sábado, marzo 28, 2009

La carta

No busco la redención. No busco el rescate de mi alma. No lo busco. Busco salir de aquí, que fue mi infierno elegido para seguir camino a otros infiernos. Si algo quiero no es salir del infierno, es cambiar de salas dentro de el. Moverme. Nada me condena, tampoco nadie, salvo los que elijo que deben condenarme. Ellos son de los que acato la ley, su ley, mi ley. Ellos marcan los mandamientos, los pecados y ellos respondo. Mi existencia deambula y deambulará, mientras dure, por estos pasillos incendiados. No soy eterno, lo se. No busco serlo. No pago un precio por los placeres. Pido perdón no por esperar la recompensa, pido perdón por asumir un error que no volvería a cometer en el futuro pero que volviendo al pasado repetiría. Acepto mis errores, son los que me han traído hasta aquí, no los cambiaría en el pasado, los cambiaría y pretendo cambiarlos en el futuro. No acepto leyes incomprensibles que no podré cumplir, basadas en los caprichos de otros, que van en contra de mis propias leyes. No espero la expiación. No la espero por que aquello lo volvería a hacer. Seguiría respondiendo a mi carne cuando me lo pidió, seguiría obedeciendo al deseo, este deseo intacto. Quiero comerme su carne y eso lo querré hacer ahora, hoy y siempre. Ese es mi paraíso. No busco otros. No busco la aceptación incomprensible para entrar en esa vida eterna. No hay vida eterna, lo se. Nadie y todos lo somos. No me enfrento, simplemente no lo comprendo. Ayer vi a aquel hombre, suplicando, arrastrándose en el suelo, solicitando clemencia. Lanzó la piedra y ahora quiere que le corten la mano. Canta épico. Solicita el perdón. ¿Quien crees que eres para otorgarle a ese pobre egoísta el perdón que humillado te solicita?. Si algo tienes es arrogancia y soberbia. ¿Quien puede perdonar tendiendo como manto esos dos adjetivos que para mi son el mayor de los pecados?. No quiero entrar ahí, en tu divinidad, en tu gobierno, en tu país de luces y ángeles. Quiero entrar donde se es mas perverso, delicadamente perverso. Donde se desea sin culpa. Donde el deseo crece y se disfruta por el deseo en sí. Por el placer de la carne en la carne. Tu te lo pierdes.

Y disculpa que no siga. Me voy a disfrutar de su carne. Jamás sabrás lo que se siente cuando transpira

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Brillante! Esas reflexiones las tuve temprano, tipo 10. Y busqué, busqué una explicación menos fantasiosa, menos "papa-noelística", porque descubrí demasiado pronto la farsa que todos mantienen conscientemente, a pesar de saber que nada de eso es cierto.

Me quedo con el principio de la ley de causa y efecto, que he visto funcionar una y otra vez, indefectiblemente, y viviendo la vida como si en cualquier momento se fuese a acabar...que, después de todo, es así.

CL

Mi lista de blogs

Afuera