miércoles, septiembre 21, 2005

La literatura neonachista. Parte 5

Henri Simon Leprince:

Neonachista menor. Se sospecha que el cuento que lleva su nombre, escrito por Bolaño, esta basada no en su realidad, pero si al menos en su personalidad literaria.Bolaño dice de el al principio del cuento: "Por supuesto es un escritor fracasado, es decir sobrevive en la prensa canalla parisina y publica poemas (Que los malos poetas juzgan malos y que los buenos poetas ni si quiera leen) y cuentos en revistas de provincias. Sus manuscritos siempre son rechazados". De Leprince poco mas. Bebió y vivió con los neonachistas. Habló con ellos. Se dice que los entrevistó cuando los neonachistas se sublevaron en latinoamerica. Poco mas

Aparte de algunos textos de poco valor, Leprince, y es quiza su merito, es el creador de la vertiente musical neonachista.

Actualmente busca frenético el manifiesto.

2 comentarios:

Guy Monod dijo...

Leprince. Lo recuerdo cantando La Internacional Neonachista con el puño izquierdo en alto y con el derecho masacrando una guitarra. Todo un Apóstol de la Brutalidad.

Anónimo dijo...

No podemos fiarnos del recurso retórico de Henry S. Leprince para hablar de Henry S. Leprince. Es el viejo truco de la modestia que no tiene por qué ser falsa.

Leprince es, probablemente, el más cálido y amable de los escritores neonachistas. Sus imágenes suelen ser precisas, pero con la precisión inefable de lo emotivo. Si bien maneja la certeza fría y brillante del ingenio, no hace descansar en éste el peso mayor de sus propósitos literarios.

Se inició en la literatura como cicerone barquisimetano de Sergio Pitol, a mediados de los noventa. Durante una semana en el legendario TIJEL (Taller Internacional de Jóvenes Escritores de Latinoamérica y España) aprendió lo suficiente como para iniciar por sí mismo un camino estético original. Se propuso, entonces, no ser un escritor: se juró a sí mismo que sería una literatura y a fe que lo está logrando.

La carrera literaria de algunos de los asistentes al TIJEL (Leonardo Valencia, Iván Thays, Méndez Guédez, etc) se debate actualmente entre frustraciones editoriales y arduos esfuerzos por entrar en el canon internacional de la narrativa. El silencioso outsider Leprince, en cambio, sonríe ahora desde la placidez de la blogosfera, contemplando cómo su obra crece en lo que lee, en lo que escriben él y sus amigos, en lo que sueña, en lo que imagina, en lo que deja de escribir o leer y en lo que lo máquina del Turco Najul está por depararle.

Leprince mueve piezas desde Madrid con sólo pensarlas. Tiene el poder genuino del neonachismo en su guitarra.

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