jueves, marzo 05, 2009

En el último minuto

El capitan indicó posiciones. Hizo un discurso breve sobre como era la estrategia de ataque y concluyó con una frase rotunda con la intención de dar ánimo "el empleo de batallas para ganar el fin de la guerra es la esencia de la estrategia". Me agaché en la trinchera, escuché las primeras explosiones a lo lejos y vi a Román salir por un lado. Recordé la esencia misma de nuestro ataque. Estratagémico era el termino usado por el general y así nos lo trasmitió Del Campo. No había que descuidar detalle para no perder la posición del enemigo, que astutamente se habían divido en tres para parecer una división de dos. Atacarían, eso era de fácil deducción por este y oeste, pero tras la tropa del oeste venía una tercera división, y eso todos lo sospechábamos, mas fuerte y mas armada. El objetivo era alcanzar el campo de batalla de manera que expandiéramos la concentración en círculo fuera del alcance de las líneas enemigas. Advirtiendo que no eran dos, sino tres los grupos a atacar, ese círculo de mayor alcance abarcaría todas sus líneas de ataque. A nivel personal sentí vértigo. Bien mirado había las mismas posibilidades de vencer que de salir derrotados. En cualquier caso derrota y victoria suponen muchas bajas.

Vi a Augusto salir, ordenado hacia el frente, yo debía aguantar en segunda línea. Augusto me miró y se despidió con un leve gesto de ojos. Ambos comprendimos que la siguiente vez que nos viéramos todo esto habría acabado. Partió, a partir de ahí poco mas recuerdo. Todo sucedió en una enorme agitación. Creo recordar que cumplimos a rajatabla el plan. El General Castillo no cambió ninguna orden salvo en el instante final que a la segunda línea la mando al frente bordeando el campo de batalla. Al tercer grupo enemigo le dimos alcance por detrás y tuvieron que rendirse. Desde entonces se convirtieron en nuestros rehenes. La batalla fue memorable. Yo disparé varias pelotas de goma porque en algún momento destrocé mi tirachinas. Cuando me quedé sin municiones, recurrí al balón de Pepu para aniquilar a Juan Ramón. Fede hizo un amago de trampas, pero hasta los de su equipo se lo recriminaron. Fede dijo que no estaba muerto cuando todos habíamos visto que Tomás le había exterminado con la pistola de agua. Así, dejando al Pelos y a Barriga como rehenes conseguimos ganar aquella memorable batalla de una tarde de verano. Estos quisieron la revancha con partido de futbol, pero también les ganamos. Eso si, en el último minuto.

2 comentarios:

stel dijo...

quiero tardes de verano, que hoy hace demasiado frío...

el texto me ha hecho sonreír y eso me ha encantado :)

un abrazo!

Anónimo dijo...

Conozco de últimos minutos. Esta nota, por ejemplo, la escribo a último minuto, lejos del contexto de una batalla, aunque quizá ni tanto, cuando lo contextualizamos con la lucha contra las agujas de un reloj.

Espero que haya salido ileso de tanto enfrentamiento, HS.


CL

Mi lista de blogs

Afuera