lunes, abril 28, 2008

Imperfectos

Julio Machado Valderrama se quedó entonces doscientos diecinueve minutos mirando el último brochazo que había lanzado sobre aquel lienzo en el que llevaba trabajando mas de seis dias seguidos, con breves espacios de descanso. El intento inicial de Julio era crear un cuadro simple, o simple en apariencia, simple al mirarse, pero de un excesiva complejidad. Sobre un fondo excesivamente blanco, y eso lo pensaba ahora Julio, y no mientras cubrió ese fondo con aquel blanco impoluto, quería imprimir un brochazo negro, simple, un trazo único que atravesara el lienzo en 48º grados aproximadamente desde la esquina inferior izquierda hacía la esquina superior derecha. El fondo blanco, que ahora le parecía tan imposible, tan excesivo, le pareció inicialmente un canto al optimismo. Un blanco casi puro en el que algunos minutos pensó que era el lugar ideal para zambullirse. Sin embargo ese blanco ahora le parecía polémico, de dificil convivencia. El blanco casi puro y esa linea irregular, ancha y creciente negra eran un dialogo complejo y que a Julio le parecía casi violento, demasiado separados, demasiado ajenos, como si no vivieran en el mismo lienzo. El brochazo negro no le satisfacía, tampoco el blanco de fondo. Y en ese dilema llevaba los ultimos doscientos diecinueve minutos, ya casi doscientos veinte. Cubrió de blanco de nuevo el Lienzo, borró ese brochazo negro irreal y poco concreto y miró el lienzo durante sesenta y siete minutos mas. El blanco era hermoso, eso era cierto. El blanco entero, como un universo puro, como un viaje etereo. El blanco así visto era la esencia de las cosas, pero era incapaz de vivir con nada mas. El blanco era entonces casi una dictadura en ese lienzo cruel y obsesivo. Probó con rojos. El resultado era un blanco malviviendo con el dolor. Probó con naranjas, el reusltado era un blanco malviviendo con el nervio. El marrón parecía un amancha desagradable, el verde un universo sin mucha profundidad. El blanco así gobernaba todo y hacía inutil la existencia de lo demñas sobre si mismo. Les borraba su esencia, aniquilaba las buenas intenciones. Era agradable aquel blanco solo, pero nda podía entrar en ese universo. A todo le estaba negada la entrada. Julio miró el lienzo, tan contrario a los autoritarismos, y sintió rabía, un ataque de violencia contra aquel blanco desalmado, por mas que pareciese el reflejo del alma, de un alma limpia y hermosa, pero inhumana. Lo humano es imperfecto, ese blanco no, ese blanco no aceptaba los matizes, las diferencias, los conlfictos, las debilidades. Ese color era un el princpio de todos los problemas de los hombres. Entonces Julio se acercó, cogió el lienzo y con violencia extrema comenzó a golpear el lienzo, lo lanzo de un lado para otro del estudio, el lienzo iba de una esquina a otra, golpeando con el suelo, con las estanterias, con las paredes. Julio abrió la ventana y lño lanzó, se quedó viendo el vuelo inextaco del lienzo destrozado hacía el suelo. Sintió satisfacción al ver aquel lienzo chocar contra el asflato negro, un negro imperfecto y variable, repleto de miles de manchas. El lienzo se quedó asi, boca abajo, besando el suelo. Un choche pasó por encima y destrozó aún mas ese lienzo maldito. Julio cerró la ventana y sintió que acababa de concluir su mejor obra. Esa noche se emborrachó para celebrarlo.

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