miércoles, marzo 25, 2009

La moda soy yo

Señorías, no es demagogia. No busco la complicidad, no busco aliados, pero yo como acusado sólo tengo un argumento. Ni yo fui el culpable, ni el me provocó. Deberíamos abrir los ojos, abrámoslos. No, nos dejemos engañar. Señores del Jurado, Fiscales, Señorías. Si hay un culpable es el mercado, el delirio empresarial. Fíjense. no lo invento yo. Miren, solo observen con atención el estado de las cosas. No soy mas que una víctima, otra víctima, como todos. Mi gran pecado es la vanidad. Soy vanidoso. Voy siempre pendiente de mi atuendo, de mi trapos y mis ropas. Soy un dandi, un dandi del siglo 21. No soy un tipo adinerado, lo cual me obliga a usar marcas accesibles a los mortales, pero si por mi fuera cada cosa estaría encargada, cada camisa estaría diseñada en exclusiva para mi. He ideado cientos y cientos de modelos en mi cabeza. Soy un diseñador de moda frustrado, pero sobre todas las cosas pretendo ser original. Me atrae la originalidad en la moda. Me apasiona la moda. La moda es como el tiempo, se va quedando atrás y sólo los espíritus vivos se acomodan al presente, al tiempo que transcurre. La moda es el tiempo, va, fluye y en seguida caduca. Hay tanta vida en la moda. La vida es la moda, la moda es vivir.

Aquella mañana yo hacía trasbordo en Alonso Martinez. Estrenaba aquella camisa blanca de manga ancha, de cuello formidable, abierto, preciso y elegante. Por segunda vez usaba aquel pantalón que un mes antes me había comprado a excelente precio, aquellos zapatos envejecidos, de diseño italiano. Me vi reflejado, levemente, en un cartel publicitario al pasar por el andén que anunciaba un musical que me apetecía ir a ver. De repente alcé la vista y le vi a usted, mi querido acusador. Le vi, señorías. Le vi venir de frente. Erguido, elegante y me quedé congelado medio segundo. Luego sentí un ataque breve de pánico. Dos segundos mas tarde me sentí miserable, traicionado y todo aquello se fue convirtiendo en violencia. Créanme. Iba vestido exactamente igual que yo. La misma camisa, el mismo pantalón, los mismos zapatos. Mi originalidad se venía abajo, mi mayor aspiración se frustraba en un anden de metro. Le miré de nuevo y me miré. Exactos. Cada articulo del H&M que yo llevaba, el lo llevaba, el pantalón de Zara, era su pantalón de Zara. Salí despedido. No era contra el, era por mi dignidad, por mi mismo. Primero destrocé su camisa. Esa camisa que yo lucía tan orgulloso y que el llevaba, incluso, con mas elegancia que yo. Luego creció esa violencia en mi. Le pegué en la cara, en las piernas le insulté. Primero le llamé desalmado, ladrón. Luego me salieron palabras que no son insultos pero que yo sentí como insultos: "Zara" "H&M". Luego le lancé al suelo cuando la gente del anden me sostuvo, me contuvo y me detuvo. No busco su complicidad. pero ¿No es Zara, No es H&M quienes deberían estar aquí. En este banquillo de los acusados? ¿No son ellos los culpables? ¿No soy yo, también una víctima?. Atentan contra nosotros. Atentan contra la originalidad, la mayor de las virtudes. Atentan contra la moda. Y la moda, señorías, la moda soy yo.

A Martín Emilio Castillo Morales

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja!!

Lo amé!!!


CL

Anónimo dijo...

!!!!!Bravo!!!

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