jueves, mayo 27, 2010

Pero, ¿dónde? ¿cuando?

Habíamos llegado por la mañana, habíamos dejado las maletas y bajamos directamente a bañarnos al mar. La playa era abierta, y ancha, el acceso era difícil, lo que la embellecía. Había oleaje intenso pero, a pesar de todo, el agua no estaba nada fría. En la playa casi no había gente. Algunas toallas desperdigadas que parecían pronunciar la inmensidad de esa playa salvaje. Al cabo de un rato yo quise subir a ducharme y cambiarme para salir por la noche. Volví con la novia de Pier hasta los apartamentos. El camino desde la playa era arenoso, claro, e irregular y la vegetación seca y espinosa. La novia de Pier se quitó las sandalias y dijo que prefería el calor de la arena en los píes. Al llegar a los apartamentos dudamos porque el conjunto residencial estaba formado por tres edificios iguales y no recordábamos cual de los dos que estaban más al este era el nuestro. La novia de Pier dijo que ella creía que era el bloque C, yo no aposté por ninguna opción así que fuimos al C y nos equivocamos. Lo descubrimos porque no entró la llave en el apartamento que por piso y letra correspondía con el que habíamos alquilado, así que bajamos del C y subimos al bloque B y ahí la llave si encajó. Entramos, yo coloqué mi maleta en la habitación que, por pura obviedad, me debería corresponder, la más pequeña y con una sola cama. Comprobé el colchón, me senté primero, me tumbé después, me quedé un rato así. La novia de Pier se duchaba y me agradaba estar tan tranquilo, acompañado por el zumbido del agua de la ducha reverberando por el apartamento. Pensé en la cara de alguien que hacía años que no veía, luego pensé en los gastos que me iban a suponer esas vacaciones, luego pensé de lado, no de frente, sino como un coche que pasa por la autopista, en el motivo que provocaba el viaje, pero concluí o creo que concluí que en realidad en la vida nunca hay un motivo evidente, sino excusas. Dejó de sonar el agua de la ducha. Me levanté, salí al salón, vi pasar a la novia de Pier desnuda. Ella, por supuesto, no me había visto. Me gustó ver a la novia de Pier desnuda y pensé en entrar de nuevo a mi habitación y masturbarme, pero me pareció exagerado. Fui hasta el baño, me quité la ropa y pensé en una escena idónea para la masturbación y para una película porno pero floja para la realidad o para un cuento. En la escena, la novia de Pier tocaba en la puerta del baño, yo abría y me decía que si la dejaba coger un momento sus cremas o una toalla para secarse el pelo, la escena continuaba que al entrar la novia de Pier me decía que en realidad yo le gustaba y que aprovecháramos ese tiempo a solas para hacer el amor. Luego barajé varias posibilidades de guión:

1.-Abrir la ducha y desfogarnos como posesos.

2.- Lanzarnos al suelo

3.- Salir al pasillo

4.- Lanzarnos en mi cama

5.- Lanzarnos en su cama

6.- Hacerlo de píe y caminando por la casa.

8.- Un variación de la 7 todavía más salvaje

Abrí el grifo y noté que el agua caliente tardaba en salir. Cuando empecé a meter el cuerpo escuché la voz de Pier a lo lejos. Agitado, angustiado. Luego escuché a la novia de Pier llorando. No sabía si seguir duchándome o salir. Cerré el grifo y me quedé, estúpidamente, un rato incalculable quieto, mojado. Salí, me puse una toalla y abría la puerta de la baño. Discutían o parecía que discutían. Me senté en el retrete con la tapa bajada. Mientras trataba de indetificar palabras en esa maraña de murmullos elevados que me llegaban hasta el baño. Se pisaban las frases, no había orden en su dialogo. Luego pensé que sería imposible transcribir ese diálogo, que generalmente es imposible trasladar los diálogos reales a diálogos escritos. Aquello me originó una sensación confusa. Como si aquello no me estuviera pasando del todo o como nos pasan las cosas cuando las leemos: que le pasan a otros pero te pasan a ti. Me miré en el espejo y comprendí que con los años me iba pareciendo más a mi padre, aunque mantuviera rasgos de mi madre. la genética es una licuadora, creo que concluí. Abrí la puerta y no vi a nadie, caminé hasta mi habitación. ME vestí pensando que Pier y su novia se habían ido pero cuando terminé de vestirme y salí a la sala les vi sentados y callados, Pier leía un periódico deportivo, ella miraba por la ventana con cara de sentir algo semejante a la tristeza. Me hubiera gustado decir alguna barbaridad, romper esa escena con algo brusco "Pier, tu novia gana en pelotas y me la follaría en tu cara" porque Pier me caía mal y me parecía un cretino, pero no dije nada, dije algo más mediocre:

.- ¡Que bien sienta la ducha!

Y ella me miró y me sonrió y creo que además de deseo pensé que esa chica era adorable y que Pier, y esto no era envidia, era cada segundo cósmico más y más mamarracho. Pier sin embargo dijo algo del partido de su equipola noche anterior. Que estaban preparando la temporada muy bien y que el nuevo entrenador estaba dándole una filosofía apropiada a la plantilla. Que la estructura del medio campo era rígida pero eficiente, un embudo perfecto con salida creativa. Que la delantera era algo académica pero con vestigios artísticos. Que había sabido conjugar las carencias y virtudes de los jugadores para armar un bloque pensando como una orquesta. Soy tímido y generalmente educado y jamñas había respondido así a nadie:

.- Pier, eso que dices es una soberana estupidez. Tu equipo es, como todos los equipos, el paradigma del vacío La meta de la barbarie y del desorden total. Los fichajes son el último peldaño de la tristeza y los aficionados la catarsis de la neurosis.

La novia de Pier dijo:

.- Alguien sensato

Y yo, definitivamente me enamoré de Laura. Así fue y así terminé casándome con tu madre, hijo.

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