domingo, febrero 10, 2008

Manuscrito y dos fotos

Me reuní con el negro Phil en el café de la esquina de Geranium con Poplar. Phil estaba dentro cuando yo llegué, bebía un trago y apagaba en ese instante un cigarro. Me senté saludé pero el negro Phil no contestó, nunca contesta los saludos, siempre parece estar yendose, da su recado, aporta su trabajo, le entregas sus honorarios y desaparece. Conozco a Phil desde hace mas de quince años y la relación nunca ha pasado de ahí. Me dió el sobre, de unt rago se bebió lo que quedaba de su ron y se largó. Evidentemente no se despidió. Yo pedí un café largo y abrí el sobre. Había dos fotos y el manuscrito. En las fotos no había, a primera vista, nada destacable. El autor del manuscrito estaba en un anden de una carretera en el desierto junto a un hombre. Sonreían a camara mientras con la mano señalaban, ambos, el horizonte que se abría tras ellos. Por lo que me dijo Phil por telefono sabe de buena tinta que el desierto de la foto es el de Sonora, en México y que el tipo que está junto al autor, murió en ese viaje después de una mal experiencia con el Peyote. El tercer hombre, el que no sale, el que hace la foto, seguía siendo el motivo de mis obsesiones. Phil había ojeado el manuscrito y aparentemente no hay referencias a el, mientras que del viaje por México si hay constantes referencias. La otra foto desconcierta mucho mas. El autor está sentado en una acera, mirando a la izquierda, la calle evidentemente es mexicana, el norte de méxico. El gesto es muy serio y abstraido, como el que está pensando en la imposibilidad de comprender algo matemático. Por la luz que da la foto, este anocheciendo. Aún hay luz, pero se ven algunas luces artificiales encendidas ya. El autor mira a la izquierda preocupado y serio. Detrás de él, una mujer está apoyada en la pared y observa la escena con mucha atención. Esta detrás, algo desnefocada peor mantiene la mirada casi punzante sobre el autor. Como esperando que algo suceda, como lso que obsevan un penalti, que saben que inevitablemente algo sucederá. Entrará a gol o se irá fuera, dará en el larguero o la mano del portero desviará los centimetros exactos para evitarlo, pero algo, desde el instante en el que el delantero golpeé el balón, afectará el resto del partido. Así mira la mujer de la pared al autor. Abro entonces el manuscrito. Está fechado en Mayo del 79. Una frase: "Solo en el principio se comprende el fin. Deberíamos nacer constantemente para comprendernos". Leo hojas al azar. Habla de Europa, de una mujer francesa. Habla de la luna, de The Kinks, del asfalto, del dolor, del tiempo, del sexo, de méxico, de la tragedia, de lo momentaneo, de lo eterno, de la literatura, de las drogas. Habla de la amistad y al final del manuscrito dice: " En una calle de méxico a la que llegas por azar, después de una noche brutal, después de escapar del dolor y de la ética, de romper tu propia moral, puedes encontrar el horror en su forma mas pura, sin estética de por medio, sin retoques. El horror sin paliativos. Eso ví y comprendí que este viaje es incomprensible. Deberiamos nacer constantemente".

Pago el café y salgo a la calle. Camino sin dirección. Es cuando veo al negro Phil a lo lejos, caminando con una mujer de la mano. Contento y sonriente. Tranquilo. Como caminamos cuando estams exentsode obligaciones, las tardes sin trabajo, los domingos de sol. La mujer besa a Phil, mientras este comenta y señala algo a lo lejos. Es un pájaro que sobrevuela sobre la bahía. Me desvio para que no me vea. Me gusta pensar que Phil es feliz.

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