sábado, mayo 16, 2009

21 de Junio

Me encontré con el Padre Jesús en medio de la ascensión al monte. Yo lo subía al principio de cada verano, la misma noche del solsticio. Casi como un rito, yo que he vivido tan alejado de ritos, de tradiciones. Creo en los ciclos y si repetía mi ascensión anual al monte era porque el verano, el principio del verano, marca, cada año, el principio del ciclo, al menos de mis ciclos. El Padre Jesús iba por delante, a un ritmo mucho mas lento que el mío, me puse a su lado, llevaba un libro en la mano del que traté de leer el título sin tener que preguntarle. Le saludé, si había una famosa mala relación en el pueblo era la mía con el Padre Jesús. Yo le considero, como a todos, un impostor, el me considera a mi un error. Le saludé, me puse a su lado y le saludé con simpatía, pero el hombre iba sofocado, y caminaba, incluso, con cierta angustia. Me miró, apenas contestó el saludo, pero no por antipatía, sino porque su cabeza, eso reflejaba, estaba sumida en un terremoto. Si había un rostro de preocupación evidente, ese era el del Padre Jesús. Caminaba casi sin aire, ascendía como al que se le acaba de confesar una verdad abominable y trata de solucionarla sabiéndose de antemano derrotado.

.- ¿Todo bien, Padre?

.- Todo bien

.- No refleja su rostro lo mismo

.- Es posible

.- ¿Puedo ayudarle en algo?

.- Me temo que no

.- Está bien. Pues sigo, conozco bien este monte. Nadie del pueblo sube nunca. Ne se si sabrá que cada año, lo subo y paso la noche arriba. No soy, usted mejor que nadie lo sabe, creyente en nada. Solo creo, si cabe, en el nihilismo, pero me gusta esta noche, para mi el ciclo, cada ciclo empieza hoy. Si algo somos, Padre, son ciclos. Somos ciclos. Todo se repite y va variando. Ensayo y error. Alguna vez usted y yo ascenderemos esto con la misma fe, quizá la suya, quizá la mía, pero alguna vez nos encontraremos en este mismo punto con algo, aunque sea mínimo, mejorado. No somos el último eslabón de la cadena. No somos lo último de este eterno ciclo.

Le pasé de largo y seguí. Llegué al atardecer a la cima. Como cada año, me senté en la misma piedra y observé, sin grandes pensamientos, el hermoso atardecer del día mas largo del año. Comenzaba la noche mas corta. Miré la luna, encendí una pequeña fogata. Bebí el vino, el mismo vino. Repetí mis pequeños ritos. Miré el fuego, noté, al cabo del rato los efectos del alcohol en mi pensamiento, el letargo, la relentización de la percepción. Bebí mas vino. Escribí frases inconexas en mi cuaderno y me quedé pensando en el libro que llevaba el Padre Jesús que no alcancé a descubrir. Me sentí ebrio y miré el fuego. Jugué durante un buen rato o lo que me pareció a mi un buen rato a ver figuras en el fuego. Fumé, finalmente, opio. A partir de ahí vi formas increibles en el fuego, también en los relieves que formaban las montañas cercanas iluminadas tenuemente por la luna de la noche mas corta del año. Vi formas en mis manos que jamás había visto, creí comprender las lineas de las palmas. Creí ver mi vida escrita, episodios grabados a base de tiempo y transformación. Vi una cara en el fuego, la de una mujer que había conocido diez años antes en un lugar lejano. Me enamoré, como entonces de esa cara y sentí un deseo incontrolable de besar esa cara que veía en el fuego. No lo hice. Escuché entonces ruido detrás de mi. Giré. El Padre Jesús, también, había alcanzado la cima. Se acercó, aún llevaba el libro en la mano. Traté de leer el título pero en ese instante lo lanzó al fuego. Me habló:

.- No necesitas saber como se titula, en el fondo lo sabes.

.- Buenas noches, Padre Jesús. ¿Mas tranquilo?

.- No. No estoy tranquilo. Tengo el destino de los hombres en mis manos

.- Ese es el problema de su religión. Un asunto de megalomanía. Hay tanta carencia de humildad, esa palabra que tanto usan.

.- Te tengo que dar la razón

.- Caray, Padre. Tenga cuidado con su Dios, que todo lo oye.

.- No le doy la razón por la megalomanía, sino por lo que dijo a mediodía cuando nos encontramos y dijo exactamente esto: "Alguna vez usted y yo ascenderemos esto con la misma fe, quizá la suya, quizá la mía, pero alguna vez nos encontraremos en este mismo punto con algo, aunque sea mínimo, mejorado"

.- Buena memoria

.- No. Lo he oido demasiadas veces.

.- Me está quitando la virtud de la originalidad.

.- No, la frase es suya, pero tantas veces me la ha dicho.

.- Uhmm.

.- Se acabó. Se equivocó, eso si. En lo de que nos somos el último eslabón de la cadena. Esta vez si. Esta vez se acabó. Se acaba el ciclo. Seguimos. Hoy cambia el destino de los hombres.

.- No padre. Se equivoca. No es ese el final. El final es otro. Con lo que usted no cuenta es que usted siempre viene aquí y lanza ese libro al fuego y se cree que me mata. Lo que siempre olvida, siempre, cada vez que repetimos esto, es que es justo ahora que el destino se repite.

.- Esto también lo recuerdo. Con esto cuento también esta vez.

.- No, siempre llega tarde, siempre. Es justo ahora, cuando termino esta frase que termina el mundo. Hasta la próxima vez padre. Empieza el ciclo de nuevo

No hay comentarios.:

Mi lista de blogs

Afuera