domingo, septiembre 21, 2008

134 y 1 en algún lugar de Viena

La noche que Eduardo Machado volvió a casa, donde llevaba algunos años viviendo sólo, y se encontró con ciento treinta y cuatro personas sentadas en el salón,sintió que algo, indudablemente, había cambiado. Se quedó medio minuto mirando caras, gentes, todas desconocidas, sentadas unas al lado de las otras, con gesto impasible. Pensó, evidentemente, que la situación era extraña, y de tan extraña que le parecía pensó que lo mejor sería actuar con normalidad, pensó que su gran batalla ante los ciento treinta y cuatro intrusos sería mostrarles que el no alteraría su normalidad, su luchada intimidad. Les miró una vez mas, un paneo rápido de caras todas quietas con gesto imperturbable, todas inmóviles, mirando cada una a un lado que pareciera contener el secreto de la existencia. Una hipnosis colectiva. Se cambió, se quitó la ropa y Machado volvió al salón, trató de abrirse un hueco entre los intrusos, se sentó donde habitualmente se sentaba y encendió la televisión. Ese fue el comienzo de una vida en común. Machado y los ciento treinta y cuatro protagonizaros así un episodio de convivencia excepcional. Todo esto puede ser leido, esta etapa, este casi experimeno, esta extrañeza, en el formidable libro de F. Valderrama. "134 y 1 en algún lugar de Viena".

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