viernes, abril 04, 2008

Calles al azar

El tipo se hospeda en un Hostal de la calle de La Puebla. Acaba de Llegar a Madrid por un viaje de trabajo por el que sacará algo de dinero, un trabajo relativamente sencillo y que le ocupará apenas unas horas de la mañana siguiente y pronto podrá volver a su ciudad. Es media tarde, el dia es esplendido en Madrid, cargado de esa poetencia de las primeras tardes de la primavera, deja su bolsa con ropa para el dia siguiente en la habitación pequeña de la segunda planta de un hostal que invita poco al recogimiento. Sale a la calle, pasea por esas calles que desconoce y se deja llevar por el azar, se mueve de una esquina a otra sin mucho sentido mas que el sentido de la curiosidad, se detienen ante una tienda, ante un edificio que le recuerda al suyo, donde nació, se detiene en un bar y bebe una cerveza y fuma, en la televisión del bar hay un programa del que hablan, casualmente, de su ciudad. Gasta unas monedas en la máquina tragaperras y vuelve a la calle, la hora mezcla la caida de la luz natural con los neones y ese punto de mezcla de luces naturales y artificales le da a todo un toque algo agradable a las calles. Hay bullicio pero el sospecha que en Madrid, siempre,a todas horas, lo hay. Después de un rato descubre que ha estado dando practicamente, vueltas en círiculo alrededor del hostal, pero el descubrimiento no le desagrada. Está en la Calle de La Nao, eso lo descubre por el letrero, una prostituta joven y de aspecto latinoamericano le hace un gesto, poco sensual, poco erótico, un gesto que mas se parece a la compra venta que a la sensualidad pero hay algo que a él le conmueve en esa mujer, en esa jovencisima mujer. Se acerca y ella, con el mismo tono que un camarero ofrece los platos del menú del dia, saca a relucir un sin fin de posibilidades sexuales, el acepta o dice que si sin determinar que es lo que quiere, pero sabe en ese instante que le apatece estar con esa mujer. Nunca ha pagado por sexo pero hay algo en su situación que le resulta menos violento o incomodo que las veces que se lo había planteado. Camina junto a la prostituta, suben a su habitación y en ese instante el duda o siente timidez. LA inexperiencia le hace ser acobardado y espera a que ella gobierne la situación. Sin mucho mimo ella le quita la ropa y se quita la suya. Están desnudos y el siente un durisimo golpe de pudor y casi un arrepentimiento, le gustaría, de repente, no estar así, ignorar ese instante, pero la prostituta sin remilgos comienza su trabajo, ella no tiene tiempo para dudar o pensar, las cosas cuanto mas rápidas mejor. El cierra los ojos y decide que lo mejor es lanzarse, no pensar. La prostituta dice algunas frases que a él le sacan de escena, hay algo en el sexo de fé, de creerselo, Y de repente, si te sales del papel todo eso parece de repente extraño, absurdo, dos cuerpos desnudos que se ejercitan y se mueven de manera casi atlética, incluso ridícula. Ella se detiene y con un acento que a él le parece una hondonada de calor, calor en ese desierto de frialdad, calor agradable después de tanta distancia, que si le pasa algo. El dice que no, que nada, pero eso le parece lo mas sensual que ha sucedido hasta el momento y algo en él se activa, observa el cuerpo de la chica y todo cambia de nivel, lo que antes era pudor instantaneamente se vuelve deseo y lo que antes le parecía casi absurdo ahora le parece sugerente. Así y de ese modo se junta a ella y toca un cuerpo que lentamente le parece menos desconocido, como si esos minutos previos le hubieran servido para estudiar esas formas nuevas. Ella repite frases que antes le habían descolocado y que sin embargo ahora todo lo empujan a un grado mas alto, todo se suma a una constante ascensión de las cosas. El también dice frases de repente, hipnotizado, frases que jamás dice, que nunca ha dicho por que siempre ha vivido solo pero frases que de repente salen con fluidez natural. Terminan, ella rapidamente se viste, el paga y se acaba la escena. Se queda un rato en la habitación a oscuras, oye el ruido de la calle, gente que pasa, el sonido de los bares que llega hasta ahí. Se viste, sale a la calle, pasea al azar. Un par de horas después pasa d enuevo por la calle de La Nao, pero pasa sin haberlo decidido de antemano, empujado por el inconsciente. La mujer no está. La calle está vacia o llena de gente que pasa de largo, a ritmo desigual. Descubre o sospecha que el destino no existe y atraviesa la calle de La Nao con un aire de nostalgia que también desconocía. Se repite que el destino no existe, que todo navega sólo y descoordinado, empujado por fuerzas desiguales,fuerzas invisibles y anárquicas, sin olor, ni luz, ni espacio, fuerzas que en el fondo no existen, que las inventamos. Se enciende un cigarro y sigue caminando... evidentemente sigue caminando al azar.

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