martes, mayo 05, 2009

El hombre del túnel

Suena el tren que, en ese momento, pasa por encima formando un eco que hace daño en el oido. Reverbera en todo el túnel, como el aviso de algo que jamás ocurrirá. Antes los trenes tardaban mas en pasar y el eco era distinto, mas lento y mucho mas intenso aún, ahora pasan rápido y suenan un poco menos o es un sonido distinto, mas preciso, mas eléctrico, menos mecánico. Antes contaba los segundos, ahora no merece la pena, porque siempre es la misma duración, antes variaba, había algunos segundos de diferencia entre un tren y otro, ahora tardan exactamente lo mismo: Pasan y siguen de largo. Al terminar de pasar el tren un autobús se asoma en el lado izquierdo del túnel, cruza y pasa justo a su lado, mira al conductor uniformado que conduce concentrado, el autobús pasa por encima de unos charcos y salpica las paredes, el autobús sale por el otro orificio. Siente satisfacción, porque ya se ha terminado la jornada, el autobús cierra el día saliendo hacia afuera por el mismo lado por el que él tiene que salir. Recoge las bolsas, guarda los botes con los líquidos y cierra los cuadernos de anotaciones, en el instante que está haciendo esto, piensa que aún hay algo que escribir, vuelve a abrir el cuaderno azul y escribe durante tres o cuatro minutos. Relee lo escrito, afirma y vuelve a cerrar el cuaderno. Se distribuye todo entre ambas manos y camina hacia el orificio Este. Sale, ya casi es de noche. Camina por la curva de los perdidos, atraviesa la depuradora abandonada y sube la cuesta del silencio. Abajo está el parque vacío y la ciudad que empieza un poco mas allá, en el otro lado de la carretera vieja. Cuando llega arriba toma aire por pura costumbre, no porque se sienta fatigado, la cuesta tan poco es tan dura, pero tantos años cogiendo aire en el mismo punto que ya lo hace sin pensar, un acto inconsciente. Atraviesa el poblado que está semi vacío, hay luz donde Cristina, que nunca sale porque le cogió miedo a las ratas, luego está la de Penacho que nunca está, ya nunca vuelve de la ciudad porque dice que el poblado esta cada vez mas lejos y que prefiere dormir en el centro. Sigue, llega a su chabola, enciende una vela, guarda las bolsas, los botes con líquidos y los cuadernos en el armario que encontró en un despacho de la depuradora, que tiene una llave para cerrar con máxima seguridad, que es algo así como el baúl secreto y es donde esconde todos los artilugios necesarios de supervivencia. Luego sale a la puerta. El poblado siempre está oscuro y ya nadie habla con nadie. Cristina no sale, además esta muy vieja, Penacho nunca vuelve y cuando vuelve solo habla de las cosas de la ciudad, como si en el centro se estuviera en el paraíso y solo habla a veces con La Lupe, que tiene su edad, con quien jugaba de pequeños y que ahora nunca habla o nunca le habla a el, porque ella sabe que en el fondo el espera otra cosa. Poco mas queda en el poblado. Enciende un fuego y se queda mirándolo en la puerta. El poblado está muy callado, muy quieto, pero en el fondo le gusta así, disfruta mucho de ese silencio por las noches. Se escuchan los sonidos de la hoguera y el murmullo lejano de la autopista cuando ve pasar a la Lupe. Esta le mira y después de mucho tiempo sin hablarle se acerca y se sienta a su lado. No hablan, los dos miran el fuego. La Lupe le coge la mano y suspira:

.- Nos vamos a tener que ir, Dominique. Vamos a tener que abandonar el poblado

El la mira mas por la voz que hacía tanto tiempo que no escuchaba que por lo que contiene la frase. Luego mira su mano en su mano:

.- ¿Por qué quieres que nos vayamos?

.- Yo no quiero, Dominique. Hay que irse. No podemos aguantar aquí los tres. Ya Penacho nunca viene y los demás ni siquiera viven cerca. Se fueron a la costa. Dominique, hazme caso. Vámonos. No puedo seguir esperándote.

El mira la llama que varía a cada instante de forma para deshacerse en otra y así constantemente crear una nueva que muere en la siguiente. Mira la cara de La Lupe, la mano de La Lupe, su mano en la mano de La Lupe.

.- Pero yo no me puedo ir. Tengo que terminar el estudio.

.- ¿Que estudio?. Eso que haces no vale para nada. Vas a seguir bajando toda la vida al túnel. Olvidalo ya, a nadie le interesa.

.- No importa, Lupe. No importa, pero tengo que terminarlo. Creo que he descubierto la dilatación formal de la secuencia. Creo que estoy cerca de definir la regla, la ley. Tengo cada vez mas datos estadisticos y estoy a punto de cerrar la atracción que existe entre los eventos de 1987 y los de este año.

.- Olvidalo ya. Hay que irse. Dominique, el túnel, por mas que insistas, no es el centro de acción del universo. Jamás vas a demostrarlo


1 comentario:

Anónimo dijo...

La canción es perfecta para el post. Me da pena Dominique. Me da pena la gente que siente que su mundo es un lugar mínimo, confinado a un espacio que conoce y del que no ha salido en años, ni lo va a hacer.

Que viva lo impredecible!


CL

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