lunes, mayo 11, 2009

Memoria del otro lado

Apagué los temporizadores, anoté en el cuaderno las últimas curvas de variabilidad, cubrí con las telas el glaciar mecánico y reduje la presión de la Erwin. Cogí mi mochila y salí por última vez de physĭca. Bajé por el bosque que da al parking, encendí mi moto, me puse el casco mientras se calentaba el motor, me monté y salí a la carretera. Estaba a dos minutos de morir y evidentemente nada sospechaba. No recuerdo en todo lo que pensé en esos últimos minutos. Mientras avanzaba por la carretera D-8, que es estrecha y muy oscura, creo que pensé en la posibilidad de que la Erwin estuviera fallando en algunas secuencias, mas adelante pensé en mi hija María con la que en esos días tenía ciertos enfrentamientos y la dificultad de comprender a un adolescente. Pensé, claro, en mi propia adolescencia. Recordé e incluso tarareé una canción de Devendra Banhart. Volví a pensar en la Erwin. Pensé en Flavia. Pensé en un cuento que había leído con diecinueve años. giré de la D-8 a la B-2, apenas había coches en esa última madrugada. Avancé por la autovía. Sentí el frío en las manos, pensé en el siguiente verano, en un viaje del verano anterior, en la factura de la calefacción, pensé en una noticia que había leido esa mañana, en un correo que no había enviado y que ya debería haberlo hecho. Pensé en Lu, mi hijo pequeño, y su exagerada tendencia a la fantasía. Intenté crear un plan para viajar los tres, con María y Lu. Recordé que hacía mucho tiempo que no llamaba a Ze, ni a mi hermano. FUi encadenando pensamientos cuando patiné a la altura del kilómetro 24 de la B-2 y me arrastré violentamente por el asfalto. Morí al instante. Un golpe brutal. Aparentemente hay vida después de la muerte, sino no estaría escribiendo esto. Tengo la facultad de escribir, de narrar ese instante final de vida, pero me veo aquí, llevo días aquí y todo se asemeja enormemente a la vida o la vida antes de esta vida. Aparentemente esto sigue, de otro modo o en otro plano, pero sigue, porque sino no podría haber recordado, hilado la secuencia de pensamientos que tuve antes del golpe. Compruebo que esto sigue, esto va, porque, insisto, sino yo no podría estar escribiendo esto y ni tu, que también estás en este lado, podrías estar leyendolo.

1 comentario:

stel dijo...

Pues yo no recuerdo mi muerte aunque este en el mismo lado que tu. Puede que el tiempo acabe por borrar ciertos recuerdos, quien sabe...
(a pesar de lo que nos hacen sufrir, este año se merecen unas cuantas copas por la trayectoria, aunque ahora se nos esté lesionando medio equipo...)

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