viernes, febrero 13, 2009

Ciudades extrañamente visibles

Media tarde en esta ciudad. Hay ciudades que parecen mujeres, ciudades que parecen ríos, ciudades que parecen ciudades y esta parece el sonido de una trompeta con sordina sonando en medio de una noche de verano. Estoy a unas calles del terminal de autobuses, me acabo de despedir de ella y he decidido caminar al azar para tratar de comprender que lugar es este. Estas calles me recuerdan a esas películas de acción de los setenta donde dos coches se persiguen enloquecídamente uno detrás de otro.Lo inexplicable es este vacío. Los edificios gigantes que parecen haberse quedado abstraídos y las calles tan vacías, tan sin nadie. Porque no hay nadie caminando alrededor. En una esquina he visto un poster que anuncia un concierto de un grupo que desconozco, pero me ha encantado el diseño. Mas adelante he visto una cafetería cerrada, una cristalera gigante que ofrece la imagen de un montón de mesas ordenadas con muchísima precisión. Una barra gigante con carteles detrás que indican los precios de los productos ofrecidos. Por la calle pasa un autobús y la sospecho a ella dentro, escuchando música. El autobús ha pasado de largo por la calle tan vacía y ha seguido como una nota de trompeta sobre esta ciudad. La calle de nuevo se ha quedado realmente silenciosa. Los edificios gigantes están apagados, seguramente no haya nadie trabajando. podría decirse que nadie vive en esta ciudad. Nadie ha caminado jamás por aquí. Sigo. Veo un teléfono publico que suena justo a mi paso. Lo descuelgo y no habla nadie. He sentido vértigo, una sensación desconocida parecida a la desubicación, pero con matices realmente diferentes. He sentido, porque no decirlo, soledad. Una llamada sin voz al otro lado. He pensado que era yo mismo, mis propios recuerdos llamándome desde el lugar de donde soy. Luego he pensado en algo mas real, un fallo, una equivocación, no hay mas. La vida puede o no puede ser enigmática. No es mas que una cuestión de encuadre. Ha pasado una mujer a mi lado. Iba tarareando muy bajo una canción que me ha parecido hermosa. He entendido una sola frase y me he sentido contento de no estar solo en esta ciudad incomprensible. Me han tocado la espalda. Ella que venía corriendo, algo agitada y casi resignada me ha dicho que ha perdido el autobús, que seguramente era el mismo que yo he visto pasar. He sentido una cierta felicidad de poder seguir pasando algunas horas de conversación con ella. Hemos caminado mucho rato mientras se hacía de noche por esa ciudad a la que jamás volveré, lo sé. Lo pienso mientras hablamos o permanecemos callados un rato. Estas calles las veo ahora y nunca mas las volveré a ver, esta ciudad no es un sitio donde se vuelva, estos sitios son extraños por que por su extraña forma se parece a determinadas zonas interiores de las personas, esta ciudad somos todos de alguna manera, esas zonas no siempre accesibles de los otros. Nunca se vuelve a entrar con facilidad en esas zonas tan internas. Hemos visto un tipo que toca en una acera por donde no pasa nadie. Toca una canción lenta, lejana. El tipo cierra los ojos y toca bien. Nos hemos parado a mirarle y ha abierto los ojos. Los ha vuelto a cerrar y he comprendido que nadie es de esta ciudad, todos andan de paso. Un alto en el camino, una transición a otra cosa, una zona difusa. Hemos vuelto a caminar, ya casi es de noche. En los edificios apenas hay unas pocas luces encendidas. En una esquina lejana de la avenida por donde vamos ahora hemos visto un hombre cruzar la calle con un perro. Hemos visto un sitio donde poder dormir. Un hotel donde no parece haber nadie. Me he metido en mi habitación a tratar de dormir. He visto la calle tan vacía y no he querido encender la luz. Ha pasado una camioneta abajo y se ha perdido. A medianoche ella ha tocado en la puerta y me ha dicho que no puede dormir y que se siente extraña. Me he puesto las zapatillas y hemos bajado al bar, ha llamado a su marido y ha vuelto. Le ha contado el conflicto con el autobús. Han quedado en otra ciudad. Yo he pedido una cerveza y ella un vino. En el bar no había nadie y ella me ha recordado entre sonrisas que aquello parecía "El resplandor". El camarero no nos entendía pero nos miraba con seriedad. Sonaba esa música inexplicable que suena en los hoteles.He bebido otra cerveza y dos mas. Hemos hablado de no se que teoría que nos hemos inventado sobre el espacio y la dimensión de la memoria y que pronto olvidaremos, pero que nos ha divertido enormemente. hemos subido a dormir

Debí llegar agotado, al despertar, ella había dejado una nota por debajo de la puerta:

"He visto los horarios de los autobuses y salía uno muy pronto. No he querido despertarte. Nos vemos el jueves"

Me he mirado en el espejo pensando que esa ciudad no existía, que la había soñado, pero no. Al abrir las cortinas estaba ahí, vacía, incomprensible, lejana. He bajado. He seguido el viaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece haber estado ahí. Me parece conocer ese no lugar del que habla. Me parece haberlo visto incluso antes de que lo soñara.

Qué bárbara esa dimensión desconocida de la vida.

La próxima, súbase al autobús con ella.


C.L.

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