martes, mayo 04, 2010

No presente

El tiempo no es uniforme. La sentencia es copiada, pero aún sabiendo de donde viene, quien es su autor; la siente suya, porque en el fondo las sentencias no tienen dueño, son reflexiones aleatorias que se colocan en la cabeza de un autor por un simple movimiento del azar. Sorbe, de nuevo, un poco de café. Poca leche y templada, una cucharada de azúcar. El café está vacío, la chica que lo gobierna está atareada tras la barra. Abre puertas, guarda botellas, pasa el paño. Nunca está quieta y él se pregunta si esas actividades se realizarían si el café estuviera siempre lleno. De algún modo, en otro tiempo, el café está lleno y ella no lo hace, no ejecuta todas esas acciones, que sin embargo ahora realiza con esmero. Bebé un poco más de café. Al otro lado del cristal, por la acera, pasa un tipo que lleva una camiseta que pone "Tu puta madre" y ha seguido de largo. En la acera de enfrente pasa un tipo con un perro. El tipo fuma un puro y camina tieso, algo más tieso, si cabe, que su perro. Ninguno de los dos mira a los lados. Perro y fumador pasan de largo. De nuevo, la cristalera se queda vacía. En la calle hay algo de viento y una bolsa de papel pasa dando tumbos y de un modo indescifrable, va recorriendo un camino preestablecido por el viento. Mira a la chica tras la barra. El cuello tieso, las mangas cortas, la camiseta negra, el pelo recogido, el gesto serio, algo de ojeras, el andar rectilíneo le hacen pensar en una bailarina retirada. De repente imagina que ella no está desplazándose por el café, sino que danza por el café. Ha agachado la mirada cuando ha sido descubierto por la mirada de ella. Piensa que sería tan sencillo como decirle:"En realidad miraba como danzabas" pero sería tan absurdo explicarlo que por supuesto no lo dice. Se abre la puerta, entran dos chicas hablando alto. Le gustaría mandarlas callar, pero vive en sociedad y esto requiere un mínimo de transigencia. Bebé el último sorbo de café y apoya la taza. Al apoyarla recuerda a Emilio, algo de Emilio. Nada concreto. Recuerda la sensacional de Emilio. Levanta la cabeza. La camarera danza diligente hasta la mesa de las dos chicas. Ellas dudan, dudan más de lo soportable. Ella espera paciente. ¿Qué carajo irán a pedir? Él piensa en ese momento que es incapaz de tener a nadie esperando tanto. Hay decisiones a las que no se les puede dejar tomar tanto tiempo. "¡Dilo ya! Un Café, una cerveza. Dilo" Piensa mientras la más morena mira hacia la carta sin mirar nada, tardará unos segundos más para seguro terminar pidiendo una coca cola. Predicción acertada. Coca cola. La camarera se desliza en tres por cuatro hasta la barra. Mira otra vez hacia la cristalera y vuelve a pensar: "Es imposible describir el presente, suceden mil cosas coladas entre las pensadas. Están las otras, las que invisiblemente suceden y se perciben sin tomar forma o tomando formas de un modo ajeno a las formas en las de las que se detiene la atención. La camarera se desliza si, pero a su vez sucede lo otro, lo inexplicable. Lo que trasmite y me viene dado de la nada o de la intuición" Al otro lado de la cristalera pasa un tipo, es el mismo de antes, con la camiseta absurda "Tu puta madre". El tiempo no es uniforme, esto, ya había sucedido. Antes, después, pero ya había sucedido. Paga y se va, con la vana esperanza de bailar y deslizarse en otro tiempo, en otra capa, con la hermosa camarera.

1 comentario:

illot dijo...

ains!! las camareras!

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