domingo, enero 23, 2011

En Vlanco

Otra opción es lanzarse. La página está en blanco, el argumento está en blanco. Hay, algo hay. Hay blanco. Tengo el blanco ante mi. La página completa, la historia completa está en blanco. Cabe la posibilidad de lanzarse contra el blanco, reventar las palabras y encontrar el hueco en esa vacío total para encontrar la historia. El problema es que si me detengo a mirar para escribir aparece el blanco, un blanco que se adueña de toda posibilidad. Como si fuera el muro que me separa del argumento que ando buscando. Un muro tremendo, gigante en el que si busco encontraré un hueco, una fisura por la que atravesar. La opción es lanzarse contra el blanco, quizá soltar palabras, jugar con ellas para abrir los huecos. Acabar con el blanco con un tiroteo de frases. Algún boquete encontraré. ¿Dónde está la historia? ¿Detrás del blanco? De repente el blanco es mi enemigo, el problema. Cruzar la o, aprovechar su apertura, como una tubería por la que escapas de prisión. Trepar la c, pero es difícil, es realmente difícil. No huecos posibles. Alterar el orden, empezar en "co" y seguir con "bla". Desordenar el orden, saltarse las reglas. Tiene que haber, tengo que encontrar, una rendija para saltar ese blanco terrible y encontrarme, por fin, con la historia, con el argumento. Pero no hay manera de atravesar la o, tampoco me vale alterar el orden, cobla. En algún lugar del muro blanco tengo que tener un sitio para saltar. ¿Quitar letras? No. ¿No es acaso una búsqueda de un desorden, de la posibilidad de un caos? Tengo que romper la norma de ese blanco. Experimentar para encontrar. ¿Si no fuera blanco? Blanco. Blanco inalterable. Sigo en blanco. En vlanco. ¿En vlanco? Eso es. La página está en vlanco.

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