miércoles, septiembre 10, 2008

Historia de Hugo Gonzalez

Entre otras cosas, comenzó a escribir poesía en el momento mas terrible en el que se puede empezar a escribir poesía, a los 14. SI escribes poesía a los catorce estás condenado a ser un mal escritor. Otra cosa es escribir la primera con 10 o con 16, pero escribir poesía por primera vez a los 14 es un acto casi terrorista. Escribió, y eso lo recordó siempre con una terrible nostalgía, la primera en una esquina de su clase, oculto entre un cuaderno de Biología, asignatura que suspendió ese y el siguiente trimestre. Habló o quiso narrar el deshielo, también quiso hablar del calor, pero sobre todo del deshielo, lo cuál era mas poetico que todo la poesía en sí, teniendo en cuenta que afuera estaba el trópico y una humedad cálida que tumbaba hasta al mas espabilado a las tres de la tarde. Así que aquel poema se título Deshielo, que venía ser, como siempre sucede, una metáfora torpe y desacertada de lo que el venía sintiendo habitualmente los viernes por la tarde cuando llegaba el fin de semana y se ocultaba el Sol. Eso fue la primera poesía y jamás mejoró. Escribió trescientas cincuenta y tres poesías ams y luego lo dejó. Salvó de la quema que hizo en un acto terriblemente solitario y desgarrado, en un parking semi abandonado de la 19 con 32, enfrente del colegio, una poesía que se títulaba "La composición anárquica de un conglomerado estelar". Lo guardó con decisión y orgulloso mientras el humo se levantaba y se perdía entre los edificios bajos del centro, mientras la noche parecía esconder algo, no supo que, pero algo.

No volvió a escribir poesía, pero comenzó a escribir cuentos. COn constancia diabólica fue uno detrás de otro. EL primero en una casa que hacía esquina cerca del Colegio de Abogados, enfrente del Zoo. Una narración negra y terrible, sobre todo dolorosa e inexplicable de un asesinato mal cometido. El segundo, escrito inmediatamente después, era un intento de comedia que, muy a su pesar, terminaba en un terrible Drama mas parecido a las prensa amarilla que a la literatura. Ochocientos diecinueve cuentos después dejó de hacerlo. Comprendió que el intento forzado de convertirse en escritor había llegado a su fin. Quemó todos los textos y recuperó de su vieja cartera de adolescente "La composición anárquica de un conglomerado estelar", la única cosa digna de ser releida. Viajó a Choroní, lo leyó en el malecón y lo lanzó al mar. El papel que contiene la poesía, se mojó inmediatamente, la tinta del boligráfo que usó aquel trimestre se corrió y borró cualquier huella de la poesía que ahora entre lágrimas el recordaba hermosa. Así acabo su relación con la literatura. Esto, aunque lo parezca, no le hizo mas feliz.

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