miércoles, agosto 20, 2014

Mape

Tenía problemas con el horario de entrada, por más que lo intentaba siempre llegaba a las 7:05 y no las 7:00, como lo hacía Mape. A Mape, que tenía el mismo cargo que nosotros y una influencia invisible en el entramado empresarial, la llevaban los demonios que no llegara a en punto y cada día lo hiciera a y cinco. Esos cinco minutos a Mape le parecían el horror, la ofensa y lo dejaba claro cada día con sus miradas de desprecio. Una mirada que era un paneo desde mi cara mientras daba algo adormecido los buenos días, hasta el reloj que había sobre su mesa. El problema del mundo laboral, que es el gran problema del ser humano, es que te terminan vigilando los otros. Nos vigilamos entre nosotros. Hay quienes desprecian el futbol desde una postura intelectual y sin embargo pocas cosas son mejor metáfora de la vida que el  futbol. Te terminan marcando los otros, en el área, en el medio campo, pero siempre hay alguien que te marca y que está dispuesto a darte una patada porque tu no corras libre con el balón al borde del área.  Mape era, desde esa perspectiva balompédica, una defensa temible y sucia, llena de triquiñuelas en los saques de corner. El día arrancaba así, cuando tú aún manejabas con torpeza el despertar Mape ya estaba en pié de guerra, como esos equipos alemanes que no perdonan un despiste. Con Mape empezabas el día perdiendo 1-0, ese gol que te meten en la primera jugada del partido, porque tus defensas, como dicen los locutores, aún no han salido del todo al campo. Y así arrancaba el ordenador, con el peso del 1-0 en contra. Veía los mails. Los mails es esa batalla de medio campo defensivo. Hay una tirantez permanente, un no dejar espacios. A las 7:24 de la mañana eres consciente de que para vivir, para vivir como tal, en realidad te dejan muy poco hueco. Están las Mapes, los mails, los comentarios audaces de tu compañero de mesa, que generalmente habla con desprecio de casi todo. Lo malo del trabajo no es sólo el trabajo, lo malo del trabajo es que te somete a una convivencia despreciable. Nadie, absolutamente nadie, puede ser feliz trabajando en el mundo moderno. Y el mundo moderno se empeña en disfrazar eso de oportunidad, de hermosura, de logro, pero trabajar no tiene nada de eso. Trabajar es jugar un partido en el que te va la vida en ello y en el que  vas perdiendo 7-0 antes del descanso y tienes 45 minutos por delante no para remontar, que sabes que jamás lo harás, sino para intentar que no te revienten las espinillas los defensas del otro equipo. El problema no es perder, porque nacimos perdiendo; el problema es evitar las lesiones, las entradas por detrás que no serán sancionadas, porque los árbitros no entienden de justicia. El problema de los trabajos, no es el sueldo o la desidia en la que te puede ir sumiendo, el problema del trabajo son las Mapes, que te van torturando invisiblemente segundo a segundo, con sus mails y sus miradas, con su marcaje axfisiante. ¿Qué espera Mape de su vida? ¿Qué recibe Mape cuando te desprecia por que llegas a las 7:05? ¿Quién ha inculcado a los Mapes y las Mapes esa vigilancia no pagada, esa fidelidad a unas normas despreciables y crueles? ¿Qué cojones le importa a Mape esos 5 minutos? ¿Quién le debe tanto tiempo? Mape es la vigilante sin sueldo, es la fidelidad a la sombra. Nadie paga esa defensa implacable. Mape es el mejor fichaje del año

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