martes, marzo 03, 2009

Al final no hay final

El escritor mediocre o pésimo escritor, quería escribir una historia de la que no tenía final y ciertamente el asunto le tenía obsesionado porque era, en ese fina, dónde debía resolver su siguiente texto. Así que el pésimo escritor busco el final con angustia, con desasosiego, entre finales existentes y finales por existir. Se lanzó entre lineas y conclusiones en busca de eso que debía dar cierre a su siguiente texto, la última frase, el cierre, el punto y final. Así pensó que lo mejor sería arrancar el texto, ir desarrollándose con el, como básicamente sucede en la vida, que se va, sin pruebas, sin correcciones hacia adelante, en busca de un final que siempre se desconoce. El pésimo escritor arrancó con energía, sin saber, sin conocer donde terminaría aquel texto. De algún modo el texto se convirtió en eso, un montón de frases en busca de final, una hilera de palabras que se empujaban enloquecidas hacia un final desconocido. Aquel texto, bien mirado, tenía mucho de suicidio, porque lo que buscaba era encontrar el final por si mismo. El escritor lanzó aquellas ideas, con cierto desorden, empezando a ser superado por la ansiedad de conocer ese final que no encontraba, que no llegaba. Buscó, buscó una y otra vez. Cada frase sentía que podía ser la última, tecleaba en el ordenador y cada tecla que pulsaba pensaba que quizá era esa, definitivamente, la primera letra de la última frase, pero no. No llegaba. por mas que esperaba, por mas que buscaba final, el final no aparecía. En un arrebato de rebeldía pensó ponerse en pie y dejar un final abierto. La vida, concluyó, sólo termina con la muerte, pero las historias, las cosas que suceden a lo largo de la existencia no tienen final, van en lenta transición de una cosa a la otra, pero un final, claro y preciso, no lo tienen. Pensó en eso, resolver con final abierto, escoger una frase dónde ya todo estuviera contado y detenerse, en seco, frenando de golpe y obviar el resto, que el lector, si es que alguien realmente iba a leer eso, imaginase, completase el resto, pero finalmente desistió, si algo tenía aquel texto es que debía encontrar un final fuera como fuera. Se detuvo cuando creyó que lo que faltaba era únicamente la frase de cierre, la que concluyese todo aquello. Releyó lo escrito y pensó que era en ese punto don

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jaaaa buenisimo. Me alegra saber que no lo hay, es esperanzador. Eso quiere decir que continúa, tarde o temprano.

El pésimo lector espera pacientemente...


CL

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