martes, febrero 03, 2009

Cronología romántica

En el mismo instante que se asomó para ver la ciudad, justo cuando acaba de girar la cabeza para ver los coches pasar abajo en la avenida descubrió que se había enamorado de una tipa que fumaba en el otro lado de la terraza. En la fiesta que había en la extensa terraza del ático de un edificio carísimo apenas conocía a nadie y le pasó varias veces eso de estar solo sin saber muy bien que hacer para no parecer un raro que está solo, apoyado, mirando la ciudad de noche desde esa vista privilegiada. Se había enamorado si y estaba solo y no veía ninguna posibilidad de acercarse hasta la tipa que fumaba y miraba la ciudad como si la sobrevolara o como si no perteneciera a la ciudad, sino que fuese alguien absolutamente ajeno al movimiento de esas calles, a esas luces, a esos ciudadanos. La miró y desvió la mirada cuando ella giró la cabeza hacia donde el estaba. Estaba enamorado hasta el tuétano como se había enamorado cerca de diecisiete mil veces en su vida. Entonces pensó en eso, en ese delirio romántico en el que había vivido toda su vida. En esa tormenta enloquecida, en esa nube de eterno amor. En su caso, pensó, era amor sincero. No era realmente un deseo de sexo, una noche loca, realmente sentía amor, miles de veces, pero era amor. Así fue:

A los doce años se enamoró de la hija del panadero. Comprendió los primeros síntomas y aprendió algunos trucos del beso.

Ese mismo año se enamoró de Sonia, una compañera de clase. Descubrió por primera vez lo que era despertarse y pensar en alguien. Pensar obsesivamente en alguien desde el primer segundo que se abren los ojos. También descubrió el desplante.

El verano de ese año se enamoró de su vecina. Primeros golpes taquicárdicos en el pecho al besar. El recuerdo eterno y nostálgico de besarse en las escaleras quedó grabado a fuego y lo evocaría muchas, muchísimas tardes de otoño.

Paso de curso. Primera pseudo relación con una chica del curso superior. Primer conflicto y primera metedura de pata para comunicar la ausencia de ese sentimiento que siempre le ha perseguido.

A los trece años cambia de ciudad. Relación innecesaria en el colegio, carente de amor. Descubre, eso si, que eso no es lo suyo. Tiene que haber amor. Siempre.

Se enamora no correspondidamente o jamás lo confiesa y no sabe que sucede en el otro lado. Descubre que el silencio no ayuda, pero no aprende a solucionar ese espinoso asunto. Jamás lo aprende

Cambio de ciudad. Comienza el delirio. La ciudad le desagrada. Se enamora de una compañera de clase. Se enamora de la hija de una profesora. Se enamora de una del curso superior. De una vecina. Amores fracasados por mil motivos. Se enamora de unca chica con la que intenta la primera relación larga. Descubre el sexo con amor, descubre el sexo cuando va desapareciendo el amor. Final predecible: Fatal.

Se enamora de una amiga a la que jamás le confiesa el amor y a la que si confiesa otros amores, menores, pero otros amores. Relación con amiga de amiga para provocar una reacción y en poquísimo tiempo descubre su error. Descubre la sinceridad del alcohol, descubre la resaca que da esa sinceridad, seguramente mas profunda que la resaca que da el mismisimo alcohol. Confiesa borracho su amor y se queda en un desierto, insultado y desolado.

Descubre los reencuentros con antiguos amores y lo que esto puede traer consigo. Descubre, poco después, el error de dejarse arrastrar por esas emociones.

Ahora si: Primer amor. Comete el error de enamorarse en una fiesta de una tipa con novio. Sufre lo que está escrito en mil lugares. Hay besos si, pero puestos a elegir, el queda segundo. Descubrimiento de la música para el despecho y del alcohol con el mismo uso.

Segundo amor: Primera relación larga. Sexo con amor, mas sexo con amor. El amor puede crecer en un romántico hasta la cumbre. y cuando se está llegando la cuerda se rompe. EL batacazo todavía duele. Aún hoy, en esa misma terraza donde está en la fiesta todavía siente el pinchazo en el pulmón.

Primeros jugueteos con la infidelidad. Descubre que no tiene capacidad para tan adrenalítico asunto.

Sexo sin amor. Tampoco sirve para eso.

Amores de diez segundos. Amores de autobus. Amores de metro. Amores de noche. Amores de fiesta. Amores de calle.

Tercer amor: Descubre sus primeras barreras, pero en seguida se las salta. Olvida pronto el amor.

Frenesí. No siempre es amor

Se tatúa el no confundir un viaje divertido con amor. Lo olvida una y otra vez.

Amor de trabajo. Eso jamás lo olvida: Nunca!!!

Amores reaparecidos. Donde hubo un error, se vuelve a cometer. Lo que pasó vuelve a pasar.

Suma de amores sin amor.

Y de repente el que era. Descubre que el amor le llegaba hasta la piel, de repente alcanza hasta el tuetano, hasta el pelo, hasta esquinas insospechadas. Ya ni siquiera podría llamarse amor.

Y a pesar de todo. Una cosa no excluye la otra. Hay amores invisibles. Que duran una estación de metro, una mirada en un pasillo, un viaje, una cola de concierto, un concierto, una salida del cine, una cerveza en un bar, un baño en la playa, un descenso en ascensor, un cruce en una calle, un cigarro en una fiesta, una fiesta.

Se gira, mira a la chica que fuma que sigue mirando la ciudad como si fuera un animal dormido. Se despide del anfitrión. Sale a la calle y camina. No fuma, pero en ese instante le gustaría fumar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

tus textos no pasan de ser impertinencias de un egolatra

Anónimo dijo...

Veo que tiene un fan celoso, Henry S. Le odia pero bien que se lee todo su blog.

He tenido un día bastante disperso. Supongo que es la adaptación. Creo que venir acá a leer se ha hecho parte de mi terapia diaria, así como la del amigo anónimo.


C.L.

Anónimo dijo...

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