irá en metro, irá en Taxi. En el Taxi mas de lo mismo. Primer dia de trabajo como taxista de un hombre con acento de un país lejano. El tipo no sabe como ir al aeropuerto desde ahí, saca el callejero, no sabe usar el aparato "ese que habla, llevo poco tiempo aquí y máquina no entiendo cuando habla". Varios segundos que parecen minutos en descubrir la ruta. Un par de desvios equivocados y un trayecto que se excede demasiado en el tiempo. sin llegar a la puerta, lanza el billete con dinero de sobra al taxista, abre la puerta casi en marcha, la maleta en mano y , eso si, la ilusión casi intacta. Se abren las puertas, corre por el aeropuerto enloquecido, mirando el reloj cada tres o cuatro segundos, corre, tropieza con unos, con otros, sube escaleras, avanza por pasillos largos y estrechos. Mira el reloj, una vez, otra vez, corre, corre con la maleta que ahora resiste y no se abre. En la pantalla ve su vuelo, se presenta para chequear: " Buenos dias", dice casi esperando a que la agradable y atractiva señorita actue a su velocida, pregunta sofocado y sudado: " ¿Llego a tiempo para cogerlo?. Ha sido una mañana terrible". La chica,cada vez mas atractiva pero excesivamente pausada para las prisas que precisan la situación: "oiga, llega usted con tres horas de adelento. ¿Cual es su prisa?". El aún agitado y nervioso, contesta:"me gusta hacer las cosas con tiempo".

martes, abril 08, 2008

Perdido

Anoche me quedé encerrado en el parque del Retiro y aviso, a partir de aquí esto se convierte en una terrible historia de miedo. Entré tarde por el acceso de la puerta de Alcala. Anoche llovía en Madrid y me gustó sentirme solo en el parque, tan vacio y lleno de charcos a esa hora. Corría pegado a la valla, hasta que decidí alterar el circuito para corredores y me metí por recovecos que a esa hora se me antojaban misteriosos. Los sitios que habitualmente hemos visto de día y con gente se potencian en soledad por las noches y vacios, es como si esa sensación estuviera multiplicada. Corrí, poseido por esa sensación de fascinación bajo la lluvia y la noche, bajo el silencio y el vacio, por entre los árboles, los caminos mas estrechos del parque. Me gustaba pensar que mi respiración era un ritmo milenario, un sonido que venía desde tiempos remotos. Rompía ese ritmo que era mi respiración mientras corría esa soledad doble de la noche en el retiro. Seguí recorriendo los caminos mas estrechos, entre árboles que no identifico. Veo luces, quizá las luces que rodean al lago, como un resplador lejano. Después de mucho rato, decido ir concluyendo mi carrera, abandonar esa deliciosa soledad y salir del parque para volver a casa. Lo intento hacer por la puerta de Menendez Pelayo. Cerrada. Corro hasta la esquina que da, casi, a Principe Veragara. Cerrada. Bajo hasta la puerta por la que he entrado, por la principal, al acceso de la Puerta de Alcala. Cerrada. El ritmo cardiaco, inevitable, se acelera, mi respiración se potencia con la misma intensidad que se potencia la tormenta sobre Madrid. Corro hasta la salida de Alfonso XII, la que sale casi a la cuesta del Mollano y donde hay una caseta de vigilancia donde podré pedir ayuda para salir. Cerrada. La caseta esta sumida en la mas profunda oscuridad. Con los primeros sintomas de miedo, un miedo a una situación extraña, pues sólo me separa de la ciudad una valla alta de hierro, tan alta que la ciudad, de repente, me parece un lugar lejano e inaccesible. Un lugar remoto e imposible de alcanzar. Sacudido por todas esas sensaciones y empapado comienzo a pensar con cierta torpeza. Mis primeras decisiones son confusas, afectadas por la situación. Me meto Parque adentro buscando a alguien encargado de cuidar el parque por la noche, subo la cuesta que va a dar al Monumento al Angel Caido. Monumento que produce, en la extraña situación, una risa casi irónica por lo absurdo que se estaba tornando todo, una broma, pienso en ese instante bajo el angel oscuro, que pareciera trazada por el mismo. En el ancho y oscuro, a esa hora, camino que va desde el monumento hasta el lago, veo sombaras, un tipo que camina con cierta seguridad de espaldas a mi. Corro rápido hacía él. Sospecho que es alguien que trabaja en el parque y que da una vuelta de reconocimiento buscando a los que como yo, nos hemos quedado encerrados dentro. Corro rápido, miro mis zapatillas empapadas robotando sobre el asfalto humedo, por un placer casi infatil y quizá a modo de celebración de mi cercana libertad, piso un charco con euforia, para hacer saltar el agua de forma explosiva. Levanto la vista para ver cuanto me falta para alcanzar al individuo y veo que no está, que ha desaparecido. Me detengo, trato de ver su figura entre los caminos que se bifurcan. Veo un destello por donde las pistas de tenis, a lo lejos y entre unas luces difusas que se pierden en un resplandor extraño. Corro hacía allí. No veo al hombre pero desde ahí le puedo ver por el camino del que me había desviado, vuelvo hacía allí. Ya no bajo en ningún momento la vista, veo que el tipo se mete por otro camino oscuro. Grito, trato de llamar su atención, pero el hombre no me escucha, no mira atrás. Grito fuerte, por que de nuevo el miedo crece. Oigo, momentaneamente, un ruido, una especie de ritmo de tambores y sospecho que son los mismos de siemrpe, los que se ponen cerca del lago a toar cada dia. Corro hacía allá, ellos sabrán ayudarme. Me guió por mi buen oido, me dejo llevar hacía ese ritmo intenso que rompe la noche y que parece acompañar al ritmo de la lluvia contra el suelo. El ritmo crece y según crece siento que me acerco al final de esta situación extraña, pero es en ese instante que descubro que he perdido esa frecuencia, que el ritmo ya no se oye. De nuevo me veo solo y empapado en medio de la noche, en algún lugar del parque del Retiro. Agotado de correr camino hasta el lago, donde siento podré relajarme, esa es la parte mas iluminada por las noches y ahí me sentiré mas seguro. Siento el peso de la oscuridad. Las luces del lago también están apagadas. Oigo, como si fuera una broma, un avión sobrevolando el cielo de Madrid y siento por extraño que parezca, una terrible lejanía con ese mundo, con el mundo de los hombres, con el mundo civilizado. Siento sed. La carrera ha sido intensa y sufro un golpe de deshidratación. En ese instante, un tipo se me acerca y me dice: "Oiga, ¿quiere dejar de hacer el idiota?. Llevo media hora llamandole. Salga ya del parque que vamos a cerrar"....

Quizá me enganchado demasiado a Lost. Vuelvo a casa y me enchufo tres capitulos.

lunes, abril 07, 2008

Sueños

El viernes por la noche con Kling hablo brevemente de Philip Roth a proposito de un libro que hemos leido ambos "Elegía". Después de confesarnos fascinados por esas páginas, Kling ,casi como diciendoselo al mundo, como se piden los cosas justas, dice que no se comprende como Roth aún no tiene el nobel, es mas, exige, con todo mi apoyo, que ese nobel debería estar dado ya. Concluye con un: "¿A que están esperando?". Ese noche ya ajeno a esa manera extraña que tiene la máquina de los sueños de trabajar, vivo en el lado dormido una escena en la que Kling, con el periódico en la mano me lee una noticia: " Philip Roth nobel de literatura" y continúa leyendo, en mi sueño, un artículo donde se habla de la carrera y obra del escritor estadounidense. El sábado por la mañana me levanto pronto y olvido el sueño, o mas que olvidarlo, como sucede muchas veces, se incorpora, invisible en esa zona dificil de descifrar, y por la noche, ya pasado el dia entero, por algun azar indescifrable me encuentro con otro título de Philip Roth y pienso sin dudar, como si no hubiera sido un sueño, como si fuera una noticia antigua, de meses atrás, "Philip Roth tiene el nobel desde hace algún tiempo". Tardo varios minutos en recordar que no, que todo ha sido un sueño. Hay algo extraño en estas confusiones. Lo real de repente se diluye en varias capas y se confunde. Así que de algún modo Philip Roth si, tiene su Nobel, en alguna capa de las millones de capas de lo real. Un nobel que hemos entregado por unanimidad un jurado formado por Kling y yo.

domingo, abril 06, 2008

Fin de semana

.- Me conoces, yo no suelo actuar así, pero de algún modo todo estaba dominado por algo inexplicable, por una especie dse imán perverso que nos empujó hasta ese delirio. Eva llegó un dia y me dijo que si me apetecía que fueramos un fin de semana con un amigo de su trabajo y su novia a la montaña. A mi aquello me parecía arriesgado, Eva hablaba muy bien de ese chico, pero yo no le había visto en mi vida y convivir un fin de semana entero con dos desconocidos inicialmente me daba pereza, pero acepté, acepté por que a Eva se la veía con ganas de ese plan. Al principio todo fue bien. Presentaciones en el coche (Nos fuimos en el de ellos), música, esa agradable sensación de que puede haber cierta complicidad y empatía. A mi el tipo me caía bien, pero su novia me parecía un poquito insoportable. Este tipo de gente que está muy pendiente de otras cosas que uno no termina de entender. Muy bien peinada, muy bien perfumada o perfumada con precisión, perfume ligeramente dulce y en dosis precisas para el dia de campo. La típica que va a la montaña y se compra el modelito de montaña. Nada, por otro lado, excesivamente polémico o insoportable, una simple distancia vital, como siempre pasa en el fondo. Llegamos al pueblo, dejamos las cosas y salimos a hacer una ruta, rio arriba, dia de sol y luz, las primeras horas del año en manga corta, la excitación de la primavera. Esa sensación de que de nuevo se acarician las cosas con la piel. La primavera desborda. El tipo y Eva hablaban dirigian, de algún modo, las conversaciones y las simpatias. El tipo, insisto, era agradable y de buena conversación, Eva se llevaba muy bien con él. Yo aportaba con cierta regularidad frases y dedicación, y me lo estaba pasando bastante bien, la novia hablaba bastante poco y si lo hacía a mi me parecían cosas con ciertos tintes de idiotez. Creo que no crucé palabra con ella. A las tres nos sentamos en unas piedras, estabamos muy metidos en el bosque. El sol rompía el techo de árboles y a mi ese sonido constante del rio bajando me dió ganas de cerrar los ojos. El tipo sacó unas cervezas de su mochila y yo saqué unos bocadillos deliciosos que habíamos preparado para la excursión. Comimos muy callados, pero muy callados porque disfrutabamos de esa sensación agradbale de quietud. De repente cada uno se tumbo en algún lado para dormir, Eva se apoyó en unas rocas al lado del rio y daba gusto verla así dormida, el tipo se quedó dormido bajo un árbol y su novia muy cerca de él. Yo me levanté, me apetecía de repente caminar por entre los árboles, por medio del bosque solo y me puse a moverme de un lado para otro, subí unas rocas y llegué a una esplanada con un verde intenso, me éstuve moviendo un rato de acá para allá. De repente me crucé con la novia de este y me quedé algo sorprendido. Sonreí y dije no se que frase insulsa. Sentí la timidez de estar a solas con alguien que llevas todo el dia pero no has cruzado palabra. Ahí en mediod e arboles y de pajaros y del rio que baja y del sol quedaba con fuerza. Me conoces, no se de donde salió todo eso, pero de repente nos lanzamos el uno contra el otro y de ahí al suelo y empezamos a hacer el amor como si se fuera a acabar el mundo en ese instante. Jamás había sido infiel estando con Eva pero ahí estabamos los pantalones torpemente en mitad de las piernas, en una situación incluso molesta. Lo sorprendente es que me sentía poseido y a la tipa le pasaba algo aprecido, como si llevaramos treinta y siete años deseandonos y en ese instante nos hubieramos encontrado. Era un estado de deseo incontenible. Lo raro empezó ahí, yo sentía además del deseo enloquecido que todo era extraño, en medio de los árboles ví a Eva dandose la vuelta. Es decir Eva no sabía que yo la había visto viendonos. Terminamos de hacer el amor, sin hablar nos vestimos y cad auno se fue por su lado, deshaciendo el camino de vuelta. Yo no sabía que coño hacer. Si lanzarme por el rio hacía la nada, hacía el mar y deshacerme o volver y pensar lentamente en esa situación. A la tipa la perdí de vista entre los árboles. Volví, me dije que disimularía y al llegar a casa habñaría con Eva del extraño acontecimiento. De algún modo rozaba un estado de locura, locura por que no entendía nada. Todo era incomprensible, hasta la misma primavera, de repente, me pareció un acontecimiento inexplicable. Cuando vuelvo parece como si nada hubiera pasado, Eva hace que está despertandose, el tipo aún está dormido y la tipa llega casi a la vez que yo, pero desde una dirección absolutamente opuesta. Despierta cariñosamente al tipo y nos ponemos en pocos minutos en marcha. El nivel de conversación permanece intacto y dos horas despúes estamos llegando al hostal donde nos quedamos. Nos separamos a las habitaciones para ducharnos y quedamos en una hora para salir a cenar. En la habitación Eva no dice nada, todo parece como si hubiera sido un invento de mi cabeza e incluso desde la pared nos vienen los gemidos de ellos haciendo el amor y Eva incluso se rie y hace un gesto inocente de sorpresa y casi pudor. Son tan nitidos los gemidos que oimos las frases algo exageradas de la tipa y Eva se rie muchísimo sosteniendo el sonido de su risa. Nos duchamos y a la hora prevista salimos. Cenamos, bebemos vino, yo bebo mucho vino, poruqe en el vino trato de entender, bebo mucho vino por que sin aclararme las cosas me relaja, al menos, los musculos, que permaneces extrañamente tensos desde los acontecimientos en la motaña. Bebo vino y me emborracho hasta el extremo. Estoy tan beodo que tengo que retirarme a la habitación. Pido disculpas y me voy. Eva se queda con los dos. Está muy simpatica y no le molesta que me vaya por estar borracho. Ellos se quedan tomando algo. De madrugada despeirto con una sensación durísima de sed y un potente dolor de cabeza. Veo que aún estoy solo y me levantó a beber agua y a mear. Por alguna extraña razón abro la puerta para ver en el pasillo si hay algún rastro de Eva. Oigo voces suaves que vienen desde el fondo del pasillo. Avanzo y veo que está Eva y el tipo haciendo el amor en las escaleras, tirados de manera extraña, a medio desvestir. Me doy la vuelta sin ser visto y me meto en la habitación, me tapo y trato de dormir.

Nunca, jamás, he hablado de ese fin de semana con Eva, pero te juro que todo fue muy extraño

viernes, abril 04, 2008

Calles al azar

El tipo se hospeda en un Hostal de la calle de La Puebla. Acaba de Llegar a Madrid por un viaje de trabajo por el que sacará algo de dinero, un trabajo relativamente sencillo y que le ocupará apenas unas horas de la mañana siguiente y pronto podrá volver a su ciudad. Es media tarde, el dia es esplendido en Madrid, cargado de esa poetencia de las primeras tardes de la primavera, deja su bolsa con ropa para el dia siguiente en la habitación pequeña de la segunda planta de un hostal que invita poco al recogimiento. Sale a la calle, pasea por esas calles que desconoce y se deja llevar por el azar, se mueve de una esquina a otra sin mucho sentido mas que el sentido de la curiosidad, se detienen ante una tienda, ante un edificio que le recuerda al suyo, donde nació, se detiene en un bar y bebe una cerveza y fuma, en la televisión del bar hay un programa del que hablan, casualmente, de su ciudad. Gasta unas monedas en la máquina tragaperras y vuelve a la calle, la hora mezcla la caida de la luz natural con los neones y ese punto de mezcla de luces naturales y artificales le da a todo un toque algo agradable a las calles. Hay bullicio pero el sospecha que en Madrid, siempre,a todas horas, lo hay. Después de un rato descubre que ha estado dando practicamente, vueltas en círiculo alrededor del hostal, pero el descubrimiento no le desagrada. Está en la Calle de La Nao, eso lo descubre por el letrero, una prostituta joven y de aspecto latinoamericano le hace un gesto, poco sensual, poco erótico, un gesto que mas se parece a la compra venta que a la sensualidad pero hay algo que a él le conmueve en esa mujer, en esa jovencisima mujer. Se acerca y ella, con el mismo tono que un camarero ofrece los platos del menú del dia, saca a relucir un sin fin de posibilidades sexuales, el acepta o dice que si sin determinar que es lo que quiere, pero sabe en ese instante que le apatece estar con esa mujer. Nunca ha pagado por sexo pero hay algo en su situación que le resulta menos violento o incomodo que las veces que se lo había planteado. Camina junto a la prostituta, suben a su habitación y en ese instante el duda o siente timidez. LA inexperiencia le hace ser acobardado y espera a que ella gobierne la situación. Sin mucho mimo ella le quita la ropa y se quita la suya. Están desnudos y el siente un durisimo golpe de pudor y casi un arrepentimiento, le gustaría, de repente, no estar así, ignorar ese instante, pero la prostituta sin remilgos comienza su trabajo, ella no tiene tiempo para dudar o pensar, las cosas cuanto mas rápidas mejor. El cierra los ojos y decide que lo mejor es lanzarse, no pensar. La prostituta dice algunas frases que a él le sacan de escena, hay algo en el sexo de fé, de creerselo, Y de repente, si te sales del papel todo eso parece de repente extraño, absurdo, dos cuerpos desnudos que se ejercitan y se mueven de manera casi atlética, incluso ridícula. Ella se detiene y con un acento que a él le parece una hondonada de calor, calor en ese desierto de frialdad, calor agradable después de tanta distancia, que si le pasa algo. El dice que no, que nada, pero eso le parece lo mas sensual que ha sucedido hasta el momento y algo en él se activa, observa el cuerpo de la chica y todo cambia de nivel, lo que antes era pudor instantaneamente se vuelve deseo y lo que antes le parecía casi absurdo ahora le parece sugerente. Así y de ese modo se junta a ella y toca un cuerpo que lentamente le parece menos desconocido, como si esos minutos previos le hubieran servido para estudiar esas formas nuevas. Ella repite frases que antes le habían descolocado y que sin embargo ahora todo lo empujan a un grado mas alto, todo se suma a una constante ascensión de las cosas. El también dice frases de repente, hipnotizado, frases que jamás dice, que nunca ha dicho por que siempre ha vivido solo pero frases que de repente salen con fluidez natural. Terminan, ella rapidamente se viste, el paga y se acaba la escena. Se queda un rato en la habitación a oscuras, oye el ruido de la calle, gente que pasa, el sonido de los bares que llega hasta ahí. Se viste, sale a la calle, pasea al azar. Un par de horas después pasa d enuevo por la calle de La Nao, pero pasa sin haberlo decidido de antemano, empujado por el inconsciente. La mujer no está. La calle está vacia o llena de gente que pasa de largo, a ritmo desigual. Descubre o sospecha que el destino no existe y atraviesa la calle de La Nao con un aire de nostalgia que también desconocía. Se repite que el destino no existe, que todo navega sólo y descoordinado, empujado por fuerzas desiguales,fuerzas invisibles y anárquicas, sin olor, ni luz, ni espacio, fuerzas que en el fondo no existen, que las inventamos. Se enciende un cigarro y sigue caminando... evidentemente sigue caminando al azar.

jueves, abril 03, 2008

Partido inmortal

Llegados a ese punto, los 150 inmortales decidieron plantear un curioso partido de Fútbol. Consistía el asunto en dividir en dos equipos a los 150 inmortales, de ese modo cada plantilla tendría 75 jugadores. Los equipos tendrían, como en el futbol de siempre o el único que hasta ese momento conocían los inmortales, 11 jugadores por equipo, lo que si cambiarían, sería la duración. Los inmortales reflexionaban que los partidos de Fútbol duraban 90 minutos por que para los mortales mas tiempo era peligroso o una señal de que las cosas se podrían extender excesivamente, había en la elección d elos noventa minutos mucha filosofía. Un espectador podría aguantar una hora y media así viendo a otros 22 mortales corriendo, mas minutos corre peligros, exagera las cosas y juguetea con el exceso de tiempo, que es el mayor de los miedos de los mortales y ese era un rpoblema que quedaba en evidencia cuando había proroga y penaltis, de hecho los penaltis son una solución mediocre para terminar con algo que se teme puede prolongarse demasiado en el tiempo. Así los inmortales planetaban un partido de varios años, ni siquiera horas, sino muchos años, quiza 50, 60. La decisión final y por redondear y a manera de homenaje con los mortales, el partido duraría 90 años. Los 150 inmortales vivirian para ir jugando ese partido, de ahí que cada plantilla contara con 75 jugadores. Mientras 11 jugaban los otros podrían ausentarse a hacer otras cosas: dormir, comer o hacer el amor, leer, bailar o ser espectadores de su propio partido. En el año 1986 y en el mismo instante que Maradona marcaba el gol mas impresionante de la historia de los mundiales, comenzaba el partido Inmortal. En algún momento, algun dirigente Inmortal, explicó que ese gol de Maradona marcaba el princpio por que de algún modo ese gol y Maradona mismo, eran el puente de unión entre el futbol mortal y el futbol inmortal.

LOs turnos eran de dos o tres horas por jugador. Evidentemente el ritmo del partido era muchísimo mas lento que el de un partido de 90 minutos, se traspiraba de fondo la idea de que "aún hay mucho tiempo para marcar gol" o "tenemos tiempo para remontar". En el año 89 el partido iba 750 - 701, en el 94 las cosas estaban 4445- 3023. Desde el año 97 al 99 se vivió lo que muchos llaman el momento sublime del futbol. Hablan de una fase del vasto partido de juego exquisito y preciso, de una compenetración barbara entre los jugadores y una calidad tecnica inigualable. Entrados en el Siglo 21 hubo una crisis, el nivel de juego se vino abajo desde el 2001 hasta el 2007 e icnluso estvuo a punto de cancelarse por aburrido, pero entrados en el 2008 y con un marcador ajustadisimo y tenso de 100.123- 100. 115, ocho goles que daban una sensación de que Inmortales B iba remontar después de 22 años por debajo en el marcador, se vió una definitiva ascensión en la tecnica de los jugadores. Como si esos veintidos años hubieran sido una fase de preparación, el futbolse elevó a niveles casi irreales, irreales por maravillosos, por perfectos, por hermososo. Tdoso los jugadores eran buenos, las jugadas parecían trazadas por una mano arquitecta, los pases eran sabios, inteligentes, las juagadas eran largas y medidas. Así se psarón los mejores años del partido, desde el 2008 hasta el 2032 fue futbol y futbol. Calidad, lección de tecnica y magia, como si cada uno de los 150 inmortales llevaran un genio del balón en su pie. En el 2032, con marcador igualidisimo 1.650.728 - 1.650.729, pitan penaltía favor de Inmortales A. Se coloca el balón en el punto , el delantero de nombre desconocido coge carrerilla y en el momento exacto en el que va a golpear el balón una marea de agua invade el campo. Son los efectos del cambio climático. El partido se tiene que suspender hasta que los inmortales encuentren un lugar donde seguir jugando.

miércoles, abril 02, 2008

Escena en Bristol

Crucé una calle de Bristol, era tarde y todo tan vacio. La vida es solitaria y espesa en una calle de Bristol a media noche. Oigo mis pasos que reverberan de manera distorsionada al chocar con el suelo mojado, unos pasos acelerados y de eso, de esa velocidad, me doy cuenta al concentrarme en su sonido. La luz anaranjada de las farolas vuelven todo casi irreal, como esas imagenes imprecisas de los sueños que luego somos incapaces de recordar con nitidez. Hay una mujer al fondo de la calle, esta de pie en la esquina, a unos cien metros de mi, la mujer fuma estática como si no esperase ya nada de esta vida, gira la cabeza y me ve venir, coge algo del bolso y lo saca. Es un pinta labios con el que se remarca los labios, de repente ese rojo suave es lo que mas me llama la atención en toda la calle, como si el rojo de ese pinta labios fuera un destello de otra cosa, de algo impredecible, la mujer cambia de postura y se acomoda la falda, estoy a treinta metros de ella. Lanza el cigarrillo a un charco en el instante en que una luz, en una casa se enciende y una sombra tras la cortina hace un movimiento que recuerda a una danza. En Bristol, a esta hora, aún hay gente despierta. Paso al lado de la mujer, la miro, tiene unos ojos impresionantemente azules, y los labios levemente humedecidos por el color recien dado. En ese momento me dice algo en un tono extremadamente bajo, trato de entender, sigo caminando sin mirar atrás, giro en la esquina. Saco un cigarro y el humo me recuerda quien soy. Me detengo me doy la vuelta y le pregunto que si me puede repetir la frase, que no la he entendido. La mujer saca una pistola y me apunta, me pide una clave y la dirección de Crucé una calle de Bristol, era tarde y todo tan vacio. La vida es solitaria y espesa en una calle de Bristol a media noche. Oigo mis pasos que reverberan de manera distorsionada al chocar con el suelo mojado, unos pasos acelerados y de eso, de esa velocidad, me doy cuenta al concentrarme en su sonido. La luz anaranjada de las farolas vuelven todo casi irreal, como esas imagenes imprecisas de los sueños que luego somos incapaces de recordar con nitidez. Hay una mujer al fondo de la calle, esta de pie en la esquina, a unos cien metros de mi, la mujer fuma estática como si no esperase ya nada de esta vida, gira la cabeza y me ve venir, coge algo del bolso y lo saca. Es un pinta labios con el que se remarca los labios, de repente ese rojo suave es lo que mas me llama la atención en toda la calle, como si el rojo de ese pinta labios fuera un destello de otra cosa, de algo impredecible, la mujer cambia de postura y se acomoda la falda, estoy a treinta metros de ella. Lanza el cigarrillo a un charco en el instante en que una luz, en una casa se enciende y una sombra tras la cortina hace un movimiento que recuerda a una danza. En Bristol, a esta hora, aún hay gente despierta. Paso al lado de la mujer, la miro, tiene unos ojos impresionantemente azules, y los labios levemente humedecidos por el color recien dado. En ese momento me dice algo en un tono extremadamente bajo, trato de entender, sigo caminando sin mirar atrás, giro en la esquina. Saco un cigarro y el humo me recuerda quien soy. Me detengo me doy la vuelta y le pregunto que si me puede repetir la frase, que no la he entendido. La mujer saca una pistola y me apunta, me pide una clave y la dirección de Mark Barrow. No digo nada, miro la luz que se había encendido hace unos segundos y donde ví un juego de sombras, ahora veo a un hombre que observa la escena y sé que está con ella y que seguramente me apunte. Ni digo nada, simplemente la miro y digo que Mark Barrow está muerto y que sólo él sabía la clave. Me quedo quieto esperando, esperando a que suceda lo que tenga que suceder. La mujer, hermosisima, me mira desde esos ojos azules sube algo mas la pistola, me apunta entre las cejas y con voz pausada me dice que Mark Barrow no está muerto y que la clave, y ella está segura, solo la sé yo. Caen las primeras gotas de una nueva tormenta sobre Bristol, miro a la ventana de las sombras, miro al fondo de la calle, hacía donde ella no puede ver y veo que entre los coches aparcados, escondido y avanzando viene Barrow, se acerca sin ser visto ni por la mujer ni por la sombra de la pistola. Acentúo el gesto de mirar la ventana para que Barrow sepa que hay alguien mas en la escena, mientras Barrow se gira rápido para disparar contra los cristales, yo me muevo rápido y lanzo al suelo a la mujer, me apodero de la pistola, la sombra se convierte en ese instante en un cuerpo que atraviesa un cristal roto y cae al vacio, la mujer me mira desde el suelo la apunto y decido que no la mataré, Barrow me coge del brazo y me dice pausado, como siempre, que corramos, que hay mas gente detrás de nosotros. En ese instante en Bristol llueve mucho, muchísimo y mientras corremos imagino los ojos de la mujer que ahora se estará levantando del suelo.

martes, abril 01, 2008

Elogio de N

N va en el coche, trabaja en el y va oyendo música y piensa que el tráfico se parece a la percusión, de algún modo marca el tempo de la ciudad. N se hace trescientos o cuatrocientos kilómetros al dia y eso le cansa pero en el fondo a N le gusta conducir. Le gusta oir música en el coche y analizar esas percusiones arrítmicas por que piensa que en el fondo la vida va a contratiempo, eso lo intuye o lo lleva por debajo, en una capa menos consciente. A N le gustaría leer mas, piensa en una rotonda, le gustaría trabajar menos y se acuerda de la época que todo era ritmo sin trabajo, la ciudad también era un animal a contra tiempo pero no iba marcado por un tempo que a veces ahora le parece aletargado o demasiado alargado y constante. N ya no quiere delirios aunque le gusta el hueco por donde las cosas dejan de ser reales, pero cree que el delirio intencionado es un camino mal trazado y que desgasta. Le gusta que la realidad se parta y se deja llevar por esos huecos y no teme al vacio, en el fondo, piensa, el vacio no existe o todo es vacio y da igual caer en él por que es seguir en el mismo sitio. N habla a golpes, habla solo en el coche y se ve en el espejo. Ve a los otros conductores y se siente ajeno a ellos, son conductores del no ritmo, piensa. Filosoféa y piensa que en el fondo la vida es mas sencilla de lo que parece. A veces ve un accidente y piensa que nada le separa de eso, y eso le hace saberse poco importante pero obtiene mas felicidad a cambio. En el camino las curvas, las curvas de las rectas, las rectas de la linea, la linea del tiempo, del tiempo el ritmo, del ritmo las constantes vitales, el ritmo vital. N gira en una curva se baja del coche y saluda. La sonrisa de N es un prodigio, quizá venga del ritmo.

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