viernes, mayo 14, 2010

Me quedo

.- Creo que ya te vi. Estabas aquí, en este mismo sitio la semana pasada. Yo estaba en el otro lado, al lado de los altavoces de la izquierda. Estabas ahí mismo, entre la oscuridad del público, iluminado esporádicamente por las luces del escenario, te pude ver desde allí. A mi me gustó mucho ese concierto, pero me está gustando más el de hoy. Yo estaba allí y en el estribillo de la sexta canción miré atrás, a lo lejos. No buscaba nada pero un fogonazo que iba a ritmo con el cambio para entrar en el segundo estribillo iluminó todas las cabezas, entre todas las caras que miraban a ese desgarrado cantante, destacó la tuya, que mirabas con ese aire mismo con el que miras ahora. Esa nostalgia, esa distancia. Eras tu, estoy segura que eras tu. Y hoy, fíjate: Suena La superbe, ese estribillo, esa intensidad, ese corazón, ese saxofón que podía ser patético y sin embargo le da tanta elegancia y Benjamin se desplaza por el suelo y nos mira desde una sinceridad sobrecogedora, desde ese confesionario que es su micrófono y nos agradece de corazón la terapia. Estabas aquí, en este mismo punto la semana pasada, en aquel otro concierto y hoy sigues aquí.

.- Sigo aquí. Siempre sigo aquí. Pase que pase quien pase por ese escenario. Benjamin o cualquier francés, cualquier islandes o cualquier inglés. Soy lo contario a una gira. Ellos pasan, son fugaces y se van, yo siempre estoy aquí, al lado de esta columna. Si vienes la semana siguiente, que tocará alguien que ni conozcas yo estaré aquí. Yo también te vi, mirabas desde allí y vi el fogonazo y la luz reventando en las caras y tu cuello girando. Si, también te vi, pero yo siempre estoy aquí. Lo sensato contigo, con ese rostro, hubiera sido acercarse. Pero yo no me acerco. Yo estoy aquí. Siempre estoy aquí.

.- Pero fíjate, hoy Benjamin, La Superbe, esas cuerdas, esa cadencia, ese andar entre entero y melancólico. Avanzar sabiéndose derrotado, la gloria del perdedor, del desconocido. Hoy estoy aquí, yo hoy también estoy aquí.

.- Si, hoy estás aquí, pero te irás. Yo siempre estoy aquí. Cuando Benjamin bajé el telón y se pierda por el fondo, derrochando cariño y gratitud y la sala se irá vaciando, yo me quedaré aquí y puede ser que durante un rato tu te quedes, pero cerrarán la sala y se apagarán las luces y te irás.

.- No me iré. Me quedaré. Te ví desde allí y ahora estoy aquí.

.- Pero, no lo entiendes. Yo llevo años aquí. En el año 97, en el año 96, antes incluso ya estaba aquí. Tu estarías estudiando o viajando a Budapest o incluso a Paris y aún no sabías que existía Benjamin. Y ya estaba aquí. Desde aquella noche, desde aquel concierto, nunca me moví. Llevo años aquí. Cierran la sala, cambian de dueño, hacen reformas y yo sigo aquí. Aquella maldita noche yo no lo decidí. Me quedé por accidente.

.- Pero yo me quedaré.

.- No te quedarás. Nadie lo aguanta. La culpa fue mía. El chicle lo había tirado yo al suelo. No fue otro, fui yo. Llevaba mucho rato, desde antes de entrar aquel concierto masticando chicle. Empezó el concierto. Aquel amigo del que hace años que no se nada compró un par de cervezas y lo tiré al suelo. Fue mi culpa.

.- No entiendo.

.- Lo lanzé yo y lo pagué. Al poco rato, entre canción y canción lo pisé. No me di cuenta hasta que fui a mover levemente un píe. Fui yo y ya nada fue igual. Se vació aquel concierto. No me podía mover. Me había quedado pegado al chicle y el chicle al suelo. Yo ya estaba aquí, llevo desde entonces aquí.

.- Yo me quedaré.

.- Lo dices ahora, pero nadie aguanta. Terminará Benjamin, aguantarás esta noche, pero te irás. Lo se.

.- No me iré. Tengo un paquete entero de chicles. Mastica conmigo, amor. Mastica. Quedemonos pegados al suelo los dos. Veamos todos los conciertos, vivamos aquí. Mastica, amor. Mastica bien y lanzalo que ya los piso.

.- ¿Te quedas? ¡De verdad te quedas?

.- Me quedo. Lánzalo. Mira como los piso.

.- ¿Entonces es verdad?

.- Me quedo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo logré salir, pero haces que sienta haberme despegado!
Viernes con sonrisa!

Anónimo dijo...

Yo suelo pisar caramelos masticables, que tienen el mismo efecto, pero de más corta duración; sin embargo soy un bicho de costumbres por menos que me guste admitirlo, y cuando me pego, aunque pueda levantar mis pies para irme, a veces prefiero quedarme.

Mírame ahora, estoy de este lado de la columna. Asómate, hagámonos compañía. Otra vez.


CL

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