martes, enero 04, 2011

La chica de la bicicleta

La tipa salía en bicicleta por las mañanas, nos cruzábamos casi siempre a primera hora. Yo solía sostener la puerta del portal para ayudarla a salir, entonces ella ponía los pies en los pedales y se perdía por la calle. En eso consistía todo el trato. Durante el día no pensaba mucho en ella. De vez en cuando me la imaginaba pedaleando eternamente, hacia una dirección inexistente, como si fuera un camino en el aire pero con suelo o una carretera de aire y ella girando en ese círculo aéreo del pedaleo que tiene tanto de optimismo. Luego volvía a casa tratando de hacer, siempre, coincidir mi llegada con la suya, pero nunca acertaba. Nunca mi hora coincidía con su hora de llegada. Entonces entraba en casa y por el patio interior miraba si había luz en su casa. A veces estaba encendida ya la luz, otras estaba todo a oscuras y esperaba a ver el alumbramiento, la aparición. Así cada día. A primera hora bajaba con las prisas de llegar tarde y me la encontraba con su bicicleta:

.- Buenos días

.- Hola

.- Te abro la puerta

Entonces el mismo gesto, ella con las dos manos cruzaba la puerta y salía a la calle, subía los píes a los pedales y según arrancaba me iba diciendo "hasta luego". Era hermoso. Allí iba empujada bajo esa forma de libertad emocionante. ¿Dónde iba con la bicicleta? Creo que la vida pedía que la siguiera, que hubiera cogido una mañana mi bicicleta y la hubiera seguido, pero no lo hice. Jamás lo hice. Ella se mudó primero, dejó aquel edificio. A mi me salió un apartamento más barato y me cambié. A veces la sigo recordando, imaginando una variante inabarcable de posibles destinos para su bicicleta.

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