domingo, marzo 15, 2009

Dark side of the moon

Ella solía decir que la luna era una cosa sobrevalorada, que no es mas que un punto blanco totalmente ciclotímico. Esas reflexiones son las mismas que primero te seducen y luego te destrozan, realmente ella veía el mundo como a ese punto blanco, algo que atrae pero que en seguida se caduca. Ella era variable pero no soportaba la variabiliad emocional de las personas, lo consideraba debilidades. Creo que mi primer error con ella, o quizá mi primer acierto, fue confesarle que a mi me gustaba la luna en cuarto menguante. Para ella la luna era despreciable, ni cuarto menguante, ni luna llena, pero en el momento de mi confesión yo aún no conocía su relación con la luna. Yo hablé del cuarto meguante porque me parecía el ciclo mas representativo de algo que aún no se que es. A partir de entonces comenzó un espinoso camino de desprecio casi invisible. Yo formaba ya parte de ese grupo, seguramente amplio, de humanos a los que la luna les resulta algo agradable para mirar. Cuando me contó sus pensamientos sobre la luna a mi la reflexión me pareció, por lo menos, peculiar, y cuando uno anda en ese embobamiento hacia otra persona, cualquier detalle que potencie ese peculiaridad por la que nos sentimos atraídos te da una especie de alegria, potencia ese embobamiento. Bien visto el pensamiento ahora me parece una autentica estupidez. La luna, si, bien visto puede ser ciclotímica, pero que levante la mano lo que no lo sea en este cosmos inspirado en ese termino. Este universo parece claramente un asunto ciclotímico y ella, sobre todo ella, como nadie ni nada, es la representación de esa ciclotímia general. Así que bien pensando yo creo que ella lo que se traía con la luna era un problema de reflejo. Ella en el fondo quería ser la luna, esa ciclotímica que todo el mundo mira y por la que todo el mundo se emboba cuando esta en el ciclo alto, o luna llena. Mi error fue elogiar el cuarto menguante, que ella era la parte de si misma que menos aceptaba, ese recogimiento, esa nostalgia. No mas hay que decir que ella dormía en posición fetal y que si algo recordaba a la luna en cuarto menguante era su imagen a las ocho de la mañana acostada en esa cama a la que tanto me hubiera gustado volver y de la que fui expulsado. Quizá por eso yo me embobé y quizá por eso ella me dejó, porque creo que a ella lo que le gustaba era ser luna llena, por mas que insistía en detestar a la luna y a mi me gustaba verla en cuarto menguante, cuando nadie la veía o cuando nadie levantaba la vista para verla. Y ella seguro odiaba ser vista así, en esa cama en posición fetal, menguando, decreciendo. Luego ya fue creciente, mi embobamiento y su desprecio invisible. Luego fue redondeandose, aumentando en brillo, se fue sintiendo plena y yo seguí aquel viaje de obsevración lunar, así fue aumentando su resplandor y yo fu girando alrededor de alla, así, lentamente hasta conocer lo que nadie nunca conoce: El lado oscuro de la luna

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y yo justamente escuchaba "Moon" de Sia mientras leía este post.

Comienzo a entrar en un área segura cada vez que pasan estas sincronías. Me gusta moverme en este plano de pequeños eventos afortunados tan aparentemente insignificantes.

Qué bárbaro el texto...ella se proyectaba en la luna porque ambas compartían el mismo comportamiento.

Salió ganando la luna.


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