lunes, abril 14, 2008

En el regreso a casa

El tren avanza, ella tiene sueño, o mas que sueño cansancio, un golpe de fatiga. Al otro lado del cristal pasa el paisaje como si dos tipos lo estuvieran moviendo en los extemos de la ventana. Una proyección con tintes de irrealidad, por que ese paisaje realmente, bien mirado, no parece cierto. Saca una foto de algo impreciso y ve el resultado en el visor. Le gusta la sensación de velocidad, el desenfoque de las cosas y como han quedado retratados los cables que van por encima de la via. Ojeando las fotos rapidamente ve todas las fotos del fin de semana y hace un repaso rápido de esos dos dias veloces. LAs fotos marcan puntos en el pasado, las fotos son indicaciones de ese pasado y la memoria lo que hace es reconstruir el camino entre ellas. El paso del tiempo desde una foto a la salida del retiro hasta una en la Cibeles, la memoria reconstruye ese tiempo no retratado, pero impreso de una manera abstracta en algún lugar de ese cosmos que es la cabeza. Fotos de un paseo por la tarde, las fotos algo oscuras del concierto por la noche. El tren sigue rompiendo el tiempo, mira la hora y calcula que en una hora llegará. De repente se hace de noche, mira el reloj y no comprende, es temprano aún, ahora, en abril, anochece mucho mas tarde. La gente en el tren parece darse cuenta del extraño acontecimiento. Hay murmullos. Todo el mundo hace el gesto de mirar el reloj y mirar hacia fuera, hacia esa noche repentina, hacia esa noche no anunciada. Hay quienes se levantan. Ella mira la noche en la tierra, la mira profundamente, tratando de encontrar un significado. Observa, con un sobresalto agradable, el resplandor de una luna inmensa, una luna llena gigante que gobierna con amabilidad el cielo en esa noche repentina. La luna pasa cerca del tren, casi que se la puede tocar y ella siente que es un instante dulce, un acontecimiento irrepetible. La luna se aleja y de repente, con la misma intensidad, con la misma velocidad que se hizo de noche, vuelve la tarde. Todo el mundo observa incredulo, asustado, alarmado. Es la tarde tal como era, como si esos instantes fugaces de noche, esa luna irreal no hubiera sucedido. Sigue el tren, mientras en el vagón el murmullo y las llamadas para narrar a otros el suceso, sigue viendo sus fotos, recordando la fugacidad de ese fin de semana en Madrid. El tiempo, el tiempo y la noche, la luna y las fotos. Hay algo de regreso en todo eso.

1 comentario:

stel dijo...

Tengo unas cuantas fotos que cazan a la perfección con el texto. Hice tantas desde el tren! Por cierto, un placer robarte una foto. Ya te la mandaré que uno no suele ser turista en su propia ciudad.

Ah, aciertas con lo de las fotos algo oscuras del concierto y en el hecho que a ella la luna llena no la asustaría. Hay casualidades de estas, que por extrañas que parezcan, se cruzan con nosotros para que las disfrutemos. Sin más.

Nos vemos :)

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