miércoles, octubre 08, 2008

Narración

Nos lo empezó a contar a las 10 de la noche. Habíamos terminado de cenar, algunos estaban bebiendo algún licor, se fumaba, yo me quedé simplemente escuchandole. Arrancó sin grandilocuencia, su tono de voz era suave, muy amable, luego sospeché que todo era intencionado, de haber empezado con un tono épico o dramático la atención se hubiera disminuido y nadie hubiera aguantado las siete horas que duró la narración de aquel acontecimiento terrible. Ni siquiera s enganchó la historia en un punto lejano del pasado, apenas nos úbico, nos situó tanto geógraficamente como temporalmente y ya arrancó con e aconecimieno en sí. Diría yo que su narración duraría casi lo qe duro aquel hecho, fue lineal su manera de contarnoslo, sin desviarse en pequeños acontecimientos, si breves apuntes de sus emociones, breves reflexiones sobre la condición humana cuando se enfrenta al límite, cuando se enfrenta a su propia moral. Nadie comentó, el monologo se extendió a lo largo de aquella sobrecogedora madrugada. Su voz desmenuzaba aquello que fue un instante, un presente de su vida. Todos escuchabamos. A las siete horas, las cinco de la madrugada confesó su crimen. Se quedó callado, miró al techo y suspiró. El silencio aguanto algo mas de medio minuto, nos miró sin esperar nada de nuestras miradas, simplemente recorriendo las caras a las que había confesado por primera vez aquel crimen del que nunca se había encontrado un culpable. En ese instante se levantó de la mesa el primo Jim y desapareció. Supimos en poco tiempo que había ido a denunciarle, le encerraron en la carcel y se abrió el juicio. Algunos años después leí en el periodico que había muerto encerrado, se habló de suicidio, pero el espinoso acontecimiento s fue desvaneciendo en pequeñas notas del periodico local hasta no ser ya nunca tema de conversación, al primo Jim me lo encontré a los pocos dias. En su cara vi la expresión de un hombre atormentado y sentí cierto placer de venganza en ese gesto desquiciado e infeliz. Nadie, salvo el, que hubiera escuchado aquella confesión hubiera reaccionado de tal modo. Nunca nadie de los que estuvimos ahí comprendimos a Jim, seguramnte ni el mismo.

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