sábado, mayo 01, 2010

Batalla

A las dos de la mañana se levantó de golpe con la imagen nítida, contundente y única de un poema. Ella sintió el movimiento en la cama y sin desplazarse completamente de la zona difusa del sueño y en la penumbra le preguntó:

.- ¿Dónde vas?

.- A escribir este poema

Caminó descalzo. El suelo ya no estaba frío porque los días ya eran más largos y cálidos. No encendió ninguna luz, pero si el ordenador. Mientras la máquina realizaba sus procesos de encendido, luces que van y vienen, logotipos que aparecen y se van, pensó en lo horizontal de la palabra. Luego pensó en el arrebato y en la inspiración, aunque él nunca había creído en la inspiración. Creía en la batalla. En esa batalla salvaje de letras y ritmos, de versos y contenidos. No hay inspiración, pensó: hay guerra. Las batallas no tienen hora y como guerrero o soldado obediente se acude al enfrentamiento a la hora que sea. Eso es lo que hay, lo otro son complementos. Son las dos y diez. Durante unos segundos la imagen nítida, contundente y única que era el poema que le había despertado, se diluye en alguna esquina inaccesible debajo del pelo de la cabeza, pero cuando dirige los dedos al teclado la recupera.

.- Ahora hay que traducirlo- Pensó con la cara iluminada por esa extraña luz que proyecta el ordenador en el salón.

Lanza los dedos casi al azar. Los primeros tiros reverberan en el campo. Se oculta bajo la indecisión y de nuevo teclea, de nuevo dispara. Comienza el bombardeo. Corre por el descampado rifle en mano. Hay que moverse por la supervivencia, pero sobre todo por la estrategia y también la intuición. Se oculta tras unas piedras que son los primeros versos, al frente el enemigo. Se apoya el rifle en el hombro y apunta. Es preciso y, asustadizo, retrocede el enemigo. Entonces acude con todo, la batalla está encendida y el se sabe esa madrugada preciso. Se mueve y apunta, dispara. Ya el enemigo se desvanece, se retira. Sigue, sigue persiguiendo tras los matorrales, tras el descampado la imagen nítida y contundente, ya casi la tiene traducida. Ya se volvió poema, ya termina la batalla. Ya descansa y vuelve a la cama. Sueña

Camina feliz el hombre, el que camina, feliz e incansable en su camino;


Al poeta, con afecto.

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