martes, diciembre 22, 2009

Nieve

Lo extraño no resultaba sólo que hubiera nevado, que lo era. Lo raro era caminar por la Argimiro Bracamonte dejando las huellas de los zapatos marcadas en el suelo y sentir un frío terrible mientras un Ruta 6 pasaba deslizándose con precaución en el giro para subir la avenida Venezuela hacia arriba y del interior del autobús saliera, hacia ese gélido e irreconocible exterior, una vieja canción de Nat King Cole. Eso era raro, aunque evidentemente raro era ver cada calle de la ciudad cubierta de nieve. Cada esquina, cada tejado, cada árbol. Decidí caminar un poco, alcancé la puerta del Parque del Este. Había algo incluso paranormal en recorrer aquellas ciudad, bajo la cortante temperatura de aquella mañana. Había algo inusual en aquellas calles vacías. Me detuve y pensé que por otro lado tampoco había que alarmarse, "los habitantes de esta ciudad desconocen el frío. Temen salir". En la puerta del Parque del Este tampoco encontré a nadie. Miré mis huellas en la nieve que venían casi lineales desde la Avenida Venezuela, pero aparte de mis huellas no había otras huellas. Giré y decidí seguir hacia abajo. Fui paralelo a la valla del parque. Dentro no había nadie pero reconocí un perro a lo lejos haciendo círculos, como si de algún modo persiguiera sus propias huellas. "Perro bobo pero astuto" pensé sin saber muy bien que escondía esa conclusión. Alcancé el monumento al Sol. Desde ahí vi que el centro comercial estaba cerrado. Seguían si pasar coches, solo de vez en cuando algún ruta vacío y emitiendo música poco común a los rutas. Me puse en el centro y pensé que ese monumento potenciaba una extraña sensación de vacío que siempre asocié a la ciudad. Sin embargo, cubierto de nieve, resultaba algo más acogedor en su interior. Di varias vueltas al monumento. Empecé como el perro, a seguir mis propias huellas y sonreí, casi solté una carcajada y comprendí la conclusión "Perro bobo pero astuto". Al ver mis huellas varias veces marcadas, me detuve de repente, algo asustado "¿Qué hace Barquisimeto nevado?". A lo lejos vi una persona viniendo por donde el cuartel. Me quedé un buen rato observando a aquel tipo venir. Mucho rato después comprendí que aquella figura humana venía, también, hacia el monumento al Sol y más tarde aún, comprendí que era El gago. Subió el tramo de escaleras sonriendo contento y me abrazó al llegar arriba: "¡Cuantos años hace, Leprince!". Sentí una ternura especial hacia El Gago. Había engordado y tenía una cicatriz, que no tenía antes, en medio de la cara. Me miró de repente preocupado y me dijo: "Pero no deberías estar aquí. Esto es zona prohibida. Lo han tomado" Miré a los lados y vi la ciudad vacía. El silencio se rompió bruscamente por una sirena intensa y absoluta que recorría la ciudad, una llamada a algo. El Gago me mira y me dice que es la hora, que nos vayamos a los subsuelos, que viene más nieve

.- ¿Qué subsuelos, Gago? ¿Qué nieve? Aquí no nieva, aquí no hay subsuelos

.- Son los nórdicos, Leprince. Ahora son los nórdicos los que manejan este peo

1 comentario:

stel dijo...

Yo este año todavía no he visto nieve... lluvia y frío los que quieras, pero de momento no puedo perseguir mis huellas por la calle...
Un abrazo!

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