viernes, marzo 13, 2009

Vapores

No me juzguen mal. Se lucha contra el frío sabiéndose casi siempre derrotado, hay pequeñas batallas ganadas, pero el frío es un animal que no perece, mantiene su guerra abierta y cuando menos te descuidas se cuela y entra, así que de ahí esa tendencia a apretar con fuerza el agua caliente en esas tempranas duchas de las mañanas de invierno. Se sale de la cama y has ganado la batalla al frío durante la noche, enterrado en esa manta, pero giras el cuerpo, pones el pie en el suelo y ya se presenta, ya te da el primer tiro de gracia. Llegas hasta la ducha y continúas en esa guerra que no cesa, en esa batalla sin descanso, en la que tu no atacas, sólo te defiendes. Aguantas un poco, tocas con la mano el agua y ya en la temperatura adecuada te lanzas dentro y sienta tan bien. Tu piel se deja hipnotizar por esos grados centígrados, ese vapor que forma esa nube cálida que tanto recuerda a los sueños agradables. Cierras los ojos y te mueves en ese terreno irreal que te ofrece el agua cálida, quizá piensas lejanamente en los pequeños triunfos del hombre, ese despertar privilegiado de los seres humanos de tu tiempo. La calidez irreal bajo el grifo. Entonces te quedarías mas, pero llueve tan poco y te tortura tanto malgastar el agua que sales imponiéndote a tí mismo, luchando contra esa piel que está seducida bajo el agua irreal. Te cubres con la toalla y disfrutas de esa nube cálida que sobrevuela el baño, te vas a mirar al espejo y no te reflejas por que el vapor ha puesto un filtro que lo enceguece, hace de ese eterno mirador que es el espejo algo carente de sentido. Y pasas la mano porque te vas a mirar, porque ahora vienen unas cuántas rutinas que sin necesidad pero que siempre realizas mirándote. Cepillarte los dientes, peinarte, ponerte desodorante, afeitarte. Y pasas la mano y hoy no, hoy se va el vapor pero a los lados. No comprendes y lo vuelves a intentar, esta vez con la toalla, la pasas, la pasas justo por la zona que te refleja que es la única que hoy mantiene el vapor y nada, nada. Una vez mas, coges una toalla seca, pensando que hay agua o algo aparecido al vapor en tu mano y en la toalla primera, y sigue el vapor en la zona que te refleja y entonces giras la cabeza hacia abajo por que la toalla se te ha caido y no ves nada, ves la toalla en el suelo y una nube de vapor. Entonces comprendes, es así, no en el espejo, sino en este lado que comprendes. Ahora te has vuelto vapor. Miras, miras una vez mas, luego miras el reflejo y efectivamente, no es vapor pegado al espejo, es el espejo que refleja vapor, que eres tu. Podría haber terminado ahí. Aceptar mi condición, que la acepté, pero podría haber terminado ahí. Aceptarme como vapor, vivir en ese baño, existir a ratos, los ratos de duchas e agua caliente, pero no. Me moví, aprendí en decimas de segundo a moverme como vapor, salí por el hueco de la ventana del patio, donde dan todas las ventanas de todos los baños de todos los vecinos de este edificio. Salí, salí decidido, como si lo supiera de antemano, como si desde hace años esperara ese momento, esa transformación para cumplir un sueño. Crucé la ventana de Cristina, que se levanta a la misma hora y que tantas veces coincidimos en el portal apurados, saliendo a la vez hacia el trabajo. Y Cristina, Cristina es tan hermosa, tan deseable, tan inalcazable, con su pelo todavía mojado de la ducha, su piel que huele a buen gel y a un perfume agradable. Y es tan fácil ser vapor y cruzar esa ventana por la mínima rendija y entrar en su baño, dónde aún se ducha, y ser vapor, y abusar de mi condición y cubrir como un manto todo el cuerpo de Cristina que primero se deja mojar por el agua, que sin saber que todo ese vapor soy yo. Y me resbalo como un patinador por la piel de Cristina que ahora se pone champú en la mano y se lo lleva hasta el pelo y yo descubro a Cristina bajo el agua, a esa hora, en ese privilegio. Y no se me juzgue mal, pero eso fue lo que pasó, por eso aparecí de repente, de golpe, como un mago abrazado a Cristina, por eso su grito, su susto. Porque no conté con eso, no conté con volver a ser yo, porque si ustedes me preguntan, por mi, por mi eternamente vapor, eso si, en la ducha de Cristina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué susto para Cristina. Donde terminó el post es que debería haber empezado, lo más interesante, la reacción de ella; o continuado, pero nos dejaste con la intriga H&S!

..Ahora pensando, siempre es más poderosa la libre interpretación. Me iré a escuchar por sexta ó séptima vez Six Organs of Admittance y ver si viajo en algo parecido y finalizo esta historia ta peculiar.

Qué comentario más largo me ha salido hoy!


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