miércoles, febrero 06, 2008

Palabras perdidas

Estaba esperando a esa hora que la luz varía por segundos. Hay un juego curioso entre los tonos del cielo y las luces que bajan por la avenida, la gente volvía del trabajo y el sol comenzaba su diaria despedida y yo estaba contento, nervioso, pero contento. Aparecería por la esquina, girando desde la parada del autobus, nos saludaríamos y paseariamos y tomaríamos algo. ASí fue. Giró, llevaba un vestido lleno de flores y una especie de mochila, iba escuchando música, se acercó hasta mi, me dió dos besos en las mejillas y comenzamos a caminar. Se hacía de noche y caminamos por el paseo hasta el final, donde había una especie de café y no la peor de las músicas. Y hablamos y yo no veía el momento de llevar las palabras a otro terreno mientras hablabamos de la ciudad y de nosotros mismos. Yo tenía una sensación volcánica en el pecho, una especie de maremoto, maremoto por que en el fondo somos pequeños mares, casi todo agua. Y el maremoto crecía cuando te reías o me hablabas con confidencialidad de las cosas, y el maremoto era incontrolable cuando me confesabas cosas que nunca antes habías confesado y yo pensé que yo debería de hablar y no permanecer tan callado y así lo hice, y ahí justo ahí, comenzaron las extrañezas. Hablé con soltura de un viaje a la playa que hice con estos, de mi casa, de mi extraña relación con la ciudad y fue ahí cuando empezaron a salir palabras de mi boca, pero no solo como aire, como empujones de viento audibles, tambien escritas, palabras en tres dimensiones que sobrevolaban sobre nosotros. Y yo me asusté por que cada vez que decía algo salían todas las palabras sobre nosotros y no comprendía nada, palabras como globos de aire, pero a ti te gustaba, te gustaba ver mis palabras sobrevolando por el café y me decías que siguiera hablando, y las tocabas, las cogías con las dos manos y las soltabas y jugueteabas con ellas e incluso alguna te las comiste y decías que te sabían dulces o saladas y que eran como un beso, y entonces me besaste y me quedé callado y tu dijiste entre besos que dijera algo y yo dije que siempre me habías gustado y salieron de mi boca esas palabras.... Siempre....me ...has ....gustado... y te las guardaste en el bolso. Y yo no quería hablar mas por que no entendía nada y tu querías que no parara de hablar y así pasamos la tarde y algunas tardes mas, muchas tardes mas. Y un buen dia, o un mal dia, lo dejamos y yo, muy digno, te pedí mis palaras, todas aquella que habías guardado, pero no me las devolviste y me pareció bien.

Nunca mas me ha vuelto a pasar.

PD: Feliz cumpleaños.



1 comentario:

stel dijo...

hay cosas que solo pueden pasar una vez en la vida. Ah, si hubiera sido ella yo también me habría quedado tus palabras, más que nada porque seguro que tampoco le volverá a pasar.

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