lunes, febrero 04, 2008

Una tarde de junio

¿Que carajo pinto aquí?. Media tarde y un calor del demonio. Es viernes y todo se ha ido deteniendo tan lento que no me he dado cuenta. ¿Que hago aquí?. Tengo la vista levantada al frente y ella está allí, en medio de toda esa gente y yo estoy aquí, ajeno. Estas celebraciones son extrañas, como extraño es que yo esté aquí, en la parte de atrás de este auditorio y toda esa gente bien vestida ahí. Y el padre la mira y la coge la mano y todo eso sucede a treinta metros y yo no se todavía que he venido a hacer, si esta relación esta dirigida hacía el desastre y yo no tengo nada que ver aquí, y he venido por que ella me lo pidió y sin embargo no sabe que estoy aquí, y nada parece tener sentido. Debería darme la vuelta y largarme y no ver esos diplomas que no dicen nada y todas las chicas bien arregaladas por que hoy es un dia importante para ellas, y entre ellas está ella, que no sabe que estoy aquí mirandola, y que el padre la mira y ahora la madre y un tipo habla y da por concluida la celebración y el año que viene, dice, todos empezarán la universidad y una nueva vida, y todo cambia, y el tiempo pasa, dice el hombre y yo me debería dar la vuelta y mañana la veo y se lo cuento, y le digo que estuve en la parte de atrás y le contaré detalles, y le hablaré de como me gustó su cara cuando se quedó sola arriba y tuvo que hablar por el micrófono. Y ahora termina el cato y se van levantando todos y yo salgo y recorro de vuelta el camino del colegio, paso por la puerta donde tantas veces la esperé y me voy solo caminando por la avenida y se ha ido haciendo de noche y es viernes y veo los coches que pasan y camino solo, y no soy consciente de cuantas veces recordaré aquella tarde. Simplemente camino y fumo por la avenida y me siento solo. Y fumo varios cigarros seguidos. No tengo ganas de llegar a casa, ni de ver a nadie. Simplemente pienso en ella, ahora se irán de cena y mañana me lo contará todo con ilusión y yo le contaré que estuve ahí, escondido en el auditorio donde nadie me veía. Me meto por las calles pequeñas y es ya de noche y me siento en el parque desde donde veo la autopista y no se que pienso, realmente no pienso en nada concreto. La autopista que atraviesa el valle está vacia y a lo lejos se ven luces y la noche y ya no me quedan cigarros . Y pasa el tiempo y sin saberlo pensaré muchas veces en aquella tarde de junio.

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