lunes, octubre 05, 2009

Sin ella

Que viven libres, se sabe. Lo que no sospechamos es que se escapan, que desaparecen. Que decidan no aparecer cuando se las llama. Creemos en su uso sin fin, que cuando escribimos vendrán a cada llamada, sin recriminarnos, sin pedir nada a cambio. Lo complejo es hacerlo cuando una de ellas se niega a aparecer. Con que una sola del abedecedario no le plazca venirse cuando una la llama, lo que se escribe se vuelve complejo, difícil, seguro innecesario, pues el ejercicio se crea no usando palabras que la lleven. Lo que se escribe se forma no usando palabras que la poseen. Aquella que pulsamos en el ordenador no aparecía cuando se la exigía. Aquello sucedió. Pulsamos el abecedario en el ordenador y no acudía. Ella fue la única que no venía. Eran muchas y sólo ella no aparecía ¿Que hacer con ese problema? ¿Cómo seguir si ella no viene como las demás? No hay fin en el abismal problema. Se vuelve una fuga el escribir, pues no es mas que no hacer coincidir la palabra que la requiere. Avanzas y no vuelve. No es. La palabra deja de ser la que es. Debe ser la que no es porque la que debía ir no puede ser porque no hay una, solo una del abecedario y complica las cosas. Ninguna palabra debía ir donde va porque nada coincide y no acude y la palabra no se forma. Hay huecos y lo que se lee es un hueco porque no hay una y es necesaria para formar lo que se lee.

No hay segunda persona del plural, por ejemplo. No hay lo que no es la nada. No hay infusiones. No hay posesiones para el que lee. Hay cosas, muchas pero no hay lo demás que la lleva. No hay lo que no es afuera. Hay ausencia de mil cosas sin ella

¿Sabes cual es ya?

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