miércoles, diciembre 16, 2009

Comic

Se acabó mi vida. No mi existencia, pero si mi vida como tal, como la conocía hasta ahora. Se acabaron las formas conocidas. Esta mañana me he convertido en una ilustración. Mi cara unos cuantos trazos imprecisos, mis manos unas líneas que se abren unas encima de otras, mi piel es blanca y su textura de papel y lo más jodido, lo que peor llevo es que cada vez que pienso, cada vez que hablo me sale un bocadillo de uno de los lados y aparecen esas letritas que me delatan, que hacen público cada cosa que pienso, cada cosa que digo. Eso es molesto, si, por no hablar de la incomodidad de habitar entre casillas, que las cosas no sean fluidas unas detrás de otra, sino que haya que ir dando saltos de una situación a otra. Porque si, ahora estoy en una viñeta estático, tecleando esto que tecleo, pero si me levanto tengo que esperar a que aparezca ese espacio nuevo y saltar, saltar de repente. Hay quien lo ve como algo estéticamente atractivo y es cierto que mi nueva gabardina ilustrada, mi bufanda que se mantiene al aire y mi gesto son interesantes desde un punto de visto técnico, las aceras y los edificios de la ciudad ahora son menos precisos y sin embargo transpiran una atmosfera medio de cine negro, medio oscura interesante, pero vivir así, en esta capa, en esta sola capa no me agrada. Se acabaron las formas de antes, que bien mirado eran muy duras, una realidad insisitente y excesivamente sólida, pero eran mis formas, era la estética de mi vida. Ahora todo es esta bruma que no es del todo. Las aceras que no concluyen, la gente que pasa a lo lejos que son como destellos indefinidos, casi abstracciones, unas manchas que se intuyen como formas humanas y todo eso podría ser soportable, pero lo que no aguanto es que a cada cosa que pienso, a cada cosa que digo sale ese bocadillo insistente. Ahora pienso esto y ahí está: "Ahora pienso y ahí está" pone en el bocadillo y la gente que pasa cerca lo mira y lo lee y yo quiero mi intimidad, porque bien mirado esto que ahora escribo no me importa que sea leido, pero hay cosas, hay muchas cosas que uno no quiere que sepan que se están pensando. Uno quiere sus pensamientos para sí, uno quiere que ese universo corra por ahí dentro y salga lo que uno quiere que salga, no que cada cosa que pienso, cada cosa que digo sea público, sea leído por los otros ciudadanos. Porque imagínense que uno va en el metro y piensa que el de enfrente tiene cara de pulpo y que mientras le miras disimuladamente aparece o bien a tu derecha o bien a tu izquierda un bocadillo con la frase "Ese tipo tiene cara de pulpo" y todo el vagón levanta la mirada y lee y entonces tu te indignas pero no puedes evitar pensar que los demás son unos mirones y unos curiosos y claro, según te miran y tú lo piensas aparece otro bocadillo que pone "Son todos unos mirones y unos curiosos" y todos los mirones y curiosos lo leen y se acercan y se enfadan y es así porque uno no puede evitar pensar ciertas cosas sobre los demás. Eso pasa cuando eres ilustración y todo se hace bocadillo y la vida es una viñeta. Eso pasa mientras camino a solas y en esa nueva viñeta se lee un bocadillo donde se lee mi último pensamiento del capitulo de hoy: "No quiero esto, no quiero ser ilustración. Quiero ser yo, el otro. El real".

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