martes, octubre 28, 2008

Hasta allí

Otra vez. Una vez mas. Abrir los ojos otra vez, ubicarse en el universo y comenzar, comenzar siempre de nuevo. He ido perdiendo fuerza, sin darme cuenta, y eso hora es un simple recuerdo, he ido perdiendo potencia. En el principio y durante muchos años era algo inconsciente, giraba las piernas y todo el cuerpo arriba, ya estaba de pie. Ahora el giro es lento, cada movimiento tiene que venir acompañado de una pausa, que las piernas, el cuerpo entero, tomen un respiro, recuperar fuelle y seguir. Ahora salgo hasta la cocina y veo la calle y no me siento participe de eso que sucede, una especie de motor del que ya no formo parte, lentamente fui siendo expulsado. Tomo café por mas que no debería, pero hay vicios que van hasta el último suspiro, si me dieran a elegir, yo moriría en el instante que viene después de tomar el último sorbo del primer café de la mañana. Y viene el autoreconocimiento médico diario, porque cada dia encuentras un sintoma del tiempo, hoy vamos bien, me duele la espalda, pero menos que el fin de semana, me duele algo la cabeza pero algo tiene que ver el insomnio en eso. El insomnio, ese virus que va creciendo. Por mas que trato no lo comprendo. Hay un juego en el dormir que consiste en seguirse y dejarse escapar, en el instante que te dejas escapar te duermes, según envejeces la parte que se tiene que escapar no lo logra y te pasas la noche persiguiendote. Sin embargo, aún sin dormir, me paso la noche en una especie de zona misteriosa, no sueño, pero tampoco deambulo por la parte real. Me da, entonces, por recrear ese pasado. Creo, ya no estoy seguro, que lo modifico, juego tanto con el que ya no se que fue y que no. Recuerdo caras, gentes y cuando caigo en cuenta que también para ellos han pasado los años, trato de imaginarmelos ancianos y no lo consigo. Juego a la loteria, porque tiene mucho de loteria, ¿Este o este otro habrán llegado hasta aquí?. Preguntas sin respuestas. Lo que no te dicen es que según envejeces la relación con la muerte es relativamente diferente, se asume que la batalla, de antemano, está perdida. Luego, a terminar el café me miro en el espejo y recuerdo lo que una vez, un verano a media tarde nos confesó mi abuela: "Lo sorprendente es cuando me veo en el espejo. Creo estar viendo a otra persona. Siempre espero, al ir a verme reflejada, a una mujer joven. La del espejo, esa mujer mayor, no soy yo". Ahora lo recuerdo, recuerdo el tono cuando nos lo confesó, como alguien que deja un mensaje escrito sabiendo que muchos años después alguien lo leerá. Así es, ahora comprendo. Hoy me vestiré despacio, saldré a la calle y caminaré hasta una zona donde apenas pasa nadie. Me sentaré de nuevo en ese banco como cada mañana y, si sé que no está, pero yo la veo y hablo con ella, y ella no dice nada pero yo me lo imagino, y sucede que tanta fuerza que yo me lo creo. Digamos que es una ficción aceptada. Me siento ahí y va apareciendo, no aparece de golpe, va llegando poco a poco, a veces ni siquiera hablamos, como entonces, a veces le cuento cosas de los chicos, poco mas, al final con poca cosa basta.

1 comentario:

Denzura dijo...

¿tan mayor te sientes como para verte así?
¿o realmente estás?

Saludos desde acá!

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