miércoles, septiembre 17, 2008

El espejo de M

El espejo que compró M el otro dia es como un sueño. No un sueño en el sentido de algo realmente fascinante, un objeto especial (aunque también tiene mucho de eso). Rectifiquemos, no es una metafora, en realidad el espejo de M es un sueño. Todo lo que sucede cuando ves la realidad reflejandose en el se modifica de manera onirica. No sabría decir si el espejo de M encoge, hace todo mas achatado, mas pequeño, bastante mas reducido, que también. Sino que además en el espejo de M hay algo que pasa que no sucede en el lado teoricamente reflejado. Cuando te miras en el espejo de M el que se mira es el otro, no tu. Aunque en ambos lados seas tu, hay cierta tendencia a creer que el que mira es uno no el otro, el que se esta mirando soy yo, no el, que soy yo, pero reflejado. En un espejo al uso, uno tiende a creer, y esto sería casi un dato cientifico que uno, este, yo, soy el que mira y que el del espejo es el reflejo, un tipo que aparece única y exclusivamente cuando paso por delante. En el espejo de M esta es la gran deformación, el que mira parece ser el otro y uno, curiosamente, se convierte en reflejo. Y puedo asegurar que esto genera cierto desasosiego. Por mas que queramos ser modestos, alejarnos de la vanidad, no ser ególatras, uno quiere ser el lado, por llamarlo de algún modo, guay del espejo. Yo soy el que decide ser reflejado y no el otro, que es el reflejo y que va a mover las manos cuando yo decida, se va a mirar la cara cuando yo escoja y va a observarse el pantalón nuevo en el instante preciso que yo decida observarlo. En el espejo de M no, es el otro el que manda, el que dirige las acciones y esto es extraño y complejo. Coplejo porque no es fácil moverse sin saber hacía donde te mueves. Cuando caminas, cuando correr, cuando saltas, cuando te miras en el espejo, la información va por delante, tu mano se mueve y sabe donde va, tu pie avanza y ya está decidido con una antelación casi inexistente donde se va a mover, pero en el espejo de M el otro mueve la mano y tu la mueves sin saber donde cojones va a terminar parandose esa mano. En el espejo de M te miras y estás deseando constantemente, que el otro, que eres tu, se de la vuelta y se largue y te deje en paz y tus manos se muevan y sepan donde van y decidas tu los movimientos y no el otro. Volver a ser tú y no el reflejo. Gobernarte, que no siempre es fácil. No ser reflejo y recordar, eso si, evitar a toda costa reflejarse en el espejo de M.

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