jueves, octubre 23, 2008

Gorros de diseño

El viaje surgió de repente, nos mandaron a cuatro de la empresa a la feria que se celebraba en una ciudad alemana para tantear el mercado y ver como se presentaban las cosas para el año que empezaba. Los otros tres eran de un departamento con el que apenas tengo trato, sus caras me sonaban pero jamás había hablado con ellos. Nos pidieron disculpas, pero lo atrasado de la decisión de enviarnos había impedido organizar nuestro viaje con cuidado y nos consiguieron, solo pudieron conseguirnos, para esas dos noches un par de habitaciones dobles en un hotel cerca del recinto donde se celebraba la feria. Con lo cual me tocaba compartir habitación con alguno de los tres desconocidos. En el viaje comprobé que en general eran gente agradable, estuvimos analizando de manera superficial y tranquila el estado de las cosas, opinando como estaba el mercado y que posibilidades tenía nuestra empresa de crecer en esa situación. A partir de ese viaje mi departamente y el de ellos iba tener que trabajar conjutamente en algunas acciones de expansión por Asia y me convenía crear un ambiente amable y que las cosas en ese viaje fueran bien para empezar con buen pie lo que era el principio de una posible larga relación laboral. Uno de ellos era el director del departamento y era el que mostraba mas interes por conocer nuestro modo de trabajo e incluso propuso, durante el vuelo, algunos objetivos comunes e interesantes para comenzar la expansión. Al llegar al aeropuerto cogimos un taxi y hablamos de salir a cenar, pero el director del departamento, con el que me tocaría compartir habitación, como minutos después comprobé, dijo que el se quedaría a descansar, que no se sentía del todo bien y que prefería quedarse en la habitación leyendo o viendo alguna película.

Los otros dos y yo salimos después de dejar las cosas en el hotel. Confieso que a mi no me hacia ninguna gracia compartir la habitación con el director, nos despedimos de él y calculamos que en tres horas aproximadamente volveriamos. Un taxi nos demostró que nuestros horarios siempre chocan con los horarios de fuera y encontramos casi todo cerrado, comimos un hot dog bastante mediocre en un sitio simpático y la cena duro mucho menos de lo que hubieramos sospechado, ante la falta de conocimiento de la ciudad, decidimos volver al hotel sin tomar nada y descansar para el dia siguiente. Yo miré el reloj y adiviné que el director no estaría dormido, con lo cual me iba a ver en la espinosa situación de entrar en la habitación con el aún despierto. Nos despedimos en el rellano y caminé hasta la puerta, abrí sin hacer mucho ruido por si estaba dormido, lo cual era improbable porque apenas había pasado una hora. Al abrir la puerta, vi al hombre desnudo sobre la cama masturbandose mientras obsesivamente miraba en la televisión una pelicula porno de estética ochentera. Pensé que si a uno le dieran una sola la vez en esta vida la opción de retroceder siete segundos el tiempo, sin duda, esa era la elegida, el instante vital en el que agotaria esa única e inexistente pero útil opción. Me quede quieto, me hubiera encantado saber reaccionar, gastar un chiste o incluso darle la naturalidad que toda masturbación tiene, una frase amena, divertida, que rompiera lo absurdo del asunto: " Que Plasencia, cascandose una pajilla?" o usar algo que nos uniera:" aguante aguante, que me uno yo y ya le alcanzo". EL humor, siempre el humor que nos salvará, pero no, no salió el humor. Tampoco la vertiente amable, tolerante: "Dele, dele, usted como si yo no estuviera". Pensé que podría haber sido un tono mas cercano al profesor, una llamada de atención con dulzura: "Desde luego Plasencia, a sus años y todavia con esas cosas. Es que no se le puede dejar solo", pero nada de esto acudió a mi en esos segundos insoportables en los que él, mientras, se retorcia y se escondia como una culebrilla por las sabanas, con la cara incendiada, gobernada por un rojo exagerado y en la televisión una rubia con un peinado realmente espantoso y en una posición digna de medalla de oro en la modalidad de suelo de gimnasia en las próximas olimpiadas, emitía los gritos siempre exagerados de toda pelicula porno. Pasaron algunos segundos mas donde posiblemente yo me planteé toda mi vida, toda mi existencia y la crueldad de esta, de mi propia vida, de mi propio destino, para llevarme hasta ese instante preciso. Y Plasencia que ya está metido en la cama tapado con las sabanas y buscando el mando a distancia para parar la escena y tratar de recuperar una normalidad, si es que esta existe, que en ese instante parecía realmente lejana. Y a mi que con retraso me sale una frase que bien podría haber evitado: " No se preocupe, si quiere me doy una vuelta para que le de tiempo a usted.... Ya sabe". y cojo me doy media vuelta, cierro la puerta y me largo a la calle. Y de repente me veo con un frio tremendo caminando por el medio de una zona cercana a donde se celebrará la feria al dia siguiente. No hay nadie y yo camino entre el frio y la niebla, por el medio de las afueras de una ciudad alemana pensando que en el fondo la vida es extraña y que de algún modo todo pende siempre de un hilo, pero un hilo invisible, que nos inventamos, un hilo ficticio e inexistente, que va y viene fuera de toda lógica. Que somos un accidente, rocas cósmicas que explotan en el tiempo, lejanas a toda dimensión y sin orden. Eso pensé.

Dias después, sin motivo aparente, me quedé sin trabajo. Por eso ahora me dedico a la venta de gorros de diseño. Por eso y porque realmente me parecen muy bonitos

1 comentario:

Denzura dijo...

Me parece fantástica la forma en la que haces trabajar mi mente con tus descripciones. ¿Cómo le haces para crear tantas imágenes en mi cabezota?

Saludos!

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