sábado, diciembre 26, 2009

Gestos

Hay un viaje físico que va describiendo la ruta que se va siguiendo. Si se mira con atención, en el físico ya está contado, así que al final una biografía vendría a ser la traducción de esos símbolos que están marcados en el borde de los ojos, en la curvatura de las manos. Hay fotos que marcan fronteras en las personas. Hay una foto de mi viejo que deja ver el principio de un giro definitivo que vino después. No hay mística en esta reflexión, es una evidencia. El tipo sostiene a mi hermano entre sus brazos y hay un gesto en la mirada más apagado, menos pelo que en todas las fotos que cronológicamente preceden a esa foto y una acentuación considerable en las arrugas de la cara. Sospecho que acaba de pasar esa etapa en la que conocidos que hace años no le veían podrían pensar :"Como ha envejecido". Si se mira con atención se ve el viaje previo hasta ese primer paso hacia un final duro o se ve como todo lo anterior ha ido dejando huella. En ese montón de fotos veo una de cuando tengo unos 10 años. Hay algo contundente en verme pequeño y es que esa mirada no la reconozco, esa mirada no me devuelve la mirada que me devuelve ahora el espejo. Miro las formas de la cara que evidentemente han variado y veo pocas formas reconocibles, un gesto lejanísimo que si identifico.

Ayer vi a alguien que hacia tiempo que no veía. Ha sumado una cantidad considerable de kilos a su cuerpo. El ensanchamiento descomunal de la cara y un luz turbia en la forma de mirar que antes, hace algunos años, no había. ¿En que momento lo externo va modificando la forma de la cara? ¿Qué instante es exactamente el que va a variar la dirección de la mirada? Claro que esto no debe ser un instante preciso. La forma de la cara, la pronunciación de la arruga irá avanzando invisible, inapreciable entre poros y tejidos invisibles a los ojos. Un río que se abre paso entre la inmensidad de la piel. Un rail que atraviesa ese paisaje en busca de una desembocadura que termina volviéndose gesto. Eso busca esa variación inapreciable a lo largo del tiempo, cambiar el gesto, acentuar esa mirada melancólica. Así avanza ese gesto que luego delatará el pasado. La cara que desvela una vida satisfecha o una vida sin demasiadas alegrías. Ahí está luego el desasosiego marcado en la comisura del labio. Hay va marcada la biografía, el pasado escrito en frases a lo largo de los gestos, de las formas, en la piel que son como las hojas de un libro que si se lee con atención desvela nuestra existencia.

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