sábado, octubre 17, 2009

Tipográfica

No estabas. Puedo jurarlo. No había nadie mas en esta habitación. Sonaban las agujas de ese reloj, sonaban ecos de cosas que venían de fuera, desde otras casas, desde la calle. Los sonidos de los edificios. Unos pasos en el piso de arriba, algo que rebota y se pierde. La luz que entraba por la ventana y que anunciaba los primeros fríos. Pero no había nadie mas. Estaba solo y pensaba en cosas pasadas, no muy precisas. Imágenes fugaces que poco importan pasados unos minutos. Estaba solo, tu no estabas. Pensaba, también, en escribir o para ser mas específicos, pensaba en escribirte, en inventarte escribiéndote, porque hasta hace unos minutos tu no estabas, pero tampoco existías. Pensaba en abrir una página en blanco y lanzarme a contarte, a inventarte, a prefigurarte cuando de repente han empezado a entrar todas esas letras por la rendija de la puerta, como una corriente de aire que se cuela. Una tras otra, en una hilera increíble. Venían todas las letras y se han ido colocando a mi lado, haciendo eso que eres ahora, haciéndote. Esa escultura viva formada de letras. Se venían las letras y se colocaban primero formando tu cabeza, el pelo, la forma de tu boca, los ojos. Se venían unas detrás de otras y formaban tu cuello, tus hombros. La piel de letras, los poros que son la a, la c, la j, la k. Todas las letras tu piel, tu cuerpo. La hilera venía enloquecida atravesando la rendija y crecían y se posaban en eso que no eras y que has ido siendo. Ahora eres eso que tengo delante, ese cuerpo preciso, esos ojos, esas manos con todas las letras, con la v, con la b. Todas las letras tu cuerpo y lanzo mi mano y toco la d, toco la h, toco la g. Toco las letras y te leo. Te leo y siempre descubro nuevos significados. Podría ser mas ingenioso, pero te veo y pienso que eres todo un poema.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que lindas prefiguraciones. Suele pasarme con frecuencia, con más frecuencia de la que puedo retener en mi mala memoria.

CL

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