lunes, febrero 18, 2008

Dias de playa

No estaba. Miré varias veces a los lados, miré hacía el rincón donde solía ponerse pero no estaba. Lancé la toalla a la arena y saqué el libro que estaba por terminar pero no me concentré, me puse a pensar que quizá ya no volvería y que debí acercarme el dia anterior y hablar, pero que eso eran cosas que ya no podían suceder y me pareció absurdo seguir pensando en opciones imposibles. Cerré el libro, lo guardé y saqué la música. Me puse a escuchar un disco que por aquellos dias me tenía obsesionado. Me emocioné con esas canciones y volví a pensar en la desconocida, miré a la gente pasear por la orilla de la playa y fue cuando de repente comenzó a moverse el agua con extraña violencia. Alguna gente se asustó e incluso hubo gritos, pero yo me quedé inmóvil sospechando que aquello no era lo que parecía. Hubo unos segundos, cuando el agua se detuvo de su extraño movimiento en el que todo quedó como en pausa, como si alguien hubiera congelado el tiempo y segundos después ya todo volvió a la normalidad. Nos miramos alguynos, hubo gestos de susto con el de al lado y cada uno paulatinamente volvió a lo que estaba. Fue justo cuando apareció la desconocida. El mismo rito que había observado todos esos dias. Colocó la toalla cuidadosamente, se extendió la crema y se tumbó con los ojos cerrados. Asó, como en los dias anteriores, pasaron las horas. Ella tumbada, ofreciendo su piel al sol y yo mirando, entretenido en verla. Había algo en esa mujer que me hipnotizaba pero nunca supe que fue. De repente apareció un hombre, la saludó con gesto serio y se fue con ella. La ví recoger con cierta urgencia, con prisa y con cara de preocupación. Comprendí que le acababan de dar una mala noticia y salí detrás de ella. Subí la cuesta hasta los cabañas a unos veinte metros de ella. Entró en recpeción pidió la llave y desapareció en el pasillo de la izquierda, yo me quedé esperando en la recepción. Minutos después apareció, mas preocupada aún, con el telefono en la mano y con la maleta arrastrada con rapidez. LA tuve al lado, ella pidió un taxi y yo, me ofrecí a llevarla: "Veo que vas con prisa y te puedo llevar, el taxi tardará mucho en aparecer". Me miró extrañada pero aceptó. Guardé la maleta atrás y nos montamos en el coche, iba hasta el aeropuerto, un viaje de unos cuarenta y cinco minutos, su padre acababa de sufrir un paro cardiaco. Me agradeció de antemano la atención, le pregunté que si quería oir música, le dí el iPod y le dije que escogiera lo que quería oir. Lo agradeció "La música suavizará los nervios". Me soprendió que pusiera a Bonnie Prince Billy, de repente invadió el coche esas cuerdas de arranque del Love comes to me y sentí que había algo extraño en toda esa situación. A cinco kilómetros del aeropuerto me confesé. Y ella sonrió y con sentido del humor contestó :"no es el mejor momento para buscar algo" pero fue muy amable al decirlo. Sonreí pero me sentí idiota. En el aeropuerto pidió billete para el primer vuelo a Francia y esperé con ella un rato, tomamos un café y dije que me volvía, le dí mi correo y nos despedimos.

Hoy he recibido un correo de ella. Va a estar unos dias por la ciudad y dice que le gustaría quedar a cenar. Fue hace mas de un año. No recuerdo del todo su cara, pero me he emocionado con la cita.

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